lunes, 21 de agosto de 2023

Reflexiones postelectorales

El populismo está herido, pero no está muerto. Herida grave como nunca antes había sufrido, pero no lo demos aún por muerto. Como el Ave Fénix, suele renacer de las cenizas. O como la Hidra que suele regenerar alguna de sus feas cabezas; la sindical, la camporista, la piquetera o alguna otra de las que sabe servirse. Y cuando se tiene que retirar para prestar temporalmente el mando de la nave, conserva intactas sus organizadas estructuras. Estructuras estas muy bien diseñadas para obstaculizar y, de ser posible impedir, cualquier medida que vaya en contra de sus intereses y prebendas.

Y aún, si la herida fuese de muerte, todavía puede hacer mucho daño. Ya, en el primer día, nos regalaron otra devaluación sangrienta (de las que juraron que jamás harían), muy rapidito, para que no quede cerca de la elección de octubre y pocos días más tarde, anuncian que «congelarán el precio de los combustibles hasta después de la elección». Más desvergüenza no se consigue en plaza.

Probable fracaso le espera a cualquiera que gane la próxima elección. Lo digo no solo porque esas estructuras que mencioné harán lo suyo, sino porque el grueso de la población espera soluciones con resultados ¡ya!, cosa que ningún equipo de gobierno, por bueno que sea y con el mejor plan, podrá lograr. No se sale sin esfuerzo. Allí está el ejemplo de nuestros padres o abuelos inmigrantes, que lo que lograron fue con trabajo, esfuerzo y paciencia para esperar al menos una década. Pero lo lograban. Como dice un conocido economista gallego (Miguel Anxo Bastos) «La fórmula es ahorro y trabajo duro».


Ese fracaso sería doble; por el fracaso en sí y por el desprestigio de la idea. Si, como todo parece indicar, ganara alguna de las alternativas opositoras, está claro que ambas tienen un componente liberal en mayor o menor medida. Y, en ese caso, la conclusión a que llegaría una mayoría suficiente –con la ayudita de políticos y periodistas militantes– es que el liberalismo es malo y solo pretende el sojuzgamiento de las clases menesterosas (clases estas que, por otra parte, ya están sojuzgadas, empobrecidas y postergadas en forma humillante).


¿Pésima elección? Muchos festejan y otros se conduelen por el pobre resultado del oficialismo en la elección. Nunca antes había cosechado tan pocos votos, es cierto, pero ¿fue de veras tan malo el desempeño? Teniendo en cuenta que el candidato/ministro nos regala una inflación de tres dígitos, mientras la inseguridad y la violencia delictiva van en aumento, a la par que la educación desmejora en la misma proporción, es asombroso que ¡un ¡25 % del electorado los elija! Creo que ese resultado fue, para el oficialismo, sorprendentemente bueno.


La razón y la pasión: cuando voto, intento reflexionar y razonar hasta el punto de no poder conciliar el sueño algunas veces. Debo reconocer que, también hay una cuota de pasión en mis decisiones. Lo que no es razonable, a mi criterio, es dejar que solo la pasión sea la que incline mi decisión. Eso se parece bastante a un fanático dogmatismo del tipo de que todo lo que hace el político de mi preferencia está bien y nada se puede criticar, mientras que lo que haga el opositor a mis ideas será irremediablemente malo y guiado por perversas intenciones.


Todos sabíamos que Milei haría una buena elección, teniendo en cuenta el poco «carreteo» que tiene en la política y la, hasta hace muy poco, inexistente estructura partidaria. Pero nadie, ni el propio “Peluca” se imaginaba este batacazo tan rotundo. Y, por supuesto, tampoco se lo esperaban en JXC ni UP. Sobre todo, estos últimos, que quedan a un paso de no llegar a la 2ª vuelta. Ahora hay que ser muy cautelosos en la forma de encarar la campaña y en contrarrestar el previsible “plan platita” o el “plan bicicleta”.


En el caso de que ganase efectivamente el liberalismo, habría que preguntarse cuántos de sus electores conocen esas ideas que dice encarnar Milei. Y, peor aún, ¿a cuántos les importaron esas ideas al votar? Estimo que gran parte de quienes optaron por esta vía, solo lo hicieron porque les gustó la imagen del personaje y/o por el hartazgo que sienten por la clase política. Y no sé qué esperan de él… Y todo esto tiene capital importancia para lograr esa cuota de paciencia requerida para ver resultados.


Ahora se intenta atacar al probable ganador con cualquier tipo de argumentos, aún los más inmorales y mentirosos. Se oyen frases como «Si gana la derecha perdés tus derechos» como si todavía quedaran muchos derechos para perder. También se dice que arancelará la enseñanza y la salud, cosa que, al menos yo, nunca he oído. O mofarse de la libre empresa por la «Teoría del derrame», que solo está en sus afiebradas cabezas ya que los liberales jamás sostuvieron tal cosa. Yo sí creo en la «Teoría del arrastre ascendente» (Exigiré un copyright por esta definición) de quien emprende y progresa. Mejor que yo lo expresa Agustín Etchebarne en su libro La clave es la libertad: «Bill Gates gana mucho dinero porque sus productos benefician a miles de millones de personas en todo el mundo, pero eso enriquece al conjunto de la humanidad, no empobrece a nadie, recordemos nuevamente que la economía no es un juego de suma cero». 


Pero, a la hora de atacar, no solo los políticos interesados lo hacen. Veo una notable tendencia a arremeter contra el ganador de la elección por parte de periodistas de distinta tendencia. Yo sé que la función del periodista es incomodar y mostrar, cuando las hay, las contradicciones de los políticos. Pero estar constantemente atacando y ridiculizando todo lo imaginable al candidato liberal, sin ocuparse de otros, me da para pensar. No digo que estén "ensobrados", pero sí que han tomado partido.


miércoles, 9 de agosto de 2023

Párrafos

No voy a comentar libros esta vez, sino que me limitaré a transcribir algunos párrafos de algunos de ellos.

