domingo, 20 de mayo de 2018

Reflexiones filológico-veterinairas


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Repasando viejos archivos, me encuentro con estas reflexiones que conjugan algunas de mis experiencias profesionales al frente de un consultorio veterinario con mi afición por temas relativos al lenguaje:
¿Quién no se equivoca al hablar? ¿O al escribir?
Supongo que todos lo hacemos. Algunos errores del tipo de “haiga” o “estea” gozan de buena salud y se generalizan al punto que llegan a ser aceptados, al menos en ciertos estamentos.
Pero quiero referirme a errores de tipo individual, que no llegan a “hacer carrera” y que pueden estar originados en malas dicciones o incomprensión de algunos vocablos. En algunos casos, y al decir de Borges, son más correcciones que errores.
Una señora me decía: «Las encontraron tiradas en la calle… ¡Pobres criaturitas! Eran drogaditas». A esto, bien podríamos llamarlo una corrección, ya que, si cambiamos eran por estaban (pequeña cosa) la frase sería correctísima: «Estaban drogaditas ¡pobres criaturitas!» Y “drogaditas” es mejor, ya que a la otra, claramente le sobra una “c”.
Yendo a mi experiencia profesional, recuerdo clientes que decían raza “Dorman”, por Dobermann o “Sirio libanés” por Siberiano. Más allá de lo mucho o poco simpático que se encuentre a estas confusiones, está claro que son eso: errores. Pero decir: “raza pequeñez”,  en vez de “raza pekinés” ya suena a clara corrección borgeana.
Muchos conocerán una enfermedad que a los perros les produce, entre otras cosas, gastroenteritis hemorrágica, que es causada por un parvovirus y que se conoce comúnmente como parvovirosis canina.  Pues bien, esta patología resultó ser una fuente inagotable de errores, correcciones y, hasta me animaría a decir, genialidades. Todas ellas derivadas de lo poco que le importa al usuario el significado del prefijo “parvo”.
Doctor, quiero que me lo vacune contra el virus pardo. Claro error, salvo que intentásemos ver la asociación con el color (a veces) pardo de las deposiciones que se producen en el curso de la enfermedad.
Y una serie de correciones:
Déle la vacuna para el virus. ¿Para qué, si no?
Déle la paravirósica. O bien: Dele la paravirus.  Estas son verdaderas correcciones, sobre todo si considerásemos el prefijo “para” como inflexión del verbo parar en su acepción de detener o frenar. “Frenavirus” sería un nombre, para esta vacuna, muchísimo más acertado que otros que pasan por más sesudos.
Déle la vacuna por si un virus. Como quien dice “por si las moscas”
Y, la frutilla del postre: Doctor ¡mi perro tiene una parva de virus!
Sublime. ¡Ah, si Borges viviera…!




1 comentario:

Charles dijo...

Mirta nos dijo:
Genial las reflexiones.Me encantaron.Si Borges viviera nunca habria vuelto de Europa despues de su primer viaje.Te dire que mi abuelo vino 3 veces a la Arg. y a la tercera se quedo. Una señora una vez me comento lo mismo en un vvuelo a Europa y añadio Deberiamos tener un sitio "odioamiabuelo.com.ar"

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