Nuestros problemas son tan recurrentes, que las situaciones que uno describe pueden seguir vigentes algunas décadas más tarde. Por eso me permito repetir algunas reflexiones que hice hace ya… un tiempito.
Tiro en los pies
Con esta expresión se quiere significar que, una medida o resolución que se tome aún con sanísimas intenciones (a veces a las apuradas, a veces por simple estupidez o por seguir ciegamente un dogma doctrinario), puede ser absolutamente perjudicial o contraria a lo que se intentaba lograr.
Así es que, los diarios piquetes que asolan Buenos Aires (imagino que otro tanto puede ocurrir en muchas ciudades del país), siempre reclamando mejores sueldos, más dádivas, subsidios, y toda suerte de “conquistas sociales”, solo logran: 1.- dificultar notablemente el acceso al trabajo de quienes, con sus impuestos, serán la fuente de donde saldrán los recursos reclamados, 2.- desalentar la inversión creadora de nuevas fuentes de trabajo (tal vez en su absoluta inconsciencia, no piensen en las fuentes de trabajo sino en más y más subsidios) y 3.- provocar en los perjudicados directos, que son quienes solo desean llegar a destino, sentimientos cuasi asesinos y contrarios a su causa.
Ortega y Gasset, en “La rebelión de las masas” lo dice con una claridad que parece haber sido escrito para la realidad argentina.
Mi tesis, pues, es ésta: la perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización, sino como naturaleza. Así se explica y define el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar y al mismo tiempo son insolidarias de las causas de ese bienestar. Como ven en las ventajas de la civilización un invento y construcción prodigiosos, [lo que no ven es] que sólo con grandes esfuerzos y cautelas se puede sostener, creen que su papel se reduce a exigirlas perentoriamente, cual si fuesen derechos nativos. En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que en vastas y sutiles proporciones usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre.
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¿Generosidad o estupidez supina?
Me gustaría saber si en nuestros países limítrofes permiten que vayan argentinos a radicarse, y a girar remesas a sus países, y si les permiten atenderse gratis en los hospitales, y estudiar gratis en la universidades, y ocupar espacios públicos y... Somos todos hermanos latinoamericanos, pero algunos somos, además, medio b... buenudos.
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Salvación
«A este país lo salva el peronismo o no lo salva nadie». Notable frase que he oído más de una vez, pronunciada, desde luego, por algún adicto al escudo y la marchita.
Faltaría decir cuál es el peronismo que va a salvar al país. ¿El de López Rega, Isabel y la Triple A? ¿Será el de los montoneros y la “juventud maravillosa”, será el de Menem en los 90 o el de la Década Afanada? (digo “afanada” por el afán con que se dedicaron a lo suyo, no me malinterpreten). ¿Será el actual de las festicholas en Olivos con el país encerrado?
Más allá de cuál de sus variantes resulte ser la redentora, habría que preguntarse de qué necesita salvarse la Argentina. Porque si consideramos que de los últimos 39 años, desde la recuperación de la democracia, 26 fueron gobernados por el partido “salvador” y vemos la situación en que viven muchos de nuestros compatriotas, daría la sensación de que encargarle al PJ la salvación sería algo así como contratar a un borracho para que nos cuide el vino.
Y, hablando de “salvación”, vale la pena recordar un párrafo de Marcos Aguinis en “Un país de novela”.
Alternan en nuestro espíritu la solución y la salvación. Es útil reflexionar sobre esto. Porque la solución exige serenidad, autoconfianza y racionalidad; en cambio la salvación prescinde de ellas. La solución es tarea de uno, la salvación es tarea de otro. La solución puede ser fallida y demandar un nuevo esfuerzo; la salvación es infalible. La solución requiere paciencia, la salvación requiere ansiedad. [...] La salvación no necesita de la democracia sino del mesías. [...] Entonces, la salvación se oculta tras el antifaz de aparentes soluciones; pero en vez de impulsarlas, las sabotea; en vez de mejorarlas, las desacredita. Las soluciones fallidas se convierten en el camino de un recrudecimiento salvacionista.
1 comentario:
pasa lo que pasa por el tiro en los pies .por estupidez supina y por la fe en alguienes que nunca deberían ser"dignes" de fe.
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