Se tiende a confundir una cosa con la otra, y lo primero que habría que hacer es definir ambos conceptos. Y lo anterior tiene una gran importancia para debatir los temas.
Machismo
El término viene con una semántica absolutamente negativa y, realmente, creo que lo es si nos atenemos a las definiciones de la RAE:
1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
2. m. Forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón.
Ninguna de esas acepciones resulta razonable en las sociedades contemporáneas, y su erradicación debiera ser un objetivo a lograr en cualquier organización social, teniendo siempre en cuenta que la meta a conseguir es, siempre, la igualdad ante la ley.
Su contrapartida sería el término «feminismo» al que, por el contrario, se le suelen asignar significados nobles.
1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.
No hay ninguna duda de que el feminismo, en sus orígenes, fue una causa nobilísima, que logró, entre otras cosas, el derecho a elegir y ser elegidas, así como la posibilidad de administrar sus bienes y la equiparación ante la ley.
Las que no parecen ser ni razonables ni justas son algunas actitudes de las feministas actuales que ven al varón más como enemigo que como compañero de ruta en la vida y se manifiestan con violencia y repudio al otro sexo. Y, en sus luchas, emplean métodos del más rancio estilo machista, que tanto critican. Se llega así a situaciones en las que logran imponer una supuesta igualdad, pero no ante sino mediante la ley. No otra cosa es el famoso «cupo femenino» en diferentes ámbitos. Se ataca a los detractores de tal cupo diciendo que «se oponen a que la mujer acceda al 50% de los cargos legislativos», cuando en realidad lo que se critica es que la mujer «tenga que tener» dicho porcentaje. La preeminencia masculina en estos ámbitos no se debe a que se imponga algún impedimento a las mujeres, sino a distintas preferencias predominantes en cada sexo. Es por este tipo de razones que hay menos mujeres que hombres que estudian ingeniería sin que nadie les impida el acceso a dichas carreras. Y lo contrario ocurre en disciplinas como medicina, veterinaria o humanidades.
Patriarcado
Por su parte, este término se refiere a una organización social o familiar que no tiene por qué ser intrínsecamente mala y que viene de tiempos ancestrales en que estaba directamente relacionada con los roles de cada sexo. Y estos roles no se originan en cuestiones culturales, sino biológicas. Y, cuanto más retrocedemos en el tiempo, más importante en esta asignación de roles es lo biológico.
Teniendo en cuenta el notable éxito que, como especie animal, ha tenido el ser humano, no podemos menos que aplaudir esa organización patriarcal tan denostada hoy. Está claro que, esa rémora cultural, no se puede borrar de nuestras conductas de un día para otro, pero siempre tenemos que valorar el legado que el patriarcado dejó a la humanidad. Hoy, desde luego, lo podemos discutir, pero entiendo que es una cuestión más familiar que social. Cada familia se puede organizar según sus preferencias y no hay, o no debe haber jamás ninguna disposición legal que lo impida.