martes, 13 de mayo de 2025

Lecturas

María Domecq. De Juan Forn

Haciendo un paralelismo entre la historia de Madam Butterfly y la de un antepasado suyo, el autor crea un relato muy ameno e interesante donde, sin solución de continuidad, pasa de la historia familiar a la historia de nuestro país y de Japón. Lectura muy recomendable por lo bien narrada que está y, como decía, por esa rara habilidad de saltar de lo particular a lo general sin que choque en ningún momento. 

El enigma de los jeroglíficos. De Augusto Leonelli

El libro está dedicado a detallar la aventura de la vida del genio francés que descifró el enigma de los jeroglíficos. Es tan novelesca la vida de Jean-François Champollion, que de él se trata, que, por momentos, uno cree estar leyendo una ficción. El descubrimiento de la «Piedra de Rosetta» que abrió las puertas a la resolución del enigma; las vicisitudes que tuvo que pasar el personaje al descuidar su vida personal y familiar en pos de la resolución que lo obsesionaba; así como los problemas políticos en la turbulenta Francia de la época de Napoleón hacen que su lectura sea interesante. También destaca la grandeza de Bonaparte que, a pesar de saber que Champollion era opositor a su régimen, lo reconoció por su talla científica y le ofreció el apoyo que necesitaba. Solo podemos criticar lo confuso de las explicaciones lingüísticas acerca de los distintos tipos de escrituras.

Los principios de la economía liberal. De Enrique Ballestero 

El libro debió llamarse Los orígenes… y no Los principios… Trata de la biografía de Jean-Baptiste Say, personaje de Francia de fines del siglo XVII y principios del XVIII y sus aportes al pensamiento liberal.

Rescato un párrafo:

…el liberalismo económico no es el patrimonio de un partido político, sino una técnica que se aplica a sanear la economía. [...] El liberalismo ha sido históricamente progresista, partidario de la razón frente a los dogmas, antiesclavista, anticolonialista, antimperialista y antisacerdotal.

Dice el autor que los enemigos del liberalismo lo atacan comparándolo con lo que sucede en la naturaleza. El león se come a la gacela y el pez grande al chico. Siempre el débil está a merced del más fuerte. De ello concluyen que en la economía liberal, el más débil (el proletario) está a merced del más fuerte (el empresario). Pero nos muestra una diferencia notable que hace que aquella comparación pierda sentido: tanto el león como el pez grande, no matarán y devorarán más de lo que necesitan, mientras que el industrial fabrica sus productos en cantidades infinitamente superiores a su capacidad de consumo, por lo que necesita del resto de la sociedad –mayoritariamente compuesta por proletarios o empleados de clases medias– para que consuman sus productos. Concretamente, el león no trabaja –cazar es un trabajo por demás azaroso– para satisfacer ninguna necesidad de sus presas, mientras que el empresario debe permanentemente pensar en satisfacer a sus clientes.

Historias de amor y adolescencia. De José Luis Rosasco 

Amena lectura que nos retrotrae a nostálgicas evocaciones de la adolescencia temprana que, inevitablemente, nos evocan nuestras propias experiencias. Novedosas las recreaciones de Poncio Pilato y la presencia de Jesús en la Judea de entonces, dominada por Roma.

Las ciencias morales. De Martín Kohan

Novela bien relatada que mantiene el interés. Describe aspectos de la vida dentro del Colegio Nacional de Buenos Aires durante la Guerra de Malvinas. Sin conocer cómo se desenvolvían las actividades en ese establecimiento, me parece que el autor exagera el clima militar de la institución. La protagonista, preceptora del colegio con apenas 20 años de edad, suena demasiado autoritaria sobre todo en cuestiones absolutamente menores como si un alumno tiene un botón desabrochado o si el límite de su cabellera está a dos dedos del cuello de la camisa o menos. Pretendiendo descubrir alumnos que fuman durante las horas de clase, se introduce y se esconde en el baño de varones para descubrirlos. Desde allí los espía en actitudes íntimas mostrando un morbo que ella no se confiesa a sí misma, justificando todo como tareas en cumplimiento de su deber. Si bien el relato mantiene interés, podría ser un poco más sintético y, el final, es demasiado abrupto (sin una sorpresa que descoloque al lector) y da la sensación de que Kohan quiso sacarse de encima el relato sin saber muy bien cómo.