Sables y utopías es un libro publicado en 2009 en el que, Carlos Granés hizo una recopilación de artículos, ensayos y cartas escritos por Mario Vargas Llosa a lo largo de su carrera. En el prólogo, el mismo Granés dice:

Revel, filósofo de formación pero periodista por vocación, fue junto con Raymond Aron una de las pocas voces que en Francia se enfrentó al marxismo y a la estela prosoviética sembrada por Sartre. Más que las teorías, a Revel le importaban los hechos, y por eso no dudó en criticar a los intelectuales que, con tal de defender la ideología, justificaban los desmanes del totalitarismo estalinista. Aquella ceguera ideológica impedía ver que no eran los países socialistas los que habían encabezado las grandes revoluciones sociales, sino las democracias capitalistas, donde la mujer, los jóvenes y las minorías sexuales y culturales se rebelaban para cuestionar la ortodoxia de las instituciones, exigir derechos e imprimir cambios en la vida de las sociedades. Las reformas democráticas demostraban ser el camino más corto y eficaz para mejorar las condiciones de vida, no las revoluciones totales que pretendían reinstaurar piedra por piedra la sociedad. La gran paradoja del siglo XX fue demostrar que, mientras las dictaduras socialistas se anquilosaban, el mecanismo interno del capitalismo demandaba la revolución constante de modas, costumbres, gustos, tendencias, deseos, modos de vida, etcétera, para sobrevivir. El pensamiento de Isaiah Berlin [permite entender] por qué, mientras en el arte y la literatura la ambición absoluta y el sueño de la perfección humana eran loables, en la realidad solían conducir a hecatombes colectivas. La desgarradora lección de Berlin es que los mundos perfectos no existen. [...] Ni la ciencia ni la razón ofrecen respuestas únicas y definitivas a las preguntas fundamentales del ser humano. [...] Aquel que se alza por encima de sus pares y asegura tener un conocimiento superior, haber descubierto la naturaleza humana y por ende la verdadera forma de vivir y solucionar todos los problemas, acaba, por lo general, sometiendo a sus congéneres a la tiranía de su razón. [...] Las metas a la luz de las cuales los individuos y las culturas organizan sus existencias no son reducibles a un solo proyecto. La vida se nutre de diversos ideales y valores, y, lamentablemente, es imposible que todos ellos armonicen sin fricciones. 

Ni la revolución de izquierdas ni el cuartelazo de derechas; ni la utopía ni la sociedad perfecta: [...] Solo el sistema democrático tolera las verdades contradictorias [...]. Desde este nuevo ángulo, la revolución ya no se observa como remedio para los problemas sino como síntoma de los mismos. Hay un mal más profundo, enquistado en las entrañas de América Latina, que nada tiene que ver con la injusticia o la desigualdad. Revolucionarios de izquierda, militares de derecha, visionarios religiosos, nacionalistas fogosos y racistas de todo pelaje tienen cierta base común: el desprecio por las reglas de juego democráticas, el particularismo y el sectarismo. Las ideas de cada grupo se han plegado sobre sí mismas hasta degenerar en fanatismos fratricidas. Esa también es la historia del continente. Todas las ideologías colectivistas, desde la fe católica al socialismo, pasando por las distintas formas de indigenismo, populismo y nacionalismo, han echado raíces robustas y se han defendido con un arma en la mano y una venda en los ojos. 

En la misma obra, Mario Vargas Llosa, en un capítulo denominado Defensa de la democracia y el liberalismo, nos dice:

Sucede que las ideas juegan malas pasadas a los hombres y que la inteligencia y el saber se cruzan más a menudo que coinciden con la moral. [...] ¿No ha declarado otro gran escritor latinoamericano, Julio Cortázar, que había que distinguir entre dos injusticias, la que se comete en país socialista, que es, según él, un mero “accidente de ruta” –incident de parcours– que no compromete la naturaleza básicamente positiva del sistema, y la de un país capitalista o imperialista, ella sí, ¿manifiesta una inhumanidad esencial? Pavorosa distinción que, si la aceptamos, nos lleva a protestar con vehemencia cuando Lyndon B. Johnson manda marines a la República Dominicana y a callar cuando Brezhnev destruye con tanques la primavera de Praga ya que, en el primer caso, el progreso humano está amenazado y en el segundo se trata de un episodio sin importancia desde la eternidad de la historia en que, inevitablemente, se impondrá la justicia socialista. Y, desde esta resplandeciente eternidad, tan parecida a la de los creyentes convencidos de que, a la larga, Dios vence siempre a Belcebú, ¿qué importan, en efecto, el Gulag, las purgas, los hospitales psiquiátricos para el inconforme, y demás accidentes parecidos? [...]

Buena parte de culpa la tienen esas formulaciones abstractas llamadas ideologías, esquemas a los cuales los ideólogos se empeñan reducir la sociedad, aunque, para que quepa en ellos, sea preciso triturarla. Ya lo dijo Camus: la única moral capaz de hacer el mundo vivible es aquella que esté dispuesta a sacrificar las ideas todas las veces ellas entren en colisión con la vida, aunque sea la de una sola persona humana, porque esta será siempre infinitamente más valiosa que las ideas, en cuyo nombre, ya lo sabemos, se puede justificar siempre los crímenes —lo hizo el marqués de Sade, en impecables teorías– como crímenes del amor. 

