martes, 14 de junio de 2022

El despertador

Ficción por Marta Tomihisa. Dedicado a Pato Cipriani, amigo fiel.



¡No, no podía ser…!  

Estaba segura de que el despertador no había sonado, pero ya eran las nueve de la mañana, sin ninguna duda…

Corrió a lavarse los dientes mientras con la otra mano se cepillaba el pelo, lucía una cara de dormida que no podía mejorar porque no tenía tiempo ni para maquillarse.

Por suerte el ascensor vino enseguida y estaba vacío, supuso que siendo tan tarde ya todos habían salido para sus respectivos empleos.

Menos ella, a quien acababan de nombrar Encargada de cuentas personales, en el banco en el que trabajaba de lunes a viernes…

Un papelón total, llegar tarde sin avisar a menos de un mes de haber sido calificada como una empleada eficiente.

Bueno, esto no tenía remedio…

En el quinto piso subió el muchacho que no había vuelto a ver desde el verano, llevaba una raqueta de tenis. Se saludaron casi sin mirarse, él tenía el cabello húmedo y una fragancia suave de crema de afeitar. ¿Qué pensaría al verla tan desalineada?…

Ya en el palier, él se dirigió a la puerta que lo llevaba al garaje, pero de imprevisto se dio vuelta y le preguntó: 

–Voy para Palermo, si querés te alcanzo…

¿Acaso sabía, dónde trabajaba ella? ¿O percibió su desesperación, por llegar rápido al laburo?

–Bueno, si no te molesta…

Le sorprendió ver tantos autos en el estacionamiento, parece que, para viajar por la ciudad, a esta hora, la gente optaba por el transporte público.

Mientras caminaban recordó que meses atrás, ya se había fijado en este vecino tan apuesto y solitario, a quien algunas veces veía pasear con el perro.

En una oportunidad el portero, por error, le había dejado una carta que era para él. Dirigida al “Agrimensor A. Peralta” ¿Cuál sería su nombre completo?

Hasta intentó leer a través del sobre: …datos catastrales y mensura del proyecto…

No entendía nada.

Había imaginado un encuentro con él en otra circunstancia, en la que ella maquillada y elegante, se animaba a entablar una conversación interesante. Pero aquí estaba, con la blusa semiabrochada, el pantalón arrugado y los primeros zapatos que había hallado en su placard que, por supuesto, no combinaban para nada con su atuendo.

Ya en el auto se miró al espejo, vio un resto de pasta dentífrica manchando la comisura de sus labios. Con disimulo se pasó la yema de los dedos, tratando de limpiar ese rastro.

Luego sonrió, intentando disimular su incomodidad y contemplando la calle dijo:

–Parece que a esta hora hay poco tráfico, no?

Mirándola de reojo, él respondió:

–Siempre es así a esta hora… y sobre todo un día sábado

Sus mejillas enrojecieron y al final, ambos rieron…

¡Realmente la vida, es solo un equívoco maravilloso! 

 

domingo, 12 de junio de 2022

Los argentinos...

Los argentinos... 

arrastramos una costumbre enfermiza desde el comienzo de nuestra independencia o aún antes. Costumbre que no solo nos lleva a un grado de postración insufrible, sino que también mata. Un siglo poco más o menos de decadencia, parece no habernos enseñado nada. La ineficacia y la corrupción no solo fueron moneda corriente en las democracias (a veces, también, fraudulentas) sino también en los gobiernos de facto. Así como la violencia y el desprecio por los DDHH no fueron patrimonio exclusivo de las dictaduras militares. 

Un empecinado fanatismo nos pone, una y otra vez, en manos de líderes carismáticos que a la postre resultan ser los mariscales de la derrota. De la derrota de la mayoría, ya que no de la de ellos, que, a buen resguardo con sus mal habidas fortunas, predican una y otra vez, señalando con el índice en alto, que la culpa está en cualquier parte menos en su irresponsable arrogancia, su falta de decencia y su ineptitud.

Y por si ello no fuera suficiente, reniegan de nuestros pasados y notables logros, alardeando de un presente del que nada queda ya para festejar.

Cien años lleva ya la destrucción de aquellos notables logros que nos distinguieron. 

Decía Abel Posse en su libro Sobrevivir Argentina:

Somos desparejos e inconsecuentes. Asombramos al mundo y nos asombramos. Creamos una clase media admirable, sostenida por un excepcional sistema educativo. Y periódicamente cedemos a la barbarie, como un chico que después de hacer construido laboriosamente un castillo de arena, toma carrera y lo pisotea.

Y una y otra vez nos revolcamos en nuestra propia inconsistencia, de seguir votando como votamos, como si pudiésemos resolver los problemas aplicando las recetas que, una y otra vez, han fracasado.

No nos olvidemos que la inflación vino para quedarse hace ya más de 70 años, con solo pequeñas treguas. Que la famosa “grieta” no es tampoco nueva y se remonta a nuestros primeros pasos con “morenistas” vs. “saavedristas”; luego fueron unitarios y federales; civilización y barbarie; Radicales vs. “el Régimen”; alpargatas sí, libros no; cabecitas vs. gorilas, etc.