Breve historia contemporánea de la Argentina. De Luis Alberto Romero

Historia contada sin muchas fechas y con más referencia a procesos que se van desarrollando. Precisamente por eso tiene muchas idas y vueltas en el tiempo. Interesantes reflexiones acerca del polimorfismo del peronismo y de las políticas migratorias que supo llevar adelante la Argentina.

La utopía arcaica. De Mario Vargas Llosa 

Exhaustivo y quirúrgico análisis de la vida y obra de José María Arguedas. Muy erudito y estudioso del tema, Mario Vargas Llosa se explaya en consideraciones que, aún siendo fundadas e interesantes, no son para mi lectura. Rescato un par de acápites Un país archipiélago y Un mito europeo. En el primero analiza la doctrina indigenista en México y en el Perú dejando constancia de la uniformidad cultural e incluso étnica en México a diferencia de la enorme variedad de etnias y culturas del Perú. Esta variedad social, hace que haya rencores, odios y resentimientos entre razas –negra indígena y blanca– que resultan insalvables. Por el contrario, en México el mestizaje fue generalizado entre razas y regiones geográficas, lo que le da esa uniformidad. 

En Un mito europeo, analiza esa tendencia entre historiadores consustanciados con la causa indígena a describir las sociedades prehispánicas como idílicas, casi como el Paraíso prometido. Sin dejar de ser historiadores, lo que escriben es ideología. Allí, lo frecuente es que ensalcen las virtudes de la sociedad incaica –innegables muchas de ellas– pero soslayen describir muchas de las terribles prácticas que ejecutaban con sacrificios humanos, guerras de conquista y expatriación de pueblos enteros que no resultaran sumisos. Tampoco recuerdan que, al igual que en la conquista de México, aquí, muchos pueblos apoyaron a Pizarro, para sacudirse del yugo incaico. 


domingo, 4 de mayo de 2025

Sueños y recuerdos


Mi casa tenía un gran patio de baldosas, detrás del que se extendía el jardín. Al fondo un enorme naranjo indicaba que ya pronto terminaba la casa. En ese jardín me sentí muchas  veces Tarzán. Trepábamos incesantemente a una higuera que había cerca del naranjo, y tanto la conocíamos, que podíamos llegar a nuestra rama favorita con los ojos cerrados. 

Cierta vez alguien me consolaba porque un enorme toro negro había ingresado a nuestro jardín, y alguien había sido lastimado. Una herida roja, circular, de piel levantada se observaba en su/mi pierna. Me/le dolía mucho y necesitaba consuelo. Siempre recuerdo en la luz mortecina y las sombras amenazantes, la imponente silueta del toro con cierta angustia. Pero a la tarde, siempre el sol inundaba el patio, el jardín, el naranjo y la higuera. Y yo volvía a ser Tarzán. Y ya se sabe que Tarzán nunca tiene miedo. 

A veces también podía ser Sandokán. El borde de las baldosas era un peligroso acantilado en cuyo fondo podía verse el ímpetu con que el mar atacaba los afilados riscos. Podía correr por el borde, y hasta despeñarme en insondables abismos, pero siempre esquivaba las peligrosas rocas para caer en profundas aguas en las que nadaba hasta ponerme a salvo de los voraces tiburones.

Tenía un caballito con ruedas, sobre el que solía galopar por todas las selvas del mundo. Aunque “la” selva era siempre africana. Los leones y leopardos no me alcanzaban jamás. Los elefantes se corrían de mi camino, y rinocerontes y jirafas hacían una reverencia a mi paso. A veces, a pie, me internaba en ciertas espesuras muy peligrosas, pero sabía eludir las sigilosas serpientes venenosas, y sobre todo la lechuga y los tomates recién plantados por mi mamá. 



Años más tarde, ya adolescentes, nos disfrazamos de soldadobomberopiratapolicía con gorros, cascos, pistolas, rastrillos, mangueras y micrófonos. Una foto testimonia el hecho. 

¿Sabíamos tal vez que esos juegos terminaban para siempre?


lunes, 21 de abril de 2025

Las letras están de luto

Hoy, la literatura mundial y en particular la latinoamericana, están de luto.

La partida de Mario Vargas Llosa, el genial peruano que nos dejó como testimonio páginas inolvidables, nos deja, a todos quienes supimos apreciar todo su talento, un sentimiento de orfandad al saber que ya no volverá a sorprendernos con la chispa de su talento para las ficciones, tanto en terribles testimonios de nuestra dolorosa realidad como en otras con un fino sentido del humor sin dejar de ser críticas y mordaces.

