martes, 28 de octubre de 2025

La situación actual

 La situación actual

¿Estamos en una situación socioeconómica brillante o siquiera próspera? Con toda seguridad que no. ¿Eso habla mal del actual gobierno? No necesariamente.

Veamos: hay un principio de la medicina homeopática que dice que el proceso de la curación comienza con un agravamiento de los síntomas. Podemos no creer en la homeopatía, pero sí es fácil de verificar que las medicinas que curan, no suelen tener buen sabor. 

Seguramente los subsidios permanentes a las familias –en forma directa o a través de las tarifas de los servicios domiciliarios y el transporte– han servido de analgésicos para sostener una ilusión de confort dentro de la pobreza, pero de ninguna manera sirvieron (ni servirán jamás) como remedio para lograr una mejora genuina en la situación social.

Es claro que no se logra sacar de la pobreza a un porcentaje tan alto de la población en pocos meses. Tampoco es sensato pensar que ello se logra mediante los subsidios como herramienta; la sola existencia de este tipo de asistencialismo durante tantas décadas, es la mejor prueba de que ese modelo solo logra mantener a un número enorme de ciudadanos en la pobreza y en la dependencia del estado supuestamente benefactor.

Nadie puede dudar que no se logra un país próspero sin una cuota de sacrificio; que la mejora en el nivel de ingresos, sostenible en el tiempo, viene de la mano de una mejor calidad y productividad del trabajo; y que nada de eso se logra sin inversiones productivas, creatividad e innovación. En otras palabras; no se puede ir de Uganda a Noruega sin pasar por El Cairo y Roma. 

Previamente, y como base de todo ello, es necesaria una educación pública de calidad.

¿Está este gobierno trabajando en ese sentido? Y si así fuera, ¿lo está haciendo con acierto? El tiempo lo dirá.

Hoy, como ciudadano lego en cuestiones macroeconómicas, solo me queda esperar resultados en el mediano plazo para poder responder a esas preguntas.

Antes que juzgar a un gobernante por sus formas, deberíamos juzgarlo por sus resultados, teniendo en cuenta que ya ha pasado un año y medio de gobierno y ya hay muchas acciones para evaluar, tanto si se está de acuerdo como si no. Las detracciones, censuras y reproches, cuando provienen de los sectores que nos han llevado a esta crítica situación, no son para ser tenidas muy en cuenta.




viernes, 19 de septiembre de 2025

La batalla cultural

Hace unos años leí una nota muy interesante que trataré de reproducir como la recuerdo, por lo que no es textual ni el nombre de los protagonistas es el real.

Se trataba de un intelectual liberal, al que llamaremos Juan,  y de un empresario –muy emprendedor, por cierto– al que llamaremos Pedro, que, habiendo leído a este intelectual, se convenció de sus ideas. 
Por ese motivo, Pedro se reunió con Juan y, luego de algunas charlas muy instructivas decidió lanzarse a la lucha política para impulsar esas ideas que consideraba positivas para el conjunto de la sociedad.
Al conocer esa decisión, Juan le dijo que no perdiera el tiempo. Con mucho esfuerzo y una cuota de suerte, tal vez lograría llegar al gobierno, pero que de poco serviría si no había un convencimiento y consenso generalizado de la población. En tal caso, el fracaso sería previsible porque, cualquier sacrificio que demandase la transición, no sería tolerado por el electorado y el derrumbe sería inevitable con nefastas consecuencias. En efecto, no solo por el fracaso en sí, sino por el desprestigio de las ideas. Ese fracaso sería, en la opinión pública, imputable a esas políticas liberales. Y ese retroceso sería el entierro, por muchos años, de esas ideas. Lo sensato, para Juan sería dar la «batalla cultural» , hoy tan famosa y mentada.

Está claro que la opinión pública está, aún, muy lejos de abrazar mayoritariamente estas ideas. El voto al actual gobierno no fue por convencimiento sino por repudio al estrepitoso fracaso del anterior.
Los sabios conceptos de Juan son palpables en estos días. La debilidad legislativa, que parecía no ser tan importante, y de hecho no lo fue en un principio, hoy se muestra implacable y absolutamente decidida al derrumbe de nuestro actual gobierno. Y esa furibunda arremetida no es por mal desempeño del Ejecutivo ni por el fracaso de sus políticas, sino todo lo contrario. Al advertir el éxito de estas medidas, la clase política vio con claridad cómo peligraba su permanencia y utilizó todos los recursos a su alcance con medios legales y de los otros en su arremetida.
Estamos a las puertas de un nuevo retroceso que, esta vez, no sabemos cuán profundo puede llegar a ser. Los que tenemos más años de lo que quisiéramos, ya estamos acostumbrados esta clase de tragedias e intentaremos una vez más, tratar de sobrellevarla si se llegara a lo que temo.
¡Qué estrepitoso fracaso como generación le legaríamos a nuestros nietos!


lunes, 28 de julio de 2025

Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mismo me demande por ello. 

