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Si uno pasea por la calle comercial de
su barrio o por otros barrios, podrá ver que, a media mañana o a media tarde,
en un día laborable, abundan los jóvenes de ambos sexos (¿deberé decir jóvenes
y jóvenas?) paseando con sus parejas y uno o más niños de cortísima edad,
algunos en brazos o cochecitos, otros caminando a la zaga de sus progenitores.
Se los ve despreocupados y, hasta me atrevería a decir, que muy cómodos con su
condición de “ni-ni”.
Si uno en cambio pasa por la vereda del
consulado de Italia o España, por la
cancillería o por la embajada de USA, podrá ver también a muchos jóvenes
tratando de conseguir su ciudadanía, su visa o bien apostillar documentación
para esos fines. Ellos se ven ansiosos por lograr salir de su condición de
“ni-ni”, y para ello buscan otra latitudes.
La diferencia entre unos y otros, aparte
de la mencionada respecto de la comodidad o incomodidad que la situación les
produce, es la calidad de sus cerebros. No creo que los más preparados sean los
que quieran obtener un plan, ni que los menos capacitados buscan salida en las
embajadas.
Yo sé que me acusarán de discriminador,
racista, oligarca, neoliberal y otras lindezas por el estilo por la anterior
afirmación, pero creo que responde a una realidad, según la veo.
Y ello me lleva a ver nuestro futuro
cargado de nubarrones que nada bueno presagian.
Para salir de la situación de postración
en que nos encontramos, aparte de gobiernos razonables, sensatos y honestos,
necesitamos, como cualquier país, contar con un capital humano que pueda
construir esa prosperidad que tanto anhelamos.
Y, ¿cómo se mide el capital humano? No
soy experto en estos temas ni sé si hay una fórmula matemática que lo exprese,
pero se me ocurre una:
Capital Humano = (Cantidad x
calidad) de cerebros.
No creo que quienes buscan la salida en
otros países, sean precisamente los menos preparados, sino todo lo contrario.
Quiere decir que estamos exportando (y quedándonos sin ellos) a los mejores
cerebros con que contamos. O, dicho en términos de la fórmula matemática, estamos perdiendo el segundo factor de la ecuación. Y si perdemos la calidad...
Si a ello le sumamos que quienes optan
por quedarse y “recibir un plan” son precisamente los que más hijos tienen (no
hacen planes para tener hijos, sino que hacen hijos para tener planes), ya
sabemos lo que nos espera en los próximos lustros.
3 comentarios:
Aldo nos dijo: Discriminador, racista, oligarca, neoliberal, terrateniente, facho, capanga, usurero, nazi, carnero, rompehuelgas, anarquista, chorro y estafador, todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor... jeje!
Es así Charlie querido, se van los instruidos, nos vamos quedando con "lo muchacho", con las mentes quemadas por la ignorancia, la droga, la servilidad política. Triste y lamentable
Mirta nos dijo: Muy interesante!
Es interesante tu reflexión. La asocio a una estadística que leí sobre los países más innovadores de Latinoamérica, que para mi sorpresa, no fue Argentina sino Méjico y otros. Cuando consulté con un experto en estrategia empresaria, me explicó que Argentina tiene los profesionales más creativos e innovadores (que era lo que yo entendía). Este ranking dio esos resultados no por los profesionales de cada país sino por la estructura que permitía a las empresas ser mas innovadoras.... Que pena haber perdido esa capacidad, con el capital humano de excelencia que tenemos... Me dio mucha tristeza... Para pensar
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