También nos deslumbró con su talento para el análisis de la realidad de nuestras sociedades que tan profundamente analizó en reiterados ensayos y columnas periodísticas. Uno podrá no estar de acuerdo con sus posiciones políticas, pero siempre habrá que reconocer en él una erudición y capacidad de análisis que son notables. 

Mucho se lo ha criticado por su giro copernicano respecto de sus convicciones políticas, llegando a decir de él que se entregó a los poderosos intereses de la economía mundial. Quienes así opinan, no vieron o no quisieron ver cuánto más cómodo se encuentra un intelectual que abraza las ideas de las izquierdas. Él mismo llegó a decir que para no traicionar esas ideas a las que llegó por análisis de las realidades, «hay que estar dispuesto a soportar el ‘baño de mugre’ con que lo obsequiarán sus adversarios»

El propio Mario, hablando con vehemencia en defensa de las ficciones, que nos permiten salirnos un poco de la pobre realidad que vivimos, de la única vida que nos tocó o que supimos construir, para vivir mil otras vidas, heroicas, miserables o maravillosas, hace una comparación de distintos tipos de ficciones.

Dice lo siguiente:

Hay unas ficciones que son malignas. Son las que no se presentan como ficciones, sino como verdades absolutas; por ejemplo, las ideologías. 

Creo que las ideologías son ficciones que nos hacen creer que son una lectura objetiva de la realidad e introducen en nosotros, no solo ideas falsas, sino, a veces, convicciones de tipo fanático y, en buena parte, las catástrofes que ha vivido la historia han resultado de esas visiones fanáticas que vienen de ficciones, que pueden ser religiosas, que pueden ser ideológicas y que no se presentan como lo que en realidad son: ficciones, creaciones artificiales, a veces de mentes extraordinariamente creativas y lúcidas.

Pero no es el caso de la poesía, del teatro, del arte en general, cuyas ficciones yo creo que son benignas y enriquecedoras porque sabemos que son ficciones y como tales se incorporan a nuestra vida.

Y, para contrastar con la tristeza que nos produce su desaparición, les dejo este enlace en el que, recordando su paso por la dirección de cine, se puede apreciar otro aspecto de su notable personalidad:

https://www.youtube.com/watch?v=eGuLcEztG_E

Adiós, Mario 



jueves, 17 de abril de 2025

VOLTEADEROS

 VOLTEADEROS (1)


Cualquier parecido con la realidad, no es ninguna casualidad…

Llevaba pocos minutos al frente de la oficina de Bromatología de Nuestro Municipio y me ponía al corriente de los asuntos que en ese momento se estaban diligenciando. Una de las tareas que más tiempo demandaba eran los trámites de habilitación de comercios de alimentos. Nuestra función era informar, previo al dictado del acto administrativo, si el establecimiento era apto, desde el punto de vista bromatológico, para su funcionamiento. 

—Todos estos expedientes son los que ingresaron y aún no se han inspeccionado— me dijo el Sr. XX, señalando una pila de regular altura. 

Este personaje era en los hechos el que estuvo a cargo de la oficina desde la renuncia del anterior jefe y hasta mi llegada.

—Estos otros en cambio, son los que ya han sido inspeccionados— agregó, mostrando una pila de altura monumental.

—¿Y por qué aún no se les ha dado salida? —pregunté.

—Bueno, lo que pasa es que entre ellos hay algunos que se deben volver a inspeccionar; otros, en los que el titular debe entregar alguna documentación faltante y solo son unos pocos los que están listos, con informe favorable –explicó el Sr. XX.

—¿Y están todos mezclados?

—Eh… bueno… lo que pasa es que a veces… ¡Los interesados tardan tanto en completar la documentación!

—Bien, pero eso no explica por qué están todos mezclados. Además ¿tienen esos interesados plazos concretos para entregar la documentación faltante?

—Bueno, habitualmente los intimamos a completar sus requisitos en un plazo no estimado.

—¿Y eso qué quiere decir? —pregunté, nuevamente con ingenuidad.

—Bueno, quiere decir que no se da un plazo concreto.

—Entonces, ¿el interesado puede tardar tres años en cumplimentar los requisitos? Y mientras tanto ¿siguen funcionando normalmente?