REFLEXIONES PREELECTORALES

Cuando veo los ingentes recursos que, durante las campañas electorales, se invierten en panfletos, banners, pasacalles, spots televisivos y radiales, murales, actos, etc, con que nos abruman antes de la elecciones, no puedo menos que preguntarme de dónde salen tales recursos… Como esta cuestión queda siempre sin respuesta, mientras medito acerca de ello, me hago otra pregunta: ¿Quién está tan interesado en ganar esa presidencia, esa gobernación, intendencia o escaño parlamentario? Alguien debe tener poderosas razones para financiar semejante dispendio. La conclusión que saco es que el resultado de las elecciones es muuuuuuucho más importante para los candidatos (y para quienes los financian) que para el común de los ciudadanos de a pie que los votamos.

Otra gran pregunta es: ¿A quién le creo? Si pudiera creerle a todos, tendría que votarlos a casi todos, habida cuenta de sus hermosos discursos, promesas, plataformas, planes y proyectos. El problema es que no les creo a todos. 

Y se viene la otra preguntita: ¿Por qué le creo al candidato A y no al B? No siempre se tiene una respuesta, porque no solemos votar con el cerebro, sino por emociones o conveniencias.

Por otra parte, sabemos que las medicinas que realmente curan no suelen tener buen sabor. Ante los problemas que, inevitablemente afronta una sociedad, hay que tomar medidas que no suelen ser gratas. Los ajustes vienen luego de que se desajustó, pero nadie se queja del que desajusta, porque se está en medio de la fiesta . Cuando hay que poner las cosas en su lugar, quien lo hace no es bien visto. Como dijo un expresidente nuestro: «Si hubiese dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie». 

Paradójicamente, dicha sentencia no se ha cumplido con el actual presidente, ya que dijo más o menos todo lo que iba a hacer (que no eran propuestas muy atractivas en el corto plazo) y sin embargo lo votaron.

Si vemos la evidente decadencia, tanto en lo económico, social y educativo que sufrimos desde la recuperación de la democracia, para no ir más atrás, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que todos los gobiernos que se sucedieron aportaron algo a esa decadencias en mayor o menor medida. 

¿Será que alguna vez deberemos votar con un poco más de cerebro y menos de corazón?



martes, 8 de julio de 2025

Almas nobles

Algunas almas nobles abrazan el perokirchecristinismo con convicción religiosa. «Perón le regaló a mi abuelo una bicicleta» o «Evita le regaló a mi mamá su primera muñeca». Con plata que no salió de sus bolsillos, pero regalos al fin, que lograron esa fidelidad perruna imborrable como todos los dogmas religiosos. También se oye «Yo nací peronista y voy a morir peronista». Nuevamente una convicción religiosa contra la que toda argumentación resulta vana. Los dogmas religiosos no se discuten. Resisten cualquier resultado adverso o personaje nefasto: no importan los López Rega o los montoneros; los rodrigazos o el albertismo. Criticaron la tímida apertura que hizo Alfonsín de Aerolíneas, pero aplaudieron y apoyaron con fervor las privatizaciones de los 90 para luego militar con convicción las reestatizaciones, disfrazadas de épica revolucionaria del kirchnerismo. 

Afirman que todos los males de la Argentina de hoy, son por culpa de Milei y que la indefendible gestión del albertismo es porque no pudo revertir la entrega a los capitales extranjeros de la administración de Macri.

No registran que, al finalizar su mandato la Abogada Exitosa (de 12 años, si contamos con el período del Finado) , ya había un cartonero en cada esquina y millones de compatriotas (y, por cierto, algunos extranjeros) que dependían de un plan. Tampoco toman en cuenta que las tarifas de agua, gas y luz tenían subsidios escandalosos porque si no, mucha gente no los podría pagar. Y todo ello para maquillar la pobreza cuyos índices estigmatizan solo a los responsables de ella y no a los pobres.