El caso más paradójico de nuestra era es el del socialismo, la doctrina que a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX hizo concebir las más grandiosas esperanzas a los desheredados y espíritus nobles este mundo, como panacea capaz de abolir las desigualdades, suprimir la explotación del hombre por el hombre, hacer desaparecer los personalismos y los racismos y de reemplazar, por fin, en esta tierra el reino de la necesidad por el de la libertad. Pues bien, en nombre de esa doctrina libertaria e igualitaria, millones de hombres fueron encerrados en campos de concentración o simplemente exterminados; en su nombre se han implantado regímenes autoritarios implacables; en su nombre naciones poderosas han invadido y neocolonizado naciones pequeñas y débiles; en su nombre se ha perfeccionado la censura y la regimentación de la conciencia como ni siquiera los inquisidores medievales más imaginativos hubieran sospechado y se ha convertido a la psiquiatría en una rama de la Policía. En nombre del socialismo se ha permitido a los trabajadores el derecho de huelga y se ha establecido trabajo forzado (apodándolo, con sarcasmo, trabajo voluntario), se ha suprimido la libertad de viajar, de cambiar de oficio, de emigrar, y en nombre de la ideología del bienestar y del progreso se ha mantenido en la escasez y el sacrificio (salvo a una privilegiada clase burocrática) a la población a fin de fabricar armamentos que podrían hacer desaparecer varias veces el planeta. Ver que, detrás de las ideas más generosas de nuestro tiempo, en los países y regímenes que aparentemente encarnan, sobreviven, echando espumarajos por el belfo, casi todos los viejos demonios de la historia humana contra los que aquellas insurgieron —la tiranía, la brutalidad, la explotación de los más por los menos, el espíritu de dominación y de conquista— es algo que debería hacernos desconfiar profundamente de las ideas, sobre todo cuando, agrupadas en un cuerpo de doctrina, pretenden explicarlo todo en la historia y en el hombre y ofrecer remedios definitivos para sus males. Esas utopías absolutas —el cristianismo en el pasado, el socialismo el presente— han derramado tanta sangre como la que querían lavar. Lo ocurrido con el socialismo es, sin duda, un desengaño, que tiene parangón en la historia.  

 

sábado, 24 de junio de 2023

Los dogmas y la realidad


En política hay teorías que, de tan bonitas, pasan a ser poéticamente seductoras, a tal punto que, muchos de sus adherentes, no dejan de suscribir a ellas, aunque sean refutadas reiteradamente por la realidad.

¿De qué otra forma se podría, todavía hoy, estar enamorado del régimen imperante en Cuba? El romanticismo de la gesta de Sierra Maestra (¡qué seductor resultó el derrocamiento del régimen de Batista!) y el misticismo de los primeros años de la Revolución, produjeron ciertos frutos que enamoraron a más de una generación de jóvenes del mundo entero y, en particular, latinoamericanos. Todos podemos recordar la gesta de la educación que, en pocos años casi erradicó el analfabetismo de la isla, logro que aún perdura (no obstante, hay que recordar que Cuba ostentaba uno de los mayores índices de alfabetización antes de la revolución). También en el área de salud, según promociona la propaganda del régimen, los progresos fueron importantes, si les vamos a creer todo lo que dicen. Pero, si analizamos, estos logros no parecen muchos, luego de más de 50 años de continuidad del régimen y al precio de perder libertad de pensamiento y de tránsito, entre otras, sobre todo si analizamos el nivel de privaciones de todo orden que sufren los ciudadanos comunes de la gran isla caribeña. El famoso bloqueo impuesto por USA, no es muy efectivo ya que Cuba puede comerciar con casi todos los países del mundo, pero le sirve al régimen como formidable excusa para enmascarar su rotundo fracaso. Una de las inconsistencias del régimen consiste en insultar, desafiar y denostar al vecino y luego andar llorando por los rincones en contra del brutal y genocida bloqueo impuesto. Es como si yo no perdiera ocasión de insultar a la señora de enfrente y luego me quejara de que no me saluda. (Este es un típico caso de gataflorismo; si comercian nos arruinan por “los términos del intercambio”, por la falta de “precios justos”, etc. Si no comercian, es un bloqueo genocida…). Lejos quedaron aquellos vaticinios de Guevara de que, en un lustro, el PBI por habitante de Cuba sería superior al de Italia. Y eso que en la isla hay una continuidad de más de 50 años sin las marchas y contramarchas, tan habituales en nuestros países. Si todo fuese tan idílico como lo plantea la propaganda del régimen, ¿por qué no explican las causas por las que tantos cubanos arriesgaron (y perdieron) la vida en balsas rumbo al odiado imperio? ¿Cómo se explica que no haya miles o, aunque sea, cientos de balseros que se larguen a la aventura desde el continente hacia la isla? Sospecho que la respuesta no saldrá en el Granma.

China, en los últimos 30 años –que coinciden con su apertura por haber dejado de lado la teoría de la dependencia– pudo reducir la pobreza extrema en un porcentaje significativo (y, en China, los porcentajes involucran a muchos millones de personas). Mientras tanto, América Latina en igual período, logró una muy modesta reducción de tales porcentajes y eso cuando se logró. Desde luego que América Latina es un conjunto heterogéneo en el que hay distintos modelos políticos y por tanto las causas y los remedios también serán distintos. Pero tenemos una constante que son las políticas progres y la teoría de la “liberación o dependencia” que están encarnadas en las mentes de nuestros compatriotas y de las que casi ningún país escapa. No veo yo otra dependencia que la que tenemos dentro de nuestras propias mentes que no nos permite, en general, poner en duda los dogmas –que, como todo dogma, no admite cuestionamientos–. Entonces, aunque la realidad nos muestre una y mil veces, con la elocuencia de los hechos, que el camino del progreso y la prosperidad, no se logra con nuestras recetas, seguiremos persistiendo en la senda que nos marca la doctrina grabada a fuego en nuestras neuronas.

Vemos la insistencia con que algunos países (hoy muchos menos, por suerte) pretenden tejer alianzas con países cuyos gobiernos estén políticamente alineados con Venezuela, Cuba y demás. ¿Cómo le fue a Cuba enfrentándose al Imperio? ¿Y cómo le fue a Corea del sur aliándose con él? A Canadá, cuyo único país limítrofe es USA, con el que comparte la frontera más larga del mundo, y con quien mantiene estrechísimas relaciones, ¿le va peor que a Cuba? Los resultados están a la vista. Ni hablar del crecimiento de México al haber firmado convenios comerciales con el gran vecino.