No creo que valga la pena abundar en detalles acerca de la serie de torpezas con que se pretendió explicar la situación. Lo cuento solo para que se tenga una idea general de los personajes con los que me las tenía que ver. Lo que recuerdo es que había otra pila aún de unos seis o siete expedientes separada prolijamente.

—¿Y estos otros? —pregunté.

—¡Ah…! Esos… esos son volteaderos.

No estoy hablando de la década del 30, sino de los años 90. Si alguien se sorprende, debo recordarle una vez más, que la realidad supera la fantasía más alocada. 

Estos establecimientos pedían habilitación, en general, como Bar y pensión. De este modo podrían justificar el expendio de tragos, así como la existencia de habitaciones. Nadie dudaba de que, con la pretendida habilitación o sin ella, estos establecimientos funcionaban normalmente con el beneplácito de alguna autoridad municipal y policial.

Por lo tanto, había que ser cauteloso. Salir con la lanza en ristre, me podía llevar a un quijotesco final contra molinos de viento, pero hacer la vista gorda para no enfrentar a los poderosos, era convertirse en cómplice. Decidí que lo mejor sería esperar unos días para efectuar la inspección de estos establecimientos, plazo este que, esperaba, me serviría de “rodaje” en estas lides. 

Al cabo de una semana llegó un funcionario de la Secretaría de Gobierno con un expediente en mano, indicando que, por orden del propio secretario, había que “sacarlo” con toda premura. Se trataba de un nuevo volteadero, que se presentaba como Bar, restaurante, parrilla y pensión.

Había entonces que poner manos a la obra sin dilaciones. Como no confiaba en mis inspectores para mandarlos solos, opté por hacer personalmente estas inspecciones. Desde luego, la visita no podría hacerse en el horario matutino habitual de la municipalidad, si no por la noche. Decidí entonces concurrir a las 20:00 horas.

El barrio no era de los más recomendables para un paseo nocturno, y el local resultó un tugurio de mala muerte con el sugestivo nombre de El potrillón”. 

Al entrar, en la penumbra del salón, nos atendió una “señorita” en paños menores, a la que le sobraban los años tanto como los kilos, que con meliflua y estereotipada voz nos prometió toda suerte de extraños y paradisíacos devaneos eróticos. Cuando nos identificamos como inspectores, se retiró a la trastienda de donde, de inmediato, surgió un “caballero” con aires de encargado que nos atendió durante la visita. Uno de los requisitos para todo aquel que trabaje en un establecimiento con expendio de alimentos es poseer libreta sanitaria. Desde luego que el encargado no la poseía y la señorita tampoco, si bien el caballero declaró que se trataba de una clienta… No pudo ni intentó explicar qué hacía una clienta vestida ¡con lencería erótica…! Pude constatar la presencia de una puerta en el fondo del salón y cuando pretendí franquearla para ver lo que suponía que serían las habitaciones de la pensión, el encargado me dijo:

—Allí no se puede pasar, están culeando… (2)

En el expediente figuraba un informe previo de la Dirección de Inspección General, que era ampliamente favorable para la habilitación de todos los rubros solicitados, aunque no había cocina para el restaurante y apenas si había dos sucuchos que oficiaban de baños. En mi informe declaré que se podría habilitar únicamente como bar, con expendio de bebidas y emparedados. También consigné que había una puerta que no se me permitió franquear, por lo que no podía abrir juicio acerca de lo que allí había y si se adecuaba para habilitar una pensión.

Con la premura digna de las causas nobles, se otorgó la habilitación para todos los rubros solicitados, haciendo caso omiso a mis salvedades.

Vaya uno a saber qué código no se cumplió entre estas gentes sin códigos, pero ocurrió que a los pocos días se dictó desde las altas esferas la clausura del establecimiento, abriéndose un sumario para determinar las responsabilidades de los funcionarios intervinientes. Tuve que comparecer ante el abogado sumariante y pude ver que el propio Secretario de Gobierno (de quien dependía la Dirección de Inspección General, que había otorgado su beneplácito para habilitar todos los rubros solicitados), particularizaba sus embates contra la oficina de bromatología (no dependíamos de su área sino de salud), que «… habiendo visto la existencia de dependencias a las que no pudo acceder, permitió que se habilite…». 

