Tras un análisis de las noticias que nos llegan desde el otro lado de la Cordillera, se me ocurre hacer algunas conjeturas.
El tan mentado “modelo” chileno, está en terapia
intensiva, con grandes probabilidades de ser removido hasta sus cimientos. Tal
vez me equivoque, pero no sería nada raro que eso ocurriese.
¿Es bueno o malo que así sea?
La respuesta, con toda probabilidad, dependerá de
la postura ideológica de quien la diga. Por eso, despojándonos de prejuicios,
sería bueno analizar algunos datos objetivos de fuentes creíbles:
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Si comparamos cualquier dato que refleje la
situación socioeconómica (ya sea el PBI/h, el IDH[1],
etc.) de Chile con la de Suiza, Noruega o Nueva Zelanda, con toda seguridad
nuestros vecinos saldrán mal parados.
Si, en cambio comparamos a Chile con el resto de
América latina, la situación cambia notablemente a favor de los trasandinos.
Se podrá decir que no es gran cosa salir airoso
frente a vecinos tan poco exitosos; pero no deberíamos olvidar que Chile es
precisamente un país de ese vecindario latinoamericano y que hace algunas
décadas estaba por debajo del promedio. Eso quiere decir que el modelo no fue
tan malo o, por lo menos, no fue peor que los modelos “nac&pop” tan
frecuentes en la región.
Pero hay una comprobación más importante aún para
analizar; esto es comparar cualquiera de los índices antes mencionados que
arroja Chile hoy, con los de hace 40 años. Allí se ve con toda claridad que el
“modelo” fue realmente exitoso, contra lo que declaran los activistas que hoy
incendian estaciones de metro y el país al completo.
También podríamos comparar esos mismos índices de
hoy y de hace algunas décadas en países donde prevalecieron los gobiernos
progres (tan solidarios con los pobres que no los sacan jamás de esa
situación), como Argentina o peor aún con alguno que practica el Socialismo del
siglo XXI. Las conclusiones dependerán de si se quiere ver la realidad o si se
pretende que la realidad se ajuste a sus preconceptos.
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Debemos analizar también la famosa desigualdad que
tanto preocupa a los impacientes activistas chilenos.
Bangladesh ocupa el puesto 39 en desigualdad entre
todos los países y supera con comodidad, en este rubro, a Canadá que ocupa el
puesto 57. Pero estos últimos tienen un PBI/h de 40.000 dólares frente a 4.000
de los asiáticos. Y en IDH, Canadá ocupa el puesto 12 contra el 139 de
Bangladesh. Entonces, ¿es la desigualdad el principal problema para atacar? Yo
les preguntaría a los amantes de las izquierdas: ¿qué prefieren; ser pobres en
Canadá, con mayor desigualdad o en Bangladesh con un índice menor al respecto?
Y si lo llevamos al plano de América Latina, vemos
otra vez que el índice de desigualdad no es una medida razonable del bienestar
de una población. Venezuela, por ejemplo, ocupa el puesto 90 mientras que Chile
está en un modesto 136, bastante por debajo de los petroleros caribeños. Sin
embargo, Chile tiene un PBI/ de 25.000 U$S contra el modesto 10.300 de
Venezuela, con petróleo incluido; y nuestros vecinos tienen un 15% de pobres,
contra… vaya uno a saber cuál es la cifra de los caribeños. Por algo es que son
los venezolanos los que emigran a Chile y no a la inversa.
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Y, aunque nada le vayan a perdonar, parece que el
presidente Piñera ha cedido a todos los reclamos, especialmente a la reforma
constitucional, práctica esta de demoler constituciones ampliamente adoptada
por los países más subdesarrollados del mundo, en claro contraste con los de
vanguardia.
Sostener que la actual Constitución es la impuesta
por Pinochet, tampoco es argumento válido para su remoción porque, ya en
democracia, durante el gobierno de Lagos (socialista él), se introdujeron
muchas reformas que llevan su firma. Y además, se debe tener en cuenta no quien
la dictó sino los resultados al cabo de estas décadas al amparo de (o gracias
a) la actual constitución.
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Otra cosa que está en el foco de los reclamos de
los ya mencionados impacientes activistas chilenos son las jubilaciones
privadas (AFP). Rasgan sus vestiduras porque lo que perciben los “pobres
viejitos” no les alcanza, como si por pasar al sistema de reparto estatal los
ingresos dignos estuviesen garantizados. Es claro que un país con ingresos
medios, como es Chile, no puede pretender pagar jubilaciones espléndidas.
Primero agrandemos la economía y lo otro vendrá por añadidura. Y cuando digo
los “impacientes activistas chilenos” veo que pretenden la solución mágica de
pasar de la miseria generalizada que dejó Allende, a vivir con ingresos del
primer mundo, cosa que, por otra parte, jamás lograron en ningún lugar donde se
hayan aplicado sus recetas. Es como ir del sótano a la terraza sin pasar por la
planta baja. O, para decirlo de otra manera, como ir de Uganda a Suiza, sin
pasar por Egipto e Italia .
Pero, y esto es solo mi opinión, creo que lo que no
pueden soportar las mentes progres es que haya privados que ganen dinero
administrando los fondos. No les importa si pagan mucho o poco, sino que no
ganen dinero.
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La represión por parte de Carabineros de las
violentas revueltas provocadas por los activistas, ha merecido el repudio
generalizado de los sectores progres y amantes de las “libres expresiones de
descontento popular” (siempre que no estén dirigidas contra gobiernos
Nac&pop). Pero nada o poco dicen de los muertos dentro de un supermercado
que en su sana indignación incendiaron; eso fue solo un daño colateral. Quiere
decir, entonces, que las fuerzas encargadas del orden y la seguridad, deben
mantenerse al margen, pero no en Bolivia, donde se negaron a reprimir y por eso
fueron acusados de golpistas. Esto no es, como podría suponerse, un caso de
gataflorismo, sino de una bien diferenciada postura ideológica: las protestas
son legítimas (y espontáneas) en un caso y no en el otro y, por consiguiente,
los intentos de restaurar el orden, son brutales agresiones o defensa absoluta
de los valores democráticos.
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Podemos ser simpatizantes de un equipo de fútbol
sin mayor grado de reflexión, pero, adherir a una ideología que no puede
mostrar éxitos en ningún caso y renegar de las que sí, es una posición
totalmente negativa, irreflexiva y necia.
[1] El
IDH (Índice de Desarrollo Humano) es un índice de Naciones Unidas, que valora
las dimensiones fundamentales del desarrollo humano, a saber, tener una vida
larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar de un nivel de vida digno
(tomado de Wikipedia). La forma de calcularlo se puede consultar en la Web.
1 comentario:
Mirta nos dijo: Gracias maravilloso como siempre
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