Parece que no hemos aprendido nada…

Decía Pérez Reverte a propósito de España pero totalmente aplicable a nuestra realidad:

…la insolidaridad, la envidia y como indiscutible pecado nacional, la atroz falta de cultura que nos ha puesto siempre –y nos sigue poniendo– en manos de predicadores y charlatanes de todo signo, nos hicieron como somos: entre otras cosas uno de los pocos países del llamado Occidente que se avergüenzan de su gloria y se complacen en su miseria, que insultan sus gestas históricas, que maltratan y olvidan a sus grandes hombres y mujeres, que borran la memoria de los dignos y solo conservan, como arma arrojadiza contra el vecino, la memoria del agravio y ese cainismo suicida que salta a la cara como un escupitajo al pasar cada página de nuestro pasado (muchos ignoran que los españoles ya nos odiábamos antes de Franco).

Podríamos cambiar Franco por Perón y nos viene como anillo al dedo.

Nos espantamos por la terrible decadencia de nuestra educación, que fue nuestro orgullo y admiración de todo el mundo, pero parece que ese espanto es solo de la boca para afuera. Si verdaderamente nos importara, un eficiente cuidado de la escuela pública serviría para ganar elecciones y, por tanto, los políticos se ocuparían de ello.

Nadie se cuestiona seriamente qué es lo que llevó a que la función de las escuelas no sea académica sino nutricional. ¿Por qué los chicos no comen en su casa? Pregunta incómoda si las hay.

Mientras tanto, debemos sostener con los impuestos a esa escuela pública que solo sirve para paliar o esconder la miseria generalizada alimentando a los alumnos, pero no con conocimientos. Y para que algunos sindicalistas, se enriquezcan con el deterioro educativo. 

Cada vez más padres deben pagar aparte la educación privada. No debe sorprendernos que así sea por cuanto esto ocurre también con la seguridad y la salud. Sostenemos con nuestros impuestos esos lamentables servicios que nos prestan y debemos pagar (los que todavía podemos) a privados para que nos den lo que el Estado no. 

La normalización de lo inaceptable, de lo incorrecto, del vandalismo liso y llano, ha calado tan hondo en nuestra sociedad, que será difícil revertir este negro presente. 

domingo, 5 de junio de 2022

Sigamos leyendo...

 El hombre de las cruzadas. De Michael Eisner 

Extraordinaria novela histórica que nos cuenta las aventuras de caballeros cruzados que no dudan en abandonar su cómoda vida se señores feudales para embarcarse en una «Guerra Santa» contra el musulmán «usurpador de los Santos lugares». Las grandezas y bajezas de los personajes hacen que la ficción sea en todo momento muy llevadera, al tiempo que nos ubica en el entorno de la época. Vemos el fanático dogmatismo que les permitía ejecutar a un infiel sin considerar ello como un pecado u ofensa al propio Dios que decían defender. Nada importaba que el Evangelio no dijera cosa parecida, en nombre de la sagrada causa se podía matar incluso a mujeres, niños o simples campesinos con la excusa de que eran futuros soldados del ejército de Satán.

La dama de la noche. De Viviana Rivero 

Muy bien lograda novela con la trama dividida entre Buenos Aires (1935) y Florencia (1903). Dos lugares y fechas tan distantes pero unidos por una trama que se va revelando de a poco. Hay momentos de tensión y suspenso que alimentan la ansiedad por avanzar y nos tientan a saltear páginas para ver cómo sigue la cosa. 

Todo ello inmerso en la historia argentina de los años 30 del siglo pasado, con su habitual cuota de corrupción. Para quienes tuvimos la suerte de leer en ya lejanos años “El debate de las carnes” (una parte de las “Obras Completas” de Lisandro de la Torre), muchos de los episodios y personajes que aparecen en la novela, nos resultan familiares. Allí vemos al propio senador de la Torre; a su sucesor (“mi semilla” como lo calificaba don Lisandro), Enzo Bordavehere, escandalosamente asesinado en el Senado de la Nación; así como a los ministros Pinedo y Duhau. Y vemos la feroz resistencia del sistema a las incisivas investigaciones del senador. 

Pero, volviendo a la trama en sí de la obra, hay dos historias de amor que deben luchar contra los prejuicios de la época por diferencias de edad o de clase social. 

La mentalidad anticapitalista. De Ludwig von Mises 

El autor analiza la increíble persistencia de «la mentalidad anticapitalista» imperante entre las clases intelectuales de las sociedades más prósperas, que lo son precisamente gracias al capitalismo. Y analiza en profundidad algunas de sus causas, entre las que podemos mencionar el resentimiento y la envidia por las ambiciones no logradas. Y esto se da muy especialmente entre las clases más instruidas.

…[las] personas, para consolarse, [de sus frustraciones] buscan siempre un chivo expiatorio. El fracaso –piensan– no les es imputable [...] Es el orden social dominante la causa de sus desgracias; no premia a los mejores; galardona, en cambio, a los malvados carentes de escrúpulos, a los estafadores, a los explotadores, a «los individuos sin entrañas». La honradez propia perdió al interesado; él era demasiado honesto… [...] [Piensa que] bajo el capitalismo, hay que optar entre la pobreza honrada o la turbia riqueza; él prefirió la primera. [...] Tal frustración, según veíamos, surge bajo cualquier orden social basado en la igualdad de todos ante la ley. Sin embargo, esta es solo indirectamente culpable del resentimiento, pues tal igualdad lo único que hace es poner de manifiesto la innata desigualdad de los mortales en lo que se refiere al respectivo vigor físico e intelectual, fuerza de voluntad y capacidad de trabajo. Resalta, eso sí, despiadadamente el abismo existente entre lo que realmente realiza cada uno y la valoración que el propio sujeto concede a su comportamiento.

