Hace un par de días recibí la notificación, acabo de llegar a la ciudad de Tandil para conocer su testamento.
Se llamaba Paula, era la hermana menor de mi abuela materna. Durante mi infancia, cuando veníamos de visita a esta casa ella siempre estaba aquí, recibiéndonos con su adorable sonrisa. Era una mujer apacible, observadora y también muy sociable, diferente a todas las personas de esta familia, tan callados que atemorizaban con su presencia. Curiosa y autodidacta, en tiempos en que las mujeres no estudiaban y se dedicaban a quehaceres domésticos o a tareas como la costura y el bordado.
Ella no hacía ninguna de estas cosas, mi madre me contó que le encantaba escuchar música y leer. Además, solía escribir todos los días en un diario que guardaba celosamente en su mesa de luz. Debo haber heredado también sus genes, pues yo amo la lectura con pasión.
Murió soltera y meditabunda, a pesar de haber deseado tanto viajar y conocer el mundo, nunca se movió de esta vivienda ni de su barrio. En la vieja casona que ahora tengo frente a mí fue hallada muerta, sentada en su sillón favorito, junto a la ventana. El terreno en el cual está ubicada la propiedad es enorme, la casa también, pues albergaba una familia numerosa. En el jardín, a la derecha del sendero está la glorieta cubierta de glicinas azules, un par de bancos de madera deteriorados por el tiempo, aún permanecen como testigos silenciosos de los sucesos acontecidos.
Paula se sentaba en este lugar a leer, yo lo recuerdo, me aferraba del brazo y me invitaba a ubicarme junto a ella. Amaba la poesía, leía a Gustavo Becquer, Rubén Darío, a tantos otros que escribían sobre amores contrariados y corazones heridos.
Yo la escuchaba pacientemente pues cuando concluía su lectura, metía la mano en alguno de sus bolsillos y me obsequiaba un caramelo. La golosina siempre tenía un leve aroma a naftalina, pero a mí me encantaban, sobre todo por la expresión de complicidad de su mirada mientras repetía:
–No le digamos nada a mamá…
En la entrada había un auto estacionado; supuse que se trataba del abogado que me había citado para informarme del trámite.
Sin darme tiempo a utilizar el llamador, Elisa, la fiel ama de llaves, me abrió la puerta. La mujer era sordomuda y había nacido en esta casa, me habían contado que era hija natural de una criada, que había muerto en el parto…
Con su habitual amabilidad, me invitó a seguirla al comedor, en donde un hombre mayor me recibió con una sonrisa, muy complacido por mi puntualidad.
En efecto, era el abogado de la familia.
Dijo con entusiasmo:
–Así que Ud. es la heredera…
Sobre la mesa, había desplegado algunos papeles y carpetas. Recibí enseguida la agradable noticia de que además de esta casa, había heredado un departamento en la ciudad de Mar del Plata, cuya existencia desconocía. Pero esa vivienda estaba actualmente alquilada, Paula recibía una renta mensual por ella, que ahora también heredaría.
El testamento redactado unos años antes, tenía un anexo en el que agregaron la vivienda en la que estábamos reunidos. Ella era la menor de la familia, sus hermanos ya habían muerto.
Dentro de un sobre en el que figuraba mi nombre, había una pequeña misiva escrita de su puño y letra:
“Le pido como única condición a Martina, mi sobrina nieta, que viva en esta casa durante un mes y lea mis diarios.”
No me esperaba semejante cláusula, pero aunque todo aquello era para mí muy extraño, sentí que el espíritu de Paula, travieso y divertido estaba rondando por aquí, ansiosa de tenerme entre estas paredes plagadas de recuerdos.
Yo vivía en un departamento en Belgrano, había ejercido como docente y estaba jubilada desde hace un año y además era viuda. Solo tenía un hijo, casado ya, que residía en el exterior; no me iba a incomodar demasiado quedarme un mes aquí, cumpliendo el deseo póstumo de alguien por quien sentía un verdadero cariño.
Lo que me atemorizaba un poco era permanecer sola, en una mansión tan imponente como esta, a menos que Elisa me acompañase esos días. Por suerte la mujer que había vivido toda la vida en este lugar, accedió enseguida. Pensé entonces en lo doloroso que debía ser, siendo diez años mayor que yo, encarar el porvenir sola con su incapacidad. Era obvio que junto a esas propiedades la había heredado también a ella y no tenía la menor idea de dónde la ubicaría cuando esta casa se vendiera.
Por supuesto, no estaba en mis planes, venir a vivir aquí…
Volví a mi departamento, para buscar más ropa y organizar la inesperada mudanza. Cargué mi auto con todas las cosas que supuse me serían útiles, además traje un equipo de música que me había obsequiado mi hijo e informé a mis amistades sobre estas insólitas vacaciones que me proponía a cumplir.
