martes, 21 de enero de 2020

Nuestras crisis


Reiteradamente entramos en profundas crisis, y no es que, cuando salimos de esa profunda sima, estemos en el mejor de los mundos. ¿Cómo se explica esto?
La corrupción no explica todo
La enorme cantidad de dinero que se escurre por las alcantarillas de la corrupción, con todo el daño que produce y siendo un gran problema argentino, no es, si embargo, el origen y causa de todos nuestros males.
Insisto, más allá de la corrupción, con la que todos deberíamos estar de acuerdo en que es perniciosa para cualquier sociedad y cualquiera sea el signo político del gobierno, hay otras cuestiones que explican o justifican nuestras inveteradas y repetidas crisis.
Desde luego que esto no significa que debamos minimizar este flagelo tan arraigado ni que debamos resignarnos a que «Roban pero hacen». En la lucha contra la corrupción, podremos ganar algunas batallas pero es utópico pensar que se podrá erradicar completamente; los funcionarios son de carne y hueso y, como ya sabemos, la carne es débil. Por eso, lo importante es eliminar la matriz corrupta que no solo daña por el dinero contante que se desvía hacia esos insaciables bolsillos, sino porque toda la obra pública, y la acción de gobierno en general, están orientadas a conseguir las mejores tajadas y no a lo que la población necesita.
Políticas equivocadas
Políticas equivocadas han sido aplicadas por los sucesivos gobiernos en forma inveterada y constante (y no hablo solo de los gobiernos recientes); me refiero al proteccionismo sin metas ni objetivos concretos, al intervencionismo estatal, a la imprevisibilidad en las reglas de juego, en controles y más controles en los precios y la economía en general, la imposición de cuotas y permisos, la legislación que permite el enquistamiento de mafias en sindicatos, en asociaciones empresarias y hasta en los clubes de fútbol como hemos visto en forma tan palmaria en tantas ocasiones. Muchas veces estas medidas son verdaderas “estaciones de peaje” que favorecen el accionar de los corruptos. ¿Y cuál fue el resultado de la aplicación tan contumaz de estas políticas? Nos garantizaron una industria raquítica, no competitiva y subsidiada a costa de otras actividades más eficientes o bien con déficit e inflación lo que lleva indefectiblemente a niveles de pobreza inaceptables.
Y lo más importante: por creer que cerrándonos al exterior, con aranceles a las importaciones y retenciones y hasta ¡prohibiciones a las exportaciones! (creo que esto es inédito en el mundo), hemos conseguido una economía pequeña, que no crece. Cuando eso ocurre, como la población sí crece, es inevitable que aumente la pobreza y con ella la tentación de maquillarla u ocultarla con subsidios y políticas cortoplacistas. Y la existencia de subsidios permanentes a las tarifas, al transporte, a los que no trabajan, a las madres solteras, a las embarazadas, a las que quieren abortar, etc, antes que mostrarnos la sensibilidad del gobierno, lo que nos muestran es el fracaso rotundo del modelo que hemos elegido hace ya muchas décadas; un país con políticas que favorezcan la prosperidad general, no necesita repartir subsidios al por mayor. Y como los recursos no alcanzan, precisamente porque la economía no crece, se recurre a la inflación, de la que no es fácil salir, o al endeudamiento, con lo que no solo hay luego que pagar lo adeudado sino también los intereses, lo que hace que aumente más todavía el déficit y así sigue la noria dando vueltas y más vueltas. Esta verdadera bola de nieve llega un momento que es imparable, porque genera más pobreza y con ella la violencia y la necesidad de más subsidios para pobres, indigentes, desocupados, jubilados, usuarios de servicios públicos, etc.
No está mal subsidiar si se tiene claro por qué, para qué y por cuánto tiempo; pero cuando se hace solo para disimular el fracaso de las equivocadas políticas, y se vuelve una constante y permanente carga para el erario, los resultados no pueden ser otros que los que vemos cíclicamente los argentinos. Todo por seguir el rumbo contrario al que toman los países exitosos.
¿Y en el “vecindario” qué pasa?
Nuestro vecino Chile (aquisito nomás) que redujo la pobreza a la mitad en pocos años; ¿qué políticas aplicó? Venezuela, que es líder en expulsión de ciudadanos; ¿qué políticas aplicó? ¿Qué políticas aplicó Taiwan, que tenía un 90% de su población viviendo en condiciones paupérrimas en 1948 y hoy esos guarismos se invirtieron? Ni hablar de Corea del Sur, que a principios de los ’50, salía de una guerra devastadora y con una población paupérrima y mayoritariamente agrícola. Nosotros, que en aquellos años de mediados del siglo pasado gozábamos todavía de una situación envidiable, ¿cómo logramos un presente tan pobre? Hace 100 años éramos top ten mundial en PBI/hab. Hoy Chile nos supera cuando en 1945 duplicábamos a nuestros vecinos. Y, hasta no hace mucho, éramos líderes en América Latina en cualquier índice económico, cultural o sanitario que quisiéramos medir. Hoy, mejor no hacer comparaciones.
Los intelectuales
