jueves, 18 de julio de 2024

Los años 70

Los montoneros y otras agrupaciones terroristas nunca tuvieron vocación democrática ni estuvo en sus planes el cuidado de la república. Por el contrario, su accionar siempre estuvo dirigido a destruirla y jamás pasó por su cabeza consultar al famoso pueblo al que decían defender. ¿Eran muy distintos de los militares a los que se enfrentaron? Ambos lucharon por hacerse con el poder, “para el bien del país”; pero solo un bando lo logró.

Estos muchachos “idealistas” en los 70 lo intentaron por medio de la lucha armada. En tiempos más recientes lo intentaron con medios más sofisticados, más refinados y menos peligrosos (para ellos, desde luego).

Por muy buenas que puedan haber sido las intenciones que los animaron (a algunos de ellos), no cabe duda alguna que sus métodos fueron aviesos. Su idea era la de destruir, valiéndose de cualquier medio, la democracia burguesa, tal su calificación, para instalar luego una “revolución” que traería, mesiánicamente, la felicidad y prosperidad al pueblo; ¿o buscarían solo su propia felicidad?

Tras ser derrotados en el terreno que ellos eligieron (con métodos tanto o más aviesos), y luego de transcurrir unas décadas, volvieron con bríos renovados y parecidos objetivos. Solo cambiaron algunos medios. Ahora, la destrucción del estado, la intentaron desde adentro, avasallando cuanta institución de la democracia estorbara sus planes. Y, así como antes se enriquecieron mediante los secuestros extorsivos, ahora lo hicieron por la corrupción, los retornos, los contratos con empresas amigas y los buenos sueldos, todo ello al amparo de una justicia parcial, ausente o distraída.

En esta etapa parece que esa amenaza estaría controlada; ¿será así? ¿Cómo terminará esta vez la historia?  Me aterra el solo pensar que pudiera regresar esa realidad de pesadilla.

viernes, 5 de julio de 2024

Frases

Cuando uno lee, suele encontrar frases o conceptos notables. 

En La posmoralidad, Miguel Wiñaski dice:

El populismo surge de la desigualdad, pero no la resuelve, la amplía. En principio y, sin embargo, parece consolidar una salida para los atrapados por la inequidad, por el solo poder de la varita mágica de la demagogia”. 

La altura moral de las masas suele ser menor que la del individuo.

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Frases de Ayn Rand, en La virtud del egoísmo

El capitalismo no es un sistema del pasado, es el sistema del futuro, si es que la humanidad ha de tener futuro.

Ni la riqueza ni los empleos ni ningún valor humano existen en una cantidad dada, limitada y estática. Los beneficios deben producirse y la ganancia de uno no significa la pérdida de otro.

La mejor prueba de la superioridad del capitalismo son los dos ‘berlines’.

El socialismo es la creación de intelectuales arrogantes que pretenden saber mejor que los individuos lo que les conviene.

Hay dos clases de violadores de los derechos; los criminales y los gobiernos.

Cuando se declaran ‘derechos’ hay que preguntar para quién y a costa de quién.

El gobierno de USA fue instituido para proteger a los individuos de los criminales y la Constitución fue redactada para proteger a los hombres del gobierno.

Los Padres Fundadores de USA establecieron que la Constitución garantizaría el ‘derecho del individuo a la búsqueda de la felicidad’ y no a que otros se la proporcionen.

Cuando hay una gran sequía, los animales perecen y el hombre construye canales. Cuando hay inundaciones, los animales se ahogan y el hombre construye diques. Cuando ataca una jauría de lobos, los animales son devorados y los hombres dictan la Constitución de los EEUU.

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J. J. Sebreli en Tercermundismo. Mito burgués dice acerca de Sarmiento:

Si por ejemplo Castro pretende llamarse socialista por su muy loable lucha por la alfabetización de las masas, con el mismo criterio, un viejo burgués argentino como Sarmiento debería llamarse también socialista.

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En El crimen de la guerra, Juan Bautista Alberdi dice: 

Uno de los motivos o de los pretextos más a la moda para las guerras de nuestro tiempo, es el interés o la necesidad de completarse territorialmente. [...] De todos los pretextos de la guerra es el más injusto y arbitrario. Él se da la mano con la desigualdad de fortunas, invocado por los socialistas como motivo para reconstruir la sociedad civil sobre la iniquidad de un nivel que suprima las variedades fecundas de la naturaleza humana.

Recordemos que cuando dice «nuestro tiempo» está hablando del siglo XIX. Parece que poco ha cambiado.

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En La novia del hereje, Vicente Fidel López dice:

Cuando uno es joven le son permitidos los ensueños; cuando deja de serlo, es feliz si puede recordarlos sin sonrojarse.

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Frase de Jean François Revel (no recuerdo de cuál de sus obras la tomé).

