El motín de la Bounty. De Nordhoff, C y Hall, J.
Se trata de tres libros contenidos en un solo volumen que narran, en forma de novela, la historia de la fragata Bounty de la marina británica en el año 1789. El primer libro trata del motín, como su nombre lo indica, narrado por uno de sus tripulantes. El segundo, trata de la historia del capitán, a quien los amotinados dejaron a la deriva en una lancha con dieciocho tripulantes que le fueron leales. El tercero, trata de las peripecias de los amotinados con el barco capturado
1) El motín de la Bounty: este hecho real ha sido novelado magistralmente. Se mantiene el interés durante toda su lectura. La Bounty es una fragata de la Marina británica que navega por el Pacífico Sur en el año 1789. Su misión era recorrer rutas que habían sido anteriormente exploradas por el Capitán Cook con el propósito de mejorar las cartas náuticas que él había elaborado y, además, llevaba un botánico a bordo con la intención de traer algunos ejemplares del árbol del pan, para adaptarlo a otras posesiones británicas. El carácter tiránico y cruel del Capitán Bligh, quien no dudaba en azotar a los marineros casi hasta la muerte por faltas no demasiado importantes o que ponía en ridículo a sus oficiales ante toda la tripulación, fue el caldo de cultivo para que se gestara un motín que tomó la nave y a punto estuvieron de matar allí mismo al despótico capitán. Finalmente lo bajaron a una lancha de las que se usaban para desembarcar, con 18 tripulantes que le fueron leales. No todos los leales embarcaron con él, debido a que, su número, estaba por encima del límite de la capacidad de la lancha. Todo está narrado por uno de sus guardiamarinas leales que no pudieron embarcar con su capitán. Los amotinados sabían que, si eran capturados por las autoridades británicas, les esperaba la horca irremediablemente, por lo que su destino era refugiarse en alguna isla donde sus habitantes fueran amigables y donde no era probable que llegara alguna misión para capturarlos. Roger Byam, el guardiamarina narrador de la historia, es desembarcado en Tahití, y pasa cerca de dos años, durante los que llega incluso a contraer matrimonio con una nativa de alta clase social (el casamiento se realiza con los rituales locales) de cuya relación nace una hija. Llega al cabo un barco británico, que sabía del motín y estaba en busca de los amotinados y lo confunden con uno de ellos, razón por la que es capturado y con grilletes en manos y pies es llevado a Inglaterra para ser juzgado, recibiendo en la travesía un trato cruel y despiadado. Llegado a su país, se realiza el juicio, junto con otros tripulantes, algunos culpables y otros inocentes, aunque todos intentan demostrar que no lo son, para finalmente hacer frente a la sentencia.
2) Hombres contra el mar: la genialidad de los autores radica, además de lo bien contada que está la historia, en que elige a otro personaje como narrador que es el cirujano de abordo que se embarcó en esa auténtica odisea por lealtad al capitán o a la Corona, sabiendo lo que significaba desafiar muchas millas de mar con un pequeño bote. Y aquí nos muestra al capitán Bligh como un auténtico héroe, que pudo llevar a cabo una misión imposible como es la de navegar más de tres mil millas con una cáscara de nuez. Se narra con maestría las privaciones y padecimientos que tuvieron que soportar a merced de un sol inclemente, así como de lluvias torrenciales o tempestades sin cuento.
3) La isla de Pitcairn: en el último libro de la trilogía, nos cuentan el destino y la vida de una parte de los amotinados que continuaron a bordo de la fragata capturada y que encontraron su destino final en la isla que da el nombre al libro tercero. Son narradas aquí las vicisitudes que vivieron en esa pequeña pero abundosa isla donde pasaron por auténticas odiseas, producto de la codicia y poca responsabilidad de algunos de los amotinados que llevaron a matanzas tan crueles como innecesarias.
La conclusión de la trilogía es que se trata de una verdadera joya de la narrativa, que sabe mantener en todo momento el interés del lector, con el condimento extra de que se basa sobre hechos reales.
Todo bajo el cielo. De Matilde Asensi.
Otra novela de aventuras de la autora. Para pasar el tiempo. Demasiado fabulosa, tratando, sin embargo, de que todo sea explicable, en vez de dejar la fantasía volar, como en Las mil y una noches. Una pintora española, radicada en Francia, se ve envuelta en una poco creíble aventura en China, en busca de un tesoro fabuloso que, por su puesto, encuentra, tras sortear peligros indecibles. Contiene algunas moralejas contra el racismo y cierta admiración por la sabiduría de la cultura china.
El inventor del peronismo. De Silvia Mercado.
Interesante biografía de Raúl Apold, un notable y poco conocido personaje, verdadero Goebbels del peronismo en su primera versión. Cuenta la autora, con una minuciosa investigación histórica, toda la trama detrás del aparato de propaganda del régimen, de la construcción de los mitos, como la sacralización del 17 de octubre y de las figuras –excluyentes– de Perón y Eva. Nos cuenta pormenorizadamente la censura extrema de todos los medios de comunicación, para llegar al extremo con el caso de “La Prensa”. También las ya reiteradas manipulaciones del Poder Legislativo y la remoción de toda la Corte Suprema de Justicia (con el inverosímil argumento de que había reconocido al gobierno de facto del que el propio Perón había sido vicepresidente y del que se sirvió para catapultarse al estrellato) para designar jueces adictos de los que tanto iba a necesitar.
Algunas citas:
La Década Infame tuvo una particularidad: permitió una libertad prácticamente total de expresión no sólo en el cine, sino también en la prensa y en los libros, aunque la práctica política estaba prácticamente prohibida.
Perón dijo que si aún había opositores es «porque todavía hay brutos que no nos entienden.
