Nuestra presidente ya nos tiene acostumbrados a sus rimbombantes frases de efecto.
En este caso dijo algo así como que “el primer mundo que nos vendieron como
Más allá de que las burbujas suelen elevarse en el aire y no caer estrepitosamente (como parece augurarle al primer mundo), se entiende claramente cuál es la comparación que quiso usar.
Analicemos:
* ¿Quién nos vendió qué? El primer mundo (esto es una manera de llamar a los países a los que les va bien, que son prósperos, que tienen a su población bien alimentada, bien educada, bien vestida y bien atendida en lo asistencial, para citar algunos ítems) está allí. No parece que lo hayamos comprado. No parece que haya estado en venta. A lo mejor alguien quiso comprar la idea de cómo lograrlo, lo que sería buenísimo. Por lo menos es lo que dicen que piensan hacer todos los líderes nacionales y populares de eso que, también difusamente se denomina tercer mundo. En vez de decir, habría que hacer. Pequeña diferencia.
* ¿Nos imaginamos al primer mundo cayendo estrepitosamente? ¿Nos imaginamos a sus ministros de economía viniendo a Buenos Aires a pedir por favor que les prestemos dinero? Tal vez vendrían a pedirnos que les refinanciemos a tasas razonables. Tendrían piquetes reclamando a sus gobiernos que no nos paguen la deuda usuraria. Y que nuestros organismos de crédito no les auditen las cuentas, así podrán gastar nuestro dinero en trenes bala que tal vez no construirán…
* Cuesta creer que aquellos se caerán y nosotros no. Cuesta creer que India y China, si se caen las economías de occidente, seguirán creciendo y pagando nuestros productos a los precios de los meses pasados. Y con ello, la “ganancia extraordinaria” de los comodities, parece que ya no será tan extraordinaria de cara al futuro inmediato.
* ¿Será tan sólida nuestra economía en un escenario como el que parece avecinarse?
Ojalá yo esté equivocado y no nuestra presidente. En todo caso, la burbuja parece ser el mundo que construyó la lógica K. Solo espero que esta burbuja no estalle…