sábado, 24 de marzo de 2018

Golpe militar




Autora: (Marta Tomihisa)

Marzo 31 de 1976

Anochecer de otoño, 21 Hs:
Estoy cocinando, el puré ya está listo y las milanesas se fríen ruidosamente en la sartén. Charlie juega amorosamente con Danielito, un niño de dos años que hospedamos momentáneamente con nosotros, pues su padre es un isleño que debe someterse a una operación quirúrgica y no tiene dónde dejar al niño, por lo que acudió al municipio y de allí me contactaron para que lo cuidara. Marcela, mi sobrina, está sentada en un sillón del living y estudia atentamente sus lecciones, todo es apacible…
Acomodo la última milanesa en la fuente, cuando oigo el timbre y aunque no esperábamos visitas, pienso: Donde comen cuatro pueden comer cinco…
Mi marido se acerca a la puerta y antes de abrirla pregunta:
–Quién es?
Una voz masculina contesta:
–Charlie…
Entonces él abre y desde la cocina yo solo veo su rostro, pues la puerta al abrirse me impide ver a nuestro visitante. En la cara de mi marido hay una expresión de sorpresa y temor…
Recién cuando la puerta se cierra puedo ver a nuestros visitantes, son tres hombres portando armas, pequeñas ametralladoras con las cuales apuntan a mi marido, mientras le ordenan que vaya hacia el dormitorio. Al instante voy tras ellos, aunque parecen ignorarme…
Nos hacen sentar en la cama. El más bajo, morocho de pelo corto y bigote, vestido con pantalón y campera de jean, es el que dirige el interrogatorio, mientras los otros dos están concentrados en revisar todo el departamento.
Marcela despavorida trata de calmar al niño, que siente la tensión del momento e insiste en estar con nosotros. El que se queda en el living, es alto, delgado de cabello castaño y corto y bigote, le grita a Marcela que permanezca sentada, pues ella intenta entrar al dormitorio. Charlie reacciona y le pide al hombre que no le grite, la respuesta es tan absurda como toda la situación:
–Ah, los profesionales siempre tan prepotentes!
El tercero está revisando la habitación en la cual mi marido tiene todo su equipo fotográfico, que acabamos de adquirir en nuestras recientes vacaciones en Japón…
Dice burlonamente:
–Así que te dedicás al contrabando?
Mi marido sorprendido ante tal acusación, muestra los pasaportes en donde todo se halla rigurosamente declarado. El hombre que nos ha estado interrogando, observa detenidamente mi fotografía y dice:
–Esta es la que estamos buscando…
Lo dice como si no me hubiera identificado personalmente, entonces yo se lo hago notar:
–Esa soy yo…
Por un instante me mira como si dudara de mis palabras, pero cambiando un poco el  tono agresivo de su voz, ahora nos habla sin tutearnos:
–Nos va a tener que acompañar, para reconocer algunas personas que Ud. seguramente conoce…
Nombra a algunos de mis compañeros de trabajo, en especial a mi amiga Lia…Me dispongo a acompañarlos, voy al baño y me pongo pantalones largos, cuando ya estoy lista veo la angustia en el rostro de Charlie que insiste en venir con nosotros, les pregunta reiteradas veces:
–Adónde la llevan?
–A la brigada de La Plata…
Es la respuesta de uno de ellos, que se identifica como el oficial Vázquez.
En ese mismo momento, con gesto mecánico cuelgo mi cartera del brazo y en ese instante pienso que pocos días antes, alguien me comentó que se efectuaban algunos operativos policiales en los que detenían a personas y a través de ellas a todas las amistades que hallaban en sus agendas telefónicas. Recuerdo entonces que yo también poseo una y mientras mi marido increpa a esos hombres, la saco de mi cartera y la deslizo cuidadosamente sobre una silla apoyada a la mesa. Todo ante la vista de Marcela que me mira aterrada, pero que por suerte no dice ni una sola palabra…
Charlie angustiado, me obliga a llevar un abrigo y salgo de mi casa con el hombre de la campera de jean aferrando mi brazo, porque llevo suecos y me cuesta apurarme. Asciendo a un Ford Falcon oscuro que nos espera con el motor encendido, diviso en su interior a otros hombres. Me indican sentarme adelante, entre dos de mis visitantes. Recién cuando el auto se pone en marcha, comienzo a sentir una sensación de inquietud... Pero trato de estar serena, convencida de no haber hecho nada de lo cual preocuparme, pero inevitablemente los latidos de mi corazón se aceleran y entonces, recuerdo que he olvidado un medicamento que tomo hace un par de años para aliviar una taquicardia. Le pido al hombre de la campera que está sentado a mi lado, que vuelva para poder buscar mi medicamento y con extrañeza compruebo  que accede inmediatamente pero es inútil, en mi departamento ya no queda nadie y yo he olvidado las llaves… Mi marido seguramente, ha acudido en busca de ayuda…
Frente a los monoblocks de la calle Madero y Sobremonte el auto se detiene. En el parque que los circunda, veo hombres armados escondidos entre la maleza… Mientras el auto está detenido el sujeto que está al volante, ha bajado y habla con otros individuos que andan por allí. Uno de ellos se acerca al auto y observándome, con tono amenazador dice:
–Ah, esta es la de la lista!
–¿Qué lista?– pregunto…
No me responde y se aleja. Estoy desorientada y le digo al hombre que está a mi derecha y que ni siquiera me mira, mientras aferra sobre su pecho un arma:
–Quienes son esos?
–Yo soy policía y ellos son del ejército, es un operativo conjunto. Ahora cállese la boca…
El hombre que manejaba el auto y que había bajado, ahora se acerca y me invita a cambiar de vehículo, a otro auto muy parecido a este y que está estacionado adelante, pero esta vez me indican sentarme atrás. Hay un sujeto ya ubicado al volante y otro junto a mí. El que está a mi lado es un muchacho joven, absolutamente inmóvil, vestido con ropa de fajina, el de adelante está vestido de igual forma, es un hombre de mediana edad, de cabellos castaños y cortos, ambos están armados.
Pregunto desorientada:
_Qué es lo que pasa?
El hombre que está al volante, me mira por el espejo y responde:
–Estamos haciendo operativos por esta zona, porque hay muchos subversivos…y nosotros los vamos a parar…
–Bueno, a mí me hubiera gustado que el gobierno terminara su mandato…
–No se preocupe, nosotros solo vamos a hacer una limpieza…
–Espero que Uds. no sean los que se llevan a la gente, que después aparece muerta, ¿no?
–No señora, esas cosas las hacen los subversivos…Pero a lo mejor, Ud. conoce gente que esta metida en algo y nos puede ayudar…
El diálogo se interrumpe abruptamente, el hombre desciende del auto inesperadamente y vuelve al instante para indicarme que debo cambiar otra vez de vehículo. Creo que subo al mismo auto que me trajo a este lugar. Apenas me siento, el conductor pone tan bruscamente el auto en marcha, que debo sostenerme para no chocar con el asiento delantero.
Un momento después me dice que no vamos a la brigada de La Plata sino a la comisaría de San Fernando, asiento sin darle demasiada importancia al hecho, sin embargo ahora comprendo que en ese instante me estaban perdonando la vida…
Estacionamos frente a la vieja comisaría de mi ciudad, el hombre que maneja aferra mi brazo y me guía hasta una pequeña oficina, en la que solo hay dos sillas y un escritorio viejo, inmediatamente aparece otro hombre de unos cuarenta años, semicalvo, de estatura mediana y tez blanca, que viste una polera bordó arremangada y un pantalón oscuro.
Me pide que vacíe mi cartera sobre el escritorio, seguidamente observa detenidamente todos los objetos desparramados sobre la mesa y hasta desarma una estilográfica que luego no puede volver armar. Me pregunta si soy estudiante, cuál es mi nacionalidad y finalmente si tengo alguna agenda…Le respondo que no…
Eso fue todo, repentinamente el hombre desaparece y entra otro, el que me había traído, quien me informa que me llevará de vuelta a mi departamento y que ya puedo guardar mis cosas. Un rato después, me invita a sentarme en la parte trasera de un Peugeot 504 celeste, estacionado frente a la comisaría. Junto al volante, hay una joven a quien le pregunto si también fue detenida, a lo cual me responde:
–No, yo soy la novia del oficial Moyano.
Ese apellido no era el que ese hombre, le había dado a mi marido…
Mientras nos dirigimos a mi domicilio, el sujeto trata de explicarme que mi detención se debe a que mi amiga Lía ha desaparecido y que cuando alguien huye de esa forma se vuelve sospechosa…Respondí que todo se trataba de un error, que ella no había huido porque no tenía nada que ocultar y que estaba completamente segura de que iba a aparecer en cualquier momento.
Pocas cuadras antes de llegar a mi casa, en un restaurante de la zona veo a mi marido tratando de hablar por teléfono, entonces le pido al hombre que se detenga para reunirme con Charlie que aún tiembla de temor y se emociona mucho al verme.
Al día siguiente nos enteramos que nuestros amigos, Lía y su esposo Eduardo, habían sido secuestrados de su domicilio y torturados, hasta que finalmente fueron liberados luego de una noche de terror.
Esto marcó una persecución descarnada, que obligó a nuestros queridos amigos a tomar la dolorosa decisión, de abandonar definitivamente nuestro país….
Nos enfrentamos entonces, a la más patética fase de nuestra historia, de tortura y muertes, para repeler la escalada de secuestros y bombas que ya se habían cobrado demasiadas vidas de tantos ciudadanos inocentes…
El accionar de la guerrilla fue repelida por el terrorismo de estado, creando el caos y denigrando profundamente al país…
Largos y tenebrosos siete años de violencia instalada, para responder a esa otra violencia agazapada, en la que cada habitante fuimos rehenes por el simple hecho de ser ciudadanos…
A pesar de todo salimos ilesos, pero con el corazón maltratado comprendiendo con mucho dolor, que nuestro país había sido dañado por quienes prefirieron la muerte de sus propios hermanos, para saldar deudas de odio que solo consiguieron denigrar a la patria…
Repito las sabias palabras de don Ernesto Sabato: «Nunca más…» 

3 comentarios:

Charles dijo...

Norberto nos dijo:
Estoy frio, no sabía que le había pasado eso a Uds. Hoy hablé con Lía ,no se que escribir. Un abrazo.-

Charles dijo...

Orlando no dijo:
Gracias queridos Marta y Carlos...un fuerte abrazo. Noriko y Orlando.

Jax dijo...

Hola Martita! Gracias por compartir esto con nosotros. Es importante no olvidar lo sucedido, porque no debe ocurrir nunca más! Beso!

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