sábado, 25 de junio de 2022

La rosa



La Rosa (Ficción por Marta Tomihisa)

María Eulogia era una mujer soñadora y un poco melancólica.

Solía pasar los veranos, junto al mar, en la casa de la playa que poseía su familia.

Siempre lucía peinados estrafalarios, adornados, con flores multicolores y lazos en las trenzas. No era muy agraciada, sus grandes ojos oscuros enmarcados por sus largas pestañas, contrastaban con una voz aflautada e infantil, que daban al tono de sus palabras un gracioso y singular timbre. Leía con entusiasmo novelas inglesas y se permitía la audacia de comentarlas en su círculo de amistades, aún con los hombres…

Aunque en esta primera década del siglo XX, se suponía que, siendo soltera, debía estar consagrada a las tareas de labores, o entregada en cuerpo y alma a la meditación… 

Así lo hacían las señoras de buena posición, que permanecían en sus hogares, enfundadas en su discreta y apropiada vestimenta.

Sin embargo, lo que realmente provocaba que estuviera en boca de las comadres del barrio, era su romance con Patricio…

Patricio era un hombre formal y ceremonioso, siempre vestido con el mismo traje y de modales un tanto acartonados. Se lo calificaba por lo bajo de “cazafortunas”, porque todos suponían que, esta relación con María Eulogia, solo era incentivada por la holgada posición económica que la novia aparentaba. Semejaba a esos poetas lánguidos y pobres, que van por el mundo deseando cobijarse bajo algún ala protectora.

Sin embargo, se movía con absoluta soltura en el círculo de amistades de María Eulogia, a quienes subyugaba con fascinantes relatos de aventuras, vividas en su misterioso pasado y de sospechosa veracidad...

Transcurrido un tiempo considerable, del tan comentado romance, María Eulogia tomó cartas en el asunto y decidió que debían planificar la boda, lo cual implicaba un sinfín de gastos extras, a raíz de lo cual se enteró Patricio de que la fortuna de su bienamada novia, no era tan acaudalada…

A pesar de todo, los preparativos para el ansiado enlace, se desarrollaron con encono, aunque con suma austeridad.

Quince días antes del evento, Patricio anunció que debía viajar hacia su pueblo natal, San Antonio de Areco, a fin de rescatar cierta documentación imprescindible para la consagración del casorio.

Y así lo hizo, pero el tiempo transcurrió y el novio, no regresó jamás… 

En aquel día tan esperado por María Eulogia, le llegó por correo, una pequeña caja junto con una misiva:

“Te envío la rosa que debí llevar en mi solapa: Perdóname. Patricio”

Una flor marchita, yacía en el fondo de la caja…

Inevitables lágrimas, rodaron por las mejillas de la frustrada novia…

Entonces ella se incorporó y se dirigió hacia la ventana que, como de costumbre mantenía abierta, lentamente bajó las persianas y permaneció en penumbras en absoluto silencio, hasta el fin de sus días…


6 comentarios:

Frank dijo...

Como siempre, sutil, completa y armoniosa descripción de una historia con triste final, gracias Marta.. capullito de rosa!!

Charles dijo...

Elsa nos dijo: Siempre es muy grato leer tus cuentos y las críticas de libros de Charlie. Es una de las pocas cosas que me dan mucho placer.

Pato dijo...

Algo triste pero una realidad en la vida cotidiana.(Es más linda la de Sandro.).Saludos familia .

Cristina dijo...

Con pocas líneas, tus cuentos siempre reflejan muy bien el momento y la escena. Gracias Marta!

mscernich dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
mscernich dijo...

Marta siempre logra impregnar de dulzura todos sus cuentos.gracias.

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