La frase que, referida al Perú, obsesivamente bulle en la cabeza de Zabalita, el personaje de Mario Vargas Llosa en “Conversación en La Catedral”, suele rondar muchas cabezas en nuestro país.
Estarán quienes suponen que nuestra decadencia comenzó con el golpe de 1930, otros que en el del 43. También están los que afirman que en el 55, o en el 66 o en el 76 o en…
No faltan quienes atribuyen todos nuestros males al peronismo, otros al liberalismo, al imperialismo al capitalismo, a la CIA, al Consenso de Washington, etc.
Pero, teniendo más razón unos u otros, lo concreto es que estamos en un país que retrocede hace mucho tiempo, más allá de cuestiones puntuales.
A riesgo de resultar sacrílego para una mayoría biempensante, yo creo que todo comenzó a desbarrancarse a partir de la Ley Sáenz Peña. Esta afirmación sé que me costará ser relegado al averno más espantoso, pero trataré de analizar algunas cuestiones.
No caben dudas de que la afamada ley trajo legitimidad a los (pocos) gobiernos que surgieron a su amparo. Legitimidad de origen no garantiza calidad de gestión, desde luego.
¿Por qué creo que allí comenzó nuestra decadencia? Pues porque el odiado “Régimen falaz y descreído” de los conservadores –que, a la postre no eran para nada conservadores sino verdaderamente transformadores– tenía un proyecto de país que, son sus más y sus menos, produjo un verdadero milagro en pocas décadas; en efecto, desde la caída de Rosas –ese sí que era un verdadero conservador– hasta la asunción de Yrigoyen, la transformación de nuestro país fue asombrosa y vertiginosa.
De ser una sociedad poco menos que pastoril que se movilizaba en carreta, aquellos supuestamente conservadores nos llevaron a ser un país, que no solo incorporó ferrocarriles, teléfonos, subterráneos, todas cuestiones que inevitablemente se abrían paso en esas décadas en el mundo, sino que erradicó el analfabetismo antes que la mayoría de los países del mundo. En aquellos años de principios del siglo XX, el PBI de argentina era casi igual al de toda América Latina, incluido Brasil. Además, el PBI/h de nuestro país ya era superior a los de Francia, Italia y Japón, para mencionar solo algunos (García Hamilton Por qué crecen los países).
De aquella época de gloria nos queda poca cosa; podemos decir que gracias a la notable inversión en infraestructura, todavía tenemos aguas corrientes que son potables (cosa que pocos países fuera del primer mundo pueden mostrar); tuvimos una red de subterráneos casi medio siglo antes que otros países latinoamericanos y algunas que otras cosa más que atestiguan un pasado del que podemos estar orgullosos.
¿Qué proyecto de país vimos luego de 1916? Ya en épocas de Yrigoyen, pretendiendo “la igualdad”, “el socorro a los más necesitados” se asestó un golpe a los principios liberales que tanto progreso nos habían traído: se inauguró la figura del empleado público sin tareas específicas (ñoquis, que le dicen) y congelaron los alquileres, cosa en la que Perón no fue obviamente precursor.
Yendo a épocas más recientes, veamos algunos datos de nuestra decadencia:
Nuestro PBI/h en 1970 era superior a los de: España, Irlanda, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán y Chile. En 2001 (antes de la debacle, porque después es para llorar), España nos duplicaba, Irlanda nos triplicaba al igual que Hong Kong, Corea del Sur nos superaba en un 20% y Taiwán un 50%. Si hablamos de 2003, Chile también nos supera, y con los otros mejor no comparar.
No es suficiente, por lo visto, con tener una constitución con sólidos principios que garanticen el progreso y la prosperidad de los pueblos si no va acompañada por ideas generalizadas en sentido parecido. Vemos que, con suma frecuencia, asistimos pasivamente al atropello de la constitución y no me refiero solamente a los golpes de estado tan frecuentes, sino a tantas leyes absurdas, verdaderas creadoras de miseria, que contravienen abiertamente esos principios sabiamente redactados en nuestra Constitución. Mientras no cambien las ideas dominantes en nuestra sociedad, no esperemos al líder providencial que nos saque del atraso.
¿Seguiremos pensando que la culpa de nuestros males es del imperialismo? Si así fuese; ¿por qué a nosotros sí y a los demás no?
2 comentarios:
Mirta nos dijo: Esa misma pregunta ,pero formulada con diferentes palabras se la hice a mi gran amigo,el melómano.Y la respuesta fue muy simple .En1945.. ergo los de la decada delos 40 ya nacimos en decadencia.Un abrazo
Quisiera añadir q mi gran amigo melómano ,es un gran conocedor de la historia.
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