El club con más socios del mundo es el de los enemigos de los genocidios pasados. Sólo tiene el mismo número de miembros el club de los amigos de los genocidios en curso.

A su vez, en el prólogo que le hace a la obra de Carlos Rangel El tercermundismo, dice:

El objetivo del Tercermundismo es acusar y si fuese posible destruir las sociedades desarrolladas, no desarrollar las atrasadas.

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Y ya que hablamos de Carlos Rangel, de la obra citada rescato:

En el choque eterno entre el bien y el mal, el marxista, con solo serlo, está del lado de los ángeles.

Un marxista siempre tendrá razón, por el solo hecho de serlo, contra cualquier no marxista. Y un marxista en el poder, tendrá razón contra un marxista en la oposición. [...] porque el "Número Uno" es Primer Secretario, y, como tal, Supremo Sacerdote e intérprete irrefutable de la dialéctica histórica, de modo que "objetivamente" cualquier oposición a su poder personal se convierte efectivamente en un crimen contrarrevolucionario. 

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Ludwig von Mises:

La concepción socialista es a la vez grandiosa y sencilla... De hecho, puede ser considerada como una de las más ambiciosas creaciones del espíritu... Algo tan valiente y atrevido que justificadamente ha logrado levantar la más excelsa admiración. Si queremos salvar nuestro planeta de la barbarie, lejos de ignorar desdeñosamente los argumentos socialistas, es preciso refutarlos.


 

 

martes, 18 de junio de 2024

A propósito de la educación

Uno de los temas que hoy vemos que pasan por aceptables es la estrafalaria teoría de que la escuela debe ser democrática y por lo tanto los alumnos tienen el derecho (y hasta el deber) de opinar y ser tenidos en cuenta para decidir un plan de estudios o la designación de un director o rector de su establecimiento. Y en el ejercicio de ese derecho pueden “tomar un colegio”. ¡Y hay padres que los apoyan! Si tanto decimos querer y defender a la democracia ¿cómo podemos aprobar que se imponga manu militari el criterio de los alumnos? Y para peor, ¡de solo algunos alumnos! ya que nunca se cuantifica cuántos son los que quieren estudiar y cuántos los que prefieren la farra que implica una toma.

Una de las principales causas de la decadencia educativa, emparentada con lo anterior, es la pérdida del criterio de autoridad. Y no me estoy refiriendo al sentido policial del término sino al reconocimiento de quien ha hecho méritos por su capacitación. Hoy se suele llamar a los docentes “facilitadores”, término que está muy bien aplicado a lo que en realidad se ven limitados a hacer: facilitar en todo lo posible el tránsito del alumno, sin que importe demasiado si aprende o no. “La escuela debe ser inclusiva”; “una mala nota es estigmatizante”, y otras paparruchadas por el estilo se oye pronunciar con una convicción impostada que da náuseas. Y en ese contexto, ya no extraña a nadie que el padre de un alumno o el alumno mismo agredan físicamente al docente porque, al aplazar al nene, no se le "facilitó" el progreso en sus estudios...

En su libro «La tragedia educativa», Guillermo Jaim Etcheverry dice:

Además, hoy ya no se piensa que exista una sabiduría superior que deba ser transmitida. Nada es superior, todo es igual. Este relativismo moral y cultural hiere de muerte la autoridad de la familia y de la escuela, representadas por los padres y los maestros. 

Parecido a lo que Discépolo dijo: «Lo mismo un burro que un gran profesor».

También vemos con claridad cómo los dirigentes hacen como si les interesara la educación, pero jamás vemos soluciones concretas. Es importante arreglar escuelas, pintarlas y dotarlas de los elementos pedagógicos, pero eso no es todo.

Sobre el tema de la autoridad desprestigiada, como siempre, Mario Vargas Llosa tiene un artículo estupendo, en el que, entre otras cosas, dice:

El eslogan de Mayo del 68 extendió al concepto de autoridad su partida de defunción y legitimó la idea de que toda autoridad es sospechosa. No destruyó el Estado, pero sí la educación.

También dice, en “Desafíos a la libertad”:

La universidad ha abdicado de su obligación de defender la cultura contra las imposturas. Cierto, sus departamentos técnicos y científicos siguen formando buenos especialistas, profesionales eficientes, aunque ciegos para todo lo que está más allá de los confines de su cubículo de saber. Pero las humanidades han caído en manos de falsarios y sofistas de todo pelaje, que hacen pasar por conocimiento lo que es ideología y por modernidad al esnobismo intelectual, y que desinteresan o disgustan a los jóvenes de la vida de los libros. Por culpa de los fariseos del exterior y los filisteos de adentro, la gran tradición clásica de la literatura y la filosofía que hizo posible la sociedad liberal moderna, agoniza dulcemente en los campus de impecables jardines y repletas bibliotecas de la academia norteamericana. 

