martes, 13 de mayo de 2025

Lecturas

María Domecq. De Juan Forn

Haciendo un paralelismo entre la historia de Madam Butterfly y la de un antepasado suyo, el autor crea un relato muy ameno e interesante donde, sin solución de continuidad, pasa de la historia familiar a la historia de nuestro país y de Japón. Lectura muy recomendable por lo bien narrada que está y, como decía, por esa rara habilidad de saltar de lo particular a lo general sin que choque en ningún momento. 

El enigma de los jeroglíficos. De Augusto Leonelli

El libro está dedicado a detallar la aventura de la vida del genio francés que descifró el enigma de los jeroglíficos. Es tan novelesca la vida de Jean-François Champollion, que de él se trata, que, por momentos, uno cree estar leyendo una ficción. El descubrimiento de la «Piedra de Rosetta» que abrió las puertas a la resolución del enigma; las vicisitudes que tuvo que pasar el personaje al descuidar su vida personal y familiar en pos de la resolución que lo obsesionaba; así como los problemas políticos en la turbulenta Francia de la época de Napoleón hacen que su lectura sea interesante. También destaca la grandeza de Bonaparte que, a pesar de saber que Champollion era opositor a su régimen, lo reconoció por su talla científica y le ofreció el apoyo que necesitaba. Solo podemos criticar lo confuso de las explicaciones lingüísticas acerca de los distintos tipos de escrituras.

Los principios de la economía liberal. De Enrique Ballestero 

El libro debió llamarse Los orígenes… y no Los principios… Trata de la biografía de Jean-Baptiste Say, personaje de Francia de fines del siglo XVII y principios del XVIII y sus aportes al pensamiento liberal.

Rescato un párrafo:

…el liberalismo económico no es el patrimonio de un partido político, sino una técnica que se aplica a sanear la economía. [...] El liberalismo ha sido históricamente progresista, partidario de la razón frente a los dogmas, antiesclavista, anticolonialista, antimperialista y antisacerdotal.

Dice el autor que los enemigos del liberalismo lo atacan comparándolo con lo que sucede en la naturaleza. El león se come a la gacela y el pez grande al chico. Siempre el débil está a merced del más fuerte. De ello concluyen que en la economía liberal, el más débil (el proletario) está a merced del más fuerte (el empresario). Pero nos muestra una diferencia notable que hace que aquella comparación pierda sentido: tanto el león como el pez grande, no matarán y devorarán más de lo que necesitan, mientras que el industrial fabrica sus productos en cantidades infinitamente superiores a su capacidad de consumo, por lo que necesita del resto de la sociedad –mayoritariamente compuesta por proletarios o empleados de clases medias– para que consuman sus productos. Concretamente, el león no trabaja –cazar es un trabajo por demás azaroso– para satisfacer ninguna necesidad de sus presas, mientras que el empresario debe permanentemente pensar en satisfacer a sus clientes.

Historias de amor y adolescencia. De José Luis Rosasco 

Amena lectura que nos retrotrae a nostálgicas evocaciones de la adolescencia temprana que, inevitablemente, nos evocan nuestras propias experiencias. Novedosas las recreaciones de Poncio Pilato y la presencia de Jesús en la Judea de entonces, dominada por Roma.

Las ciencias morales. De Martín Kohan

Novela bien relatada que mantiene el interés. Describe aspectos de la vida dentro del Colegio Nacional de Buenos Aires durante la Guerra de Malvinas. Sin conocer cómo se desenvolvían las actividades en ese establecimiento, me parece que el autor exagera el clima militar de la institución. La protagonista, preceptora del colegio con apenas 20 años de edad, suena demasiado autoritaria sobre todo en cuestiones absolutamente menores como si un alumno tiene un botón desabrochado o si el límite de su cabellera está a dos dedos del cuello de la camisa o menos. Pretendiendo descubrir alumnos que fuman durante las horas de clase, se introduce y se esconde en el baño de varones para descubrirlos. Desde allí los espía en actitudes íntimas mostrando un morbo que ella no se confiesa a sí misma, justificando todo como tareas en cumplimiento de su deber. Si bien el relato mantiene interés, podría ser un poco más sintético y, el final, es demasiado abrupto (sin una sorpresa que descoloque al lector) y da la sensación de que Kohan quiso sacarse de encima el relato sin saber muy bien cómo.

