Economistas Vs. panelistas
Veo con frecuencia a destacados economistas participar en programas televisivos donde panelistas y periodistas, no menos destacados e imbuidos de generosos ideales altruistas, los interrogan e interpelan.
Entre los economistas los hay de distintas tendencias y, sobre todo, de variada forma de debatir, algunos con mucha –tal vez excesiva– vehemencia, y otros no tanto.
Pero lo que veo casi invariablemente, es que cuando los economistas exponen sus muy técnicas razones para explicar nuestras reiteradas crisis y las soluciones para evitarlas y, ante su requerimiento de bajar el gasto público, la respuesta de los compungidos panelistas suele ser de este tipo:
· Pero la educación y la salud no son gasto sino inversión.
· Pero ¿cómo van a hacer los viejitos jubilados si no se les da un bono extra?
· Hay que quitarle a los que más tienen para darle a quienes lo están pasando mal.
Ante esos cuestionamientos, veo con pesar, que los economistas ensayan respuestas muy técnicas pero poco convincentes. A mí no me tienen que convencer, porque ya estoy convencido, pero entiendo que una buena parte de los televidentes, se pondrán del lado de los panelistas.
Las repuestas que yo, poco versado en cuestiones económicas, hubiese querido oír serían de este tipo:
· Cuando se habla de “gasto” es referido a erogaciones totales (en física, equivale a caudal). Reducirlo no quiere decir que se tenga que hacer de áreas sensibles como la salud, la educación, justicia y otras ineludibles del Estado. Y aún en estas áreas, lo que se requiere es mayor eficiencia en el gasto. Es bueno recordar que, por mucho que se haya aumentado el gasto (o inversión si se prefiere) en educación, los resultados son pésimos. Otro tanto podemos decir de las otras áreas de competencia Estado.
· Respecto a los “pobres viejitos”, habría que preguntarle al condolido panelista de dónde se sacarían esos mayores recursos; ¿estaría dispuesto él a resignar un porcentaje de su salario? ¿Por qué pretende que se haga vía mayores impuestos a otros? También cabe preguntar ¿qué fue lo que llevó a esos pobres ancianos y a tantos excluidos del sistema a estar en forma permanente en situación crítica, si no el enorme gasto público?
· Quitarle a los que más tienen estaba bien para Robin Hood, porque le quitaba a los que, supuestamente, estaban explotando al resto de la población. Hoy, si de quitar se trata, habría que comenzar por los políticos, los empresarios prebendarios y los sindicalistas y no aumentando exageradamente los impuestos a los generadores de la riqueza.
La salud Vs. la economía
Cuando esos economistas de los que hablé pretenden hacernos ver los desaguisados que se hacen en materia económica, tanto ahora en plena crisis sanitaria, como antes y, probablemente después, suelen retrucarle que “la salud es más importante que la economía” o bien “Que antes que preocuparse por que los números ‘cierren’, debe tenerse en cuanta que sea con la gente adentro”. Parece ser que no se anoticiaron que el fin último de la economía es, precisamente, la gente. Y que cuando los números “no cierran”, invariablemente la gente queda afuera.
Por eso, como bien dijo uno de esos versados economistas, “Salud Vs. Economía” es una falsa disyuntiva. Y es precisamente cuando enfrentamos una emergencia como la actual, cuando más hay que prestarle atención a la economía, para evitar, entre otras cosas, el colapso de las prestaciones sanitarias. ¿De dónde saldrían los recursos humanos y materiales para enfrentar esta tragedia si no se atiende a la Economía?
–¿Usted prioriza la economía por sobre la Salud?– machacan esas sensibles mentes.
Parece mentira que en los medios de comunicación casi todos los periodistas, panelistas y opinólogos varios, invariablemente insistan sobre este tema.
No hay posibilidad de prestar buenos servicios de salud –no ya durante la pandemia, sino también en tiempos normales– sin una economía sana.
No hay posibilidad de tener una educación razonable sin una economía sana.
No hay posibilidad de reducir la pobreza sin una economía sana.
No hay posibilidad de reducir la inseguridad sin una economía sana.
No hay posibilidad de mejorar la inclusión social sin una economía sana.
No hay posibilidad de mejorar las jubilaciones sin una economía sana.
¿Se entiende por qué no se puede dejar de hablar de economía, aún en plena pandemia?
¿Y cómo se logra esa economía sana?
Con un giro de 180º en las políticas que se han seguido ya durante décadas.
Tomando como guía lo que hacen otros países que sí prosperaron. Y los ejemplos cubren todo el abanico de raza, religión, historia, y geografía; es decir que ninguna de estas condiciones es obstáculo para lograr un despegue definitivo.
Claro que, con los niveles de corrupción e impunidad que padecemos, fracasará incluso la mejor política económica que pudiera implementarse.
Igualdad Vs. libertad
Se ve con angustiante frecuencia que se clama por una mayor igualdad sin entender que el verdadero problema contra el que hay que luchar es la pobreza. Y esto se ve con claridad patética en Chile, donde en forma totalmente organizada, las izquierdas han acometido contra un régimen que ha sacado de la pobreza en pocas décadas a un enorme número de chilenos. Y que está hoy en los primeros puestos de América Latina en materia de Desarrollo Humano, PBI/h, educación, acceso a la salud e, incluso, en materia de jubilaciones, que ha sido una de las grandes excusas para promover la ola de barbarie.
Lo que generalmente logran estas izquierdas dogmáticas, y tal vez sea lo que buscan, es acabar con los ricos, en vez de acabar con los pobres.
Pero no hay remedio, ellos no pueden mostrar un solo ejemplo de éxito en sus intentos por traer el Paraíso a la Tierra. Y, si analizamos los países más exitosos en su lucha contra la pobreza, veremos que son precisamente los que tiene una economía más libre; es decir, los más alejados de sus trasnochadas teorías.
1 comentario:
Mirta nos dijo: Muy bueno. Porque no enviárselo al discípulo de Stiglits a ver si aprehende algo?
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