jueves, 28 de noviembre de 2024

Temas de hoy

La brecha salarial

Hay ciertos aspectos del tema de esta famosa brecha que vale la pena analizar.

Insisten en que a las mujeres se les paga menos por la misma tarea, pero nunca son capaces de citar algún caso concreto. Y, huelga decirlo, sería por demás ilegal tal situación. 

Suelen poner como ejemplo que las mujeres desempeñan los peores trabajos y peor remunerados y al efecto citan el caso de las empleadas domésticas –casi exclusivamente mujeres– que tienen esas tareas de baja calificación y mal pago.

Vamos a suponer que tenemos a una persona sin mayores estudios ni capacitaciones –tal vez no llegó a completar la escuela primaria– que sale a buscar trabajo. ¿podría pretender que la tomen como asesor financiero o informático de una empresa? Está por demás claro que a lo que puede pretender es a un «conchabo» como ayudante de albañil, como recolector de residuos, como peón municipal para cavar zanjas o como empleado doméstico. Si esa persona es una mujer, difícilmente se presente a alguna de las primeras opciones, que serán tomadas por varones. Y, siendo mujer, lo más probable es que se postule como empleada doméstica.

Las ocupaciones que toman los hombres son, por lo general, más pesadas, más insalubres y riesgosas que las tareas domésticas. También es cierto que suelen ser mejor remuneradas que estas últimas, aunque no siempre. 

Pero, ¿la mejor paga es por ser varones o por ser trabajos más duros que las que suelen tomar las mujeres? Sin contar con que estas tareas «masculinas» suelen ser contratadas por empresas que no pueden arriesgarse a tener empleados en negro y, por tanto, deben pagar salarios de convenio, vacaciones y demás cargas sociales. 

Las tareas domésticas, en cambio, no suelen ser registradas y por ello no se sujetan a convenios gremiales. ¿Esto ocurre porque se trata de mujeres? ¿O será simplemente porque una familia particular no puede, no quiere o no está dispuesta a pagar esos cargos adicionales? Las mismas empleadas suelen preferir que se les pague un peso adicional en la mano y no que vaya a parar a quién sabe dónde.

Y un último ejemplo: en el caso de un municipio, ¿quién realiza los peores trabajos? Si uno concurre a una oficina administrativa municipal, verá que abundan las mujeres en estas tareas, pero si se da una vuelta por el corralón municipal, donde están los trabajos más sucios y riesgosos –y que no suelen ser los mejor ubicados en el escalafón– verá que hay una absoluta ausencia de mujeres. 

De eso, las feministas no suelen hablar. 

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La Universidad gratuita

Criticar siquiera levemente alguna de las «vacas sagradas» del pensamiento Nac&pop, nos lleva invariablemente al averno creado por las mentes progres siempre consustanciadas con el pueblo trabajador y explotado y que nunca lograron mejorarles sus niveles de vida en las ocasiones que llevaron a cabo sus trasnochadas políticas. Y, hasta hace pocos meses, nos podía llevar ante el tribunal de la Santa Inquisición moderna llamado INADI.

Corro el riesgo de incurrir en tal osadía y manifiesto que la Universidad Nacional debería ser arancelada.

Lo digo porque creo que en un país empobrecido como el nuestro no es justo que quienes podrían pagar un arancel, aunque sea modesto, tengan la ganga de la gratuidad a expensas de todos los contribuyentes, gran parte de ellos pobres de pobreza absoluta, que por esa razón no pueden acceder a la Universidad aún siendo gratuita.

Y ese empobrecimiento es en parte debido al sostenimiento de este tipo de políticas que permite, por ejemplo, que extranjeros no residentes puedan gratuitamente estudiar o atenderse en hospitales públicos.

Las universidades, si fuesen aranceladas, mejorarían sus recursos y podrían hacer un sistema efectivo de becas para los alumnos que no están en condiciones de afrontar ese arancel.

Pero no termina allí la cosa. Si quienes asisten a clases tuviesen que pagar por ellas o bien cuidar de mantener su beca, no desperdiciarían su tiempo en actividades de corte político que nada tienen que ver con su formación académica.

Aún con la Universidad gratuita (para quienes allí asisten) no debería mantener su condición de alumno regular quien no apruebe una cantidad de materias, que se estimaría para cada carrera, ocupando una plaza que bien se podría destinar a un alumno que sí se enfoca en el estudio.

También se despilfarran recursos con la loca teoría del «ingreso irrestricto». Si con la dotación de docentes, materiales de estudio e instalaciones se puede impartir clases a una determinada cantidad de alumnos; ¿quién se beneficia admitiendo a cantidades que suelen duplicar o triplicar esa capacidad instalada?

Yo sé que estos conceptos no lograrán que se modifique un ápice la política actual en materia de la educación superior, pero de todos modos, como no creo ser dueño de la verdad, sería bueno que alguien pudiera acotar algo o incluso refutar mis argumentos.

