Con todo
lo grave que pueda ser la situación económica, no es el principal problema que
padecemos los argentinos, aunque sea esto lo que aparece siempre en primera
plana.
Situaciones
peores que la nuestra (y hasta diría: ¡mucho peores!), padecieron otros países
y supieron salir en pocos años.
¿Cuál
fue su receta? La convicción de que nada se logra sin trabajo, esfuerzo y una cuota de sacrificio inicial. Nada se
logra, que sea perdurable, esperando que todo nos sea dado por políticos indulgentes,
bondadosos y abnegados.
Nada
lograremos, en cambio, cuando vemos el deterioro de las ideas que permite que veamos impasibles el recurrente uso
de la violencia como método que, irresponsablemente llevan a cabo quienes no
quieren perder sus privilegios o quienes pretenden imponer por esa vía lo que
no logran por la legalidad de las urnas. Tal parece que de nuestro pasado
reciente no hemos aprendido nada. Y, como no somos muy amigos de los términos
medios o equilibrados, vemos ante una manifestación violenta, en la que suele
haber desmanes, vandalismo y saqueos, que la policía adopta una actitud pasiva
porque, si hay una refriega, tienen que dar explicaciones quienes intentaron
restablecer el orden y no quienes iniciaron el tumulto.
Es muy
grave que ya no nos sorprenda que el
padre de un alumno o el alumno mismo agreda a un maestro o cuando vemos que un
maestro adoctrina a los alumnos. Cuando alumnos toman un colegio y,
pacientemente se espera a que decidan terminar con su actitud delictuosa, sin
tomar medidas disciplinarias en su contra ni procurar la recuperación de los
días de clase perdidos. Cuando vemos que muchos padres de esos alumnos los
apoyan y los padres de quienes no participan en la toma no hacen oír sus
voces. Y todo porque los estudiantes –que por su condición de tales no han completado su formación– quieren imponer sus criterios respecto de los planes de educación o las políticas para el sector.
Tampoco nos
llama la atención que el colectivero no respete un semáforo, que no arrime el
colectivo al cordón de la vereda, o nos atosigue con música estridente dentro de
la unidad.
Vemos como
natural que se amontonen papeles, botellas, cartones y bolsas en plena calle,
aunque a pocos metros pueda haber un papelero. O cuando entramos a un negocio y
no nos saludan.
No nos
sorprendemos cuando vemos que quienes nos gobernaron tantos años descubren
recién ahora que hay inflación, pobreza, desamparo de los jubilados,
delincuencia generalizada, violencia y narcotráfico.
Hemos
visto, con una pasividad que asombra, como se permitió durante ¡3 años! la
interrupción del tránsito por un puente internacional, así como vemos a diario
los piquetes que hacen que, recorrer un corto trayecto en la ciudad, sea una
verdadera Odisea.
Tampoco
nos asombramos porque haya un paro sorpresa en el transporte o cualquier otra
actividad y muchas veces por razones invocadas que nada tienen que ver con las condiciones
de trabajo del gremio en cuestión
Ya no es
noticia que los jueces, que tendrían que garantizarnos la igualdad ante la ley,
disfrutan del privilegio de no tributar en concepto de Ganancias. Un jubilado
que no llega al 20% de lo que gana un juez debe tributar por este concepto un
5% de su haber. Por supuesto que tampoco nos sorprende que los jueces fallen en
sintonía con los vientos políticos…
¿Se
puede lograr una recuperación de la economía sin solucionar primero la raíz de
estos problemas?
Mientras sigamos perdiendo la batalla de las ideas, no caben dudas de que seguiremos tropezando con la misma piedra. Dando vueltas y más vueltas a esta noria que, a la postre, destruye y mata.
No creo que Argentina llegue a llorar por mí, pero yo sí lloro por mi querido país. ¿Cómo no llorar por Argentina?
Mientras sigamos perdiendo la batalla de las ideas, no caben dudas de que seguiremos tropezando con la misma piedra. Dando vueltas y más vueltas a esta noria que, a la postre, destruye y mata.
No creo que Argentina llegue a llorar por mí, pero yo sí lloro por mi querido país. ¿Cómo no llorar por Argentina?
3 comentarios:
Elsa dijo: Como siempre tus ideas claras y reflexiones sobre ese hermoso país me llegan al alma. Es doloroso y triste que las fuerzas del mal arrastren al país al cao, a situaciones como las vividas en estos últimos días que no dejan de sorprenderme porque yo pensé que el pais había logrado un cierto orden.
Volví de BA con una imagen perfecta de una sociedad superior !
Que lastima que hayan individuos en esa sociedad cargados de tanto odio capaces de destruir todos los adelantos y logros de este nuevo gobierno.
Ojalá que esta etapa se supere y todo vuelva a una convivencia en paz.
Un abrazo fuerte
Roxana dijo: "No creo que Argentina llegue a llorar por mí, pero yo sí lloro por mi querido país. ¿Cómo no llorar por Argentina?".
Qué más decir que no esté dicho allí?
Mirta dijo:
sumamente acertado todo lo que dices.Pero es que la violencia lamentablemente esta enquistada en toda la gente de este páis.probablemente esto venga de los genes heredados de los conquistadores de antaño.los argentinos seguiran tropezando con la misma piedra constantemente hasta que comprendan que solamente con educacion se podra logra algo.Pero eso no lo veremos ni tu,ni yo, ni la proxima generacion.como dice Lanata muy acertadamente los cambios se deben planificar con una vision de futuro y con trabajo.
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