La revolución burguesa.
El dirigente mapuche, representante de supuestos
pueblos originarios, entrevistado por Lanata, hablaba de la “sociedad
capitalista” y la “mentalidad burguesa” como desvalores. Estas muletillas y
otras como “neoliberalismo”, tan reiteradas en boca de tantos repetidores,
terminan siendo malsonantes a los oídos de muchísima gente bienintencionada.
Pero, a poco que nos pongamos a repasar algo la
historia, veremos que fue la burguesía, en defensa de sus derechos y sus
propiedades, frente al abuso del príncipe (en la acepción que le da Maquiavelo
al término) la que impulsó una verdadera revolución al limitar los poderes del mandamás
de turno.
Esta lucha de la burguesía, contra el poder omnímodo
de quienes detentaban la autoridad, fue el verdadero motor del formidable
avance de Occidente en lo tecnológico y también en lo social. La gran
producción de bienes y servicios que se produjo con el desarrollo industrial capitalista,
hizo que en esas sociedades hubiesen bienes en tan enorme cantidad como no
había visto jamás la humanidad en ninguna época ni en ningún lugar del mundo.
Esa abundancia permitió –no de un día para el otro, desde luego– que la pobreza
tan generalizada hasta entonces, pudiera ser finalmente disminuida o controlada
en los países donde más se respetan las normas del capitalismo liberal y no se persigue a los empresarios verdaderamente emprendedores.
De la mano de las mejoras en la prosperidad cada
vez más generalizada, también hay que computar a esa revolución burguesa los
principios de los DDHH reconocidos como derechos naturales, inherentes al ser
humano, y no como concesiones que, graciosamente y en cuentagotas, otorgaban los poderosos cuando no tenían más remedio. Y
todo esto se puede lograr solo en sociedades con instituciones estables, respetables
y respetadas por los ciudadanos.
Las críticas que habitualmente se hacen al
capitalismo y al liberalismo, por la pobreza y exclusión de grandes sectores de
la sociedad, no tienen en cuenta generalmente algunas cuestiones:
è
Los países, supuestamente capitalistas, con mayores y más
enervantes exclusiones sociales, son aquellos donde el capitalismo y las
relaciones comerciales entre los privados, son más perturbadas por la acción
estatal (el “príncipe”); es decir donde no hay verdadero capitalismo, o donde
los regímenes populistas o socialistas se han implantado o donde, simplemente, hay
dictaduras que son solo caricaturas de cualquier sistema político.
è
La pobreza generalizada
existió siempre, en todos los tiempos históricos, en todas las latitudes y en
todas las sociedades, mucho antes del capitalismo. En todo caso, podrían decir
que el capitalismo no terminó con la pobreza, pero no que la generó.
Los pueblos originarios
Y, para hablar de pueblos originarios, también es
saludable repasar un poco la historia de la humanidad.
Esta historia es la historia de la conquista y
dominación o aniquilación del más débil por parte del más poderoso, siempre,
sin excepciones.
Todas las guerras que se libraron desde la
prehistoria, terminaron con saqueos, violaciones, muerte y esclavización de los
derrotados, siempre, sin excepciones. Todo ello formaba parte del “derecho natural”
del vencedor.
Solo en tiempos muy recientes se hicieron algunos
intentos de “humanizar la guerra”. Siendo como es, la más flagrante negación
del derecho, hasta a la guerra se le impusieron normas y límites, como ser el
trato a los prisioneros o la prohibición del uso de determinados tipos de
armamento. Y esto es un saludable intento, por más que no se cumpla en todos
los casos.
Y me animo a decir que todo ello, también es en
gran medida un mérito de la revolución burguesa liberal.
Por ello no resulta razonable juzgar los hechos del
pasado con la moral de hoy. Y eso es lo
que reiteradamente vemos que ocurre cuando se habla de la conquista de América
por Europa y de los derechos de los pueblos originarios.
Insisto hasta el cansancio en que hubieran sido los
amerindios quienes hubieran conquistado Europa si hubiesen dominado la
navegación a vela, el hierro, la pólvora, la rueda, la imprenta y la escritura
y hubiesen contado con esa formidable máquina de guerra que era el caballo.
La pregunta, entonces, es: ¿cuáles fueron las
causas por las que los que consiguieron todo ese bagaje instrumental fueran los
europeos y no los amerindios o los chinos?
A esta pregunta, se responde o al menos eso se
intenta hacer en un libro que recomiendo leer: “Armas, gérmenes y acero”, de Jared Diamond.
Por otra parte, la América precolombina no fue una
excepción a la regla de las guerras y las conquistas. Tanto aztecas como incas,
habían expandido sus imperios a expensas de vecinos a los que no se consultó si
deseaban ser anexados, aniquilados, esclavizados o utilizados como ofrendas a
sus dioses. ¿Eran ellos verdaderamente originarios o lo eran sus desplazados de
entonces? Y estos desplazados, ¿no habían desplazado antes a otros pueblos?
Los árabes de hoy reivindican Andalucía y buena
parte del sur de España porque fueron expulsados de allí hace 500 años. Pero
ellos, a su vez, expulsaron ocho siglos antes a los primitivos habitantes, que no
eran moros… Los turcos tomaron Constantinopla casi al mismo tiempo de la
epopeya de Colón, expulsando a los romanos de Oriente, que a su vez habían
conquistado Bizancio desplazando a…
2 comentarios:
Excelente análisis!!!
Siempre claro tu pensamiento. Me gusta leerte.
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