Breve historia contemporánea de la Argentina. De Luis Alberto Romero

Historia contada sin muchas fechas y con más referencia a procesos que se van desarrollando. Precisamente por eso tiene muchas idas y vueltas en el tiempo. Interesantes reflexiones acerca del polimorfismo del peronismo y de las políticas migratorias que supo llevar adelante la Argentina.

La utopía arcaica. De Mario Vargas Llosa 

Exhaustivo y quirúrgico análisis de la vida y obra de José María Arguedas. Muy erudito y estudioso del tema, Mario Vargas Llosa se explaya en consideraciones que, aún siendo fundadas e interesantes, no son para mi lectura. Rescato un par de acápites Un país archipiélago y Un mito europeo. En el primero analiza la doctrina indigenista en México y en el Perú dejando constancia de la uniformidad cultural e incluso étnica en México a diferencia de la enorme variedad de etnias y culturas del Perú. Esta variedad social, hace que haya rencores, odios y resentimientos entre razas –negra indígena y blanca– que resultan insalvables. Por el contrario, en México el mestizaje fue generalizado entre razas y regiones geográficas, lo que le da esa uniformidad. 

En Un mito europeo, analiza esa tendencia entre historiadores consustanciados con la causa indígena a describir las sociedades prehispánicas como idílicas, casi como el Paraíso prometido. Sin dejar de ser historiadores, lo que escriben es ideología. Allí, lo frecuente es que ensalcen las virtudes de la sociedad incaica –innegables muchas de ellas– pero soslayen describir muchas de las terribles prácticas que ejecutaban con sacrificios humanos, guerras de conquista y expatriación de pueblos enteros que no resultaran sumisos. Tampoco recuerdan que, al igual que en la conquista de México, aquí, muchos pueblos apoyaron a Pizarro, para sacudirse del yugo incaico. 


domingo, 4 de mayo de 2025

Sueños y recuerdos


Mi casa tenía un gran patio de baldosas, detrás del que se extendía el jardín. Al fondo un enorme naranjo indicaba que ya pronto terminaba la casa. En ese jardín me sentí muchas  veces Tarzán. Trepábamos incesantemente a una higuera que había cerca del naranjo, y tanto la conocíamos, que podíamos llegar a nuestra rama favorita con los ojos cerrados. 

Cierta vez alguien me consolaba porque un enorme toro negro había ingresado a nuestro jardín, y alguien había sido lastimado. Una herida roja, circular, de piel levantada se observaba en su/mi pierna. Me/le dolía mucho y necesitaba consuelo. Siempre recuerdo en la luz mortecina y las sombras amenazantes, la imponente silueta del toro con cierta angustia. Pero a la tarde, siempre el sol inundaba el patio, el jardín, el naranjo y la higuera. Y yo volvía a ser Tarzán. Y ya se sabe que Tarzán nunca tiene miedo. 

A veces también podía ser Sandokán. El borde de las baldosas era un peligroso acantilado en cuyo fondo podía verse el ímpetu con que el mar atacaba los afilados riscos. Podía correr por el borde, y hasta despeñarme en insondables abismos, pero siempre esquivaba las peligrosas rocas para caer en profundas aguas en las que nadaba hasta ponerme a salvo de los voraces tiburones.

Tenía un caballito con ruedas, sobre el que solía galopar por todas las selvas del mundo. Aunque “la” selva era siempre africana. Los leones y leopardos no me alcanzaban jamás. Los elefantes se corrían de mi camino, y rinocerontes y jirafas hacían una reverencia a mi paso. A veces, a pie, me internaba en ciertas espesuras muy peligrosas, pero sabía eludir las sigilosas serpientes venenosas, y sobre todo la lechuga y los tomates recién plantados por mi mamá. 



Años más tarde, ya adolescentes, nos disfrazamos de soldadobomberopiratapolicía con gorros, cascos, pistolas, rastrillos, mangueras y micrófonos. Una foto testimonia el hecho. 

¿Sabíamos tal vez que esos juegos terminaban para siempre?


Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...