Relato de no ficción por Marta Tomihisa
Soy hija de un inmigrante japonés y de una descendiente de genoveses, que se enamoraron en suelo argentino y tuvieron que fugarse para poder vivir su romance…
En la tercera década del siglo XX hubo una gran ola migratoria, a raíz de las tremendas guerras que azotaban Europa y oriente, que impulsó a miles de seres humanos a deambular por el mundo como parias de la sociedad.
Mis padres provenían de distintos espacios raciales, ella era una joven de piel blanca de padres genoveses, mi papá era un japonés con todas las letras…
Nunca se dieron por vencidos, pues mi abuelo materno jamás aceptó a quien no profesaba la religión católica y tuvieron que huir para poder vivir juntos… Compartiendo la pobreza y todas las vicisitudes, que implican trasladarse a otras ciudades, para formar una gran familia.
Aunque siempre nos guiaron por un camino de convivencia y respeto, hacia la tierra que nos albergaba con tanta generosidad.
Por supuesto, que debido a la mezcla de razas que llevo en mis genes, mi aspecto físico es muy particular…
En los años ’70 yo era una empleada del municipio de San Fernando, aplicada y atenta, que cumplía con una rutina laboral en la que no había demasiado tiempo para la diversión. Cada moneda de mi sueldo ingresaba a mi hogar, para los gastos de mi numerosa familia.
En mis escasas horas libres descansaba o leía, que es una costumbre que aún conservo…
Cierto día fui invitada por un compañero de trabajo, a participar de un curso de teatro que él dictaba (¡aunque era veterinario!). Por supuesto me negué, ya que no podía distraer ni una moneda de mi sueldo pues los gastos de mi casa vaciaban mis bolsillos.
Pero él insistió con verdadero entusiasmo, ¡¡¡ofreciéndome hacerlo gratis!!! Como no esperaba semejante invitación, no pude negarme y allí fui, luego de salir de la oficina.
Recuerdo que llegué tarde a la primera clase y me acomodé entre personas desconocidas, deseando disfrutar de una actividad tan particular.
La primera semana leímos Romeo y Julieta, de mi admirado Shakespeare…
Expresé mi fascinación por estos personajes y solo tuve un cambio de palabras con un asistente al curso que calificó a esos enamorados de paranoicos, lo cual me fastidió bastante ya que para mí eran el símbolo de la fuerza poderosa del amor. Casi al finalizar el año, el profesor me propuso realizar una improvisación junto al alumno con el cual había tenido esa controversia…
Debíamos protagonizar la escena de una pareja, a punto de romper su relación. Ensayábamos fuera de horario de clase y nos fuimos conociendo, cada uno con sus rutinas, con sus realidades absolutamente diferentes…
Charlie era un chico de clase media, de tez blanca y pecosa, ojos claros y cabello enrulado, universitario que residía en su casa propia en el bajo de Martínez y viajaba en su auto.
Yo solo era una chica mestiza que vivía en una casa alquilada, en un barrio inundable de San Fernando…
Pero una tarde me invitó al cine e inesperadamente, nos enamoramos…
Nuestras familias colapsaron, ante un idilio tan imprevisto y a pesar de los augurios, un año después nos casamos…
De pronto me vi integrada a una familia, de ojos claros y piel blanca, de otro nivel social a la que me adapté con verdadero entusiasmo.
Charlie también puso su corazón, aceptando de inmediato a seres multirraciales que de mi mano había heredado, ganándose el afecto de todos mis parientes.
Hasta aprendió a degustar sin temor, los diferentes sabores de la cocina japonesa que todavía era desconocida fuera de sus fronteras.
Así fue que no nos separamos jamás, luego de cuarenta y nueve años de convivencia, de logros y vicisitudes, de alegrías y penas, somos además padres de dos hijos extraordinarios que iluminan nuestras vidas…
Y eso fue todo, aquí estamos contando nuestra singular historia…
Somos protagonistas temerarios de un incomparable romance, semejante al que unía a Romeo y Julieta, pero sin ninguna duda, con un bello final…
6 comentarios:
¡¡¡Hermoso Marta!!!
Pablo nos dijo: Bravo!!! Abrazos!!!
Mirta nos dijo: MUCHAS GRACIAS. De final....NADA!!! Solo continuación... continuación.... continuación.Congrats.
Elsa nos dijo: Felicitaciones no solo por la nota sino también por los 49 años de feliz matrimonio.
Uds han tenido la fortuna de encontrarse y poder compartir las mismas ideas y los mismos ideales.
Como siempre lo que escribís tiene una enseñanza de vida .Cariños para TODOS .PAZ y AMOR .
Hola Martita! Siempre tan lindas las historias que escribís. Me encantó! Me gusta ese romanticismo! Soy una fanática de Shakespeare. Muchas felicitaciones para ambos por el aniversario!
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