Por supuesto que también analiza los logros del capitalismo liberal haciendo hincapié en la necesidad del empresario de satisfacer al cliente, y cuantos más clientes logre, mayor será su éxito; quiere decir que trabaja principalmente para las masas.

…las empresas de verdadero volumen, las grandes fábricas y explotaciones, están siempre, directa o indirectamente, al servicio de las masas. La revolución industrial, desde su inicio, ha venido beneficiando continuamente a las multitudes. Aquellos desgraciados que, a lo largo de la historia, formaron siempre el rebaño de esclavos y siervos, de marginados y mendigos, se transformaron, de pronto, en los compradores, cortejados por el hombre de negocios, en los clientes «que siempre tienen razón».

Otra.

El nivel de vida del hombre medio occidental no se consiguió a base de ilusorias disquisiciones en torno a un vago concepto de justicia, se alcanzó, por el contrario, gracias al actuar de «explotadores» e «individualistas sin entrañas». 

Otra:

Las instituciones modernas, tanto de tipo político como jurídico, están concebidas para salvaguardar la libertad individual contra el abuso de poder. El gobierno representativo, el Estado de derecho, la independencia del poder judicial, el habeas corpus, la posibilidad de recurrir jurisdiccionalmente contra la Administración, la libertad de palabra y de prensa, la separación de la Iglesia y el Estado y otras muchas instituciones análogas tienen todas ellas idéntico objetivo: limitar la discrecionalidad de los poderes públicos y proteger al ciudadano ante la arbitrariedad gubernativa. La era del capitalismo acabó con los últimos vestigios de servidumbres y esclavitudes; puso fin a la crueldad punitiva, reduciendo las sanciones penales a aquel mínimo ineludible para refrenar al delincuente; suprimió la tortura y otros violentos modos de tratar a sospechosos e incluso a criminales; abolió los privilegios, proclamando la igualdad de todos ante la ley; convirtió a los hombres en ciudadanos libres, que ya no tenían por qué temblar ante el tirano y sus secuaces. Fruto de este nuevo modo de pensar fue el progreso material que inundó Occidente. La aparición de la gran industria moderna, gracias a la cual, por hallarse enteramente al servicio de la clientela consumidora, todos viven mejor, exigía la desaparición de reales patentes y discrecionales privilegios, permitiéndose a cualquiera desplazar a sus ocupantes de los puestos más codiciados, con lo que se impulsaba el ascenso de los más capaces –de los más capaces desde el punto de vista de los consumidores, evidentemente. Nadie pone en duda que, pese al continuo incremento de la población, todo Occidente goza de un nivel de vida que hace muy pocas generaciones resultaba impensable. A pesar de ello, no han faltado entre nosotros quienes abogaran por la tiranía, o sea, por el gobierno arbitrario de un autócrata o de una reducida minoría que somete a su voluntad al resto de la población. 

Nunca. De Ken Follett 

Otra apasionante novela del autor de «El hombre de San Petersburgo» y «Los pilares de la Tierra», entre otras. Aquí nos cuenta, por un lado, las aventuras de espías de la CIA que están detrás del tráfico de drogas con que se financia una organización terrorista del Norte de África y, por el otro, de los entretelones de las negociaciones entre China USA y Corea del Norte, para evitar la guerra nuclear. Cuenta con particular maestría las vicisitudes de la vida en el Sáhara con el tráfico de drogas y de esclavos, en pleno siglo XXI. Y, con igual acierto, nos cuenta cómo se van desarrollando los acontecimientos que terminarían con la humanidad.

El hombre de San Petersburgo. De Ken Follett 

Como era de esperar, el autor despliega su gran talento para la narración de historias de pasiones personales, inmersos en la política mundial de los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial. Con notables conocimientos de esos momentos cruciales de la Historia, hace interactuar a personajes de ficción con notorias figuras políticas del momento, por ejemplo a Churchill. Imperdible, por momentos nos deja sin aliento.

El italiano. De Arturo Pérez Reverte

No defrauda el autor lo que se espera de sus antecedentes en esta novela histórica. En realidad es más una historia contada, basada en documentos y testimonios de sus protagonistas en la que solo se recrean novelísticamente algunas escenas y diálogos imposibles de rescatar en forma fidedigna. Por momentos, aunque el autor da pistas acerca del final, la lectura nos quita el aliento. Vemos cómo algún protagonista está tomando un rumbo que inexorablemente lo llevará a la catástrofe y no lo sabe. Y nos deja allí pasando a otros personajes que tampoco están exentos de inimaginables riesgos. 

La historia transcurre durante la 2ª Guerra Mundial en Gibraltar. Allí buques británicos son acosados por temerarios buzos italianos que les ponen explosivos debajo de la línea de flotación. Corren para ello riesgos difíciles de creer. Y, sobre todo, desconciertan al enemigo por lo inusual, modesto e indetectable de sus recursos técnicos. Quien disfruta de una historia de suspenso y aventuras, no puede dejar de leer esta maravilla. Maravilla a la que Pérez Reverte nos tiene ya acostumbrados.