Elisa me recibió con su calidez acostumbrada, nos llevábamos muy bien y la comunicación era fluida, porque yo había aprendido su lenguaje de gestos en las innumerables veces en las que había visitado esta casa. Era una mujer alta y bella, con una expresión tierna y familiar en sus ojos, los rostros que uno ve desde niño se vuelven tan cotidianos… Ella me había preparado el dormitorio en el que dormía Paula, al lado de la habitación de la abuela. Durante el día, fui hasta el pueblo a comprar algunos alimentos y cosas que necesitaba para mi estadía.
El lugar era pintoresco y tranquilo aunque al llegar el atardecer sentí cierta nostalgia, sobre todo al entrar al dormitorio de mi tía abuela.
Me senté en su cama y abrí el cajón de su mesa de luz, en donde habían dos diarios. Uno de tapa rosada, con figuritas de corazones pegadas y otro más sobrio, de cuero marrón…
------------------------------------------------------------------------------------Año 1942
30 de noviembre:
Hoy, siendo el último día de clase de la escuela primaria comienzo a escribir este diario. El año que viene empiezo la secundaria, cuando termine estudiaré en la universidad para ser profesora de castellano.
¡Estoy emocionada!
20 de diciembre:
Me encantan los preparativos para la Navidad, por lo menos vamos con papá a hacer compras al pueblo y todos están contentos. Hace mucho calor aquí, pensar que en Europa todo esta cubierto de nieve, algún día conoceré las grandes ciudades, o al menos algunas…
18 de febrero:
Las vacaciones son interminables, nos aburrimos escuchando a mamá que pretende hacernos bordar un mantel. ¡Ni loca!
Yo prefiero sentarme en el jardín, a leer un buen libro.
13 de marzo:
Primera semana de clases.
Mis compañeras de aula, solo hablan de cosas aburridas que hicieron durante las vacaciones. Comparto el banco con una chica, que aprendió a cocinar una torta de chocolate con la receta que le dio su abuela. Piensa que esto es divertido y ni siquiera conoce a Alfonsina Storni. ¡Qué burra!
10 de abril:
¿Cómo se me pudo ocurrir, que siendo una escuela de mujeres iba a ser entretenida? Al único hombre que vemos es al cura en la misa, está viejo y corto de vista. Yo casi me duermo en la capilla. No escribo más, porque no tengo cosas para contar.
10 de mayo:
Estamos preparando un festejo para el cumpleaños de la madre superiora, no hay nada menos divertido que organizar la fiesta de una monja…
22 de julio:
Es muy triste el invierno, oscurece demasiado temprano y no te dejan salir ni a la vereda, igual no me animo.
19 de septiembre:
Hoy lloré toda la mañana, estaba a punto de bañarme cuando descubrí la mancha de sangre en mi bombacha. Creí que me había pasado lo mismo que al tío el año pasado, cuando le dio un ataque de presión y sangraba su nariz. Pero resulta que esto es normal, mamá me explicó que solo les pasa a las mujeres todos los meses de la vida, hasta que se vuelven viejas…
¡Qué horror!
16 de noviembre:
Mi cuerpo está cambiando, tengo pechos más grandes y vello por todos lados, hasta debajo de las axilas…Preferiría ser hombre, aunque a ellos también les pasan cosas en el cuerpo!
Bueno, hoy tenemos visitas, vienen unos amigos de papá.
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En el transcurso de esa semana ya había leído el primer diario, comprendí que esta era una chica con gran personalidad, no iba a necesitar nada más para entretenerme.
Allí estaba su vida, narrada con detalles íntimos a los que me asomaba atrevidamente, ya que era esto lo que Paula deseaba.
Por otro lado la convivencia con Elisa era placentera, solíamos comer juntas y recordar situaciones del pasado que ella conservaba entre sus recuerdos más preciados. Sentía un amor incondicional hacia mi tía abuela y un gran respeto por toda la familia, la cual siempre la había tratado como un miembro más. Tuve una sensación de inquietud, por su futuro incierto.
Todas las tardes luego de la merienda, leía con avidez la crónica de la vida apasionada de aquella adolescente que no se sometía a las reglas establecidas, que se atrevía a todo, día tras día…
A punto de festejar sus quince años, escribió:
4 de julio:
Dentro de un mes cumplo años, mis padres quieren festejarlo con una gran fiesta. Estoy aprendiendo a bailar el vals, tengo un gran maestro, Anselmo, un amigo de papá que viene a jugar al ajedrez con él y se ha ofrecido a enseñarme. Es un caballero, además tan alto y buen mozo…
20 de agosto:
Cada vez que Anselmo me toma entre sus brazos siento un temblor en todo el cuerpo, no lo puedo evitar. Yo sé que él tiene casi cuarenta años y está casado, pero es tan divertido… ¡Me gustaría que esos momentos en los que estoy con él, sean eternos!
20 de septiembre:
Fue una fiesta maravillosa, voy a recordarla durante toda mi vida.
Anselmo me dio un beso estando en la glorieta, yo sentí como si me estallaran fuegos artificiales en todo el cuerpo. No puedo dejar de pensar en lo que siento, todo ha cambiado para mí, solo quiero estar con él…
18 de octubre:
Salgo a la calle con cualquier pretexto para encontrarme con Anselmo, solo me interesa verlo a él. No se lo he contado a nadie…
No tengo ganas de estudiar, mis calificaciones son bajas.