Hacia principios de los 70 del siglo pasado, Corea del Sur tenía una población mayoritariamente agrícola y una economía de subsistencia.  Su PBI por habitante era muy inferior al de Argentina y todavía en la década del 80 del siglo XX, dicho indicador era semejante al nuestro. Hoy, el PBI/h de Corea del sur es de 33.000 U$S y el nuestro es de unos 13.000 (datos de 2022). Bastante pobre nuestro desempeño. Tengamos en cuenta que Corea cuenta con un territorio semejante al de nuestra provincia de Catamarca con una población algo mayor que la del total de Argentina; es decir que contamos con una situación “de largada” mucho más favorable. ¿Fue con recetas populistas, renegando y aislándonos del “imperio” que logró todo esto o, más bien, todo lo contrario?

Podemos agregar que hoy, hasta Chile, que no aplica nuestras recetas progres (a pesar de que, parece estar abandonando la buena senda), nos supera, cuando hace pocas décadas, estaba muy por debajo de nosotros. 

¿Y Japón? Este es un país que fue derrotado en forma incondicional por la potencia imperial más poderosa de la historia, no quedando prácticamente piedra sobre piedra que no haya sido arrasada. Y, sin embargo, no salieron adelante aislándose ni enfrentándose con quienes lo derrotaron y arrasaron militarmente. He oído a ciertos dirigentes de izquierda mencionar, entre burlones y despectivos, que la Constitución actual de Japón fue «dictada por USA». Aún si así fuese. ¿cómo le fue con esa constitución liberal?

Todos estos exitosos países, además, tienen como común denominador, un sistema de educación que es envidiable y que obtiene resultados medibles; se someten a pruebas internacionales confiables y no se basan en la declaración de los funcionarios de turno. Eso es algo que tuvimos y que supimos destruir. 

Busquemos algún ejemplo de países que, como el nuestro, insisten reiteradamente en sus políticas intervencionistas y populistas, que hayan salido adelante en forma sostenida y sustentable.

Yo no conozco ejemplos al respecto. Tal vez los haya…

martes, 6 de junio de 2023

El vaso está medio lleno o está medio vacío

Ante un vaso con agua hasta la mitad, habrá quien diga que está medio lleno y quien que diga que está medio vacío. No por trillada, esta frase deja de ser ilustrativa acerca de la importancia que tiene el punto de vista de quien hace una afirmación cualquiera. No podríamos decir que miente ninguno de ellos y sin embargo están describiendo un mismo hecho con miradas distintas. En política esto ocurre a diario y, ante una misma medida, vemos a quienes aplauden con sinceridad y quienes critican duramente.

Un poco de historia

Antiguamente, antes de que se desarrollara el método científico, bastaba con que alguien alcanzara el prestigio suficiente para que su palabra tuviese el valor de la verdad incuestionable.

Vesalio fue un destacado anatomista del siglo XVI a quien se le atribuye la siguiente frase: 

Si no fuera porque Aristóteles dijo que los nervios salen del corazón, diría que salen del cerebro, que es lo que yo he visto en los cadáveres.

Entre otras cuestiones, se atrevió a estudiar y enseñar anatomía tomando como fuente de conocimientos los cadáveres humanos y no los textos clásicos, fundamentalmente de Galeno, pero también de Aristóteles –a juzgar por su frase– en la que podemos apreciar todo el peso de la palabra de quien era tenido como la encarnación de la sabiduría. Si analizamos su contenido, podremos conjeturar que lo dijo con una sabia ironía, teniendo en cuenta que, por entonces, había una Inquisición que respaldaba los dogmas ¡y con eso no se jugaba!

El desarrollo del método científico (que se produjo unos 100 años después de Vesalio) establece, entre otras cosas, la observación minuciosa, la experimentación, la repetición de las experiencias y la publicación, para toda la comunidad científica, de los métodos de trabajo, así como de los materiales empleados, para que cualquiera pueda repetir estas experiencias y refutarlas, si fuera el caso. 

Por estas razones es que hoy, en cualquier trabajo científico que se publica, después de un sumario donde se explica de qué se trata la cuestión, inmediatamente viene un apartado que se titula “Material y métodos”, donde se describen detalladamente los elementos y técnicas utilizadas y finaliza con los resultados y las conclusiones a las que el autor ha arribado. 

¿Y en la política?

Lamentablemente, no se aplican criterios semejantes en la política y vemos a diario cómo se insiste en repetir experiencias que han fracasado reiteradamente, solo porque, quien las aplica, tiene la convicción de que son buenas o exitosas, sin preocuparse ni poco ni mucho por contrastar sus opiniones con hechos verificados o verificables en la realidad. Y quienes sufren las consecuencias, no suelen criticar a quien consideran depositario de Verdades y Virtudes cuasi religiosas.

Siempre pensé que la política es demasiado “etérea” para mi comprensión: es poco ciencia y mucha interpretación subjetiva de la realidad. Un mismo hecho o logro de gestión será interpretado como una genialidad o como un desastre, dependiendo de la afinidad o aversión que se tenga por quien lo realiza.

Siempre pensé que lo ideal sería que se tomasen ciertos indicadores para cada ramo de la administración, evaluando la situación real del momento (sin índices mentirosos) y se asumieran ciertos compromisos de mejora. Para esto sería de desear que hubiese algún consenso en las distintas fuerzas políticas para asumir los compromisos. La diferencia entre unos y otros, estaría dada por las herramientas o las políticas que se proponen para lograrlo.

Algunos ejemplos: en el área de educación se podría tomar el porcentaje de egresados de cada ciclo frente a la cantidad de ingresados, los índices de repitencia o la capacidad de lectura comprensiva; en economía, los índices de pobreza, o la inflación. En materia de salud, podría ser la mortalidad infantil, así como en seguridad el porcentaje de delitos por cada cien mil habitantes. En este rubro, también sería bueno que se auditara y midiera la eficiencia del sistema carcelario.

