Todos alguna vez habremos dicho «Estoy muerto de hambre» o cosa parecida. Pero no creo que yo, ni ninguna persona de mi conocimiento, haya sentido alguna vez el hambre verdadera, el hambre atroz de un ayuno, no de unas horas, sino de días, cuando no permanente.
Recuerdo haber oído a uno de los muchachos uruguayos sobrevivientes de la tragedia de Los Andes, decir: «El hambre duele».
Eso es hambre y no simplemente ganas de comer.
Y, a propósito del tema, recuerdo frases que, por la belleza conceptual que encierran, creo que vale la pena transcribirlas. Alguna puede ser un poco extensa, pero merece el intento.
Jorge Renard, en "el trabajo en la prehistoria" a propósito del hambre como motor del desarrollo, nos dice:
La necesidad más imperiosa para un ser vivo, es vivir. El hombre no hace excepción a la regla. Debe, ante todo, comer y beber, y defenderse de ser comido. De allí surgen una serie de invenciones: el hambre, la sed, y el instinto de conservación son los primeros y más poderosos estimulantes del trabajo.
No sin razón es que Rabelais llama a Messer Gaster, es decir al estómago, el primer maestro de las artes del mundo, y ve en él, al inventor de todos los utensilios, oficios y sutilidades. A él, dice, no se le puede hacer creer nada, demostrar nada, persuadir; no tiene oídos. En sus requerimientos no admite ninguna demora; lo que él ordena hay que hacerlo sin retardo o morir. Animales salvajes, habitantes de los bosques, del aire y del agua obedecen a su primera señal. Por él trabaja cada uno; termina diciendo, en su lenguaje truculento el escritor, "todo por la tripa".
Por su parte, Joseph Conrad en «El corazón de las tinieblas»:
No hay miedo capaz de derrotar al hambre, ni paciencia que pueda soportarla. Cuando llega el hambre, se acaba la repugnancia y, en lo que se refiere a la superstición, fe y lo que ustedes llaman principios, pesan menos que una hoja arrastrada por el viento. ¿Saben lo diabólica que puede ser la inanición, la tortura exasperante, los pensamientos negros que causa, su ferocidad sombría y envolvente? Pues bien, yo sí. Hace que el hombre pierda toda la fuerza innata para luchar dignamente contra el hambre. Es más fácil enfrentar a la desgracia, la pérdida del honor, del alma. Será triste, pero es verdad.
Hasta aquí, hemos considerado al hambre desde la óptica fisiológica y de comportamiento. También se puede abordar desde lo político. En su libro «El conocimiento inútil», Jean François Revel nos dice:
Como todo demógrafo calificado puede explicárselo a los espíritus curiosos, cada año mueren, en total, en el conjunto del planeta, unos 50 millones de seres humanos. Todos no pueden morir de hambre, ni suponer el 60 % de niños, ni pertenecer exclusivamente al Tercer Mundo. La población del mundo se elevaba, en la época en que esas declaraciones fueron servidas al buen pueblo, a aproximadamente 4 700 000 000 de personas, con una mortalidad del 11 %, todas las causas, todas las regiones y todas las edades incluidas. En ese total, las muertes causadas directamente por la privación de alimentos oscilan, según los años, entre uno y dos millones. Durante el decenio 1980-1990, casi todas esas víctimas se sitúan en África y, más particularmente, en los países provistos, o afligidos, de un régimen marxista: Etiopía, Madagascar, Angola, Mozambique, a los que hay que añadir Sudán, que no es marxista. Contrariamente a lo que pretenden los ideólogos, las carestías más asesinas de nuestra época se sitúan en los países comunistas, y no pueden proceder, pues, del capitalismo. De hecho, el gran productor de hambre del siglo XX es el socialismo. Las causas mayores de las 4 carestías contemporáneas son políticas. Entre las más célebres de esas causas políticas figuran la colectivización de tierras en la Unión Soviética durante los años treinta (de cinco a seis millones de muertos en una sola república: Ucrania), el «Gran Salto hacia adelante» de Mao Zedong (varias decenas de millones) o los recientes traslados forzosos de población en Etiopía.
3 comentarios:
Franco nos dijo:
Gracias Carlos,muy interesante.En realidad no pude terminar de leerlo,por que tuve que ir a cenar,"me moría de hambre",
Muy bueno realmente,abrazo y gracias
Daniel nos dijo:
Agree totalmente
Mirta nos dijo:
Tener hambre y sed supongo q todos los hemos sufrido pero ,lo q se dice padecerlo, personalmente nunca y supongo q debe ser ,como poco,horrible.Por eso es importante el granito de arena provisto por las ONGs para paliar está ignominia.
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