Hay muchos libros que me han regalado momentos inolvidables y, a muchos de ellos,sé que indefectiblemente no volverá a leerlos. Pero, a veces, cediendo a la tentación o a la nostalgia, vuelvo a la biblioteca y, luego de vencer el temor de que la segunda lectura me decepcione, me digo: «¿Por qué no»?
El inglés de los güesos. De Benito Lynch.
Extraordinario relato de la vida en
nuestras pampas, con sus costumbres, sus personajes y sus pasiones tan
humanamente retratado todo por Lynch, que uno se encuentra inmerso en esas
interminables extensiones y comparte tanto la vida diaria como sus delicadas
relaciones, tempestuosas unas y apacibles las otras. Los protagonistas, mister
James y Balbina (el “inglés de los güesos” y “La “Negra) no pueden ser más opuestos,
británico él, criolla ella; culto él, casi analfabeta ella; refinado y
circunspecto él, salvaje y espontánea ella. Sin embargo la pasión los une y,
como no podría ser de otra manera, es ella quien la exterioriza sin ambages,
mientras él calla y sufre interiormente. Los otros personajes que completan la
escena, cumplen acabadamente sus roles con magníficas presentaciones que los
definen no más comenzar su actuación. Hasta la “personalidad” de Diamela, la
fiel perrita de Bartolo, hermano de La Negra, está tan bien retratada, que es
ella la nos cuenta el desenlace de la tragedia.
Algunas reflexiones de La Negra, cuando vio
inminente la partida de su amor:
Le importaba tanto a La Negra del ternero aquel como de la
humanidad en peso, cuya existencia, sin el amor de James, ya no tenía objeto ni
razón de ser para ella que, inconsciente de su acto, le pagaba al mundo en su
misma moneda de atroz egoísmo.
El mundo, poderoso,
indiferente, aplastaba bajo sus pies aquel drama tremendo de un corazón y de
una vida, sin sospecharlo siquiera, y aun es seguro que si hubiese sido posible
atraer su atención sobre el caso, el mundo hubiera replicado, alzándose de
hombros y casi ofendido:
"¡Bah! Una chinita
... "
La "chinita",
por su parte, retribuía al mundo su bestial desamor en una forma más amplia
todavía ...
Si a ella le hubieran
dicho, por ejemplo, que el inglés de los güesos se quedaría una hora más en el
puesto bajo la condición expresa de que Inglaterra desarmase sus escuadras,
diera su libertad a Irlanda, Gibraltar a los españoles y el Canadá a los
canadienses, ella hubiese respondido alzándose de hombros y tan extrañada y
despectiva como el mundo:
"¿Nada más que
eso? ¡Oy, qué pavada! "
Si a ella le hubiese preguntado alguno qué parle sacrificaría del mundo por tornar a ver encendida
dentro de su alma la luz aquella que antes le embellecía la vida, es seguro que
su respuesta hubiese significado para el mundo el más espantoso cataclismo ...
Mister
James, por su parte, también sufría y cavilaba «Como hombre práctico y serio,
había recurrido al sistema más práctico y serio también. Al sistema de la
‘verdad verdadera’. La víctima así no padece dudas… o se resigna o… se muere de
dolor». Hasta entonces, el científico había creído que los dolores del alma
eran, para su mente de científico, «de solución muy fácil para su disciplinado
cerebro de estudioso». Y, ante la súplica de la niña «No se vaya, James, que yo
sufro mucho, ¡que me voy a morir!», él sentía que «… era el verdugo; y él tenía
que ser, por fuerza, el monstruo de ingratitud y de injusticia que, en su
ilógica brutal, iba a retribuir a La Negra con el más atroz de los castigos su
presente espontáneo y magnífico de amor, belleza, juventud y vida!...».
El la tercera vez que leo esta verdadera
joya y me apena pensar que, tal vez, sea la última.
Diálogos
Borges Sabato. De Orlando Barone.
Se trata diálogos entre estos dos
escritores que el periodista reunió a fines del año 1974.
