A casi 40 años de la recuperación de la democracia, debemos admitir que sus resultados han sido pobres, para usar un término no tan apocalíptico.
Hemos retrocedido en poder adquisitivo, en seguridad, en educación y, seguramente, en cuanto parámetro se nos ocurra tomar como medición de la calidad de vida.
¿A nuestra dirigencia le pasó lo mismo que al común de la gente? La respuesta es obvia; a ellos les ha ido notablemente bien.
Entonces cabe preguntarse ¿Han fracasado los políticos? ¿O este era su plan?
Si considerásemos la situación económica de nuestros políticos, ya sean diputados, senadores, gobernadores, intendentes, concejales o lo que fuere, seguramente nos encontraríamos con individuos con una sólida, cuando no brillante posición.
Todo ello me llevó, ya hace un tiempo, a la siguiente reflexión:
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Comparar nuestra situación político-económico-social con un naufragio, no es, probablemente, muy original. Sin embargo, es tentador. Y el naufragio emblemático es, seguramente, el del Titanic. Imaginemos por un momento que, conocida la terrible realidad de tener que abandonar la nave, el capitán y sus oficiales dan las instrucciones iniciales a sus marineros. Estos acuden a informar a los pasajeros, y comienzan las primeras tareas de organización del abordaje a los botes salvavidas. En este momento, los pasajeros y los marineros ven que los más seguros y mejores botes han sido ocupados ya por el capitán y sus primeros oficiales. Más aún, desde la comodidad y seguridad de su situación, siguen dando órdenes y directivas acerca del salvataje. Y, todavía peor: teorizan acerca de las responsabilidades echándose mutuamente la culpa.
Ante esta situación, ¿cómo deberían reaccionar los marineros y pasajeros? ¿Encuentra el lector alguna semejanza con la realidad argentina?
Nuestro país no corre ciertamente el riesgo de naufragar en las frías aguas del Atlántico Norte, ni sus habitantes están a punto de morir congelados en dichas aguas. Nuestro transatlántico naufraga en las hirvientes aguas de la depresión, el hambre, la desocupación, la deserción escolar, la delincuencia sin control y el narcotráfico. Nuestros capitanes y oficiales sin embargo, se encuentran cómodamente a salvo de la situación, dentro de sus quintas, en sus “countries”, a bordo de sus 4x4, o en sus bancas de legisladores, arropados por sus dietas y sus fueros. Nos dan instrucciones y pontifican recetas magistrales, que no se pueden llevar a la práctica por culpa del imperialismo, del clericalismo, de la oligarquía, de los anarquistas, del militarismo, del neoliberalismo o de la paleontología.
Si no tuviéramos obreros paupérrimos con sindicalistas millonarios;
Si no tuviéramos agentes miserables con comisarios riquísimos;
Si no tuviéramos sindicalistas, concejales, diputados, senadores, jueces, intendentes, presidentes y todos sus colaboradores, jardineros, choferes, familiares y amanuenses ubicados en los mejores botes salvavidas, mientras los hombres y mujeres comunes luchan denodadamente tan solo para mantenerse a flote (sin conseguirlo muchas veces);
Si no tuviésemos esa realidad, podríamos creer simplemente que nuestros capitanes nos condujeron con ineptitud.
Pero al ver sus realidades, cuesta creer que esto no haya sido parte del plan.
Al ver esas realidades, cuesta simplemente creer…
2 comentarios:
Mirta nos dijo: Cómo dijo una prima mía cuando decía q quería irse a vivir a Croacia(hace muchos años) "tendrían q desaparecer todos los q están ahora."
MISMA MENTE !!!!!!!
Está muy complicado opinar pero si quieres poner esto "no problema"
El pais no necesita ningún salvatage .Lo que necesita es una profunda limpieza!
Franco nos dijo: Tomando las ultimas palabras de tu ensayo..."Al ver esas realidades, cuesta simplemente creer…", tengo esa rara sensacion de satisfaccion al coincidir con vos e inmediatamente vuelvo a ese estado de orfandad que produce el descreimiento .
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