Hoy, militan el dogma de que la Prestante Dama es una presa política y no una política presa, inversión de palabras cuyo significado es claramente diferente. No conciben que un juez que la condena haya fallado conforme a derecho y a pruebas irrefutables. La justicia no les resulta creíble como sí lo fueron los fallos exprés que les regaló el recordado Oyarbide. «La proscriben por las cosas buenas que hizo». Esta inefable frase deja al desnudo una idea que abrazan con fervor, que ellos se consideran los buenos y cualquiera que no esté de acuerdo es un perverso de toda perversión. No conciben que se pueden perseguir fines positivos con métodos distintos. Otra perversa afirmación es la de «Roban, pero hacen». Jamás se puede aceptar tal cosa, pero suponiendo que fuese aceptable, habría que preguntarse ¿qué hicieron de positivo? ¿La inflación siempre aumentando en sus gobiernos? ¿La terrible deuda por juicios por mala praxis en la expropiación de YPF? ¿Mejoró sustancialmente la situación de los jubilados de la AFJP al ser pasados compulsivamente (contra su expresa voluntad) al sistema de reparto? 

¡Ah! Casi me olvido: los jubilados comenzaron a cobrar migajas por culpa de Milei…




martes, 1 de julio de 2025

La pelea de fondo

Hace unos años, yo escribía: 

«Creo que la pelea de fondo es la de las ideas. La lucha en el terreno político, necesaria, es solo, por el momento, una pelea de relleno». 


Y decía esto porque la irrupción de un político liberal de pura cepa era una quimera. Hoy ya no lo es, pero sigo creyendo que la batalla de las ideas es fundamental, pero no ha terminado aún. Si no hay una mayoría que esté convencida de que el camino es por ese lado, más temprano que tarde, el humor de la ciudadanía cambiará, habida cuenta que resultados palpables para el grueso de la población, no se obtendrán en el corto plazo. Y nuestro pueblo, luego de tantos años de promesas incumplidas y fracasos reiterados, suele quejarse de los resultados pero no de los métodos. Y los resultados, en lo inmediato, no serán lo que espera la gente, por aquello de que «la medicina que cura, no suele tener buen sabor».

Y la probabilidad del fracaso no es para nada desdeñable: las estructuras mafiosas que tanto daño han producido, están intactas y en el Congreso (también infiltrado por esas mafias), hay todavía un número suficiente para impedir la gestión y oponer toda clase de obstáculos a las políticas oficiales

También escribí entonces:

«Por eso es fundamental que toda esta nueva generación de liberales que aparecen en los medios sigan propagando la idea de la libertad como bien supremo y generador de bienestar y progreso; que se trate por todos los medios de llegar a los claustros académicos; de convencer a periodistas y formadores de opinión».

Desde luego que esas ideas, no surgieron de una mente iluminada que pergeñó una doctrina de cómo debe ser la sociedad, sino que surgió de un atento y riguroso análisis de la evolución de las sociedades en las que estas teorías se aplican y pueden mostrar resultados palpables en pocos años

Por eso, el resultado de las elecciones legislativas de este año, es crucial para el desenvolvimiento de esas políticas tan necesarias. 

Tengamos en cuenta que, un probable fracaso de un gobierno liberal, tendría efectos terriblemente regresivos para la consolidación de la idea en la gente y el daño sería doble; por el nuevo fracaso en sí y por el descrédito que las ideas liberales sufrirían. 

Hoy, todavía muchos le achacan al «neoliberalismo» (aunque nadie sepa definir qué es) la terrible crisis de 2001 y no a la corrupta implementación de algunas políticas liberales y al consabido déficit de las cuentas públicas que se practicó en aquellos años.





martes, 13 de mayo de 2025

Lecturas

María Domecq. De Juan Forn

Haciendo un paralelismo entre la historia de Madam Butterfly y la de un antepasado suyo, el autor crea un relato muy ameno e interesante donde, sin solución de continuidad, pasa de la historia familiar a la historia de nuestro país y de Japón. Lectura muy recomendable por lo bien narrada que está y, como decía, por esa rara habilidad de saltar de lo particular a lo general sin que choque en ningún momento. 

