Hace un tiempo hice estas reflexiones que siguen teniendo actualidad:
Putin y la guerra
Algunos cacasenos redomados salen en defensa de Putin declarando que a Rusia le debemos la libertad porque fueron ellos los que “ganaron la Segunda Guerra Mundial y no los gringos”. Sin negar el papel de la entonces URSS en el desenlace de la contienda, nadie en su sano juicio puede negar el rol que también jugaron las potencias de Occidente. Y, desconocer que no era la URSS precisamente la que iba a traer libertad a los pueblos, es otra tamaña estupidez. Dicen: “Fueron los soviéticos quienes nos dieron la independencia…” Habría que preguntarle a los polacos, checos, eslovacos, húngaros, estonios, letones, lituanos y a los propios ucranianos, entre otros, qué es lo que opinan de la independencia que lograron con los soviéticos.
Pero, aun si toda la patraña que declaman fuese cierta, no alcanza para reivindicar la figura de Putin.
Parece que son varios los que deben estudiar más…
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La reiteración del fracaso
Hace algunos meses un conspicuo funcionario dijo que lo único que dejó la generación del 80 fue el teatro Colón. Solo un descerebrado o un perverso puede afirmar semejante dislate. Parece que no tomó nota de la enorme alfabetización que posicionó a la Argentina entre los primeros países en el mundo en erradicar el analfabetismo. No tuvo en cuenta que, en aquellos años, venían de Europa legiones de trabajadores buscando aquí, los salarios que allá no se pagaban, salarios que les permitieron progresar luego de algunos años de esfuerzo y sin planes del gobierno. Tampoco vio esa enorme Planta potabilizadora de agua que hay en Palermo, que nos permitió y permite aún hoy, tener agua de red que es segura, cosa que pocos países, fuera del primer mundo, pueden ofrecer. Y tantas cosas más.
En fin, esta mentalidad, que no es patrimonio exclusivo de ese funcionario, sino que prevalece entre la mayoría de nuestros dirigentes, es la que nos lleva al estado de postración y atraso en todos los órdenes, que padecemos actualmente.
Es así que insisten, por ejemplo, en regular los alquileres: obligan al locador a hacer beneficencia. ¿Por qué esa insistencia en que un particular haga favores? Sería bueno que la misma ley mande a los legisladores a que, antes de votar normas que obligan a terceros a hacer filantropía, la hagan ellos mismos con su patrimonio.
También insisten en controlar la adquisición de divisas. Veamos: si se pincha un caño de agua, podemos tapar la pérdida con el dedo o con un chicle. También podemos cerrar la llave de paso. Pero está claro que ninguna de ellas soluciona el problema. También es evidente que la culpa no es del agua, a la que no podemos acusar de malvada ni caprichosa. Uno debe garantizarle al vital elemento un cauce seguro y natural por donde fluir de modo que no se le ocurra tomar caminos inconvenientes.
Parece ser que, en Uruguay, además de buenos plomeros, hay mejores políticas económicas, porque a nuestros vecinos no se les ocurre traer sus ahorros a la Argentina. Tampoco los veo desesperados tratando de comprar dólares a pesar de que, libremente, se venden por doquier. También da para pensar que los técnicos que asesoran a nuestro gobierno son de los que creen que el problema se soluciona con el dedo o el chicle en la pinchadura.
Y también son adictos al control de los precios: el equipo económico se embarca en cruzadas de controles de precios que nos llevarán a tropezar, no por segunda, si no por enésima vez con la misma piedra. No importa que, ya en época de los romanos, se intentara este tipo de intervención en la economía (se llegó hasta aplicar la pena de muerte a quienes contravenían esta disposición) con resultados desastrosos. No importa que, en épocas más recientes de nuestro país, se hayan aplicado políticas semejantes con iguales resultados. Total, ante el previsible fracaso, fácilmente se encontrarán responsables entre los especuladores, agiotistas, capitalistas, cipayos y vendepatrias de siempre. Controlar, un poquito, aunque sea, el gasto o la corrupción hubiese sido imprevisible.
Y colorín colorado, esta historia no ha acabado.
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Algunas reflexiones de Steve Jobs:
«No hace falta un estudio de mercado previo; la gente no sabe lo que quiere, hasta que se lo mostramos». […] «Graham Bell no anduvo investigando si la gente quería o no un teléfono».