—¿Yo permití que se habilite? ¡Pero si fue él quien habilitó con mi informe a la vista! Y de la opinión favorable de Inspección general ¿no dijo nada? —manifesté al sumariante sin ocultar mi indignación mayúscula. 

Mi interlocutor me hizo notar que el Secretario de Gobierno no solo era Secretario, y por tanto estaba fuera del alcance de mis iras, sino que además era abogado.

—¿Quién creés que va a perder si vas contra él? — me dijo. Y agregó —Esto es pa’la gilada (3), aquí no va a pasar nada…

Teniendo en cuenta estas razones, expresé un par de conceptos en mi descargo y allí quedó la cosa.

Luego tuve que intervenir en otros casos más. Uno de ellos, de nombre   Porky’s”, era mucho más coqueto. Las señoritas (varias) eran más atractivas y el encargado, muy atento, nos ofreció sus servicios por cuenta de la casa. También nos explicaba que tenían autorización del comisario, del director de Inspección General de Nuestro Municipio y hasta dijo saber cuál es la tarifa semanal que cobraban esos dignos funcionarios. 

—Entonces, ¿para qué piden habilitación? — pregunté, desconcertado.

—Sabés que pasa pibe, que por ahí viene algún juez que busca fama y por cualquier boludez te clausura. Si tenés habilitación, la cosa se le hace más difícil…

Sabiendo que el inspector que me acompañaba era médico, el encargado le sugirió que, si quería, podía pasar “a revisar” a alguna de las señoritas…

En otro caso, fuimos a un establecimiento de dimensiones novelescas. No recuerdo con claridad el nombre, pero era algo así como “Paradise” o “Éxtasis”. En un gran salón con luces sugerentes había una gradería donde las chicas estaban en oferta, como mercadería en exposición. Pudimos recorrer un laberinto de piezas y pasillos que para nada coincidían con los planos presentados para su habilitación. Algunas habitaciones estaban separadas entre sí por un delgado tabique de madera que ni siquiera llegaba al techo. En caso de incendio, solo la Divina Providencia permitiría que alguien saliera con vida. Una habitación, a la que pude entrar, estaba provista de una cama con colchón (¿Sábanas? No, en realidad no hacen falta…) y un tachito para lo que fuera necesario… En mi informe consigné la ausencia de libretas sanitarias de al menos quince alternadoras que, en ropa íntima, recibían a los clientes; que había un número no determinado de otras señoritas trabajando, pero que en el momento se encontraban en las habitaciones con clientes. Por lo anterior y una serie de otras falencias técnicas desaprobé su habilitación. Para mayor claridad –con la experiencia del caso anterior– expresé que aconsejaba su clausura inmediata. Por más que mis expresiones fuesen algo eufemísticas, dejaban muy en claro el tipo de actividades que allí se ejercían.

Desde luego, el informe previo de Inspección General era ampliamente favorable a su habilitación.

No tuve oficialmente más noticias del caso. No obstante, como en los pueblos chicos se sabe todo, yo estaba al tanto de que seguía funcionando normalmente. 

Unos años más tarde, un canal de TV hizo una investigación periodística acerca de organizaciones mafiosas de prostitución que tenían su base de operaciones en un populoso municipio cercano y “sucursal” en Nuestro Municipio. Se pudo constatar que tenían reducidas a servidumbre a varias chicas, entre ellas a menores, provenientes en su mayoría de Paraguay. No necesito explicar que la sucursal mencionada era el establecimiento a que hice mención. 

Ante el revuelo público que ello produjo y apoyados en mi informe (¡de cuatro años atrás!) las autoridades dictaron la inmediata clausura del establecimiento. Se mandó una gacetilla de prensa titulada: “Nuestro Municipio no avala la prostitución” cuyo contenido ni siquiera vale la pena recordar. Reitero, cuatro años durmió el expediente en la Secretaría de Gobierno según pude verlo al estar a cargo de la cuestión administrativa de la clausura. A los pocos días, las fojas que delataban tal “descuido” habían sido prolijamente sustituidas dejando borradas las huellas de tan injustificable demora.

Cosas que pasan en estas latitudes… 

-o-o-o-o-o-o-o-o-

(1) Por si alguien no lo sabe: un volteadero es un prostíbulo.

(2) Por si alguien no lo sabe: culear quiere decir… Bueno, ¡hagan un esfuerzo de imaginación!