Creo que ninguna fuerza política debería estar en desacuerdo en tomar en cuenta la mayoría de estos indicadores, al menos en lo discursivo. Pero la gran utilidad sería que, ante un posible fracaso, habida cuenta del compromiso asumido en la campaña electoral, los funcionarios tendrían que dar cuenta ante la ciudadanía y esta, a su vez, podría ver claramente los avances o retrocesos verificados en cada área, para poder emitir juicio, sobre bases concretas y no discursivas, acerca de lo mucho o poco acertada que ha sido la gestión. Por supuesto que habría algunos índices en los que no todos estarían de acuerdo en asumir, y eso haría también la diferencia a la hora de votar. Todo esto es válido solo para votantes reflexivos, que de los otros también los hay y muchos.

Mucho mejor que yo, lo dice Enrique Szewach, en su libro La trampa populista:

Un sueño republicano sería el de tener, en el discurso inaugural de las sesiones ordinarias del Congreso, una propuesta del Presidente de La Nación sobre metas cuantitativas de gestión para cada ministerio para ese año. Poder seguir esas metas, controlarlas a través de información pública y, eventualmente, pedir explicaciones por los desvíos que puedan presentarse, sería deseable. Obviamente, se trata de un sueño, pero pone de manifiesto lo débil que resulta hoy la relación entre la acción de los funcionarios públicos y el control ciudadano si se la compara con lo que pueden solicitar o exigir accionistas de una S.A. a su Directorio. 

Cuanto más lejos estemos de ese ideal, cuanto menos poder tengan los ciudadanos para evaluar la capacidad de los funcionarios para ejercer sus cargos, más fácil les será a los gobernantes en general y a los populismos en particular persistir en el engaño y la estafa. 



sábado, 20 de mayo de 2023

Las sonseras nuestras de estos días


Recuerdo haber leído hace muchas décadas el Manual de Zonceras argentinas de Arturo Jauretche, obra esta cargada de ingenio e ironías, que me cautivó, aunque hoy, al releerla, no concuerde con muchas de sus afirmaciones. Más recientemente, el inefable Aníbal Fernández hizo lo propio y me excuso de hacer comentarios. Pero, si AF lo hizo; ¿por qué no podría yo hacer otro tanto? 

Una aclaración ortográfica: escribo sonseras y no zonceras com Jauretche, porque es completamente válido para nuestra forma de pronunciar la "Z".

La distribución de dádivas

Hace varias décadas, un famoso presidente y su esposa regalaban (con el dinero de todos) bicicletas, pelotas o muñecas a los niños. Niños que, ahora, son abuelos. Y sus nietos se apegan a esos recuerdos y votan en consecuencia. Esa supuesta generosidad llevó a que en pocos años se esfumara esa riqueza acumulada en períodos anteriores. Hoy, reparten «planes sociales» en vez de bicicletas, también con nuestro dinero. Y lo que es peor, es que nos llevaron a que esos planes sean necesarios por haber destruido la cultura del trabajo. Y todo para maquillar la pobreza e indigencia resultantes de tales actitudes.

Los logros sindicales

Cuando un sindicalista de un gremio con poder de fuego (léase aquellos gremios que, como camioneros, pueden paralizar el país) logra imponer a las cámaras empresarias correspondientes un aumento notable. 

No faltará quien diga «¡Qué gran sindicalista es fulano, miren lo que logró para sus afiliados!». Estos empresarios trasladarán inmediatamente esos mayores costos al precio de venta de su producto o servicio… y el resto de los consumidores pagaremos con mayor carestía ese «logro» sindical.

Los aumentos por decreto 

De vez en cuando, algún funcionario sensible se conduele con las necesidades de su amado pueblo y emite el consabido «decretazo» mediante el que otorga un generoso aumento. 

Todo aumento que no venga de la mano de mayor eficiencia o productividad, invariablemente redundará en perjuicio de aquellos a los que se pretende beneficiar, tal vez no en lo inmediato, porque solo hará que aumenten los costos de los empleadores y lo trasladarán a los precios. 

Pero el funcionario pasará a la historia como el alma noble que otorgó ese «beneficio».

Pero no hay dudas de que estas políticas rinden beneficios electorales. Es así que, todavía hoy, hay quienes tienen su voto cautivo de aquel que, a su abuelo o abuela, les regaló la primera bicicleta, pelota, muñeca o máquina de coser. 


La protección de la industria nacional

Hace muchas décadas que en nuestro país se «protege» a la industria nacional con barreras arancelarias a los productos de importación que podrían hacerle competencia. Lo que se logró, con esas medidas, es tener una industria raquítica que, salvo en contadas excepciones, no puede competir con los productos de importación. Y, además, nos obliga a los consumidores a pagar más por productos que suelen ser inferiores. Ese dinero que pagamos de más, podríamos destinarlo a consumir otros bienes elaborados mediante procesos más eficientes. ¡Y todos saldríamos ganando! Con las políticas actuales, los que ganan son los denominados «empresaurios» que salen beneficiados por un mercado consumidor cautivo (y los políticos que lo permiten). 


Las autopercepciones

Hoy en día se pretende (y se logra) imponer incluso con fuerza de ley el respeto al «género autopercibido» de una persona. Se pretende que, al dirigirme a un interlocutor, yo tenga que utilizar los artículos, adjetivos y pronombres que correspondan a esa autopercepción, aunque toda su apariencia física no se corresponda con ese anhelo. Claramente no se está respetando la «percepción» que YO pueda tener de esa persona. Por otra parte, quien se autopercibe de un sexo distinto del biológico, con solo manifestarlo, tiene derecho a que su deseo se consigne en el documento. Si un documento es prueba de fe de lo que allí se consigna, estamos ante algo manifiestamente irregular. Con igual criterio, yo podría decir que me autopercibo de 25 años y tendrían que asentarlo en el documento aunque no se corresponda con la realidad.

Por otra parte, para que uno se perciba de cualquier cosa, tiene que tener una idea de qué es esa cosa. Si me autopercibo canguro o rana, tengo que saber que andan a los saltos; si me creo elefante sabemos que tienen una notable trompa. Del mismo modo, sabemos que las mujeres son seres humanos con potencialidad de gestar. A su vez, los varones también somos humanos (aunque algunas feministas parecen ponerlo en duda) con potencialidad de fecundar al sexo opuesto. Si un anoréxico, que está piel y huesos, se autopercibe gordo, creo que no está en su sano juicio. ¿Qué se puede decir de un ser humano con barba, espaldas anchas, voz gruesa y portando pene y testículos (a la vista, por si fuera poco) que se autopercibe mujer?