Como no podía ser de otra manera,
sorprenden ambos por la erudición y la prodigiosa memoria para recordar
pensamientos e ideas de autores que han leído, y hasta citar textualmente a
algunos, como los poemas que recita Borges al solo requerimiento de su
interlocutor y sobre temas que no habían sido preparados anteriormente.
Irónicos, como pueden ser las personas inteligentes, y ocurrentes, suelen
bromear sobre temas serios y hacer comentarios trascendentes sobre temas, en
apariencia, banales o menores.
Ambos reniegan de las moralejas en la
literatura y dice Borges:
«Supongamos que Esopo existió y que escribió sus
fábulas. Pero posiblemente le divertía más la idea de animales que hablaban
como hombrecitos que las moralejas».
Y Sabato, hablando de la libertad del
artista:
«En la época de la Revolución Francesa había
libros que se llamaban cosas como: Virgen
y republicana, con moraleja desde el título. Ya podemos imaginar lo que
valían. En Rusia se han escrito obras de teatro como La tractorista ejemplar… Las revoluciones son conservadoras en el
arte. [...] Es que el artista es por excelencia un rebelde. Por eso en las
revoluciones nunca les va bien. [...] Los sueños son útiles porque son libres».
«Libertad, igualdad y fraternidad»: ¿es
posible imaginar que, persiguiendo tan nobles principios se haya guillotinado
tanta gente? Borges dice (Citando alguien que no recuerda):
«Las ideas nacen dulces y envejecen feroces».
Acerca de Dios, dice Borges:
«¡Es la máxima creación de la literatura
fantástica! Lo que imaginaron Wells, Kafka o Poe no es nada comparado con lo
que imaginó la teología. La idea de un ser perfecto, omnipotente, todopoderoso
es realmente fantástica. [...] Creo en la teología como literatura fantástica.
Es la perfección del género».
Y, en otra sesión siguen hablando de Dios
en estos términos:
Borges: Creo
que basta un dolor de muelas para negar la existencia de un Dios todopoderoso.
Sabato: [...]
que Dios traiga un dolor de muelas no es una prueba de la inexistencia de un
Dios todopoderoso sino de la posible existencia de un Dios todopoderoso y
perverso.
A propósito de los sueños y citando a otro
autor (Hölderlin), dice Sabato:
«El hombre es un dios cuando sueña y apenas un
mendigo cuando piensa. Y es cierto, el sueño de cualquier hombre es la obra de
un gran poeta, lo que piensa al despertarse es a menudo una idiotez».
Acerca de la locura y de su opuesto, la
cordura, dice Sabato:
«¿Quién sabe si lo que hemos hecho hasta ahora
es, simplemente, sobrevalorar la cordura, que a menudo es simple mediocridad?».
Debo confesar que, luego de tal despliegue
de erudición y talento, me siento un ignorante absoluto.
La
agonía y el éxtasis. De Irving Stone.
La novelesca vida de Miguel Ángel es
siempre de lectura interesante. No obstante, el autor se enmaraña con
muchísimos personajes que aparecen y desaparecen sin dejarnos una clara idea de
quién se trata en cada caso, por lo que la narración se vuelve confusa. Rescato
un párrafo donde se expresa el espíritu de la Florencia de los Médici:
Estamos devolviendo el mundo al hombre, y el
hombre a sí mismo. El hombre ya no será vil, sino noble. No destruiremos su
mente a cambio de un alma inmortal. Sin una mente libre, vigorosa y creadora,
el hombre no es sino un animal, que morirá como animal, sin el menor girón de
alma. Devolvemos al hombre sus artes, literatura, ciencias e independencia para
pensar y sentir como individuo, no para estar atado al dogma como un esclavo, y
pudrirse en sus cadenas.
