martes, 27 de mayo de 2008

Argentina en el siglo XXI


Nuestra amada patria irrumpe airosa y pujante en el siglo XXI, de la mano de los “K”.

Entre otras muchas promesas (cumplidas) nos dijo Néstor, que con el advenimiento de Kretina (quise decir Cristina, pero se me escapó) se profundizaría el modelo… ¡Vaya si están cumpliendo!
Aunque las comparaciones resulten odiosas, veamos:


Mientras otros países se debaten aún en las miserias de la manipulación el genoma humano; aquí hemos ya perfeccionado la manipulación de los índices. Estas cuestiones ya no tienen secreto para los argentinos, al punto que se prepara ya una fuerte política exportadora al respecto. Se dictará inicialmente un curso de “Arte en el dibujo de índices”, con sus distintas materias: Índice de Desnutrición infantil, Índice de Desocupación y las joyas de la corona: Índices de Costo de vida I y Costo de Vida II. Ya se han suscripto varios pedidos de asistencia a estos seminarios. Hemos tenido acceso a la lista de alumnos notables ya inscriptos, de la que mencionaremos: Chávez, Correa, Morales, Castro (Raúl en representación de su hermano), etc…

En ciertas partes del globo, todavía se encuentran empantanados en tratar de mejorar los aprovechamientos eólicos o la energía solar en un tonto intento de reducir los efluvios contaminantes. Aquí, con una visión absoluta de futuro, y haciendo gala de un manejo tecnológico que aquellos nos envidian compramos fuel oil y gasoil a Venezuela, (ya que Bolivia no nos provee del gas prometido) que nos deja como subproducto benéficos gases ideológicos.

Hay países empeñados en encontrar el aprovechamiento del choque de partículas subatómicas para la medicina nuclear. Pues nosotros, señores, estamos ya lanzados completamente al choque o confrontación de distintos sectores sociales. En esto debemos admitir que no marchamos primeros, ya que nos aventaja gloriosamente nuestra hermana Venezuela. Pero si seguimos perseverando, y con nuestra proverbial picardía criolla, seguro que estaremos pronto a la cabeza. Aunque seguir los pasos insignes de nuestro vecino, no debería avergonzarnos. Lástima que su ubicación sea septentrional respecto de nosotros, porque fieles a nuestros principios, deberíamos aborrecer al Norte por sobre todas las cosas.

También hay países retrógrados que se empeñan en construir carreteras, aeropuertos, ferrocarriles de alta velocidad, etc. persiguiendo vanamente la utopía de mejorar el transporte y circulación de personas y mercaderías. Nosotros, ya superadas esas veleidades, hemos perfeccionado las técnicas del impedimento de tales actividades, mediante el sutil arte de los piquetes, y el refinado desarrollo de los cortes de ruta. Pronto estarán en Australia nuestros esforzados asesores, capacitados en la Cátedra del profesor D’Elía, explicando la mejor manera de impedir el traslado entre Sidney y Canberra. Irán a los Estados Unidos los afamados promotores de tan noble ciencia (orientación Castels) a instruir acerca de las mejores formas de lograr bloquear los aeropuertos. Para la Comunidad Europea, que se atribula aún acerca de cómo minimizar los pasos de frontera, enviaremos nuestros calificados expertos de la escuela de Gualegauychú, para optimizar los bloqueos internacionales.

Así también podríamos mencionar nuestros logros en otros ámbitos como ser la deserción escolar, o la mortalidad y desnutrición infantil, la corrupción policial, y tantos otros frentes en los que sabiamente hemos sabido estar siempre a la vanguardia, bajando los índices que debían subir y subiendo los que debían bajar, pero eso será motivo de otra nota editorial. Espero no aburrirlos.

Pocos países se pueden jactar, como nosotros, en la persistencia durante tantas décadas en estas políticas de vanguardia. Que Dios ilumine al resto de la humanidad para que pronto estén en la senda que generosamente les estamos señalando.

Así sea.

Marzo de 2008

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