Deberíamos volver a analizar qué fue lo que hizo progresar tanto a unos países por sobre el resto y veríamos que fue la machacona insistencia sobre la escuela pública obligatoria. Y nosotros supimos ser ejemplo de eso. Por mucho que los revisionistas progres de hoy renieguen de Sarmiento y envilezcan y descalifiquen su figura, hay que reconocer que en gran medida gracias a él fuimos vanguardia en Latinoamérica y estuvimos a la altura de los países más adelantados del mundo. Es bueno releer algunas frases del “Padre del aula” y después ver si estamos tan seguros de negar su legado:

«¿No queréis educar a los niños por caridad? ¡Pero hacedlo por miedo, por precaución, por egoísmo! ¡Movéos, el tiempo urge; mañana será tarde!»

«Vuestros palacios son demasiado suntuosos, al lado de barrios demasiado humildes. El abismo que media entre el palacio y el rancho los llenan las revoluciones con escombros y con sangre. Pero os indicaré otro sistema de nivelarlo: la escuela».

«El solo éxito económico nos transformará en una próspera factoría, pero no en una nación. Una nación es bienestar económico al servicio de la cultura y de la educación».

Seguramente el ilustre sanjuanino ha cometido numerosos exabruptos, ¿quién no los cometió, en las épocas que le tocó vivir o en cualquier otra? Y no está mal que se señalen; todos los próceres han sido humanos y no “cagaban mármol” al decir de un personaje inolvidable del cine. Pero lo que nadie puede negar, es que mucho de lo bueno que la Argentina de hasta hace poco fue, se lo debe a él y a su generación. 

Para tener una idea de lo que pensaban los políticos de entonces, basta citar a Avellaneda quien dijo que, al dejar la presidencia había sido elevado a rector de la Universidad de Buenos Aires. En sintonía con eso, Thomas Jefferson, prefería que lo recuerden por haber fundado la Universidad de Virginia y no por haber sido dos veces presidente de USA. Sin ninguna duda, un país le debe más a un político dedicado en cuerpo y alma a la educación, que a tantos otros que declaman su amor por los desposeídos y se muestran magnánimos con las dádivas (que reparten generosamente con dinero que no es de su bolsillo). 

Cuando se realizan evaluaciones externas (algunas con prestigio internacional) y salimos mal parados, siempre se busca la responsabilidad en la encuesta que, por supuesto, “estuvo mal hecha”. Jaim Etcheverry nos da ejemplos de planteos sencillos que los alumnos no suelen responder, tanto en el área de las matemáticas como en lengua o cultura general (muchos ubican a Napoléon como anterior a Jesucristo y no faltó quien creía que el autor del Quijote es Martín Fierro). Cuando vemos estas respuestas o que algunos no saben resolver una regla de tres simple, pensamos que se trata de alumnos de los primeros años de primaria, o de los que han fracasado y no pueden progresar, pero nos espantamos al saber que son alumnos de secundaria y a los que no les va del todo mal. 

Démosle a nuestra gente buena educación y el resto vendrá por añadidura.

Por todo lo anterior, anhelo un gobierno que arregle la economía destruida que tenemos, pero tendrá todo mi apoyo y consideración solo si paralelamente nos demuestra un interés obsesivo por la educación. 

¿Llegaré a ver tal cosa?

lunes, 10 de junio de 2024

Algunas «bolurreflexiones»


Para las feministas

Entiendo que la mujer se sienta en innumerables ocasiones a merced de algún salvaje incapaz de controlar sus salaces instintos.  

De todos modos, creo que hay mucho que se puede lograr desde uno mismo para enfrentar este tipo de conductas. 

Desde el lado de las mujeres, entiendo yo, no deberían aceptar que se les exija estar siempre depiladas; no muy maquilladas, pero tampoco a cara lavada; que sean recatadas siempre, pero ardientes con uno; que no estén ni muy gordas ni muy flacas, etc. ¿Qué clase de hombre es quien todo eso pretende? Y la mujer que busca complacerlo; ¿está buscando un compañero, una pareja, el amor, un marido que la mantenga o, simplemente, «peor es nada»?

Desde luego que el atractivo físico es muy importante, sobre todo en las primeras aproximaciones, y esto vale tanto para unos como para otras. Pero luego ¿qué?

Y también existen las jovencitas que encuentran el “amor de su vida” en un vejete millonario.

Y por supuesto hombres maduros que no dudan en dejar a su compañera de toda una vida, tal vez la madre de sus hijos, por una muñequita de carnes duras que, probablemente, lo satisfará en la cama, pero lo llenará de hastío al cabo de unos meses.