Aquí termina la onda “revival”. Lo que
sigue es de lectura reciente
Camino
de servidumbre. De Friedrich Hayek
El autor analiza y
desmenuza las consecuencias, siempre negativas, de la planificación y
centralización de la economía. Inevitablemente llevan al totalitarismo, a la
falta de libertades y a la pobreza como consecuencia de la caída de la creación
de riqueza. Enfatiza que son las ideas predominantes en una sociedad las que la
hacen avanzar en un sentido o en otro. Así como también en la constante de
buscar las culpas de nuestros fracasos en cualquier parte, menos en nuestras
propias conductas o convicciones. Analiza cómo el fascismo italiano y el
nazismo alemán estaban (y estuvieron siempre) emparentados con el comunismo y
el socialismo, todos totalitarismos al fin. El hecho de que luego se
enfrentaran era más por disputas de territorio y adhesión de las masas, que por
diferencias ideológicas. (Yo agrego: el hecho de que los primeros campos de
concentración que instalaron los alemanes fuesen para confinar a los marxistas,
no quiere decir que su enemigo ideológico principal no fuese el liberalismo,
sino que, en Alemania, los liberales eran cuantitativamente poco relevantes) (Y
sigo yo: he visto, pasmado, en un debate ideológico entre izquierdistas y
liberales, que aquellos afirmaban muy sueltos de cuerpo que el fascismo y el
nazismo ¡son capitalismos! La refutación fue contundente. Para muestra basta
citar una frase de Mussolini: «Fuimos los primeros en afirmar que conforme la
civilización asume formas más complejas, más tiene que restringirse la libertad
del individuo». O esta otra: «Todo dentro del estado, nada fuera del estado,
nada contra el estado». ¿A qué se parecen más estos conceptos, al capitalismo
liberal o al marxismo?).
Cito algunos párrafos de
Hayek referidos a la Democracia y a la Libertad:
No tenemos, empero, la intención de hacer de la
Democracia un fetiche. Puede ser muy cierto que nuestra generación habla y
piensa demasiado de democracia y demasiado poco de los valores a los que esta
sirve. [Cita a Lord Acton] «…la libertad [...] no es un medio para un fin
político más alto. Es, en sí, el fin político más alto. No se necesita por
razones de buena administración pública, sino para asegurar la consecución de
los más altos objetivos de la sociedad civil y de la vida privada».
La democracia es esencialmente un medio, un
expediente utilitario para salvaguardar la paz interna y la libertad
individual. Como tal, no es en modo alguno infalible o cierta. [...] se
entiende sin dificultad que bajo el gobierno de una mayoría muy homogénea y
doctrinaria, el sistema democrático puede ser tan opresivo como la peor
dictadura. Nuestra afirmación no es, pues, que dictadura tenga que extirpar
inevitablemente la libertad sino que la planificación conduce a la dictadura,
porque la dictadura es el más eficaz instrumento de coerción y de inculcación
de ideales, y, como tal, indispensable para hacer posible una planificación central
en gran escala. El conflicto entre planificación y democracia surge
sencillamente por el hecho de ser ésta un obstáculo para la supresión de la
libertad, que la dirección de la actividad económica exige. Pero cuando la
democracia deja de ser una garantía de la libertad individual, puede muy bien
persistir en alguna forma bajo un régimen totalitario. Una verdadera «dictadura
del proletariado», aunque fuese democrática en su forma, si acomete la
dirección centralizada del sistema económico destruiría, probablemente, la
libertad personal más a fondo que lo haya hecho jamás ninguna autocracia.
No carece de peligros la moda de concentrarse en
torno a la democracia como principal valor amenazado. Es ampliamente responsable de la equívoca e
infundada creencia en que mientras la fuente última del poder sea la voluntad
de la mayoría, el poder no puede ser arbitrario. La falsa seguridad que mucha
gente saca de esta creencia es una causa importante de la general ignorancia de
los peligros que tenemos ante nosotros. No hay justificación para creer que en
tanto el poder sea conferido por un procedimiento democrático no puede ser
arbitrario. La antítesis sugerida por esta afirmación es asimismo falsa, pues
no es la fuente sino la limitación del poder, lo que impide a éste ser
arbitrario. El control democrático puede
evitar que el poder se torne arbitrario; pero no lo logra por su mera
existencia. Si la democracia se propone una meta que exige el uso de un poder
incapaz de ser guiado por reglas fijas, tiene que convertirse en un poder
arbitrario.