El enigma de los jeroglíficos. De Augusto Leonelli

El libro está dedicado a detallar la aventura de la vida del genio francés que descifró el enigma de los jeroglíficos. Es tan novelesca la vida de Jean-François Champollion, que de él se trata, que, por momentos, uno cree estar leyendo una ficción. El descubrimiento de la «Piedra de Rosetta» que abrió las puertas a la resolución del enigma; las vicisitudes que tuvo que pasar el personaje al descuidar su vida personal y familiar en pos de la resolución que lo obsesionaba; así como los problemas políticos en la turbulenta Francia de la época de Napoleón hacen que su lectura sea interesante. También destaca la grandeza de Bonaparte que, a pesar de saber que Champollion era opositor a su régimen, lo reconoció por su talla científica y le ofreció el apoyo que necesitaba. Solo podemos criticar lo confuso de las explicaciones lingüísticas acerca de los distintos tipos de escrituras.

Los principios de la economía liberal. De Enrique Ballestero 

El libro debió llamarse Los orígenes… y no Los principios… Trata de la biografía de Jean-Baptiste Say, personaje de Francia de fines del siglo XVII y principios del XVIII y sus aportes al pensamiento liberal.

Rescato un párrafo:

…el liberalismo económico no es el patrimonio de un partido político, sino una técnica que se aplica a sanear la economía. [...] El liberalismo ha sido históricamente progresista, partidario de la razón frente a los dogmas, antiesclavista, anticolonialista, antimperialista y antisacerdotal.

Dice el autor que los enemigos del liberalismo lo atacan comparándolo con lo que sucede en la naturaleza. El león se come a la gacela y el pez grande al chico. Siempre el débil está a merced del más fuerte. De ello concluyen que en la economía liberal, el más débil (el proletario) está a merced del más fuerte (el empresario). Pero nos muestra una diferencia notable que hace que aquella comparación pierda sentido: tanto el león como el pez grande, no matarán y devorarán más de lo que necesitan, mientras que el industrial fabrica sus productos en cantidades infinitamente superiores a su capacidad de consumo, por lo que necesita del resto de la sociedad –mayoritariamente compuesta por proletarios o empleados de clases medias– para que consuman sus productos. Concretamente, el león no trabaja –cazar es un trabajo por demás azaroso– para satisfacer ninguna necesidad de sus presas, mientras que el empresario debe permanentemente pensar en satisfacer a sus clientes.

Historias de amor y adolescencia. De José Luis Rosasco 

Amena lectura que nos retrotrae a nostálgicas evocaciones de la adolescencia temprana que, inevitablemente, nos evocan nuestras propias experiencias. Novedosas las recreaciones de Poncio Pilato y la presencia de Jesús en la Judea de entonces, dominada por Roma.

Las ciencias morales. De Martín Kohan

Novela bien relatada que mantiene el interés. Describe aspectos de la vida dentro del Colegio Nacional de Buenos Aires durante la Guerra de Malvinas. Sin conocer cómo se desenvolvían las actividades en ese establecimiento, me parece que el autor exagera el clima militar de la institución. La protagonista, preceptora del colegio con apenas 20 años de edad, suena demasiado autoritaria sobre todo en cuestiones absolutamente menores como si un alumno tiene un botón desabrochado o si el límite de su cabellera está a dos dedos del cuello de la camisa o menos. Pretendiendo descubrir alumnos que fuman durante las horas de clase, se introduce y se esconde en el baño de varones para descubrirlos. Desde allí los espía en actitudes íntimas mostrando un morbo que ella no se confiesa a sí misma, justificando todo como tareas en cumplimiento de su deber. Si bien el relato mantiene interés, podría ser un poco más sintético y, el final, es demasiado abrupto (sin una sorpresa que descoloque al lector) y da la sensación de que Kohan quiso sacarse de encima el relato sin saber muy bien cómo.

Breve historia contemporánea de la Argentina. De Luis Alberto Romero

Historia contada sin muchas fechas y con más referencia a procesos que se van desarrollando. Precisamente por eso tiene muchas idas y vueltas en el tiempo. Interesantes reflexiones acerca del polimorfismo del peronismo y de las políticas migratorias que supo llevar adelante la Argentina.

La utopía arcaica. De Mario Vargas Llosa 

Exhaustivo y quirúrgico análisis de la vida y obra de José María Arguedas. Muy erudito y estudioso del tema, Mario Vargas Llosa se explaya en consideraciones que, aún siendo fundadas e interesantes, no son para mi lectura. Rescato un par de acápites Un país archipiélago y Un mito europeo. En el primero analiza la doctrina indigenista en México y en el Perú dejando constancia de la uniformidad cultural e incluso étnica en México a diferencia de la enorme variedad de etnias y culturas del Perú. Esta variedad social, hace que haya rencores, odios y resentimientos entre razas –negra indígena y blanca– que resultan insalvables. Por el contrario, en México el mestizaje fue generalizado entre razas y regiones geográficas, lo que le da esa uniformidad. 