La vida heroica de María Curie. De Ève Curie 

Es tan novelesca la vida de María Curie que debería ser muy mala la obra para que no resultase al menos interesante, por no decir apasionante. En este caso, al ser escrito por la hija de la protagonista, podríamos pensar que los juicios emitidos están sesgados por el amor filial. Aunque algo de eso pudiera haber, no alcanza para empañar la aventura que implica seguir los pasos de esta extraordinaria mujer. Un enorme acierto de la autora es intercalar algunos párrafos del nutrido archivo epistolar de la heroína. Tanto enviadas como recibidas de sus parientes, amigos, colegas, admiradores, periodistas, cazadores de autógrafos y otras tantas personalidades de la época. Su desinteresada lucha por la ciencia la llevó a rechazar honores y distinciones que tan a menudo se le ofrecían, llegado a despreciar verdaderas fortunas que estaban al alcance de su mano. De esto pareció arrepentirse al final de su vida, al comprobar que ese dinero le hubiese dado la posibilidad de construir esos laboratorios por los que tanto bregó en su vida. La 1ª Guerra Mundial permitió conocer otra faceta de su admirable personalidad al ponerse al frente de los novísimos Rayos X que permitían, en el frente de batalla, tomar decisiones cruciales a los cirujanos.

Cito un par de frases que me dejaron impresionado.

...Gran número de mis amigos afirman, no sin razones aceptables, que si Pierre Curie y yo hubiéramos garantizado nuestros derechos, habríamos adquirido los medios financieros necesarios para la creación de un Instituto de Radium satisfactorio, evitando todos los obstáculos que han sido un handicap para los dos y que siguen siéndolo para mí. No obstante, mantengo mi convicción de que nosotros teníamos razón. La humanidad, evidentemente, tiene necesidad de hombres prácticos que sacan el máximo de su trabajo y, sin olvidar el bien general, salvaguardan sus propios intereses. Pero la humanidad también tiene necesidad de soñadores, para quienes los prolongados desintereses de una empresa son tan cautivadores que les es imposible consagrar cuidados a sus propios beneficios materiales. 

Sin duda alguna, esos soñadores no merecen la riqueza, puesto que no la desean. De todas maneras, una sociedad bien organizada debería asegurar a estos trabajadores los medios eficaces de cumplir su labor, en una vida libre de toda preocupación material y libremente consagrada a la investigación.

Otra, refiriéndose a la ocupación soviética de su Polonia natal:

Yo he vivido bajo un régimen de opresión. Usted no. Y no puede comprender usted la dicha de vivir en un país de libertad.



martes, 17 de mayo de 2022

Frases

Algunas frases de libros que he leído y otras que no recuerdo dónde las leí:

Sarmiento: 

  • Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo está en los humildes bancos de la escuela.
  • Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Son las escuelas la base de la civilización.
  • Los discípulos son la mejor biografía del maestro.
  • La ignorancia es atrevida.
  • El abismo que media entre el palacio y el rancho los llenan las revoluciones con escombros y con sangre. Pero os indicaré otro sistema de nivelarlo: la escuela.

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Ernesto Sabato, en Diálogos Borges Sabato recopilado por Orlando Barone

  • El hombre es un dios cuando sueña y apenas un mendigo cuando piensa. Y es cierto, el sueño de cualquier hombre es la obra de un gran poeta, lo que piensa al despertarse es a menudo una idiotez.
  • ¿Quién sabe si lo que hemos hecho hasta ahora es, simplemente, sobrevalorar la cordura, que a menudo es simple mediocridad?.

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Borges (citado por J. I. García Hamilton en El autoritarismo y la improductividad

En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros, que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. A esa curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos: los blues de Handy, el éxito logrado en París por el doctor oriental don Pedro Figari, el tamaño mitológico de Abraham Lincoln, los quinientos mil muertos en la Guerra de Secesión, la estatua del imaginario Falucho, el moreno al que asesinó Martin Fierro, y la deplorable rumba El Manisero.

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Jean-François Revel:

  • …la realidad es fuente de información y juez del correcto funcionamiento de la acción.
  • La certeza de ser de izquierdas descansa en un criterio muy simple, al alcance de cualquier retrasado mental: ser, en todas las circunstancias, de oficio, pase lo que pase y se trate de lo que se trate, antiamericano. 

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Vladimir Lenin

La manera de aplastar a la burguesía es moliéndola entre las piedras de los impuestos y la inflación. 

Esto me hace acordar a…

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Abel Posse, en su libro El largo atardecer del caminante, pone en boca de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, este párrafo acerca del nepotismo:

Nombré toda una oficialidad de parientes. El nepotismo me ayudaría. Necesitaba más que la lealtad de buenos soldados, la sumisión de mediocres nombrados de favor. 

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Santiago Kovadloff en una entrevista dijo (no es textual): 

El verdadero maestro es aquel que sabe transmitir la emoción de aprender.

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Carlos Alberto Montaner en Libertad: la clave de la prosperidad 

Respecto de la libertad de expresión:

[...] ¿es permisible dejar que los enemigos de la democracia intenten destruir sus fundamentos, diseminando ideas perniciosas? Sí, porque prohibir el ataque verbal contra la democracia, o contra las religiones establecidas, o contra ciertos grupos étnicos, es más peligroso que el mal que se quiere evitar. [...] la prohibición, en cambio, puede abrir las puertas a cualquier género de persecuciones, y ya sabemos cuán fecunda puede ser la imaginación de los perseguidores. [...] ante el furor inquisitorial lo más seguro, lo menos riesgoso es impedir las prohibiciones de índole moral y aprender a vivir en sociedades tolerantes. 

