domingo, 3 de septiembre de 2017

El caso Maldonado

Durante los 12 años de kirchnerismo y aún antes, hubo numerosos casos de maltratos y torturas en comisarías. Algunos simplemente sospechados, otros denunciados y otros claramente comprobados. A nadie de la oposición de entonces se le ocurrió denunciar que fuese un plan sistemático emanado de las altas esferas del gobierno. En todo caso, se criticó que pasados tantos años de los nefastos tiempos de la dictadura, la política no había sido capaz de desterrar esas infaustas prácticas; en cambio hoy, sí vemos serios intentos, sobre todo en la Policía Bonaerense.
El caso Maldonado, en cambio, se usa políticamente con un descaro absoluto para apuntar al actual gobierno. Aún si hubiesen sido agentes de la Gendarmería los responsables, cosa que está lejos, muy lejos de ser demostrada, no cabe en ninguna mente sensata que pueda ser con instrucciones del gobierno; ni siquiera con su beneplácito.
Políticamente conveniente
Lo que ocurre es que, achacarle a Macri un desaparecido, no solo es muy conveniente desde lo político sino que encaja perfectamente en el preconcepto que del presidente tenían y de la imagen de él que intentan por todos los medios construir.
Y esto es así, sobre todo cuando ven que, a pesar de todas las campañas de desprestigio que desplegaron, el partido del gobierno cosechó una buena dosis de votos, lo que no cuadra con la idea de democracia que sus trasnochadas mentes han pergeñado.
Los protagonistas
Alguien se preguntará de quién estoy hablando cuando digo todo esto;  pues es muy sencillo: estoy hablando de los cristino/kirchneristas; de la izquierda en sus distintas líneas, sean socialistas, comunistas, leninistas, maoístas trotzkistas o estalinistas; los biempensantes progres; y como siempre, los periodistas de alquiler.
Dentro de todos estos grupos, hay quienes están convencidos y merecen respeto. Aunque no lleguemos a comprender su razonamiento, nunca se me ocurriría pensar que son idiotas o que me dan asco (parafraseando a un esclarecido cantautor) porque no piensen igual que yo.
Pero también los hay que no pueden soportar que se les acabe el curro formidable de que gozaron y recurren a cualquier bajeza en el intento de mantener sus privilegios.  
También los hay, sobre todo en la izquierda en sus variadas vertientes, quienes en realidad no tienen apego a la democracia (“democracia formal” o “burguesa”, como gustan llamarla) o sí lo tienen, pero solo cuando los votos los favorecen. Y creen que una causa justa y noble (la suya) justifica cualquier método, como el de aquella recordada “juventud maravillosa”. Y estos muchachos, algunos cargados de sanas intenciones, no se terminan de convencer de que esos sistemas colectivistas terminan invariablemente en fracaso, escasez, miseria, supresión de libertades y corrupción.   
También hablo de los biempensantes progres, siempre dispuestos a apoyar la causa de los desposeídos para lo que cualquier confiscación (excepto de su propio patrimonio) está bien. Cualquier exabrupto, atajo o dádiva, es una medida revolucionaria. Pan para hoy, hambre para mañana.
Y los periodistas… bueno, ellos merecen un párrafo aparte. Los hay de toda inclinación política y eso es bueno, buenísimo. Los que son indudablemente miserables son los panqueques que se dan vuela sin complejos ni explicaciones. No está mal cambiar de opinión; siempre es preferible antes que persistir en el error. Lo malo es hacerlo sin pudor y al mejor postor. Y, sobre todo, mentir con descaro (aunque en esto los políticos suelen llevar la delantera). 
Dijo el inefable Víctor Hugo Morales: «La prensa, como en los viejos tiempos de la dictadura, oculta desapariciones».
Lo que no dice este singular personaje, es que la prensa en general no ha ocultado este caso; a lo sumo habrá expresado opiniones que no concuerdan con las suyas. Tampoco dice que los medios en los que él se expresa libremente, no han sufrido presiones del poder, como sí ha ocurrido en la “Década Ganada” (Ley de Medios, aprietes de la AFIP, manejo discrecional y selectivo de la publicidad oficial, etc.). Tampoco comenta que en la TV Pública hoy sí se pueden oír voces críticas, cosa que en la época de su amado gobierno jamás ocurrió (yo personalmente he visto en ese canal en estos días a un orador que con inflamada verba acusaba al Gobierno Nacional de estar implementando una política sistemática de desaparición forzada de personas; ¿podría verse algo así durante la década kirchnerista?).
Las verdaderas motivaciones
Todo el despliegue de intolerancia, barbarie y violencia que vimos en estos días (donde no solo se atacó y dañó el patrimonio público, sino que se llegó también al extremo indigno de adoctrinar a chicos de primaria en la escuela pública), solo demuestra su desesperación al ver que una importante porción de la ciudadanía ha apoyado este nuevo intento democrático de reconstrucción. No sé, por no ser futurólogo, cómo se repartirán los votos en octubre, que es cuando cuentan de veras, pero sospecho que el gobierno no tendrá un desempeño peor que en estas recientes PASO. Y eso es lo que verdaderamente irrita, no la desaparición en sí del infortunado Maldonado. Su muerte solo les interesa si se puede cargar en la cuenta del gobierno. 

1 comentario:

Cristina dijo...

Brillante y objetiva exposición de este lamentable caso!!!

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