Desde luego que siempre es bueno leer. En algunos casos, volver a leer aquellas obras que nos gustaron tanto en algún momento. Algunas nos vuelven a gustar y disfrutamos de ellas, como el caso de:
El ladrón de tumbas. De Antonio Cabanas
Apasionante novela histórica ambientada en el Egipto de Ramsés III. La trama de la novela es interesante por sí misma, con héroes no del todo impolutos y villanos muy malvados. Pero lo que le da un sabor especial es que nos introduce en la vida de la gente común de esas épocas, con sus desventuras familiares y su denodada lucha por la supervivencia. Vemos el poder del Faraón que no era tan absoluto como suele creerse, sino que estaba permanentemente asediado y limitado por el poder creciente del clero. Vemos que los ladrones y saqueadores de tumbas no eran unos rateros de poca monta, sino que era prácticamente una profesión que se trasmitía de padres a hijos. Había que tener los conocimientos suficientes para rastrear las tumbas tan celosamente escondidas y la pericia para descender por oscuros e intrincados pasadizos que, tal vez, estuvieron cerrados por siglos y donde el aire era casi irrespirable. Y ello sin contar los riesgos de ser sorprendidos por las patrullas que vigilaban las necrópolis, o de las cobras que solían anidar en alguno de esos pasadizos. Luego venía la no menos riesgosa tarea de comerciar semejantes riquezas sin llamar la atención de ojos siempre vigilantes que estaban dispuestos a denunciar para cobrar recompensas. La crítica que se me ocurre formular es que no queda del todo claro el caso de algunos personajes que no se sabe si son históricos o de ficción. Ello no empaña la belleza del relato y la admiración y erudición del autor por la cultura egipcia de la que nos regala detalladamente las festividades, costumbres y creencias imperantes en esa fabulosa civilización.
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Otros libros, que leí hace tiempo, hoy vuelven a mi memoria:
El libro negro de la nueva izquierda. De Nicolás Márquez y Agustín Laje
Si bien el texto contiene algunas aseveraciones que no comparto del todo, no por eso deja de ser interesante el abordaje que efectúan a la “Nueva izquierda” y sus métodos de acción. Sobre todo, porque todos sus capítulos están profusamente documentados con citas bibliográficas y de la web.
Ya desde el comienzo nos señalan que, ingenuamente, al caer el Muro de Berlín y desmoronarse la URSS, muchos creyeron que era el “fin de las ideologías” y que el marxismo estaba definitivamente derrotado. Pues bien, según la teoría de los autores, hoy, los marxistas no se centran en la lucha de clases ni en el ascenso del proletariado, sino en demoler el odiado sistema capitalista promoviendo toda suerte de luchas supuestamente reivindicatorias y agitando toda clase de pasiones, aún las más abyectas. Hoy no se trata de conquistar el poder económico ni los medios de producción sino de cooptar las aulas, el pensamiento y la cultura.
Por eso es que, hoy, tanto el feminismo, el homosexualismo, el indigenismo y el “derechohumanismo”, alborotan y agitan por igual y en todas sus marchas y manifestaciones se pueden ver consignas marxistas y del “progresismo biempensante” y, sobre todo, anticapitalistas. No importa que tradicionalmente los regímenes soviético, chino y cubano y aún el peronismo, hayan perseguido cruelmente la homosexualidad, para citar un ejemplo.
Tampoco importa que sea en los regímenes liberales donde más se ha permitido el desarrollo del feminismo, la homosexualidad y el respeto por los DDHH. Han llegado a tergiversar la historia, pretendiendo que la intolerancia hacia los homosexuales, o la postergación de la mujer, son el producto del capitalismo liberal, como si en la antigüedad, antes de la propia existencia del capitalismo, estas discriminaciones no hubiesen existido. Entiendo que un liberal, respetará siempre a los homosexuales y a las mujeres, no así las izquierdas, que lo harán solo si les conviene.
Hoy se trata, según los autores, de amalgamar todos estos reclamos como reivindicaciones de la izquierda contra el régimen, que no dudan en calificar de opresor de nuestra sociedad occidental.
Algunas citas:
Referente al capitalismo y al mercado:
…el capitalismo introduce en la sociedad lo que podríamos llamar la "lógica de mercado" basada en la posibilidad de beneficiarse sirviendo a los demás. [...] la forma de obtener algo que deseo ya no es dando con un garrotazo en la cabeza del otro, sino ofreciendo algo a cambio que la otra parte desee en mayor medida respecto de lo que se desprende. [...] quedando sujeto nuestro éxito en el intercambio a nuestra capacidad de beneficiar a los demás. De ahí que los grandes nombres de la historia, con el capitalismo, hayan pasado de ser guerreros, caciques y tiranos, a inventores, científicos y empresarios.