Tanto unos como otras debemos trabajar en la educación y en la prevención. Los hechos de violencia extrema, rara vez aparecen bruscamente, sin aviso previo, sino que son una escalada que va en aumento paulatinamente. Hay que aprender a reconocer esos signos y actuar con decisión al respecto. Y las mujeres tienen un rol fundamental en la prevención de estas conductas ya que son las que tienen un principalísimo papel en la educación, tano de niños varones como mujeres.

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La felicidad y cómo lograrla

Hay una anécdota que oí hace muchos años y no recuerdo su origen. Dice que la felicidad es a las personas como la cola al perro. Por más que este animalito la persiga, jamás la alcanzará del todo. Pero, si él anda por la vida haciendo su camino, haciendo las cosas que debe hacer un perro (enterrando un hueso, masticando las pantuflas del dueño, persiguiendo a  la perrita del vecino, olfateándola en sus partes traseras, y regando cuanto árbol se le cruce), la cola lo seguirá allí donde vaya. Así es la felicidad y, agrego yo, el amor. Hagamos nuestro camino y no nos esforcemos por alcanzarlo, él llegará solo a nuestro encuentro y quedará  extasiado con nuestro andar. 

Tal vez suene demasiado poético o demasiado irreal, pero es terriblemente eficaz.

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Los dioses y el joystick 

Según la teoría de Darwin acerca de la evolución de las especies, descendemos de un antepasado común con los monos actuales. No obstante, y hasta hace algunas décadas, hablábamos del “eslabón perdido” para referirnos a los estadios evolutivos intermedios entre nuestros antepasados comunes con los monos actuales y nosotros. Esto alentaba a algunos escépticos a dudar de la presunta teoría evolutiva. Los hallazgos arqueológicos más recientes, que muestran a nuestros antepasados en una sucesión bastante completa, ponen en serios aprietos las historias bíblicas respecto de la creación.

Sin embargo, cuando uno ve todo lo maravillosamente compleja que es la realidad que nos rodea, no puede menos que pensar en una mano conductora que guió esa evolución tan bien explicada por Darwin.

Pero de allí a creer en alguna religión de las establecidas, hay un trecho. Todas pretenden ser la única o verdadera, con exclusión de las demás. Y en muchos casos, las diferencias son solo litúrgicas. En nombre de esa pretensión de ser la excluyente, se ha matado a más gente de lo que hicieron las pestes; sin contar con las persecuciones, guerras, destierros, torturas y sufrimiento que, en nombre de un Dios bondadoso, a su turno todas (o casi) han asestado (y algunas lo siguen haciendo) a la humanidad.

Pero, asumiendo que exista un Creador de todo lo conocido; ¿por qué tiene que ser infinitamente bueno? Y, además, bueno según nuestros criterios. Y si se lo concibe, además de bueno, como omnipotente, ¿cómo explicamos que permita tanta iniquidad en su creación? Yo entiendo que ese Dios nos ha dado el libre albedrío que es la causa de las iniquidades que vemos a diario.

¿Por qué tiene que ser perfecto? Es evidente que, si fue capaz de crear (¿de la nada?) todo lo que vemos, su capacidad y sapiencia están muy por sobre la nuestra, pero, ¿eso sería perfección?

¿Por qué tiene que haber solo uno? En vista de lo que hay, uno puede suponer la existencia de una población de dioses que han creado una especie de juego en red, en el que nosotros somos apenas los muñequitos que se mueven por la pantalla mientras unos manejan el joystick que controla a China, otro el de USA otro a Japón, etc. Si así fuera, es evidente que, algunos países, tenemos al mando a un dios bastante torpe.

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La caverna de Platón 

Platón crea la alegoría de «La caverna» en la que, un grupo de personas, encadenadas durante toda su vida dentro de una caverna, solo pueden ver, en la pared del fondo, las sombras proyectadas por fuegos a sus espaldas, que son manipulados por otras personas. Como es lo único que han visto en toda su vida, creen que la realidad es solo eso. Ocurre que uno de ellos se libera de sus cadenas, sale al exterior y llega a conocer que el mundo real es otro. Cuando regresa para contarles a sus compañeros cuál es la realidad y al verse enceguecido por la vista acostumbrada a la luz del sol, lo toman por loco y hacen violencia sobre él, negándose a salir al mundo exterior. 

Tal parece que estamos permanentemente mirando hacia el fondo de una caverna y creemos que el «relato» es la realidad. 

No tardamos en tomar por loco a quien discute el «relato».

Hasta que la realidad nos da en la cara y tenemos que enfrentarla con dolor. 

Se está más cómodo en la ignorancia de la realidad: «¿Viste que en la caverna estábamos mejor?». 


jueves, 30 de mayo de 2024

Otra vez misceláneas

La ética de la emergencia

Está claro para cualquiera que utilice medianamente sus neuronas, que los “planes asistenciales” no sacan de la pobreza a los supuestos beneficiarios, por el contrario, allí los mantienen envileciéndolos.