El lenguaje inclusivo

Está claro que el idioma tiene tantos «dueños» como hablantes hay. Está claro también que todos tenemos el derecho de hablar como se nos venga en gana. Si a los interlocutores les agrada o no nos entienden es otro tema. También es cierto que todos los idiomas cambian y evolucionan «de abajo hacia arriba» y no al revés, a pesar de que muchos, creyendo que son las academias quienes dirigen el lenguaje, pretenden que se incluyan en los diccionarios todas las ensoñaciones que se les ocurren. Si el día de mañana estas estrafalarias formas de hablar hacen carrera y las adopta un número suficiente de hablantes, allí estarán los diccionarios incorporándolas. Y esto es lo que ocurre y ha ocurrido siempre (en otros tiempos la palabra correcta era "murciégalo". A fuerza de hablar "incorrectamente" se transformó en "murciélago", como la conocemos hoy).

Lo que no resulta razonable ni tolerable es que se quieran imponer por medio de leyes, decretos o resoluciones de las autoridades.


Los inmigrantes

Muchos argentinos somos hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes. Inmigrantes que vinieron, mayoritariamente pobres de pobreza absoluta y en pocos años, la mayoría de ellos, gracias a su trabajo y esfuerzo, pudieron lograr distintos grados de prosperidad y mejora social. Todo ello no fue obra de una casualidad, sino que hubo una política seria de inmigración que trascendió a muchos turnos presidenciales. (Invito a quienes se interesen en estos temas a visitar el Museo de los inmigrantes y háganlo con una visita guiada porque, de otro modo, se perderían lo mejor. No se lo pierdan).

Hay otro tipo de inmigración, producto de la falta de una política seria y estudiada al respecto, que viene solo a disfrutar de la salud y educación gratuita que, irresponsablemente, dispensamos y que no es recíproca en ninguno de sus países de origen. Criticar este tema, nos expone inmediatamente a que nos acusen de xenófobos y toda la retahíla de epítetos que ya conocemos.

Quiero dejar en claro que estoy de acuerdo en no negar atención a urgencias que surjan de improviso y que me parece perfectamente aceptable y honorable dispensar todos los beneficios que disfrutamos los argentinos a cualquier inmigrante que esté radicado y trabajando legalmente. Pero lo que no es concebible es que se atienda una enfermedad crónica, un parto programado o se dé educación superior a quienes vienen solo para eso y que, nomás obtenido el tratamiento médico o el título universitario, regresen a sus países a disfrutar de lo que aquí les proporcionamos. ¡Como si nos sobraran recursos!


domingo, 14 de mayo de 2023

Mis lecturas

 El liberalismo económico. De Iván Carrino. 

Apretada síntesis de los principios y conceptos generales del liberalismo. A nivel del ciudadano común. Nos explica la demonización que se hace del concepto de liberalismo al definirlo quienes son sus más acérrimos detractores. Muy atinadas reflexiones acerca de que, defender los intereses personales, redunda en beneficio de la comunidad, cosa que los progres jamás aceptarán. Interesante prólogo de Gloria Álvarez.

Los diez principios que dan nombre a la obra son: 1) El valor es subjetivo; 2) Los contratos voluntarios benefician a ambas partes; 3) Los precios son sagrados; 4) La inflación es un fenómeno monetario; 5) Los controles de precios son remedios peores que la enfermedad; 6) El gasto y los impuestos deben ser bajos, el presupuesto equilibrado; 7) El mercado produce y distribuye, no es necesaria la redistribución; 8) El capitalismo es la mejor receta contra la pobreza; 9) El bienestar individual “es amigo” del bienestar social; 10) Las instituciones importan.

El solo enunciado de estos temas ya explica sin mayor esfuerzo el espíritu de la obra. 

No hay que ser demasiado experto para saber que el valor es subjetivo. De otro modo un Picasso no podría valer más que un Jumbo.

Que el capitalismo es la mejor receta contra la pobreza está a la vista en las naciones más prósperas de la Tierra. Pero, si quisiéramos ahondar en este tema, podríamos decir que no hay riqueza que se pueda distribuir sin su previa creación. Y no es cierto que los menos favorecidos se beneficien por un supuesto «derrame” sino por un manifiesto «arrastre ascendente». 

Viajo sola. De Samuel Bjok.

Excelente novela negra, esta vez noruega, pero del mismo tenor que la serie Millenium. Muchas historias que, al principio, parecen aisladas entre sí, pero que finalmente concuerdan en la resolución de un difícil caso de asesinatos en serie de niñas de seis años. Muchos sospechosos que, al final, terminan siendo culpables, pero de cuestiones accesorias. El menos sospechado de todos resulta ser el malvado, como suele ocurrir es obras de este género. 

Por qué fracasan los países. De Acemoglu, D; Robinson, J.

Los autores explican, desde su óptica, los porqués de las enormes desigualdades en el desarrollo y prosperidad que se encuentran entre las diferentes naciones del planeta. Basan su hipótesis en la existencia de instituciones políticas y económicas inclusivas o extractivas. Las primeras, mediante instituciones sólidas y confiables, garantizan la participación en la política de todos los estratos sociales y, también, aseguran los derechos de propiedad y fomentan la iniciativa e innovación privadas, al darle a la población la seguridad de que vale la pena el esfuerzo y de que no serán despojados de los frutos de su trabajo. 

Por su parte, las instituciones extractivas se basan en el dominio de ciertas élites sobre la mayoría de la población mediante estructuras como la esclavitud, la servidumbre y otras formas de sojuzgamiento.