Y agrega que la primera enmienda de los EEU dice claramente que no se podrá dictar ley alguna que restrinja la libertad de expresión. 

…quienes tiene el poder político no pueden ponerle fronteras al pensamiento humano. [...] es a los jueces, a posteriori y no a los legisladores, a priori, a quienes le tocará luego la difícil encomienda de decidir si determinada idea, o determinada información, ha provocado un daño concreto o es solo una forma estrafalaria de verter una información.

Acerca de la democracia como valor:

La democracia tiene que funcionar bien para que perdure. Tiene que conseguir niveles crecientes de prosperidad [...] porque, de lo contrario, la tendencia de muchísimos ciudadanos será prescindir de este método y recurrir a la violencia, a la coacción y a la imposición. 

Cuando no consiguen los resultados:

Los ciudadanos pedirán, mayoritariamente, la abolición del sistema, aunque con esta actitud empeoren los problemas en lugar de solucionarlos.

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Mario Vargas Llosa.

¿Qué es el populismo? Ante todo, la política irresponsable y demagógica de unos gobernantes que no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad por un presente efímero. En el tercer mundo, viene disfrazado de progresismo. 

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Muriel Barbery en La elegancia del erizo pone en boca de dos de sus personajes femeninos las siguientes reflexiones:

  • El hombre no ha progresado mucho desde sus inicios; sigue pensando que no está aquí por casualidad y que unos dioses, en su mayoría benévolos, velan por su destino.
  • Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan; los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política.

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Chesterton

Para corromper a una persona, basta con enseñarle a llamar "derechos" a sus anhelos y "abusos" a los de los demás.


 


lunes, 2 de mayo de 2022

Siempre es bueno leer...

Desde luego que siempre es bueno leer. En algunos casos, volver a leer aquellas obras que nos gustaron tanto en algún momento. Algunas nos vuelven a gustar y disfrutamos de ellas, como el caso de:

El ladrón de tumbas.  De Antonio Cabanas 

Apasionante novela histórica ambientada en el Egipto de Ramsés III. La trama de la novela es interesante por sí misma, con héroes no del todo impolutos y villanos muy malvados. Pero lo que le da un sabor especial es que nos introduce en la vida de la gente común de esas épocas, con sus desventuras familiares y su denodada lucha por la supervivencia. Vemos el poder del Faraón que no era tan absoluto como suele creerse, sino que estaba permanentemente asediado y limitado por el poder creciente del clero. Vemos que los ladrones y saqueadores de tumbas no eran unos rateros de poca monta, sino que era prácticamente una profesión que se trasmitía de padres a hijos. Había que tener los conocimientos suficientes para rastrear las tumbas tan celosamente escondidas y la pericia para descender por oscuros e intrincados pasadizos que, tal vez, estuvieron cerrados por siglos y donde el aire era casi irrespirable. Y ello sin contar los riesgos de ser sorprendidos por las patrullas que vigilaban las necrópolis, o de las cobras que solían anidar en alguno de esos pasadizos. Luego venía la no menos riesgosa tarea de comerciar semejantes riquezas sin llamar la atención de ojos siempre vigilantes que estaban dispuestos a denunciar para cobrar recompensas. La crítica que se me ocurre formular es que no queda del todo claro el caso de algunos personajes que no se sabe si son históricos o de ficción. Ello no empaña la belleza del relato y la admiración y erudición del autor por la cultura egipcia de la que nos regala detalladamente las festividades, costumbres y creencias imperantes en esa fabulosa civilización. 

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Otros libros, que leí hace tiempo, hoy vuelven a mi memoria:

El libro negro de la nueva izquierda.  De Nicolás Márquez y Agustín Laje 

Si bien el texto contiene algunas aseveraciones que no comparto del todo, no por eso deja de ser interesante el abordaje que efectúan a la “Nueva izquierda” y sus métodos de acción. Sobre todo, porque todos sus capítulos están profusamente documentados con citas bibliográficas y de la web.

Ya desde el comienzo nos señalan que, ingenuamente, al caer el Muro de Berlín y desmoronarse la URSS, muchos creyeron que era el “fin de las ideologías” y que el marxismo estaba definitivamente derrotado. Pues bien, según la teoría de los autores, hoy, los marxistas no se centran en la lucha de clases ni en el ascenso del proletariado, sino en demoler el odiado sistema capitalista promoviendo toda suerte de luchas supuestamente reivindicatorias y agitando toda clase de pasiones, aún las más abyectas. Hoy no se trata de conquistar el poder económico ni los medios de producción sino de cooptar las aulas, el pensamiento y la cultura. 

Por eso es que, hoy, tanto el feminismo, el homosexualismo, el indigenismo y el “derechohumanismo”, alborotan y agitan por igual y en todas sus marchas y manifestaciones se pueden ver consignas marxistas y del “progresismo biempensante” y, sobre todo, anticapitalistas. No importa que tradicionalmente los regímenes soviético, chino y cubano y aún el peronismo, hayan perseguido cruelmente la homosexualidad, para citar un ejemplo. 

Tampoco importa que sea en los regímenes liberales donde más se ha permitido el desarrollo del feminismo, la homosexualidad y el respeto por los DDHH. Han llegado a tergiversar la historia, pretendiendo que la intolerancia hacia los homosexuales, o la postergación de la mujer, son el producto del capitalismo liberal, como si en la antigüedad, antes de la propia existencia del capitalismo, estas discriminaciones no hubiesen existido. Entiendo que un liberal, respetará siempre a los homosexuales y a las mujeres, no así las izquierdas, que lo harán solo si les conviene.