Seguramente que las almas caritativas que tanto abundan dirán que no se puede dejar morir de hambre a tanta gente ni condenar a los niños a una infancia de privaciones con consecuencias siempre indeseables para su vida de adultos.

Pues bien, la respuesta cae de su peso: ante una emergencia (incendio, epidemia, inundaciones no previstas, descarrilamiento de trenes o naufragios), la ayuda no solo es deseable sino necesaria y de sentido común. Pero si la pobreza es una situación permanente y el número de pobres aumenta constantemente, es porque algo funciona mal. 

Lo que debemos preguntarnos es cómo llegamos a esta situación en que hay tantos argentinos que necesitan en forma endémica estos salvavidas y cómo fue que tantos niños van a la escuela para comer, porque en su casa no lo harían.

Recordemos que, en los tan vilipendiados años del “Régimen falaz y descreído”, anterior a la Ley Sáenz Peña, y algunos años más tarde aún,  llegaban legiones de pobres, de pobreza absoluta desde otros países; no obstante, en pocos años salían de esa condición con su esfuerzo y no con subsidios del gobierno. Ni hablar de la escuela pública gratuita y obligatoria, que tanto nos ha distinguido en el mundo que también fue obra de dicho régimen.

Vemos cómo, con su esfuerzo sostenido, construyeron sus casas y los barrios mismos, –en los que no solían faltar sociedades de fomento y de socorros mutuos– y cómo, en décadas más recientes vino la migración interna y solo construyó villas miseria sin lograr, la mayoría, jamás salir de ellas. 

¿Qué fue lo que produjo tal diferencia? ¿Eran los migrantes internos genéticamente inferiores, o simplemente fueron víctimas de regímenes que le hicieron creer que todo les sería dado por un Estado bonachón?

Ese Estado bonachón, jamás les dio las herramientas para salir de la pobreza y, además, con mucho éxito, se dedicó a la tarea de usar como herramienta de propaganda fascista a la educación que fuera uno de los pilares de nuestro prodigioso progreso en aquellos años. Y nuestro gran orgullo.

Estamos en una espiral viciosa que nos llevará a competir con la caribeña Venezuela, ya que al haber cada vez más gente que recibe planes, son cada vez menos, proporcionalmente, los que producen para sostenerlos. Luego, la solución reiterada es aumentar los impuestos y la inflación con lo que más gente pasa a la condición de receptor de subsidios y…

Dijo Ayn Rand en “La ética de la emergencia” (no es textual, sino como lo recuerdo)

«La “ayuda” permanente es una falta de respeto por los “ayudados”, dado que se los considera como una caterva de mendigos inútiles que claman permanentemente por ayuda».

Poco para agregar.

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¿Son o se hacen?

Antes de comenzar, quiero contarles la historia de Prudencio Gil.

Al fin habían llegado sus esperadas y merecidas vacaciones. Don Prudencio no podía estar más feliz; había poco tránsito en la ruta y él disfrutaba del manejo en esas condiciones. En el asiento trasero, los chicos no se estaban peleando, su mujer no estaba enojada, en la radio pasaban algunos de sus tangos favoritos, iba mascando su chicle preferido; nada podía ser mejor.

Pero, siempre algo tiene que salir mal. Y así fue que en el tablero de mando se encendió una incómoda luz roja: ¡la presión de aceite estaba peligrosamente baja!

Don Prudencio lanzó procaces improperios, no habituales en él y que no voy a transcribir porque mi recato no me lo permite. Pero nuestro protagonista, que de Gil tenía más que de Prudencio, no iba a permitir que una miserable lucecita roja le arruinara las soñadas vacaciones y tuvo una idea que le pareció genial: sacó el chicle de su boca y lo pegó en el tablero tapando la endemoniada luz y ¡a disfrutar del viaje!

¿Cómo creen que terminaron las vacaciones de nuestro buen amigo?

Ahora vamos nuestras realidades. Solemos ver que, en un intento de frenar la inflación, nuestros preclaros dirigentes solían salir a controlar los precios, muchas veces con jóvenes militontos.

¿Encuentran los amables lectores alguna semejanza entre la realidad y mi pequeña ficción?

¿Terminará esta situación como imaginamos la historia del chicle?

¿Deberé de dejar definitivamente el tintillo?

Muchas preguntas sin respuesta.

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La clase media 

Desde que yo era joven (de esto hace muuuucho tiempo) vengo oyendo la prédica “progre” contra la clase media que es despistada, enamorada de Miami, seducida por cantos de sirena, queriendo ser “clase alta” y siempre actuando y votando contra el interés de las abnegadas clases populares (como si ser de clase media no fuera ser “pueblo”). Lo más notable del caso es que esos esclarecidos izquierdosos progres ¡son mayoritariamente de clase media!