Muestra muchos casos de uno y otro modelo y podemos ver cómo, en la mayoría de los países de África subsahariana, al retirarse las potencias coloniales a mediados del siglo XX, las nuevas autoridades no tardaron en adueñarse y explotar en beneficio propio esas mismas estructuras, llegando en muchos casos a situaciones de mayor pobreza y atraso que en la época colonial.

Es muy interesante también el análisis que hace de la conquista y colonización de América y la enorme diferencia entre las colonias británicas y las españolas. Así fue que, Inglaterra, para fines del siglo XV, cuando Colón llega por primera vez a América, estaba mucho menos desarrollada que España y Portugal. Su flota no se podía comparar con la estas potencias, por eso, cuando se larga a colonizar América, más de un siglo más tarde, solo le quedan los territorios del Norte, notablemente menos poblados y con un desarrollo muy inferior a Centro y Sudamérica. Allí no había suficientes indígenas para explotar ni tampoco abundaban los metales preciosos. Esta razón, y no otra, fue la que obligó a los colonizadores del Norte a labrar ellos mismos la tierra. Ello, sumado al mayor desarrollo de las instituciones inclusivas de Inglaterra, hicieron que rápidamente estos primeros colonizadores se rebelaran contra la autoridad real y declarasen la independencia. Las instituciones creadas fueron de “abajo hacia arriba” y nacieron inclusivas. No ocurrió lo mismo con los estados del Sur que, merced a la importación de esclavos africanos, instalaron un sistema económico extractivo, basado en la mano de obra barata. Este sistema se manifestó como muy inferior al sistema del Norte en cuanto a desarrollo. Los autores citan, con profusión de detalles, los casos de muchísimos países de todos los continentes que confirman sus teorías. Es así que países tan disímiles como Botswuana y Argentina, o Japón y Simbabue y muchos otros más, caen en estos análisis.

Algunas citas:

Los países fracasan hoy en día porque sus instituciones económicas extractivas no crean los incentivos necesarios para que la gente ahorre, invierta e innove. Las instituciones políticas extractivas apoyan a las instituciones económicas extractivas para consolidar el poder de quienes se benefician de la extracción. Las instituciones políticas y económicas extractivas, aunque varíen en detalles bajo distintas circunstancias, siempre están en el origen de este fracaso. En muchos casos, por ejemplo, corno veremos en Argentina, Colombia y Egipto, este fracaso adopta la forma de falta de actividad económica suficiente, porque los políticos están encantados de extraer recursos o de aplastar cualquier tipo de actividad económica independiente que los amenace a ellos y a las élites económicas.

Otra:

Marx imaginaba un sistema que generaría prosperidad con condiciones más humanas y sin desigualdades. Lenin y su Partido Comunista se inspiraron en Marx, pero la práctica no podría haber sido más distinta de la teoría. La Revolución bolchevique de 1917 fue sangrienta y no hubo nada de humano en ella. La igualdad no formaba parte de la ecuación, puesto que lo primero que Lenin y su séquito hicieron fue crear una élite nueva, ellos mismos, para liderar el Partido Bolchevique. En este proceso, purgaron y asesinaron no únicamente a elementos no comunistas, sino también a otros comunistas que habrían podido amenazar su poder. Sin embargo, las verdaderas tragedias estaban a punto de llegar: primero, con la guerra civil y, posteriormente, con la colectivización y las frecuentes purgas de Stalin, en las que se pudo haber asesinado hasta 40 millones de personas. El comunismo ruso fue brutal, represivo y sangriento, pero no fue el único. Las consecuencias económicas y el sufrimiento humano eran bastante típicos de lo que ocurrió en otros lugares, por ejemplo, en Camboya en los setenta bajo los jemeres rojos, en China y en Corea del Norte. En todos los casos, el comunismo conllevó dictaduras despiadadas y abusos generalizados de los derechos humanos. Además de la masacre y el sufrimiento humano, los regímenes comunistas establecieron varios tipos de instituciones extractivas. 

El caso de Botsuana:

[Durante los últimos] cuarenta y cinco años, Botsuana se convertiría en uno de los países con crecimiento más rápido del mundo. Hoy en día, tiene la renta per cápita más elevada del África subsahariana, y está en el mismo nivel que países prósperos de Europa oriental como Estonia y Hungría y que las naciones latinoamericanas de más éxito, como Costa Rica. ¿Cómo rompió el molde Botsuana? Desarrollando rápidamente instituciones políticas y económicas inclusivas después de la independencia. Desde entonces, ha sido democrática, celebra elecciones regulares y competitivas y nunca ha experimentado una guerra civil ni una intervención militar. El gobierno estableció instituciones económicas que hicieron respetar los derechos de propiedad, garantizaron la estabilidad macroeconómica y fomentaron el desarrollo de una economía de mercado inclusiva. 

Más:

Existen diferencias enormes en el nivel de vida alrededor del mundo. Incluso los ciudadanos más pobres de Estados Unidos tienen rentas y acceso a sanidad, educación, servicios públicos y oportunidades económicas y sociales que son muy superiores a las disponibles para la amplia masa de la población que vive en el África subsahariana, el sur de Asia y América Central. El contraste entre las dos Coreas, [...] y entre Estados Unidos y México nos recuerda que se trata de fenómenos relativamente recientes. Hace quinientos años, México [...] sin duda era más rico que los Estados del norte, y Estados Unidos no superó a México hasta el siglo XIX. [...] Corea del Norte y Corea del Sur, desde el punto de vista económico, social y cultural, eran un todo indistinguible antes de que el país fuera dividido siguiendo el paralelo 38 después de la segunda guerra mundial. [...] Para nuestra teoría, es crucial la relación entre prosperidad e instituciones políticas y económicas inclusivas. Las instituciones económicas inclusivas que hacen respetar los derechos de propiedad crean igualdad de oportunidades y fomentan la inversión en habilidades y nuevas tecnologías. Éstas conducen más al crecimiento económico que las instituciones económicas extractivas, estructuradas para extraer recursos de la mayoría para un grupo reducido y que no protegen los derechos de propiedad ni proporcionan incentivos para la actividad económica.