(3) Por si alguien no lo sabe: Pa’ la gilada quiere decir algo así como pour la galerie, para la tribuna o para salvar las apariencias…


martes, 8 de abril de 2025

Frases de Sarmiento

No es necesario esperar hasta el 11 de septiembre para recordar a Sarmiento.



Hombre polémico, que no ahorró exabruptos, fue una personalidad potentísima que, haciendo las sumas y las restas, nos deja un saldo sumamente favorable, a pesar de su demonización por parte de la cultura "progre".

Aquí, algunas de sus frases:

Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de las mujeres.

Fui nombrado presidente de la República, y no de mis amigos.

Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela.

Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Son las escuelas la base de la civilización.

Los discípulos son la mejor biografía del maestro.

La ignorancia es atrevida.

Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno.

Es la práctica de todos los tiranos apoyarse en un sentimiento natural, pero irreflexivo de los pueblos para dominarlos.

Vuestros palacios son demasiado suntuosos al lado de barrios demasiado humildes. El abismo que media entre el palacio y el rancho lo llenan las revoluciones con escombros y con sangre, pero os indicaré otro sistema de nivelarlo: la Escuela.







martes, 1 de abril de 2025

Las marchas de los jubilados.

 

Nadie puede dudar acerca de la crítica situación por la que atraviesan los jubilados y de su legítimo derecho a manifestar su descontento. Lo que sí queda en dudas es la razón por la que no se manifestaron con tanta vehemencia durante los gobiernos kirchneristas. ¿Estaban mejor en aquellas épocas? ¿Comenzó su penuria el 10 de diciembre de 2023?

Ciertamente no fue así. Pero lo que es más escandaloso es que justamente esos gobiernos, a los que no les hicieron tales demostraciones de descontento, son grandes responsables de la penuria actual del sector. La estatización de las AFJP, ocurrida en 2008, obligó a los aportantes a pasar al sistema oficial de reparto aún contra su expresa voluntad. Y se apropiaron de los fondos de sus aportes. Hoy podemos apreciar las ¿bondades? del sistema de reparto. 

Cualquier intento demagógico de otorgar «jubilaciones dignas» sería recurriendo una vez más a la impresión de billetes, con lo que se desataría una nueva ola inflacionaria que terminaría, más temprano que tarde, licuando ese «beneficio» otorgado por un gobierno bonachón, consustanciado con los abuelitos. Pero devengaría inmediatamente rédito político. 

Por otra parte, si bien el reclamo de los jubilados, como ya dije, es legítimo y entendible, no queda muy claro por qué justamente ahora, muchos sindicalistas, kirchenristas y militantes de trasnochadas izquierdas, se sienten consustanciados con esas nobles causas y salen a protestar con algo más que vehemencia.

Entiendo que están poniendo sus barbas en remojo al ver que, probablemente, en octubre, el gobierno coseche un no despreciable porcentaje de votos que le permitan llevar a cabo con mayor soltura sus políticas. Políticas que no favorecerían a las mafias enquistadas en esos sectores a que hice referencia. 

Entonces, su objetivo de máxima es voltear al gobierno y el de mínima, esmerilarlo lo suficiente para que no obtenga esos temidos resultados electorales.



jueves, 20 de marzo de 2025

Diálogo de conversos

El título de esta entrada es el de un libro muy recomendable.Se trata de un exquisito diálogo entre Roberto Ampuero y Mauricio Rojas, dos chilenos conversos del marxismo al liberalismo. Y eran dos marxistas militantes antes y durante el gobierno de Salvador Allende. Reflexionan, desde luego, de la realidad pasada presente y futura de su Chile natal; pero no solo eso, sino de la evolución de las ideas en el mundo y de los acontecimientos trascendentales que ocurrieron en aquellas décadas de sus respectivos exilios. Todo ello con una erudición que nos deja asombrados.