Pero esa clase media, además de viajar a Miami –cuando los esclarecidos populistas favorecieron esta conducta– son los que en gran medida, con sueldos muchas veces exiguos, deben afrontar expensas y alquileres, pero no salen con la cara cubierta y blandiendo garrotes a reclamar una “vivienda digna”. Son los que deben también hacerse cargo del costo de escuelas privadas porque los gobiernos nacionales y populares destruyeron sistemáticamente la calidad de nuestra escuela pública (por muchos “abrazos simbólicos” que hayan realizado en distintas oportunidades). Esa escuela pública a la que igualmente tienen que seguir sosteniendo con los impuestos que pagan.

Y ese afán por la educación de sus hijos, no solo les asegura a ellos un futuro algo mejor, sino que contribuye al mejoramiento de la sociedad en su conjunto. ¿O hay algún ejemplo en el mundo de países exitosos sin educación de calidad al alcance de todos? Y, desde luego, que todos esos países tienen grandes clases medias, a diferencia de los postergados del mundo donde esa capa social no existe.

Si es tan mala y descaminada la clase media; ¿por qué no cerramos todas las escuelas secundarias, que son la fábrica de ciudadanos de dicha clase?

¿Será que el tintillo me obnubila la mente?

viernes, 24 de mayo de 2024

Misceláneas

Tomo este párrafo de un artículo de Alberto Benegas Lynch (h) publicado en «La Nación»:

«Autores como Anthony de Jasay –tal vez el pensador liberal más sofisticado de nuestro tiempo– recuerdan que “no estamos en la búsqueda de un sistema perfecto”, ya que tamaña meta no resulta posible para los mortales. Y eso es lo contrario de lo que ocurre con todas las utopías socialistas que tantas masacres y sufrimientos han provocado con su pretensión de torcer la naturaleza del ser humano en la busca de ese engendro que sería el “hombre nuevo” que se exime de contrariedades en un mundo idílico».

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En el Documento de la Independencia de USA se delinea la cosmovisión moral y doctrina política de la libertad: 

«Todos los Hombres son creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad. Que para asegurar estos Derechos se instituyen Gobiernos entre los Hombres, los cuales derivan sus Poderes legítimos del Consentimiento de los Gobernados».

Es muy importante notar que garantiza el derecho a “la búsqueda de la felicidad” y no a que alguien se la proporcione.

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Veo con frecuencia en debates televisivos que se agreden, no respetan las opiniones contrarias hablando y hasta aún gritando cuando el oponente tiene la palabra, en una clara falta de respeto, no solo a quien opina distinto, sino también a la teleaudiencia. Pero una cosa que me parece evidente, y admito que puede haber excepciones, es que los opinantes liberales o de «derecha», piensan que, los simpatizantes de las izquierdas en general, son personas que defienden ideas equivocadas; mientras que, en el caso inverso, opinan que son perversos que solo aspiran a defender intereses de las «clases opresoras» y que solo pretenden ver al proletariado cada vez más sumergido.

¡Vaya una diferencia! De este modo, es difícil que de un intercambio de ideas se pueda obtener algo de provecho.

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«Al enemigo no hay que destruirlo, sino que hay que construirlo».

Esta parece ser la proposición axiomática de todo buen populista. Porque es evidente que hay que tener un buen enemigo enfrente a quien responsabilizar por los fracasos que, inevitablemente, se producen con estas políticas.

Y esto es así, porque, según bien dice Ortega y Gasset, es más fácil aunar voluntades para empresas ruines, o con bajos propósitos. 

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Hace unos meses leí en el "Clarín Rural" una nota firmada por Héctor A Huergo, de la que extraigo el siguiente párrafo:

«Aún cuando la mácula ominosa del hambre nos sopapea con demasiada frecuencia, la cuestión quedó circunscripta a sociedades que se empeñan en guerras civiles, desorden administrativo y malas decisiones políticas».

Eso es así porque la revolución tecnológica de la agricultura fue capaz de aumentar la producción total de alimentos más que el aumento de la población mundial. 

Entre esas sociedades que menciona el firmante de la nota, está emblemáticamente la nuestra. De otra manera no se puede entender que, en un país productor de alimentos por excelencia, haya que dar de comer a los niños en las escuelas, porque en su casa no lo harían...

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No recuerdo de dónde lo tomé:

«La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles».

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Seguramente bien intencionados (algunos) en su afán de llevar voluntades hacia su candidato favorito, no paran de decir sinsentidos o afirmaciones más imaginadas que asentadas en hechos concretos.

Dicen que los recursos en las sociedades capitalistas son escasos, como si en los países con regímenes socialistas se nadara en la abundancia.