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Las elecciones de medio término

Suena como innecesario decir que las elecciones legislativas de 2025 son cruciales para el destino de Argentina. Y así es porque si el presidente conserva la popularidad que hoy tiene, se conseguirá número suficiente el Congreso para poder aprobar, sin tanto obstruccionismo, las leyes que necesita para continuar el camino empezado en diciembre pasado y que puede gustar mucho, poco o nada, pero que es claramente un rumbo distinto al que nos trajo a la tragedia que hoy se vive en nuestro país.

No hay muchas probabilidades de que un gobierno con tan poca representación parlamentaria, pueda sustentarse exitosamente en el tiempo.

Para que se pueda seguir por el camino trazado, es necesario acordar con los bloques afines las estrategias a seguir sin necesidad de conformar alianzas y manteniendo cada sector su identidad propia.

Para las elecciones de 2027, donde se eligen puestos ejecutivos, sí es necesario hacer una alianza de fuerzas afines, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, donde el más votado se lleva el puesto ejecutivo, aunque sea solo por un voto de diferencia. Si en las pasadas elecciones hubiese prevalecido este criterio –habida cuenta de cuál era el enemigo a enfrentar– y se hubieran dejado de lado egos y cuestiones personales, hoy no habría tanto obstruccionismo al frente de la provincia más grande e influyente del país.  


jueves, 21 de noviembre de 2024

Mis intentos de ser escritor

Probablemente siempre quise ser escritor y no me había dado cuenta. 

Siendo niño aún, al tratar de escribir mis primeras letras en la escuela primaria, veía con envidia a una prima mayor que yo que, con total soltura y velocidad, lograba lo que a mí me costaba sangre, sudor y lágrimas. 

Pocos años más tarde, recuerdo que mi padre trajo a casa una –hoy vetusta– máquina de escribir. En aquella vieja Remington, aprendí a aporrear las teclas con solo un dedo de cada mano, pero ¡qué placer y qué orgullo sentía al ver en el papel aquellas primeras letras de molde que conseguí obtener!

Años más tarde, ya adulto, trabajando en una oficina pública, veía con algo de decepción cómo se escribían los informes de los expedientes con una vulgar reiteración de frases hechas que, en muchos casos, no agregaban nada de importancia al trámite en cuestión. En mis intentos de lograr algo más que esas banalidades, llegué a producir algunos textos que me valieron el elogio y la sorpresa de mis superiores. Elogios y sorpresas que solo confirmaban lo mediocre de las prácticas habituales.

Hace un par de décadas, discutiendo con una sobrina acerca de temas relacionados con la ortografía –más precisamente con el uso de la tilde o acento ortográfico, como me enseñaron en la escuela primaria– me di cuenta de que, verbalmente, no estaba a la altura de la discusión, razón por la que opté por escribir lo que pomposamente titulé: «El acento y otras disquisiciones ortográficas». No recuerdo si llegó a manos de mi sobrina interlocutora, pero sí que lo leyó una amiga, profesora de lengua, que me manifestó su desacuerdo con ciertos conceptos, pero que igualmente le pareció bien estructurado y con argumentos no del todo descaminados.

Ese fue, para mí, un punto de inflexión a partir del que me volqué a escribir reflexiones acerca de aconteceres cotidianos entre los que, la imprevisible política de mi país, nos brinda tanto material. 

Ya en este siglo, leí un ensayo de Mario Vargas Llosa: «Carta a un joven novelista». Fue tan inspirador que, en menos de un mes, conseguí escribir tres cuentos al parecer no tan malos ya que dos de ellos merecieron menciones en un concurso con cerca de mil participantes. Allí descubrí la maravilla de la ficción, en la que uno se siente poco menos que un Dios, al poder disponer de la vida y pasiones de personajes de su creación. 

Pero allí quedó mi paso por la ficción ya que, luego de esa maravillosa experiencia, poco pude lograr en ese terreno. Por esta razón es que dediqué mis esfuerzos a la narración de anécdotas de mi ya larga vida. Esos episodios que uno, en reuniones familiares o de amigos, siempre está tentado a contar, aunque sea por enésima vez, bien merecen la pena ser llevados al papel. No sé si serán tan buenos mis relatos, pero a mí me produce un gran placer cuando, aunque sea una sola persona, me confirma que disfrutó de su lectura.

Cuando las anécdotas se acabaron, me dediqué a reflexiones acerca de episodios de la realidad política de mi país, que, como ya he dicho, suele dar muchos argumentos y vuelco estas reflexiones en este blog donde también dedico entradas a comentar algunas de mis lecturas o a transcribir párrafos que me parecen dignos de ser compartidos. También en este blog participa Marta, con sus inspiradas ficciones.

Las mayores dificultades con que tropieza un novel escritor no radican, a mi juicio, tanto en la ortografía o el uso de las comas –después de todo, para eso están quienes se dedican a la corrección– sino en la inspiración creativa.




Las marchas de los jubilados.

  Nadie puede dudar acerca de la crítica situación por la que atraviesan los jubilados y de su legítimo derecho a manifestar su descontento....