Respecto de las reivindicaciones de las mujeres:
Con el asentamiento progresivo de esta lógica que hemos descrito, la mujer fue encontrando mayores espacios en la vida social. [...] No va de la mano de la lógica del mercado pagar más por un bien simplemente porque quien lo ofrece sea hombre, en detrimento del mismo bien ofrecido más barato por una mujer. [...] En efecto, se crearon incentivos sin precedentes para que las personas pudieran elevarse económica y socialmente ya no oprimiendo a los demás, sino sirviéndolos. Y así, los inmensos avances tecnológicos que desde la consolidación del capitalismo hasta nuestros días la humanidad ha vivido, son fundamentalmente productos de esta lógica. Aunque suene políticamente incorrecto, nuestro bienestar material parece depender fundamentalmente del egoísmo de los demás, como ya en el Siglo XVIII lo decía nada menos que Adam Smith.
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También este exquisito relato:
Una excursión a los indios ranqueles: de Lucio V. Mansilla.
Libro sorprendente, que nos lleva a recorrer las pampas, aquellas pampas casi despobladas, sin alambradas ni caminos, apenas con algunas rastrilladas.
El coronel Lucio Victorio Mansilla (hijo del general Lucio Norberto, famoso por la batalla de La Vuelta de Obligado), nos sorprende en cada página con su enorme erudición y su capacidad de reflexionar sobre temas trascendentes del alma humana, a partir de experiencias pequeñas de la vida cotidiana. Y en este caso se trata de la vida cotidiana de los indios ranqueles –tan distante culturalmente a lo que un “cristiano” de entonces podría conocer– así como la de muchos cristianos cautivos, fugados o renegados que se arriman a los toldos en busca de lo que en su entorno “civilizado” no encontraron.
Encomendado por sus superiores a concluir un tratado de paz con los ranqueles, realiza una pormenorizada crónica de su viaje que, en forma de cartas dirigidas a un amigo, se publicaron en un diario de la época, para ser luego reunidas en un solo volumen.
Es de lectura muy amena, y nos ilustra con imágenes literarias de gran efecto acerca de la vida diaria en el toldo de los indígenas. Así vemos cómo pasaban sus días, cómo y qué comían, cómo resolvían sus cuestiones sociales, cómo dirimían sus conflictos, cómo se establecía la autoridad de los caciques y cómo se administraba la justicia.
También sus relaciones con otras tribus, con sus mujeres y hasta con sus caballos y sus perros. Podemos ver sus grandezas y mezquindades como en cualquier otro grupo humano.
A pesar de referirse a ellos como salvajes, conforme a la usanza de la época, no deja de reflexionar permanentemente acerca de la delgada línea que separa a la barbarie de la civilización, así como de cuán bárbaros solían ser los civilizados y cuán civilizados podían ser los salvajes.
Nos cuenta acerca del complicado protocolo ceremonial que usaban en sus juntas o asambleas, en la increíble hospitalidad para con las visitas que recibían aún cuando fuesen de tribus distantes o de cristianos.
No escapa a su apreciación el trato cruel que, en general, se daba a los cautivos y en particular a las cautivas.
Sería larguísimo enumerar las experiencias contadas en esas cartas, que resumen una expedición de pocos días; pero baste decir que uno siente la presencia de esa pampa infinita, experimenta la sensación de cabalgar durante una jornada para luego dormir al raso, con tiempo apacible o tormentoso. Aprecia la calidez de un fogón y el valor incalculable de una buena mateada a la luz de los rescoldos.
A través del bautismo de algunos de sus hijos, apadrinados por algún cristiano, se establecía un compadrazgo –institución esta que ya existía entre los indios sin bautismo cristiano de por medio– que obligaba a perpetua fidelidad recíproca y que se honraba aún con la vida.
Es también muy interesante el pasaje en que el autor nos explica acerca de las virtudes oratorias de los indígenas. Había toda una estética del buen “discursear”.
Algunas frases del autor:
Más o menos, el mundo anda así en todas partes, y los individuos, lo mismo que las naciones, encuentran todos los días en el arsenal de las perfidias humanas, pretextos y razones para faltar a la fe pública empeñada; y las muchedumbres en uno y otro hemisferio, se dejan llevar constantemente de las narices por los ambiciosos que las engañan y alucinan para explotarlas y dominarlas.
Promesas no ayudan a pagar, pero sirven siempre para salir del paso.
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Notable ensayo literario de la mano del genial escritor peruano:
La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary: de Mario Vargas Llosa.