Dicen que la política es conflicto, cuando en realidad es la vía para llevar ese conflicto inevitable por vías lo más armónicas posible. Por eso existen los parlamentos en los que las propuestas extremas, suele limarse para lograr consensos (eso, donde los parlamentos funcionan como tales). 

Dicen que en las sociedades capitalistas, los empresarios ganan más mientras menos sueldos pagan, afirmación que, si no fuese malintencionada, sería de una ingenuidad increíble. Ya Henry Ford, capitalista como pocos, decía que cuanto más ganaran sus obreros, más autos le comprarían. En las sociedades capitalistas más exitosas, ¿ganan poco los obreros? ¿Quién consumirá los productos que manufacturan a diario las empresas de los capitalistas desalmados?  ¿Es que sus empresas solo producen para los millonarios?

Dicen que los trabajadores crean partidos que luchan por su sueldo en contraposición a los partidos de los “capitalistas”. En nuestro país, el partido típicamente obrerista, ¿logró erradicar la miseria y la marginalidad?

Y podemos ver que, desde la Provincia de Buenos Aires, con gobiernos «de los obreros» acuden a atenderse a la ciudad donde desde hace mucho gobierna «la derecha» ¿quién presta mejores servicios a los pobres y desposeídos?

La pelea de fondo es república Vs. autocracia. Poder limitado o irrestricto. Las ideologías vienen después, y en una sociedad un poco más seria que la nuestra, se avanza, tal vez con cierta lentitud, pero sostenidamente. Y los cambios a derecha o izquierda no son giros de 180º que nos dejan siempre en el mismo lugar.

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Al capitalismo y al liberalismo suelen culparlos de todos los males que aquejan a la humanidad; hasta el propio papa se encarga de ello en sus habituales discursos.

Mucho se habla del “capitalismo liberal salvaje” que acarrea tanta miseria en nuestros pueblos de América Latina. Pero pocos se detienen a analizar que de liberal, nuestros gobiernos tienen poco o nada. Por tanto, el capitalismo es de amigos y no liberal: las consecuencias están a la vista.

¿Qué tiene de liberal un sistema político en el que el Estado no para de crecer y manipular la economía en forma indiscriminada? Pero, ante los reiterados fracasos, no dudan en aumentar la dosis de las medicinas que fallaron. “fue porque no se aplicó lo suficiente”. Y, además, siempre hay un malo de la película a quien acusar: la oligarquía, el imperialismo, los cipayos, etc.

Y que el papa acuse, entre otras cosas, a la propiedad privada, es un absoluto contrasentido si tenemos en cuenta que dos de los mandamientos defienden la propiedad privada: «No robar» y «No codiciar los bienes ajenos».

También es bueno recordar que el propio Jesús decía que uno debe entregar su capa al desnudo y dar alimento al hambriento. Siempre dar lo propio, pero nunca dijo que había que apropiarse de lo ajeno para repartirlo.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Falsas disyuntivas

En las discusiones, tanto de café como en los medios de comunicación, suele discutirse acerca de muy variados temas y vemos con frecuencia falsas disyuntivas como:

Panelistas Vs. economistas

La salud Vs. la economía

Igualdad Vs. libertad

Analicemos:

Panelistas Vs. economistas

Es frecuente ver a destacados economistas participar en programas televisivos donde panelistas y periodistas, no menos destacados e imbuidos de generosos ideales altruistas, los interrogan e interpelan.

Entre los economistas los hay de distintas tendencias y, sobre todo, de variada forma de debatir, algunos con mucha –tal vez excesiva– vehemencia, y otros no tanto.

Pero lo que veo casi invariablemente, es que cuando los economistas exponen sus muy técnicas razones para explicar nuestras reiteradas crisis y las soluciones para evitarlas y, ante su requerimiento de bajar el gasto público, la respuesta de los compungidos panelistas suele ser de este tipo:

Pero la educación y la salud no son gasto sino inversión.

Pero ¿cómo van a hacer los viejitos jubilados si no se les da un bono extra?

Hay que quitarle a los que más tienen para darle a quienes lo están pasando mal.

Ante esos cuestionamientos, veo con pesar, que los economistas ensayan respuestas muy técnicas, pero poco convincentes. A mí no me tienen que convencer, porque ya estoy convencido, pero entiendo que una buena parte de los televidentes, se pondrán del lado de los panelistas.

Las respuestas que yo, poco versado en cuestiones económicas, hubiese querido oír serían de este tipo:

Cuando se habla de “gasto” es referido a erogaciones totales (en física, equivale a caudal o flujo). Reducirlo no quiere decir que se tenga que hacer de áreas sensibles como la salud, la educación, justicia y otras ineludibles del Estado. Y aún en estas áreas, lo que se requiere es mayor eficiencia en el gasto, para lo que es imprescindible efectuar las correspondientes auditorías. Es bueno recordar que, por mucho que se haya afirmado que se ha aumentado el gasto (o inversión si se prefiere) en educación, los resultados son pésimos. Otro tanto podemos decir de las otras áreas de competencia del Estado.

