La reflexión en los tiempos del coronavirus.
Por haber llegado más tarde que a otros países, en virtud de lo lejano de aquellos lugares que fueron atacados al principio, esta pandemia nos está dando ciertas ventajas: al haber mirado a la distancia la gravedad de la situación cuando todavía la epidemia era muy joven y poco conocido su agente, tuvimos tiempo de prepararnos y para recibir y adquirir los conocimientos necesarios para mejor defendernos. Podríamos decir: «Cuando veas a tu vecino afeitar, pon tus barbas a remojar».
Si se aprovecharon adecuadamente esas ventajas y si tomamos a tiempo las medidas necesarias y eficientes para ello (¿remojamos las barbas lo suficiente?), no lo sé y por tanto no opino. Sí estoy de acuerdo en que cada uno asuma su cuota de responsabilidad y se mantenga tan quieto como sus necesidades se lo permitan. Siempre habrá seres antisociales, desaprensivos o simplemente displicentes que no cumplirán; para ellos se deberán tomar las medidas del caso y no somos los ciudadanos de a pie quienes debemos intervenir.
Ya sabemos que nuestro invisible enemigo se encarnizará con mayor virulencia en aquellos que sean más susceptibles, como ancianos o enfermos de otras patologías que disminuyan la capacidad de su organismo de defenderse. Y las pérdidas humanas son, sin dudas, el más alto precio que deberemos pagar.
No obstante, la cuestión económica no es para nada despreciable. La cantidad de bienes y servicios que dejarán de producirse y prestarse, producirá pérdidas incalculables. Quienes viven de un sueldo o jubilación, aparentemente no llevarán la peor parte por cuanto, se supone, seguirán percibiendo sus haberes. Pero no podemos dejar de pensar en todos aquellos cuentapropistas que tienen que salir a trabajar todos los días porque de ello depende su sustento. También debemos pensar en los pequeños empleadores, sin anchas espaldas para aguantar salarios que deberán seguir abonando sin contraprestación o en aquellos, tanto patrones como empleados, que viven del movimiento y esparcimiento de las personas, ya sean hoteles, restaurantes, operadores turísticos, taxistas, etc.
Así como los individuos más susceptibles llevarán la peor parte si resultan infectados, los países con economías más débiles o frágiles, también tendrán que sufrir más que aquellos cuya situación económica sea más próspera.
Y nosotros estamos claramente entre los primeros, por lo que pienso (y ojalá que esté totalmente equivocado) que nos esperan épocas muy difíciles, más aún de lo que sensatamente sabíamos que nos tocarían.
Y ello me lleva a preguntarme: ¿qué nos pasa que, habiendo sido bendecidos con un país exuberante en recursos naturales; que habiendo sido cultos y prósperos, en las últimas décadas no paramos de retroceder en cualquier parámetro que mida la prosperidad, educación, salud y convivencia?
Sin hacer partidismo de ninguna clase, debemos admitir que TODOS los gobiernos han fracasado, por más que algunos nos gusten un poco más que otros; TODOS han seguido recetas parecidas, aunque las hayan disfrazado de distintas; NINGUNO ha hecho una reforma en la política que se ha convertido en una oligarquía más explotadora que ninguna otra y que se ha dedicado al hedonismo más descarado a expensas de los ciudadanos, asociándose a verdaderas mafias empresarias, judiciales y sindicales.
¿Servirá esta pandemia para que nos sacudamos de semejantes sanguijuelas?
1 comentario:
Aldo nos dijo: Charlie querido,
Gracias por tus reflexiones, las cuales comparto totalmente.
Tengamos también en cuenta que el Estado, al igual que la empresa privada, bien puede quebrar ante la catarata incontenible de compromisos a pagar y la falta de ingresos por la cesación de pagos de impuestos de las empresas privadas caídas... con esto quiero decir, y tener en cuenta, que también nosotros los jubilados -los eternos olvidados- también podríamos dejar de percibir.
O que el incontenible e irresponsable uso de la "maquinita de emitir" lleve la inflación a niveles tan descomunales que, aunque percibamos nuestros haberes (¿o deberes?) no nos llegue a alcanzar para un poco de pan.
Tantos años que la Política se lo pasó cultivando un Pueblo inculto e ignorante, y ahora pretende pedirle que sea responsable y culto como para superar esta encrucijada! Desde antes de hacer ese llamamiento estos cretinos sabían que iba a fracasar, y que LOS ÚNICOS responsables, patriotas e ingenuos (por que no?) somos los de la clase media, la que una vez más pagará la fiesta.
Un abrazo y cuídense mucho!
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