Interesante ensayo sobre la novela del título en particular y sobre la novela y la creación literaria en general. El autor nos desmenuza de tal modo la obra, que me indujo a leerla por segunda vez. Confieso que, en la primera lectura, no me pareció demasiado interesante, pero, al enterarme un poco de sus pormenores y, sobre todo, del contexto histórico en que se escribió, se hace necesaria una revisión del concepto que nos merece la obra. Por ello, y luego de una segunda lectura uno encuentra detalles muy reveladores acerca de las mudas del narrador y de los distintos tiempos de la acción.
Tengamos en cuenta que, en su época, hubiese sido inadmisible describir la escena en que la protagonista, adúltera ella, se entrega a uno de sus amantes. El autor, haciendo gala de un exquisito manejo de los recursos, solo dice que la pareja tomó un coche de alquiler y ordenó al cochero que anduviese sin rumbo determinado hasta que se le indique detenerse. A partir de allí, solo se describen los lugares por donde circuló el carruaje, los pensamientos y dudas del conductor, así como el cansancio de los caballos. Solo al final, hace mención a la «desenguantada mano» de la protagonista que, asomándose por la ventanilla arrojó unos papeles (se trataba de una carta mediante la que pretendía poner punto final a la relación adúltera). Ninguna mención hace a lo sucedido dentro del coche, pero poca falta hizo.
El personaje del Sr. Homais, el farmacéutico del pueblo, me recordó a Teodoro Madureira, el segundo marido de Doña Flor. Tienen muchas semejanzas, tal vez solo por una “convergencia evolutiva” o porque Amado haya leído Madame Bovary y se inspiró en este personaje tan logrado.
Hay un pasaje en particular donde la acción es doble: el de los comicios agrícolas. Mientras otro de sus amantes la seduce en el primer piso de un edificio vacío, por la ventana se pueden oír las exclamaciones y discursos del acto que se está realizando en el pueblo. De esta manera, la acción es doble; lo que le ocurre a la protagonista, y el desenvolvimiento del acto. Por más que estén en simultáneo ambas cuestiones, el lector no se pierde ni se embarulla con ello. Esto me remitió inmediatamente al capítulo de Rayuela de Julio Cortázar en que muere Rocamadur. (Mientras los intelectuales bohemios discuten cultas sandeces en voz baja y a oscuras –para cuidar el sueño del niño– y un anciano vecino importuna quejándose por las molestias que esa trasnochada reunión le ocasiona, Rocamadur ha muerto en su cuna. El personaje central lo ha descubierto pero decide –con un cinismo increíble– no comunicárselo a su madre; después de todo, ella tiene que despertarlo a las tres de la mañana para darle su medicina e irremediablemente se enterará. La conversación sigue, e incluso otro de los contertulios conoce la terrible noticia y entre ambos discuten la conveniencia de alertar o preparar a la madre al respecto).
Volviendo al ensayo de Vargas Llosa, solo por haberme hecho releer y disfrutar de esa novela y esos pasajes de Rayuela y de Doña Flor, ya mereció la pena su lectura.
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Siguiendo con Mario Vargas Llosa:
Cinco esquinas. De Mario Vargas Llosa.
Sin estar a la altura de sus mejores obras, esta novela es de lectura interesante, con una trama que tiene algo de thriller policial y que resulta por momentos de gran suspenso. El autor, despliega sus reconocidas cualidades para caracterizarnos una gama de personajes con una vida propia que se explica en sus acciones, como el caso de esa cuasi protagonista que es “la Retaquita”, que va conformando sus cualidades de heroína del bajo mundo conforme la novela avanza. También están los personajes del gran mundo, con sus miserias y bajezas y lo peor de la política de la dictadura de Fujimori.
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Volviendo a Egipto:
Akhenaton. De Maguib Mahfuz.
Interesante es la historia de este particular Faraón, tal vez adelantado algunos milenios a las religiones monoteístas. El libro desarrolla la historia de un buscador de la verdad que, luego de la caída del llamado Hereje, se dedica a entrevistar a distintos personajes que, a través de sus funciones cerca del Faraón, pudieran ayudarle a desentrañar la verdad detrás de las versiones. Desde ya que las distintas confesiones que recibe, no pueden ser más contradictorias.
Este pasaje de la historia de Egipto, merece una lectura más profunda de lo que fue ese Faraón armado solo con el amor y su doctrina del Dios único. «Cuando sus generales, en la frontera le pedían ejércitos, él les mandaba poesías».
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No nos alcanzará la vida para leer todo lo bello que se ha escrito. Y esto no deja de ser una suerte; imaginemos que fuese al revés…