Respecto a los “pobres viejitos”, habría que preguntarle al condolido panelista de dónde se sacarían esos mayores recursos; ¿estaría dispuesto él a resignar un porcentaje de su salario? ¿Por qué pretende que se haga vía mayores impuestos a otros? También cabe preguntar ¿qué fue lo que llevó a esos pobres ancianos y a tantos excluidos del sistema a estar en forma permanente en situación crítica, si no el enorme gasto público así como la aniquilación de las recordadas AFJP y el retorno a un sistema que, es evidente, no da ni dio resultados? Cualquier gobierno, por perverso que fuese, si tuviera la varita mágica, pagaría de un día para otro unas jubilaciones espléndidas. 

Quitarle a los que más tienen estaba bien para Robin Hood, porque le quitaba a los que, supuestamente, estaban explotando al resto de la población. Hoy, si de quitar se trata, habría que comenzar por los políticos, los empresarios prebendarios y los sindicalistas y no aumentando exageradamente los impuestos a los generadores de la riqueza.

La salud y la educación Vs. la economía

Cuando esos economistas de los que hablé pretenden hacernos ver los desaguisados que se hacen en materia económica, tanto en plena pandemia de COVID, como antes y, después, suelen retrucarle que “la salud es más importante que la economía” o bien “Que antes que preocuparse por que los números ‘cierren’, debe tenerse en cuenta que sea con la gente adentro”. Parece ser que no se anoticiaron que el fin último de la economía es, precisamente, la gente. Y que cuando los números “no cierran”, invariablemente la gente queda afuera.

Por eso, como bien dijo uno de esos versados economistas, “Salud Vs. Economía” es una falsa disyuntiva. Y es precisamente al enfrentar una emergencia cuando más hay que prestarle atención a la economía, para evitar, entre otras cosas, el colapso de las prestaciones sanitarias. ¿De dónde saldrían los recursos humanos y materiales para enfrentar una tragedia si no se atiende a la Economía?

–¿Usted prioriza la economía por sobre la Salud? – machacan esas sensibles mentes.

Parece mentira que, en los medios de comunicación, casi todos los periodistas, panelistas y opinólogos varios, invariablemente insistan sobre este tema.

No hay posibilidad de prestar buenos servicios de salud sin una economía sana.

No hay posibilidad de tener una educación razonable sin una economía sana.

No hay posibilidad de reducir la pobreza sin una economía sana.

No hay posibilidad de reducir la inseguridad sin una economía sana.

No hay posibilidad de mejorar la inclusión social sin una economía sana.

No hay posibilidad de mejorar las jubilaciones sin una economía sana.

¿Se entiende por qué no se puede dejar de hablar de economía, ni en los peores momentos de aquella eterna cuarentena?

¿Y cómo se logra esa economía sana?

Con un giro de 180º en las políticas que se han seguido ya durante décadas.

Tomando como guía lo que hacen otros países que sí prosperaron. Y los ejemplos cubren todo el abanico de raza, religión, historia, y geografía; es decir que ninguna de estas condiciones es obstáculo para lograr un despegue definitivo.

Claro que, con los niveles de corrupción e impunidad que padecemos, fracasará incluso la mejor política económica que pudiera implementarse.

Igualdad Vs. libertad

Se ve con angustiante frecuencia que se clama por una mayor igualdad sin entender que el verdadero problema contra el que hay que luchar es la pobreza. Nadie se muere de «desigualdad», sí de hambre o enfermedades asociadas a la pobreza. Y esto se ve con claridad patética en Chile, donde en forma totalmente organizada, las izquierdas, hace ya unos años, han acometido contra un régimen que ha sacado de la pobreza en pocas décadas a un enorme número de chilenos. Y que está hoy en los primeros puestos de América Latina en materia de Desarrollo Humano, PBI/h, educación, acceso a la salud e, incluso, en materia de jubilaciones, que ha sido una de las grandes excusas para promover la ola de barbarie.

Lo que generalmente logran estas izquierdas dogmáticas, y tal vez sea lo que buscan, es acabar con los ricos, en vez de acabar con los pobres.

Pero no hay remedio, ellos no pueden mostrar un solo ejemplo de éxito en sus intentos por traer el Paraíso a la Tierra. Y, si analizamos los países más exitosos en su lucha contra la pobreza, veremos que son precisamente los que tiene una economía más libre; es decir, los más alejados de sus trasnochadas teorías.


Los años 70

Los montoneros y otras agrupaciones terroristas nunca tuvieron vocación democrática ni estuvo en sus planes el cuidado de la república. Por ...