También nos explica que la búsqueda de la
igualdad deseable es la de la igualdad ante la ley, la igualdad de
oportunidades en el punto de partida, pero jamás buscar la igualdad en los
resultados, porque, al ser esencialmente todos diferentes, la pretensión de
igualarnos en los resultados es atentatoria de la libertad individual para
labrar nuestro propio destino; «es, por fuerza, tratarlas [a las personas]
diferentemente».
Los marcos regulatorios deben ser, por
fuerza, razonables y generales, de modo que se deba obedecer a la ley y no a
las personas.
Otro elemento que analiza con agudeza es el
de la influencia de la educación en la elaboración de las ideas. Cuanto menor
sea la educación, más uniforme serán las concepciones y el ideario de la gente
y, por lo tanto, más fáciles de manipular.
[...] es probablemente cierto que, en general,
cuanto más se eleva la educación y la inteligencia de los individuos, más se
diferencian sus opiniones y sus gustos y menos probable es que lleguen a un
acuerdo sobre una particular jerarquía de valores. Corolario de esto es que si
deseamos un alto grado de uniformidad y semejanza de puntos de vista, tenemos
que descender a las regiones de principios morales e intelectuales más bajos,
donde prevalecen los más primitivos y «comunes» instintos y gustos. Esto no
significa que la mayoría de la gente tenga un bajo nivel moral; significa
simplemente que el grupo más amplio cuyos valores son muy semejantes es el que
forman las gentes de nivel bajo. [...] Si se necesita un grupo numeroso lo
bastante fuerte para imponer a todos los demás sus criterios sobre los valores
de la vida, no lo formarán jamás los de gustos altamente diferenciados y
desarrollados; solo quienes constituyen la «masa», en el sentido peyorativo de
este término, los menos originales e independientes, podrán arrojar el peso de su
número en favor de sus ideales particulares.
[...] Entra aquí el segundo principio negativo de
selección: será capaz de obtener el apoyo de todos los dóciles y crédulos, que
no tienen firmes convicciones propias, sino que están dispuestos a aceptar un
sistema de valores confeccionado si se machaca en sus orejas con suficiente
fuerza y frecuencia. Serán los de ideas vagas e imperfectamente formadas, los
fácilmente modelables, los de pasiones y emociones prontas a levantarse,
quienes engrosarán las filas del partido totalitario.
Con el esfuerzo deliberado del demagogo hábil,
entra el tercero y quizá más importante elemento negativo de selección para la
forja de un cuerpo de seguidores estrechamente coherente y homogéneo. Parece
casi una ley de la naturaleza humana que le es más fácil a la gente ponerse de
acuerdo sobre un programa negativo, sobre el odio a un enemigo, sobre la
envidia a los que viven mejor, que sobre una tarea positiva. La contraposición del
«nosotros» y el «ellos», la lucha contra los ajenos al grupo, parece ser un
ingrediente esencial de todo credo que enlace sólidamente a un grupo para la
acción común. Por consecuencia, lo han empleado siempre aquellos que buscan no
sólo el apoyo para una política, sino la ciega confianza de ingentes masas.
Desde su punto de vista, tiene la gran ventaja de concederles mayor libertad de
acción que casi ningún programa positivo. El enemigo, sea interior, como el «judío»
o el «kulak», o exterior, parece ser una pieza indispensable en el arsenal de
un dirigente totalitario.
Otro elemento de análisis del autor es la
tendencia tan generalizada a querer divorciar la economía de las “demandas
sociales”, como si estas pudiesen sostenerse en el tiempo sin los recursos
necesarios y por el simple voluntarismo de un “gobierno justo, sabio y
omnipresente”. Es entendible, entonces, la «economofobia», como la llama el
autor, que despliegan dirigentes y periodistas (solidarios y socialmente
sensibles) en cualquier discusión respecto del costo de dichas demandas o conquistas.