Hoy se trata, según los autores, de amalgamar todos estos reclamos como reivindicaciones de la izquierda contra el régimen, que no dudan en calificar de opresor de nuestra sociedad occidental. 

Algunas citas:

Referente al capitalismo y al mercado:


…el capitalismo introduce en la sociedad lo que podríamos llamar la "lógica de mercado" basada en la posibilidad de beneficiarse sirviendo a los demás. [...] la forma de obtener algo que deseo ya no es dando con un garrotazo en la cabeza del otro, sino ofreciendo algo a cambio que la otra parte desee en mayor medida respecto de lo que se desprende. [...] quedando sujeto nuestro éxito en el intercambio a nuestra capacidad de beneficiar a los demás. De ahí que los grandes nombres de la historia, con el capitalismo, hayan pasado de ser guerreros, caciques y tiranos, a inventores, científicos y empresarios. 

Respecto de las reivindicaciones de las mujeres:

Con el asentamiento progresivo de esta lógica que hemos descrito, la mujer fue encontrando mayores espacios en la vida social. [...] No va de la mano de la lógica del mercado pagar más por un bien simplemente porque quien lo ofrece sea hombre, en detrimento del mismo bien ofrecido más barato por una mujer. [...] En efecto, se crearon incentivos sin precedentes para que las personas pudieran elevarse  económica y socialmente ya no oprimiendo a los demás, sino sirviéndolos. Y así, los inmensos avances tecnológicos que desde la consolidación del capitalismo hasta nuestros días la humanidad ha vivido, son fundamentalmente productos de esta lógica. Aunque suene políticamente incorrecto, nuestro bienestar material parece depender fundamentalmente del egoísmo de los demás, como ya en el Siglo XVIII lo decía nada menos que Adam Smith. 

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También este exquisito relato:

Una excursión a los indios ranqueles: de Lucio V. Mansilla. 

Libro sorprendente, que nos lleva a recorrer las pampas, aquellas pampas casi despobladas, sin alambradas ni caminos, apenas con algunas rastrilladas. 

El coronel Lucio Victorio Mansilla (hijo del general Lucio Norberto, famoso por la batalla de La Vuelta de Obligado), nos sorprende en cada página con su enorme erudición y su capacidad de reflexionar sobre temas trascendentes del alma humana, a partir de experiencias pequeñas de la vida cotidiana. Y en este caso se trata de la vida cotidiana de los indios ranqueles –tan distante culturalmente a lo que un “cristiano” de entonces podría conocer– así como la de muchos cristianos cautivos, fugados o renegados que se arriman a los toldos en busca de lo que en su entorno “civilizado” no encontraron.

Encomendado por sus superiores a concluir un tratado de paz con los ranqueles, realiza una pormenorizada crónica de su viaje que, en forma de cartas dirigidas a un amigo, se publicaron en un diario de la época, para ser luego reunidas en un solo volumen.

Es de lectura muy amena, y nos ilustra con imágenes literarias de gran efecto acerca de la vida diaria en el toldo de los indígenas. Así vemos cómo pasaban sus días, cómo y qué comían, cómo resolvían sus cuestiones sociales, cómo dirimían sus conflictos, cómo se establecía la autoridad de los caciques y cómo se administraba la justicia. 

También sus relaciones con otras tribus, con sus mujeres y hasta con sus caballos y sus perros. Podemos ver sus grandezas y mezquindades como en cualquier otro grupo humano.

A pesar de referirse a ellos como salvajes, conforme a la usanza de la época, no deja de reflexionar permanentemente acerca de la delgada línea que separa a la barbarie de la civilización, así como de cuán bárbaros solían ser los civilizados y cuán civilizados podían ser los salvajes.

Nos cuenta acerca del complicado protocolo ceremonial que usaban en sus juntas o asambleas, en la increíble hospitalidad para con las visitas que recibían aún cuando fuesen de tribus distantes o de cristianos. 

No escapa a su apreciación el trato cruel que, en general, se daba a los cautivos y en particular a las cautivas. 

Sería larguísimo enumerar las experiencias contadas en esas cartas, que resumen una expedición de pocos días; pero baste decir que uno siente la presencia de esa pampa infinita, experimenta la sensación de cabalgar durante una jornada para luego dormir al raso, con tiempo apacible o tormentoso. Aprecia la calidez de un fogón y el valor incalculable de una buena mateada a la luz de los rescoldos.

A través del bautismo de algunos de sus hijos, apadrinados por algún cristiano, se establecía un compadrazgo –institución esta que ya existía entre los indios sin bautismo cristiano de por medio– que obligaba a perpetua fidelidad recíproca y que se honraba aún con la vida.

Es también muy interesante el pasaje en que el autor nos explica acerca de las virtudes oratorias de los indígenas. Había toda una estética del buen “discursear”.

Algunas frases  del autor:

Más o menos, el mundo anda así en todas partes, y los individuos, lo mismo que las naciones, encuentran todos los días en el arsenal de las perfidias humanas, pretextos y razones para faltar a la fe pública empeñada; y las muchedumbres en uno y otro hemisferio, se dejan llevar constantemente de las narices por los ambiciosos que las engañan y alucinan para explotarlas y dominarlas.