La crítica que le hago a la obra es que se extiende demasiado en el detalle de los ejemplos que nos presenta. Por lo demás, es muy recomendable.

Revolución. De Arturo Pérez Reverte

Notable recorrida por los avatares de la Revolución mexicana de principios del siglo XX. En forma de novela, cuenta la historia de un joven español, ingeniero en minas, que se encontraba en México por su trabajo en una compañía minera hispano mexicana se ve atrapado, sin proponérselo, en el bando de Pancho Villa, merced a sus habilidades con explosivos. Los hechos lo van llevando, sin que se opusiera, a una increíble aventura en la que la vida podía perderse a la vuelta de cualquier esquina. Fiel a lo que se espera de él, esta novela de Pérez Reverte, hace honor a sus antecedentes.

Los otros muertos. De Carlos Manfroni y Victoria Villarruel

Los autores intentan rescatar la memoria de los hechos terribles cometidos por las organizaciones terroristas en la década de los 70. Lo hacen contando pormenorizadamente el calvario de esas familias destrozadas por la insania de quienes, mesiánicamente, suponían encarnar las virtudes de ese pueblo al que, sin embargo, no se molestaban en consultar. Mesianismo que los llevó a justificar los medios más atroces en aras de ese «sublime fin» al que aspiraban. Aunque el fin resultó darse la gran vida en Europa con el producto de los secuestros extorsivos cuando fueron derrotados en el terreno que ellos mismos eligieron para sus tropelías. Desgarradores relatos donde los propios sobrevivientes de aquellos horrores cuentan cómo vivieron esas luctuosas horas y cómo fueron sus vidas posteriormente. [...] Y, tal como sostengo reiteradamente, la diferencia con los militares del proceso fue solo cuantitativa. Y no solo eso, sino que muchos de sus atentados con bombas mataron a personas (algunos niños pequeños) que ni siquiera formaban parte de sus perversos objetivos. Y no podían ignorar que las bombas no son selectivas en sus efectos. La obra es un alegato reclamando la reconstrucción de una memoria que, claramente, es selectiva y sectaria. La segunda mitad de libro trae una recopilación de todas las víctimas (entre muertos, heridos o secuestrados) con la fecha y la organización terrorista que la efectuó. 

País de las sombras largas. Hans Ruesch

Se suele volver a leer libros que le han parecido estupendos, pero que con el correr de los años uno teme que no le parezcan tanto. No es este el caso. Me pareció tan bueno como la primera vez. El autor nos introduce en las costumbres, en la geografía y en la fauna de las regiones boreales extremas, donde los esquimales han desarrollado una cultura que, tal vez inevitablemente, se va perdiendo, si es que no se ha perdido del todo. Hace gala de unos conocimientos tan profundos de todo lo relacionado a la vida de estos notables personajes, tan perfectamente adaptados a un medio ambiente tan inhóspito, que cuesta creer que sea posible. Lectura para todas las edades.

El marxismo. De Henri Lefebvre.

Mucha filosofía poco comprensible para llegar de golpe a afirmaciones como que, con el comunismo, se terminará con las contradicciones de la sociedad humana o que el devenir «natural» de la sociedad, luego de pasar por los estadios de esclavitud, servidumbre feudal y capitalismo, inevitablemente llevará a ese estado superior que es el sistema marxista. Allí, por arte de encantamiento y de la mano del proletariado (siempre esclarecido y esclarecedor), estaremos en un mundo sin conflictos ni contradicciones, donde las tareas de dirección y planificación estarán en manos de los mejor dotados que, en virtud de una meritocracia no explicada, llegarán –tal vez por decantación natural– a los puestos de mando. El Hombre Nuevo surgirá, generoso y desprendido para ejecutar esa soñada realidad…

Hermosa expresión de deseos totalmente alejada de la realidad observable y que no explica cómo el Hombre Nuevo se despojará de todos sus instintos naturales que la evolución le proporcionó.

Las huellas del mal. De Federico Andahazi

Excelente experiencia por ser la primera lectura que hago del autor. Sin ser una biografía de Juan Vucetich, trae, sin embargo, una reseña cronológica de los avatares de su primera juventud. Pero la historia se centra en la investigación de un doble homicidio cometido en Necochea a fines del siglo XIX. Y es el primer caso en el mundo que se resuelve gracias al sistema dactiloscópico creado por Vucetich. Sobre un caso real, el autor nos regala una ficción muy bien narrada que nos mantiene permanentemente atrapados en su trama. No sabemos a ciencia cierta cuáles de sus pasajes y personajes son reales y cuáles inventados por el autor. Pero, para eso son las ficciones y eso le agrega un condimento adicional; uno sabe que los personajes centrales son reales, pero el resto… 

 



martes, 9 de mayo de 2023

Albert Camus

Algunas frases de Albert Camus, de quien no puede pensarse que sea de derechas o liberal:

Cuando después de Marx, se comenzó a difundir y a fortificar la idea de que la Libertad es un pasatiempo burgués, se trataba ciertamente de una simple confusión de palabras. Y estamos pagando todavía esa confusión en las convulsiones del siglo. 

Otra:

Se ha declarado que primero era necesario la Justicia, y que en cuanto a la Libertad, se vería después, como si los esclavos pudieran esperar obtener Justicia. Intelectuales dinámicos han declarado a los trabajadores, que el pan era lo único que debía interesarles, como si el trabajador no supiera que su pan dependía también de la Libertad.

Hablando del régimen soviético:

Privada poco a poco de la Fuerza que representa la Fe en la Libertad, de la cual se desconfiaba, la revolución perdió aliento, mientras se reforzaba la policía. La esperanza más grande del Mundo fue así esclerosada en la Dictadura más potente del Mundo.

Y sigue:

Si alguien les quita el pan, suprime al mismo tiempo su Libertad. Pero si alguien les quita la Libertad, estén seguros que su pan está amenazado, pues ya no dependerá de ustedes ni de su lucha, sino del arbitrio de un amo. La miseria crece a medida que disminuye la Libertad, y viceversa.

Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...