Autora: Marta Marenco
Ana
está dando de comer a las gallinas, pero no pierde de vista a su nieta que
corre entusiasmada detrás de una mariposa. Ella no quiere que se pose en
ninguna rama, solo desea que vuele hacia arriba…
–¡Más
alto, más alto… –Grita Rita, mientras sacude un pañuelo azuzándola para que no
se detenga, para que se eleve hasta el firmamento.
Pero
la fugitiva busca la flor y aletea bajo, inspeccionando la vegetación plena de
olores y sabores.
–¡Vuela!
¡Vuela!¡Más alto!
Perseverante
Rita recorre el llano, hasta perderse entre la maleza…
La
abuela oye satisfecha, el sonido de la risa de la niña. De pronto, un ruido
extraño irrumpe en la armonía imperante. Pero es un instante tan fugaz, que luego
todo vuelve a la normalidad sin alterar esa quietud.
Sin
embargo los gritos de Rita, alentando a su mariposa a incursionar en el cielo,
han cesado. La abuela presta atención al silencio, indaga con su mirada el
lugar por donde su nieta agitaba el pañuelo tan florido, como el entorno
primaveral.
¿Dónde
se esconde esa traviesa? ¿Dónde está?
–Rita!¡Rita!
¡Vuelve…!
La
niña no responde y la anciana se encamina a buscarla, porque siente que algo ocurre.
Al fin logra encontrarla en un declive del terreno, parada y quieta con el
pañuelo caído a sus pies…
Al
ver a la abuela, Rita exclama sorprendida señalando hacia adelante…
–¡Del
cielo! ¡Del cielo!
Un
extraño ser enfundado en un mameluco anaranjado, con un singular yelmo metálico
está sentado sobre la maleza. Las mira tan asombrado, como ellas a él. Con lentitud
se saca el casco y exhibe la cabeza rapada, desde su ceja izquierda un hilo de
sangre baja por la sien. Ana aferra la mano de su nieta, porque este personaje tan
irreal la intimida demasiado.
–¿De
dónde vienes? –Pregunta con timidez, la anciana.
Con
la mano enguantada, el individuo señala hacia arriba…
La
niña no entiende nada.
¿Cómo
llegó? ¿Acaso, puede volar?
Rita
retrocede asustada, la abuela la sujeta con fuerza…
El
desconocido percibe el temor de ambas e intenta pararse, pero está muy dolorido
por la caída. Saluda moviendo la cabeza, además sonríe un poco.
–No
se asusten…vengo del espacio, pero yo también soy ruso… Mi nombre es Yuri Gagarin…soy
astronauta…
La
niña mira hacia arriba y pregunta:
–¿Y
dónde…dónde está mi mariposa?
2 comentarios:
Norberto nos dijo: Muy Bueno Charly. Abrazo.
Mirta nos dijo: GRACIAS! felicidades a ambos.
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