14 de noviembre:
En un par de semanas más terminan las clases. Me alivia que así sea, me aburro demasiado. En enero nos vamos de vacaciones a Mar del Plata, estoy feliz porque Anselmo también va a ir (con su mujer por supuesto).
Pero al menos lo veré…
20 de diciembre:
Estamos con los preparativos para la cena de Navidad.
Sin embargo yo estoy preocupada, mi salud no anda bien, cualquier comida me revuelve el estómago. Hace un mes que no menstrúo, no me atrevo a contárselo a mamá.
10 de enero:
Cuando Anselmo y yo nos quedamos solos en la playa, le conté lo que me estaba pasando. Se puso pálido, dijo que debíamos hablar seriamente de lo que íbamos a hacer con nuestras vidas.
Aquí en Mar del Plata, tiene un departamento de cuando estaba soltero, nos podemos encontrar allí.
30 de enero:
Mi vida es un verdadero desastre, creo que me lo merezco…
Estoy embarazada, solo me queda esperar que se produzca un milagro pues cuando mis padres se enteren me van a matar…
El viernes volvemos a Tandil.
Anselmo se va a quedar unos días más, me prometió hablar con su mujer…
20 de febrero:
Ya no me quedan lágrimas…¡Dios me ha abandonado!
Anselmo se mató en la ruta, junto a su esposa...
Mis padres ya saben que estoy embarazada, no me permiten salir de casa…
Solo deseo tener fuerzas para afrontar lo que me espera, cuando nazca mi hijo...
15 de abril:
Ni siquiera salgo de este cuarto, mis padres no me dirigen la palabra.
Apenas veo a mis hermanos, tampoco voy a la escuela.
Mi estómago crece como un globo, me siento como si cayera por un precipicio interminable…
14 de junio:
Dentro de unos meses va a nacer mi hijo, nunca me ha visto el médico, no he salido jamás de esta casa. Estoy muy asustada, casi no puedo dormir.
Sé que merezco un gran castigo, solo temo por mi bebé…
10 de julio:
Mi vida transcurre entre estas cuatro paredes, solo espero dar a luz y reencontrarme con este ser que llevo en mí, para darle todo mi cariño…
20 de agosto:
Durante la tarde sentí un dolor agudo, pero no me asiste ningún médico. Mi madre llora a mi lado, mi padre jamás viene a verme…Estoy recluida en mi habitación, ni siquiera me consuela leer…Tampoco tengo ánimo de escribir…
20 de octubre:
Una partera ha venido a asistirme, mi madre lloró apretando mi mano, sin decir una palabra.
Finalmente mi hija ha nacido! Todavía me siento agotada, ahora solo quiero dormir…
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La inesperada revelación de este suceso me impactó de tal manera, que me costó un gran esfuerzo retomar la lectura de estas inesperadas confesiones.
Muchas hojas de este diario habían quedado en blanco, lo redactado después fue escrito al año siguiente, Paula dijo:
20 de abril:
Mi hija esta en mi regazo, es una niña bella y muy silenciosa…
La disfruto inmensamente, aunque me siento sola y mis padres me ignoran…
10 de julio:
Un pediatra sospecha que mi hija, tiene un problema de audición…
Mientras viva, siempre seré su protección…
Elisa querida, solo deseo que estemos juntas para amarnos y acompañarnos, hasta el fin de nuestras vidas…
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Cerré el diario y lo guardé nuevamente donde lo había hallado…
Temblando, me puse de pie, en la cocina Elisa ignorante de mi descubrimiento preparaba la merienda. Cuando vio mi rostro cubierto de lágrimas, se acercó muy preocupada a consolarme, yo no pude decirle nada…
Solo me atreví a abrazarla contra mi pecho, para que supiese que ella era la única heredera y esta casa sería para siempre su hogar…
6 comentarios:
Interesante, como es habitual en las historias de la autora. Mis felicitaciones.
Por cierto, Tandil, me ha hecho recordar una canción de Facundo Cabral que me gustaba mucho —como, siempre, todas sus canciones (aún las escucho)—, en la que nombraba esa ciudad (desconocida para mí)al hablar, si no me equivoco, de sus recuerdos de la niñez.
Saludos cordiales desde Madrid.
Elsa nos dijo: Qué puedo decir sin ser reiterativa?
La heredera es una historia simple que Marta convierte es un relato atrapante, como un buen libro que uno desea que no termine nunca.
Felicitaciones !
Mirta nos dijo: MUCHAS GRACIAS.
Franco nos dijo: Hermoso relato.Final inesperado.Me gusto mucho.
Muy lindo pero fuertísimo, te envidio en el buen sentido ,y felicito por la constasia de escribir y leer, algo en común con Charly, Abrazo y felicidades .Gracias.
Atrapante!! Con ganas de seguir leyendo más del diario y saber de la vida de Elisa. Se viene la parte 2??
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