Y, ante los previsibles fracasos o quiebres en la prestación de estas
conquistas, siempre se buscará un malvado culpable que no será en ningún caso
una medida destinada a satisfacer dichas demandas, por muy económicamente
disparatada que haya sido. Respecto de estas cuestiones dice:
…la única alternativa al sometimiento a las
fuerzas impersonales y aparentemente irracionales del mercado es la sumisión a
un poder igualmente irrefrenable y, por consiguiente, arbitrario de otros
hombres.
Transcribo, de su epílogo, un par de
contundentes frases (no debemos olvidar que la obra fue escrita cuando aún no
había terminado la 2ª Guerra Mundial):
Por desagradable que pueda ser admitirlo, tenemos
que reconocer que habíamos llegado una vez más, cuando sobrevino esta guerra, a
una situación en que era más importante apartar los obstáculos que la locura
humana acumuló sobre nuestro camino y liberar las energías creadoras del
individuo que inventar nuevos mecanismos de «guiarle» y «dirigirle»; más
importante crear las condiciones favorables al progreso que «planificar el
progreso». Lo más necesario es liberarnos de la peor forma de oscurantismo
moderno, el que trata de llevar a nuestro convencimiento que cuanto hemos hecho
en el pasado reciente era, o acertado o inevitable. No podremos ganar sabiduría
en tanto no comprendamos que mucho de lo que hicimos fueron verdaderas locuras.
[...] El principio rector que afirma no existir
otra política realmente progresiva que la fundad en la libertad del individuo
sigue siendo hoy tan verdadero como lo fue en el siglo XIX.
Amor
en minúscula. De Francesc Miralles.
Desventuras cotidianas de un solitario que
se reencuentra con la protagonista de un hecho fugaz del pasado que toma
relevancia a partir de ese fortuito encuentro. Todo muy cotidiano, mezclado con
la aparición de locos personajes, solo posibles en la ficción, que, sin
embargo, lo llevan por caminos inesperados. Y, junto a la narración, el autor
encuentra la forma de acercarnos a la filosofía y la biografía de Kafka,
Werther, Samarakis, Hesse, y otros, así como alguna nostálgica reseña a Marilyn
Monroe y algunas películas recordadas por el autor.
De Siddhartha Gautama:
«El dolor es inevitable/ pero el sufrimiento es opcional./ El que no
sabe a qué cosa atender/ y de cuáles hacer caso omiso,/ atiende a lo que no
tiene importancia/ y hace caso omiso de lo esencial».
Expresa, en su “Filosofía felina”:
«Se dice que los gatos son egoístas, cuando en realidad son
simplemente listos. [...] Los perros tienen dueños; los gatos, sirvientes».
Los
vigilantes del faro. De Camilla Läckberg.
Temo reiterar los comentarios que hice
oportunamente al leer Las hijas del frío,
de la misma autora, pero es casi inevitable. Otra ves Läckberg crea una
historia llena de incertidumbres y con tantos personajes que, al principio,
cuesta entender quién es quién. No obstante, los hechos se van desarrollando y
explicando por sí solos. Nuevamente nos encontramos con pocos grandes héroes.
Y, los que podrían serlo en algún aspecto de sus actividades, no lo son en otros.
En fin, para los amantes del género negro, es sumamente recomendable esta
autora. También es notable el remate del libro. Una vez finalizada la lectura,
uno se encuentra con una propaganda de la editorial, donde anuncia otra novela
de la autora. En las páginas siguientes está el inicio de dicha novela y, al
concluir estas primeras hojas, pone un anuncio que dice «CONTINÚA EN TU
LIBRERÍA». Todo un acierto.
El espectador. De José Ortega y Gasset.
Tal como se espera, nos sorprende tanto con
la profundidad de sus reflexiones como con la erudición que despliega. Tanto
así es que, debo reconocer que en algunos pasajes, me quedé en ayunas. Habla de
la política y la resume como la supeditación de la teoría a la utilidad,
llegando a preocuparse más por los medios que por los fines a perseguir.