Y también citó una frase atribuida a Henry Ford: «Si les hubiera preguntado a mis clientes qué querían me habrían contestado: “¡Un caballo más rápido!”».
Ante este tipo de cuestiones, él pensaba que su trabajo consistía en averiguar qué van a querer los clientes antes de que lo sepan. Toda una definición.
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¿No hay trabajo?
Lo que sigue no es de mi autoría sino que lo encontré en la red: "Buscás un pintor y te viene un paraguayo, comprás las verduras y te atiende un boliviano, buscas un albañil y te viene un formoseño de varios años, viviendo en Buenos Aires, decidís salir a cenar y te atiende una camarera colombiana, llamás al médico y te cae un ecuatoriano, el celular te lo arregla un peruano, los lentes en la playa te los vende un africano. La picada se la compras al chino. PERO OJO PARA LOS PIQUETEROS NO HAY LABURO".
Algo estamos haciendo mal. ¿Verdad?
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La comparaciones suelen ser odiosas
A los que, airadamente, reclaman en Chile o en cualquier país por la desigualdad social, como si ese fuese el verdadero problema, yo les preguntaría qué prefieren; ¿ser pobres en Bangladés o en Canadá?
Bueno es que sepan que la desigualdad social canadiense es mayor que la bengalí: los canadienses son el país número 57, mientras que los asiáticos están en un honroso puesto Número 39. Tengamos en cuenta que Canadá tiene un PBI/h de U$S 49.700, mientras que Bangladés apenas llega a 4.600. ¿Qué pobres la pasarán peor? ¿es la desigualdad el problema?
Y, si hablamos de desarrollo humano, Canadá está en el puesto nº 13, mientras que Bangladés ocupa el 135. Y pongo estos dos países como un ejemplo, pero hay muchísimos más.
Entre los países con mayor igualdad en el ingreso, están muchos de los más desarrollados, aunque eso no quiere decir que mayor igualdad signifique necesariamente mayor prosperidad.
Pero vayamos más cerca: es cierto que Chile tiene un grado de desigualdad muy alto, superior al nuestro (ocupa el puesto Nº 136 mientras que de este lado de la cordillera exhibimos el Nº 112). Pero Chile, a pesar de esa desigualdad mayor que la nuestra, tiene aproximadamente un 15% de pobres, mientras que nosotros… mejor lo dejamos ahí. Pero, peor todavía quedamos si nos comparamos con la situación de hace unas pocas décadas; mientras ellos, con políticas de apertura de mercados lograron salir de uno de los puestos más miserables de América Latina a ser hoy el mejor ubicado en cuanto parámetro se pueda medir la prosperidad; nosotros, con políticas progres y mucho peronismo, no hemos parado de retroceder.
Podríamos acuñar un dicho: «Dato empírico mata teoría», pero, como decía Einstein: «Es más fácil destruir un átomo que un preconcepto».
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24 de marzo
Condolerse por las víctimas del Terrorismo de Estado es una obligación de cualquier persona de bien. Tener ese tipo de opiniones no equivale a que uno tenga que apoyar o estar de acuerdo con lo actuado por los grupos terroristas ni viceversa, si uno condena a los que asesinaron y mataron sin misericordia a muchos compatriotas no quiere decir que uno avale lo actuado por la dictadura.
Veo con lastimosa frecuencia que, quienes pretenden reivindicar a unos muertos, terminan justificando los victimarios del otro bando. La diferencia entre unos y otros fue cuantitativa; unos lograron más poder y por tanto hicieron más daño.
Por eso, la memoria de hoy, deber ser muy amplia y condenar para siempre la violencia de cualquier signo. Condenar asimismo a cualquiera que, amparado en unas supuestas buenas intenciones, pretenda tomar el poder por la elocuencia de las armas o del apriete descarado.
Los «jóvenes idealistas» luchaban por su causa y no dudaban en matar para ello, aunque murieran inocentes. Los responsables del terrorismo de estado, ¿no perseguían también ciertas ideas y tampoco dudaban en tratar a sus enemigos como si no fueran humanos?
Todo ello, entiendo, deriva de la perversa creencia de que «el fin justifica los medios».
No podemos matar al asesino, ni torturar al torturador, ni violar al violador sin convertirnos en lo mismo que queremos condenar.
Como dice el título, aquí podrán encontrar mis reflexiones, anécdotas que nos divierte contar, y algunas ficciones...
viernes, 24 de marzo de 2023
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