Promesas no ayudan a pagar, pero sirven siempre para salir del paso.

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Notable ensayo literario de la mano del genial escritor peruano:

La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary: de Mario Vargas Llosa. 

Interesante ensayo sobre la novela del título en particular y sobre la novela y la creación literaria en general. El autor nos desmenuza de tal modo la obra, que me indujo a leerla por segunda vez. Confieso que, en la primera lectura, no me pareció demasiado interesante, pero, al enterarme un poco de sus pormenores y, sobre todo, del contexto histórico en que se escribió, se hace necesaria una revisión del concepto que nos merece la obra. Por ello, y luego de una segunda lectura uno encuentra detalles muy reveladores acerca de las mudas del narrador y de los distintos tiempos de la acción.

Tengamos en cuenta que, en su época, hubiese sido inadmisible describir la escena en que la protagonista, adúltera ella, se entrega a uno de sus amantes. El autor, haciendo gala de un exquisito manejo de los recursos, solo dice que la pareja tomó un coche de alquiler y ordenó al cochero que anduviese sin rumbo determinado hasta que se le indique detenerse. A partir de allí, solo se describen los lugares por donde circuló el carruaje, los pensamientos y dudas del conductor, así como el cansancio de los caballos. Solo al final, hace mención a la «desenguantada mano» de la protagonista que, asomándose por la ventanilla arrojó unos papeles (se trataba de una carta mediante la que pretendía poner punto final a la relación adúltera). Ninguna mención hace a lo sucedido dentro del coche, pero poca falta hizo.

El personaje del Sr. Homais, el farmacéutico del pueblo, me recordó a Teodoro Madureira, el segundo marido de Doña Flor. Tienen muchas semejanzas, tal vez solo por una “convergencia evolutiva” o porque Amado haya leído Madame Bovary y se inspiró en este personaje tan logrado.

Hay un pasaje en particular donde la acción es doble: el de los comicios agrícolas. Mientras otro de sus amantes la seduce en el primer piso de un edificio vacío, por la ventana se pueden oír las exclamaciones y discursos del acto que se está realizando en el pueblo. De esta manera, la acción es doble; lo que le ocurre a la protagonista, y el desenvolvimiento del acto. Por más que estén en simultáneo ambas cuestiones, el lector no se pierde ni se embarulla con ello. Esto me remitió inmediatamente al capítulo de Rayuela de Julio Cortázar en que muere Rocamadur. (Mientras los intelectuales bohemios discuten cultas sandeces en voz baja y a oscuras –para cuidar el sueño del niño– y un anciano vecino importuna quejándose por las molestias que esa trasnochada reunión le ocasiona, Rocamadur ha muerto en su cuna. El personaje central lo ha descubierto pero decide –con un cinismo increíble– no comunicárselo a su madre; después de todo, ella tiene que despertarlo a las tres de la mañana para darle su medicina e irremediablemente se enterará. La conversación sigue, e incluso otro de los contertulios conoce la terrible noticia y entre ambos discuten la conveniencia de alertar o preparar a la madre al respecto). 

Volviendo al ensayo de Vargas Llosa, solo por haberme hecho releer y disfrutar de esa novela y esos pasajes de Rayuela y de Doña Flor, ya mereció la pena su lectura.

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Siguiendo con Mario Vargas Llosa: 

Cinco esquinas. De Mario Vargas Llosa.

Sin estar a la altura de sus mejores obras, esta novela es de lectura interesante, con una trama que tiene algo de thriller policial y que resulta por momentos de gran suspenso. El autor, despliega sus reconocidas cualidades para caracterizarnos una gama de personajes con una vida propia que se explica en sus acciones, como el caso de esa cuasi protagonista que es “la Retaquita”, que va conformando sus cualidades de heroína del bajo mundo conforme la novela avanza. También están los personajes del gran mundo, con sus miserias y bajezas y lo peor de la política de la dictadura de Fujimori. 

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Volviendo a Egipto:

Akhenaton. De Maguib Mahfuz. 

Interesante es la historia de este particular Faraón, tal vez adelantado algunos milenios a las religiones monoteístas. El libro desarrolla la historia de un buscador de la verdad que, luego de la caída del llamado Hereje, se dedica a entrevistar a distintos personajes que, a través de sus funciones cerca del Faraón, pudieran ayudarle a desentrañar la verdad detrás de las versiones. Desde ya que las distintas confesiones que recibe, no pueden ser más contradictorias. 

Este pasaje de la historia de Egipto, merece una lectura más profunda de lo que fue ese Faraón armado solo con el amor y su doctrina del Dios único. «Cuando sus generales, en la frontera le pedían ejércitos, él les mandaba poesías».

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No nos alcanzará la vida para leer todo lo bello que se ha escrito. Y esto no deja de ser una suerte; imaginemos que fuese al revés…  


martes, 12 de abril de 2022

El prejuicio y el fanatismo

Veo, con desazón, lo frecuente que es no ver lo que no se quiere ver, no oír lo que no agrada, no entender lo que no se percibe acorde a lo que se piensa y, en síntesis, negar la realidad cuando esta se empeña en contradecir nuestro sistema de ideas. No me excluyo de esta tendencia. Apenas si, en mi defensa, puedo decir que intento por todos los medios, no caer en estas verdaderas tentaciones que nos acometen; no sé si lo logro del todo. 
Porque el fanatismo y el prejuicio suelen ir de la mano. Así, si se abraza una doctrina con fanatismo, es frecuente que, por puro prejuicio, se proceda a denostar cualquier opinión de una persona que no comulga con esa idea.