Del Epílogo, tomo:
Réquiem para la política. De Abel Posse.Una cosa es buscar el respaldo de la sociedad, trabajar en la construcción de opinión pública favorable. Otra, muy distinta, es hacerlo ahogando las voces opositoras, anulando el debate, estigmatizando como enemigos a los que tienen opiniones o intereses distintos.
«El otro» se expresa a través de cualquier medio de comunicación que no esté en manos del poder que gobierna –diarios, radios, canales, rumores, púlpitos– y siempre es motivo de inquietud de los gobiernos. Cuando se trata de dictaduras, está claro. La amenaza de cárcel y tortura domestica en forma automática a la prensa, que muchas veces ni siquiera necesita la censura explícita, porque la autocensura es la moneda diaria.
[...] siempre los medios críticos serán más atractivos. Para oficialistas, están los gobiernos. Las audiencias siempre buscarán en la comunicación, justamente, aquello que el gobierno oculta o, simplemente, no dice. Los medios sólo son exitosos cuando representan a «el otro», las dudas, las preguntas, los valores, los temores de algún sector de la sociedad que, en democracia, buscan expresarse a diario, no solamente cuando toca votar.
Se trata de una verdad sencilla. Sin embargo, difícil de aceptar en el salvaje mundo de la política nacional. Por lo menos, por los que triunfan en elecciones con amplio margen, como si el respaldo popular en las urnas otorgara el derecho de avanzar contra todo límite, buscando incluso cambiar las reglas con las que fueron elegidos.
Como siempre, el autor hace gala de una erudición y una visión de la política con una perspectiva histórica y mundial, tal su calidad de diplomático.
Algunos pasajes estupendos:
Derrochamos energía en incidentes, querellas, rencores, agresiones. Tenemos una dirigencia política de autistas, soberbios cisnes que describen círculos en las aguas estancadas de la laguna sin cruzarse, sonrientes, ajenos al sentido dramático de esta Argentina desguazada que pretenden gobernar.
Los militares del golpe del 30 son como si hubiesen perdido un desfile: iban hacia la Roma de Mussolini y terminaron en el hábil gobierno de Agustín P. Justo, que supo hacer de nuestros años 30 un oasis de eficacia política. Un periodista tonto acuñó la frase de la “Década infame”. En vez de referirse a nuestro país debió dedicar esa calificación al mundo: fue el decenio más criminal de Stalin, el de los infames juicios de 1937 y el del auge del sistema Gulag. Piénsese en Alemania desde 1933 hasta 1945. En la Italia imperial y las matanzas en Etiopía. La España de la Guerra Civil, con su millón de muertos y su muestrario de “crueldad fraterna”. En la China de Chiang Kaishek entrando en Shangai y arrojando decenas de comunistas a las calderas encendidas de las locomotoras. En Estados Unidos, que desde la crisis de 1929 vivirá diez años de miserias, desocupación y criminalidad, al punto que, cuando Roosevelt consigue hacerlos entrar en la guerra, sienten alivio y una alegría nacional que será el impulso para transformarse en la superpotencia mundial».
Como somos sinfónicos llorones, nos permitimos hablar de la “Década infame”, pero en realidad el hambre y la muerte masiva, esos jinetes del Apocalipsis, no alcanzaron nuestras playas. Nuestros amigos europeos nos miran perplejos al recordar lo que significó esa década para ellos en Alemania, Italia, en Rusia con los procesos de Moscú, la recesión en Estados Unidos, el hambre y la Gran Marcha China, la Guerra Civil española. Impúdicos, gritones, malcriados, exhibimos nuestras gripes políticas como una neumonía terminal.
Gracias por el fuego. De Mario Benedetti.
Leer a Benedetti es un auténtico placer, y esta novela no es la excepción. Su prosa sencilla y profunda se deja leer como si uno estuviese deslizándose por un sedoso camino. En este libro hace gala de su gran capacidad para definir sus personajes y hacerlos razonar según sus propias perspectivas. Vemos al abuelo económica y políticamente exitoso, aunque con métodos sumamente censurables. El hijo, de una mentalidad más abierta y una moral más recatada, no aprueba sus métodos ni su traición a la imagen que de chico tuvo para su padre, pero se autocritica por no haber sido capaz de hacerse su propio camino y haber aceptado su ayuda para un emprendimiento. El nieto, muy volcado a ideas de la izquierda radicalizada de la mitad del siglo pasado, los critica a ambos. Hay que ver qué bien defiende cada uno su postura.
El enano. De Pär Lagerkvist.
Resulta ser un renegado que abjura de la condición humana y de todo lo bueno que esta pueda exhibir. Incluso llega a renegar de los enanos, siendo él mismo uno de ellos y relata con auténtica delectación la forma en que asesinó a uno de sus iguales. Alaba la guerra como una condición superior del espíritu humano. Es muy mordaz cuando describe la perversión en la corte y el rechazo visceral que le produce la visión de los banquetes pantagruélicos a los que se dedica la realeza así como también le produce rechazo cualquier manifestación del amor entre personas.
2 comentarios:
Mirta nos dijo: Volvi a la epoca del dinosaurio con "El Enano" yo me tragaba las novelas de Par Lagervist Un buen recuerdo ,solo que me maravilla TODO lo que lees y has leido. Gracias por tus reseñas.
Elsa nos dijo: Gracias por compartir. Tu elección de libros es admirable y si tuviese que elegir por dónde empezar mis lecturas creo que El inventor del peronismo sería el primero de mi lista. Conozco un poco del tema y específicamente el caso La prensa! Ese episodio fue tan brutal que no lo he podido olvidar. Tu padre estaba indignado.
También leí el último ensayo de Marta y las Golondrinas!
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