Contra lo que muchos marxistas creen fervientemente, esa conversión no es traición por conveniencia. He oído hablar de lo dudosa que resulta la «fe de los conversos», frase a la medida de los judíos conversos en la época de Isabel la Católica. En aquel caso se trataba de convertirse para no ser llevados al exilio o aún al cadalso, perdiendo todo lo que poseían; siendo una conversión «para salvar el pellejo», es claro que era para dudar de esa fe. En este caso es solo una evolución personal de las ideas y convicciones cuando pudieron contrastarlas con otras realidades como fueron las vivencias en los países donde recalaron en su forzado exilio. Y esa conversión, tal como señala acertadamente Mario Vargas Llosa, no resulta una ventaja, sino todo lo contrario; hay que estar dispuesto a soportar el «baño de mugre» y las abundantes acusaciones de estar vendido al gran capital o al imperio que le endilgan los intelectuales progres que tanto abundan

Ampuero vivió muchos años en Alemania del Este y en Cuba, por lo que nadie le puede contar lo que es el comunismo para quienes viven dentro de un régimen de ese tipo. En el caso de Rojas, su exilio fue en Suecia, desde donde palpó lo que es vivir en un país capitalista, a pesar de la fama que tienen los  escandinavos de ser socialistas y que claramente no lo son. 

Rojas habla de la sabiduría de su abuelo, hombre muy culto e instruido:

… mi abuelo sabía mucho, y por ello no le costó ver en mí y en mis amigos revolucionarios a los nuevos santones armados que podían llenar la tierra de horror en nombre de la redención y el paraíso terrenal. 

Y Ampuero contesta:

Esos son antecedentes muy poco conocidos y muy relevantes del marxismo que recalcan su carácter de religión atea. Esto es algo que los marxistas niegan con toda fuerza ya que pone en evidencia la falsedad del postulado fundamental de su doctrina: que se trata de una visión absolutamente científica, despojada de todo elemento de fe. 

Y sigue Rojas: 

Mi abuelo sabía que su nieto estaba jugando con un fuego que podía terminar incendiando toda la sociedad y por ello me decía con una mezcla de cariño y temor: «Hijo, no seas soberbio». Yo, en ese momento de exaltación revolucionaria, veía a mi abuelo como una reliquia del pasado y sus advertencias me resbalaban. Sin embargo, con los años he ido entendiendo la profundidad de lo que me decía. Era un llamado a no jugar a ser Dios, a entender las limitaciones de lo humano y que no podemos aspirar a construir utopías perfectas, porque la perfección no es de este mundo, ni tampoco el hombre nuevo. No podemos reinventarnos y transformarnos en seres angelicales, y cuando lo intentamos terminamos ejerciendo la violencia más despiadada contra el ser humano tal como es y como seguirá siendo por más que lo mandemos a campos de reeducación como los de Cuba, China o Unión Soviética. Toda esta reflexión se fue haciendo más y más evidente en el transcurso de mis estudios sobre el marxismo y sus raíces en la tradición cultural y religiosa occidental, pero se plasmó con toda exactitud leyendo aquella frase clave del Evangelio de Juan con la que Jesús responde a la pregunta de Pilatos sobre dónde estaba su reino: «Mi reino no es de este mundo». Con ello se marca una línea roja que no debemos pasar. Nuestro mundo debe estar hecho a la medida humana, de acuerdo a lo que somos, seres perfectibles pero no perfectos. Esa es para mí la base antropológica, por así decirlo, del liberalismo, que no quiere negar lo que somos ni imponernos hormas que no calzan con nuestra naturaleza, sino construir algo mejor sobre y para nuestra imperfección. 

En otro pasaje, vuelve Rojas a analizar el tema del mesianismo que impera entre los rebeldes «revolucionarios»:

El problema se produce cuando a nombre de ese otro mundo nos rebelamos contra nuestra naturaleza humana y jugamos a ser dioses, cuando tratamos de convertir ese «más allá» que nos consuela en un «aquí y ahora» que nos invita a violentar lo que somos. Allí está el mal acechando y la tentación totalitaria.

Rojas, hablando de las infantiles actitudes de quienes, como él mismo, se disfrazaban de guerrilleros, dice:

Era un sueño y uno andaba como elevado en su rol de mesías revolucionario, mirando al resto de los mortales, pequeños e insignificantes, desde las cumbres olímpicas del que está dispuesto a morir y matar por un ideal grandioso.

Y la respuesta de Ampuero:

Esa es, precisamente, la disposición de ánimo que convierte al fanático en asesino. Y todo esto en un marco de irresponsabilidad total y desprecio total por la democracia chilena de entonces. Un drama se iba incubando…

Un tema recurrente entre círculos políticos e intelectuales (y aquí los autores hablan principalmente de Chile, pero es perfectamente aplicable al resto de Latinoamérica) es criticar todo lo malo, perverso, invasivo, atropellador e inmoral que, real o imaginariamente, se pueda decir de USA. 