El colmo llega a negar una obra de arte porque su autor sostiene ciertas ideas políticas. De eso se trata cuando se proscribe a Wagner en Israel, como si sus peregrinas ideas políticas pudiesen opacar el brillo genial de su creación musical.

Algo similar ocurre con Vargas Llosa y su obra literaria. Muchos simpatizantes de las izquierdas afirman, en unos casos, que no lo leen “por sus opiniones”; en otros casos sí lo leen, pero no se olvidan de decir algo así como “sí, me gustó, pero lástima que piense tan feo”. Y todo eso cuando no lo acusan lisa y llanamente de ser “facho” o “de derechas”.

Estoy convencido de que muchísimos de sus acérrimos críticos no han leído nada en absoluto de su abundante producción de ensayos literarios, ni de sus textos de opinión política; si así fuese, podrían decir de él que es un liberal, lo que es rotundamente cierto y que tiene una lucidez y erudición poco comunes en temas de muy diversa índole.

La fácil calificación de fascista que se le endilga, proviene de la firme convicción, entre las gentes de izquierda, de que todo aquel que no comulgue con sus ideas, lo es, ignorando palmariamente que el fascismo y el liberalismo se repelen mutuamente como el agua y el aceite. Y que el liberalismo está mucho más alejado del fascismo que las ideas socializantes.

Alguna vez oí a alguien decir de él que «Escribe como si fuera de izquierda, pero opina como de derechas». Esta aseveración tan particular, me llevó a meditar mucho acerca de su contenido. Quien haya leído la obra del autor peruano, habrá viso una permanente preocupación por las cuestiones sociales en su país (en América Latina en general y, más generalmente aún, en el mundo), por las llamativas pobreza y desigualdad social, en países tan dotados por la naturaleza de sus geografías y por la originalidad y creatividad de sus gentes. En El hablador, en La ciudad y los perros, en Conversación en La Catedral, en La fiesta del Chivo y en tantos otros, se muestran con crudeza las permanentes postraciones y destratos que sufren nuestros compatriotas permanentemente. Seguramente, esa fina sensibilidad y la crítica a nuestros sistemas de gobierno y a nuestras sociedades en general es lo que les llama la atención, por inesperado, en quien tienen catalogado previamente como “facho”; y eso es lo que origina mi comentario: Mario Vargas Llosa no escribe como de izquierda, simplemente muestra tener sensibilidad social. Y allí llegué a la conclusión tan buscada: para la gente de izquierda, ellos se atribuyen ser los heraldos de esa sensibilidad social, que es de su pertenencia exclusiva. Nadie, que no piense como ellos, puede ser sensible al dolor ajeno.

A partir de esta premisa, todo aquel que no comparte su ideario, es insensible y, por tanto, despiadado; en política, buscará solo el interés personal o sectorial (de sectores minoritarios y opulentos, desde luego) y esto los autoriza a buscar su aniquilación sin ambages. 

domingo, 27 de marzo de 2022

La meritocracia

En nuestro país, donde la actividad privada suele mirarse con desconfianza, sobre todo si es exitosa (salvo algunas abogadas famosas), el más grande y frecuente empleador es el Estado.

No es ninguna novedad que no suelen ser los méritos académicos o profesionales los que decidan la contratación –siendo, en cambio, fundamental para lograr la colocación, la pertenencia a la facción del cacique de turno– aún para cargos en los que la política debería estar ausente. Eso lo saben todos quienes hayan tenido algo que ver con la administración pública. 

Lo interesante sería hacer una verdadera revolución en este sentido, y comenzar por los municipios. Debería implementarse un concurso anual de antecedentes y capacidades para todas las áreas del servicio público comunal, tanto en la administración, en maestranza, y en las colocaciones técnico-profesionales. El concurso no debería comprometer al municipio a la contratación de los participantes, pero sí establecer una “grilla” con los resultados obtenidos a fin de recurrir a ella en caso de producirse una vacante. Incluso podrían organizarse cursos de capacitación para distintas áreas, previos al concurso mencionado. Luego de rendidas las pruebas de suficiencia, se otorgaría al interesado un certificado donde conste la capacitación realizada y la calificación obtenida.

En caso de organizarse con la suficiente seriedad, estos cursos y concursos podrían adquirir tal prestigio, que el certificado que se otorgue, serviría, además, para agregar al currículum del participante y una buena carta de presentación para conseguir un trabajo en la actividad privada. 

Si los intendentes se ajustaran a estas medidas para la contratación de personal, estarían contribuyendo a la meritocracia, tan ausente en estos tiempos en nuestro medio.

Pero, además, se podría hacer otro tanto con los empleados ya existentes en la administración. Una vez por año, o cada dos, se debería entrevistar a los empleados para evaluar sus conocimientos, actitudes y aptitudes, así como eventuales ideas para la mejora de los servicios prestados en su área. Seguramente se encontrará gente que está subvaluada y podría ser más provechosa en otra área o con más responsabilidades en la que se desempeña. Y también se encontrará a quienes están en posiciones que están por encima de sus capacidades y desempeño.

Claro que para eso faltaría la vocación política, cosa que no abunda en nuestras tierras...


Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...