Lo más asombroso es que, por más que la realidad nos muestre que estamos en el camino equivocado, seguimos insistiendo en él, como si aplicando las mismas recetas fuéramos a obtener resultados distintos. Y no menos asombroso es que tantos intelectuales, desde las cátedras inclusive, sigan sosteniendo sistemas que han fracasado reiteradamente en el mundo y no vean los que sí han producido resultados positivos. Ser partidario de estas fracasadas recetas está bien visto en todos los medios “intelectuales” y da prestigio. Y, desde las cátedras, nos meten ideología y doctrina disfrazadas de conocimiento.
Y siguen produciendo jóvenes imbuidos de ideas con tan poca constatación en la realidad y que, consecuentes con ello, piden más presupuesto para la universidad pública (nunca proponen de dónde saldrían tales recursos), pero se niegan a discutir siquiera la razonabilidad de mantener el ingreso irrestricto y la gratuidad universitarias ¡aún para extranjeros no residentes!
Si tuviesen alguna amplitud de criterio, podrían analizar, por ejemplo, alguna estadística que muestre la estrecha correlación que hay entre los diez mejores países en Desarrollo Humano y los diez con mayor libertad económica. Si esto no les dice que estamos a contramano del progreso real, entonces ya nada los disuadirá. Contra un dogma, no hay razones que valgan.
Los empresarios
Desde luego que en un país con políticas como las nuestras, un empresario para sobrevivir debe acercarse al calor del poder y recibir su cuota de prebendas, pero si los dejásemos trabajar libremente, solo controlando que sus actividades no se cartelicen, son los únicos generadores de riqueza. ¿Hay otra manera de sacar a tanta gente de la pobreza que no sea generando riqueza? El hecho creativo es necesariamente anterior al distributivo. La riqueza no es una cantidad estática en cuyo caso solo se trataría de tomar cada uno cuanto pueda o le plazca y, en ese caso sí, el que tiene mucho lo hizo a expensas del que nada tiene. Pero las cosas no son así, porque aún los productos naturales como el petróleo, los minerales o la fruta, hay que extraerlos o cultivarlos, y para ello necesitamos capital en maquinarias, mano de obra y, desde luego, materia gris.
Los políticos
Poco es necesario decir acerca de los políticos, ya que son los ejecutores del desastre argentino, aunque no deberíamos olvidar que somos sus mandantes y por tanto tenemos nuestra parte de responsabilidad en cuanto ocurre. Si bien es cierto que los políticos son elegidos por voto popular, no por eso dejan de ser un verdadero mamarracho. Con sueldos miliunanochescos, viáticos, choferes, asesores, etc. no se hacen cargo jamás de los resultados de su gestión. Un gerente de empresa o un futbolista afamado puede que cobren mucho más que un político, pero si no rinden… Para los políticos ticos, en cambio, el rendimiento no preocupa; siempre habrá un chivo expiatorio para cargarle las culpas (ya volveremos sobre esto). Y en esto los jueces no le van en saga a los políticos, con la ganga, además, de que no pagan impuesto a las ganancias. Claro, son ellos los que interpretan la Constitución y las leyes, ¡y así lo interpretaron!
Y, porque viene al caso, me permito esta cita:
«No man's life, liberty or property are safe while the legislature is in session».
«La vida, la libertad o la propiedad de ningún hombre están a salvo mientras los legisladores sesionan». Mark Twain, citado por Héctor Huergo en Clarín
Los sindicalistas
Caso aparte el de estos abnegados muchachos. Con cargos vitalicios (y hasta parece que en algunos casos, hereditarios), se convierten en millonarios con ostentosas camperas, autos de alta gama con chofer y empresas “familiares” que monopolizan las obras que sus sindicatos ejecutan “para el bien de los afiliados”, desde luego. Al convertirse también en empresarios, no parecen demasiado preocupados por esa peccata minuta, que sería el conflicto evidente de intereses. Celosos defensores de las “conquistas sociales”, utilizan su poder extorsivo para conseguir sueldos que no suelen tener relación alguna con la productividad. Eso lleva necesariamente al empobrecimiento de quienes no pueden acceder a un trabajo en blanco o en gremios sin “poder de fuego”.
El chivo expiatorio
José Ignacio García Hamilton, en su libro ¿Por qué crecen los países? dice: «…en muchos países de nuestro continente parece que nuestro mejor amigo no es el perro, sino el chivo expiatorio».
Y para seguir negando la realidad y poner las culpas afuera, allí tienen al gran chivo expiatorio en el imperialismo, el capitalismo, el neoliberalismo, y varios “ismos” más.
Desde luego que los países poderosos e imperialistas existen, pero actúan en el mismo mundo en que Taiwan, Corea del Sur o Chile han logrado tan exitosos resultados (para citar solo los ejemplos anteriores), y a ellos no les impidieron forjarse un presente mejor. ¿Somos tan especiales que a nosotros no nos permiten progresar y a ellos sí?
Si persistimos con estas recetas equivocadas, que además fomentan la corrupción, nos espera un futuro semejante a los países africanos al sur del Sahara.
Y colorín colorado este cuento nunca se acaba.

1 comentario:

Charles dijo...

Mirta nos dijo: Lo increíble en este país que siempre se tropieza con la misma piedra aún cuando haya muy bien pensante.Eso junto con políticos que piensan en el bien propio .....mezclar y el cóctel ya está.

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