La situación actual
¿Estamos en una situación socioeconómica brillante o siquiera próspera? Con toda seguridad que no. ¿Eso habla mal del actual gobierno? No necesariamente.
Veamos: hay un principio de la medicina homeopática que dice que el proceso de la curación comienza con un agravamiento de los síntomas. Podemos no creer en la homeopatía, pero sí es fácil de verificar que las medicinas que curan, no suelen tener buen sabor.
Seguramente los subsidios permanentes a las familias –en forma directa o a través de las tarifas de los servicios domiciliarios y el transporte– han servido de analgésicos para sostener una ilusión de confort dentro de la pobreza, pero de ninguna manera sirvieron (ni servirán jamás) como remedio para lograr una mejora genuina en la situación social.
Es claro que no se logra sacar de la pobreza a un porcentaje tan alto de la población en pocos meses. Tampoco es sensato pensar que ello se logra mediante los subsidios como herramienta; la sola existencia de este tipo de asistencialismo durante tantas décadas, es la mejor prueba de que ese modelo solo logra mantener a un número enorme de ciudadanos en la pobreza y en la dependencia del estado supuestamente benefactor.
Nadie puede dudar que no se logra un país próspero sin una cuota de sacrificio; que la mejora en el nivel de ingresos, sostenible en el tiempo, viene de la mano de una mejor calidad y productividad del trabajo; y que nada de eso se logra sin inversiones productivas, creatividad e innovación. En otras palabras; no se puede ir de Uganda a Noruega sin pasar por El Cairo y Roma.
Previamente, y como base de todo ello, es necesaria una educación pública de calidad.
¿Está este gobierno trabajando en ese sentido? Y si así fuera, ¿lo está haciendo con acierto? El tiempo lo dirá.
Hoy, como ciudadano lego en cuestiones macroeconómicas, solo me queda esperar resultados en el mediano plazo para poder responder a esas preguntas.
Antes que juzgar a un gobernante por sus formas, deberíamos juzgarlo por sus resultados, teniendo en cuenta que ya ha pasado un año y medio de gobierno y ya hay muchas acciones para evaluar, tanto si se está de acuerdo como si no. Las detracciones, censuras y reproches, cuando provienen de los sectores que nos han llevado a esta crítica situación, no son para ser tenidas muy en cuenta.
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