Da estupendas definiciones de la política y
la inevitable mendacidad de los políticos, de la consciencia de la ignorancia,
de la relación entre el imperialismo y la democracia, de los motores de la
evolución y hasta de la relación entre Kant y Buenos Aires.
Hablando de las premuras de la juventud
dice que ve:
«un apresurado afán por reformar el
Universo, el Estado, la Universidad, todo lo que fuera, sin previa reforma y
construcción de la intimidad. [...] Todo el que incita a los jóvenes para que
abandonen el sublime deporte cósmico que es la juventud y salgan de ella para
ocuparse de las cosas llamadas “serias” –política, reforma del mundo– es
deliberada o indeliberadamente dañino. Porque esas cosas serán todo lo “serias”
que se quiera, pero cede a un puro prejuicio quien cree, si más, que lo “serio”
es lo importante y esencial. La política, la reforma de ese viejo armazón
formal que llaman el Estado, son, en todo caso, consecuencias de otras
actividades previas verdaderamente creadoras. Y lo mismo digo de la riqueza. La
riqueza sólida y estable es, a la postre, emanación de almas genéricas y mentes
claras. Pero esa energía y esa claridad solo se adquieren en puros ejercicios
deportivos, de aspecto superfluo».
Respecto de la “socialización del hombre”
nos regala un párrafo memorable. Téngase presente que fue escrito en 1930, pero
conserva su terrible vigencia:
La socialización del
hombre es una faena pavorosa. Porque no se contenta con exigirme que lo mío sea
para los demás –propósito excelente que no me causa enojo alguno--, sino que me
obliga a que lo de los demás sea mío. Por ejemplo: a que yo adopte las ideas y
gustos de los demás, de todos. Prohibido todo aparte. Toda propiedad privada,
incluso esa de tener convicciones para uso exclusivo de cada uno.
La divinidad abstracta
de «lo colectivo» vuelve a ejercer su tiranía y está ya causando estragos en
toda Europa. [...] El Poder público nos fuerza a dar cada día mayor cantidad de
nuestra existencia a la sociedad. No se deja al hombre un rincón de retiro, de
soledad consigo.
Las masas protestan
airadas contra cualquier reserva de nosotros que hagamos.
Probablemente, el
origen de esta furia antiindividual está en que las masas se sienten allá en su
fondo íntimo débiles y medrosas ante el destino. En una página agudísima y
terrible hace notar Nietzsche cómo en las sociedades primitivas, débiles frente
a las dificultades de la existencia, todo acto individual, propio, original,
era un crimen, y el hombre que intentaba hacer su vida señera, un malhechor.
Había que comportarse en todo conforme a uso común.
Ahora, por lo visto,
vuelven muchos hombres a sentir nostalgia del rebaño. Se entregan con pasión a
lo que en ellos había aún de ovejas. Quieren marchar por la vida bien juntos,
en ruta colectiva, lana contra lana y la cabeza caída. Por eso, en muchos
pueblos de Europa andan buscando un pastor y un mastín.
El odio al liberalismo
no procede de otra fuente. Porque
el liberalismo, antes que una cuestión de más o menos en política, es una idea
radical sobre la vida: es creer que cada ser humano debe quedar franco para
henchir su individual e intransferible destino. Agosto 1930.
4 comentarios:
Mirta nos dijo: Gracias! Todo muy interesante
Aldo nos dijo: Gracias Charlie, que manera de leer la tuya, coño!
En el inglés de los güesos, extraña que el autor se haya limitado a la posibilidad de que los ingleses devolvieran Irlanda, Gibraltar y Canadá sin mencionar las Malvinas...
Abrazo!
La evidente decadencia en casi todos los aspectos es deprimente.lo que no es,es que Carlos tienes una seguidora en España.Como se dice en norteamericano "congrats"
Lo de "coño" no es un tanto "inelegante"para un blog de esta categoría?
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