Los autores, si embargo, hacen algunos análisis muy interesantes de todo lo que de ese gran país deberíamos copiar.

Dice Ampuero:

¿En cuánto me marcaron veinticinco años de vida entre alemanes? ¿Y en qué medida he quedado marcado por catorce años de vida en Estados Unidos, que es un país muy generoso porque te pide muy poco a cambio, ni siquiera que sepas inglés? El estadounidense te da la ciudadanía y te deja ser quien quieras ser, y si quieres vives toda tu vida en el mundo que tus compatriotas han construido dentro de Estados Unidos. ¿Cuán chileno soy?, me pregunto, y en qué medida mis tensiones con el país, pues las he tenido y las tengo, se deben a que dejé de ser chileno hace mucho y a que actúo a veces más como alemán o como estadounidense, y en el primer caso exijo puntualidad y en el otro ando ofreciendo sonrisas a desconocidos y me visto informalmente porque en Estados Unidos poco importa tu aspecto, pero en Chile mucho.

Más adelante, Rojas comenta:

Solamente una sociedad de oportunidades que potencie la libertad de todos puede estar protegida contra los mesianismos totalitarios, como bien lo prueba la experiencia de Estados Unidos, que siempre ha sido el cementerio de los utopismos socialistas y el suelo fértil del emprendimiento y la democracia. Ello dependió del hecho básico que le dio a Estados Unidos, especialmente a partir de la Guerra de Secesión, su característica decisiva: esa «igualdad de condiciones», como la llamó Tocqueville, de los farmers, el acceso masivo a la tierra que hizo de los proletarios europeos propietarios norteamericanos y que también le cambió la vida a quienes se quedaban a vivir y trabajar en las ciudades de Estados Unidos. Fue el país de la igualdad de oportunidades y la libertad, y por eso floreció como ningún otro. Eso nos deja una gran lección y todo un programa de futuro a realizar: hermanar la libertad con la igualdad de posibilidades, así como también la autonomía individual con ese fuerte sentido de comunidad que aún impera en Estados Unidos. Esa es la base del culto estadounidense al éxito, al que triunfa, al que se enriquece, porque existe un sentimiento de vivir en una sociedad de oportunidades, meritocrática y abierta, tan distante de la nuestra. 

Y sigue Ampuero:

Es cierto. He vivido casi quince años en Estados Unidos y mi impresión es que los estadounidenses tienen una relación sana con los exitosos y triunfadores, y con el concepto de fair play y de to play by the rules. Y no estoy idealizando, pero lo cierto es que si te sorprenden defraudando la fe pública o a las instituciones, las penas son tremendas, partiendo por las tributarias, pero para grandes y chicos. En Chile, en cambio, tenemos una relación complicada con el éxito ajeno: pensamos que el éxito o el triunfo del otro nos disminuye, que es un logro a costa nuestra; en Estados Unidos, en cambio, se cree que el triunfo del otro te beneficia, y ojalá sea contagioso.

Y no escatiman elogios a la sabiduría de los «Padres fundadores» de USA, Madison, Jefferson, Franklin y Adams entre otros, que supieron plasmar en la Constitución tantas y tan sabias prescripciones que tantos éxitos garantizaron a su país y que, hoy, son modelo a seguir por casi todo el mundo libre.

Es muy interesante cuando discurren acerca de la honestidad del ciudadano de a pie y de la confianza que hay en ello en algunos países desarrollados (habla de Alemania, Suecia y USA, pero podríamos ampliarlo a Suiza, Japón y tantos otros) en contraste con nuestros países de América Latina. Como respuesta a una reflexión de Ampuero a este respecto, Rojas dice:

Habiendo vivido en un país como España y estudiado bastante el caso argentino, no puedo estar más de acuerdo contigo. España está hoy destruida por su tolerancia, incluso ensalzamiento, de la pillería y la corrupción, esa «picaresca» tan alabada que hoy corroe a ese país como un cáncer que desestabiliza todas sus instituciones y su sistema político. Bueno, de Argentina ni hablar. La «viveza criolla» ha logrado lo que parecía imposible: lograr que un país con los recursos de Argentina, no sea uno de los más prósperos de la Tierra.

Lecturas

María Domecq. De Juan Forn Haciendo un paralelismo entre la historia de Madam Butterfly y la de un antepasado suyo, el autor crea un relato...