Vi hace unos días en FB a un periodista chileno reconociendo sin ambages y justificando con chilenísimas razones el apoyo que su país brindó al Reino Unido en el conflicto de 1982 por Malvinas.
Entre los argumentos que recuerdo decía que Galtieri
había afirmado que luego de Malvinas «iremos por el resto de las islas», en
clara alusión, según él, a Picton Lennox y Nueva. Yo creo, aunque no pueda
afirmar lo que pasaba por la cabeza de tan incalificable personaje, que la
alusión sería a las Shetland, Sanwich y Georgias del Sur. (Para quienes están
muy lejos de esas frías regiones, aclaro que las tres primeras estuvieron en
conflicto entre Argentina y Chile, y las tres últimas son posesión británica y
cuya soberanía reclama Argentina, al igual que con Malvinas).
Pero no podemos criticar al periodista por pensar así,
ya que Argentina había sido el país que desconoció, en 1978, el fallo del
tribunal que ambos países habían elegido y aceptado, fallo este que dio razón a
Chile otorgándole la soberanía sobre las islas en litigio.
Y el desconocmiento de este fallo nos llevó al borde
de una guerra de la que aún nos estaríamos lamentando si se hubiese producido.
En esa oportunidad, Chile no tenía sino motivos defensivos para movilizar sus
tropas, ya que el fallo le era absolutamente favorable.
Y agrega el periodista que, aún cuatro años después de
haber llegado a un acuerdo, Argentina mantenía tropas en lugares fronterizos
estratégicos de los que Chile estaba obligada a precaverse, siendo como era el
nuestro el país supuestamente agresor. Otra conjetura del periodista es que hubo un acuerdo secreto de Argentina con Perú para que, iniciadas esas supuestas hostilidades con Chile, los peruanos invadiesen el norte chileno para recuperar territorio perdido en la Guerra del Pacífico.
Uno puede estar de acuerdo o no con estos argumentos; uno puede creer o no que son solo supercherías para justificar la participación chilena en el conflicto por Malvinas y, seguramente, estará a favor o en contra según de qué lado de la Cordillera
se encuentre.
Lo que me parece absolutamente lamentable es el nivel
y tono de los comentarios de los compatriotas que vieron y opinaron en ese post
de FB. Nada más que insultos y descalificaciones para todo lo que sea Chile o
chileno, como si haber nacido de uno u otro lado de esas montañas, fuera
certificado de calidad humana o todo lo contrario.
No deberíamos olvidar que, tanto chilenos como
argentinos, sufríamos tétricas dictaduras militares que no necesariamente
representaban el sentir de sus respectivos pueblos. ¿Qué conducta hubiese
adoptado nuestro país si el fallo por esas malhadadas islas nos hubiera
favorecido y Chile lo desconocía, aprestando tropas en la frontera? Esos lectores que en lugar de opinar insultan, ¿qué piensan que estarían diciendo
nuestros vecinos de nosotros en tal caso?
Una cosa es el amor a la Patria, el apego a la tierra
donde nos criamos, con sus costumbres, sus particularidades idiomáticas, su
gastronomía y todo lo que hace a la cultura local, y otra muy distinta es pensar
que por ser de una nacionalidad en particular, se tiene algún tipo de
preeminencia moral, racial o cultural sobre el resto.
Mientras no erradiquemos la bestia nacionalista que
solemos llevar a cuestas, siempre habrá un Hitler, un Stalin o un Mussolini
esperándonos a la vuelta de cualquier esquina.
1 comentario:
Mirta nos dijo:
como siempre muy acertado y especialmente apropiado e interesante
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