En Un mito europeo, analiza esa tendencia entre historiadores consustanciados con la causa indígena a describir las sociedades prehispánicas como idílicas, casi como el Paraíso prometido. Sin dejar de ser historiadores, lo que escriben es ideología. Allí, lo frecuente es que ensalcen las virtudes de la sociedad incaica –innegables muchas de ellas– pero soslayen describir muchas de las terribles prácticas que ejecutaban con sacrificios humanos, guerras de conquista y expatriación de pueblos enteros que no resultaran sumisos. Tampoco recuerdan que, al igual que en la conquista de México, aquí, muchos pueblos apoyaron a Pizarro, para sacudirse del yugo incaico. 


domingo, 4 de mayo de 2025

Sueños y recuerdos


Mi casa tenía un gran patio de baldosas, detrás del que se extendía el jardín. Al fondo un enorme naranjo indicaba que ya pronto terminaba la casa. En ese jardín me sentí muchas  veces Tarzán. Trepábamos incesantemente a una higuera que había cerca del naranjo, y tanto la conocíamos, que podíamos llegar a nuestra rama favorita con los ojos cerrados. 

Cierta vez alguien me consolaba porque un enorme toro negro había ingresado a nuestro jardín, y alguien había sido lastimado. Una herida roja, circular, de piel levantada se observaba en su/mi pierna. Me/le dolía mucho y necesitaba consuelo. Siempre recuerdo en la luz mortecina y las sombras amenazantes, la imponente silueta del toro con cierta angustia. Pero a la tarde, siempre el sol inundaba el patio, el jardín, el naranjo y la higuera. Y yo volvía a ser Tarzán. Y ya se sabe que Tarzán nunca tiene miedo. 

A veces también podía ser Sandokán. El borde de las baldosas era un peligroso acantilado en cuyo fondo podía verse el ímpetu con que el mar atacaba los afilados riscos. Podía correr por el borde, y hasta despeñarme en insondables abismos, pero siempre esquivaba las peligrosas rocas para caer en profundas aguas en las que nadaba hasta ponerme a salvo de los voraces tiburones.

Tenía un caballito con ruedas, sobre el que solía galopar por todas las selvas del mundo. Aunque “la” selva era siempre africana. Los leones y leopardos no me alcanzaban jamás. Los elefantes se corrían de mi camino, y rinocerontes y jirafas hacían una reverencia a mi paso. A veces, a pie, me internaba en ciertas espesuras muy peligrosas, pero sabía eludir las sigilosas serpientes venenosas, y sobre todo la lechuga y los tomates recién plantados por mi mamá. 



Años más tarde, ya adolescentes, nos disfrazamos de soldadobomberopiratapolicía con gorros, cascos, pistolas, rastrillos, mangueras y micrófonos. Una foto testimonia el hecho. 

¿Sabíamos tal vez que esos juegos terminaban para siempre?


lunes, 21 de abril de 2025

Las letras están de luto

Hoy, la literatura mundial y en particular la latinoamericana, están de luto.

La partida de Mario Vargas Llosa, el genial peruano que nos dejó como testimonio páginas inolvidables, nos deja, a todos quienes supimos apreciar todo su talento, un sentimiento de orfandad al saber que ya no volverá a sorprendernos con la chispa de su talento para las ficciones, tanto en terribles testimonios de nuestra dolorosa realidad como en otras con un fino sentido del humor sin dejar de ser críticas y mordaces.

También nos deslumbró con su talento para el análisis de la realidad de nuestras sociedades que tan profundamente analizó en reiterados ensayos y columnas periodísticas. Uno podrá no estar de acuerdo con sus posiciones políticas, pero siempre habrá que reconocer en él una erudición y capacidad de análisis que son notables. 

Mucho se lo ha criticado por su giro copernicano respecto de sus convicciones políticas, llegando a decir de él que se entregó a los poderosos intereses de la economía mundial. Quienes así opinan, no vieron o no quisieron ver cuánto más cómodo se encuentra un intelectual que abraza las ideas de las izquierdas. Él mismo llegó a decir que para no traicionar esas ideas a las que llegó por análisis de las realidades, «hay que estar dispuesto a soportar el ‘baño de mugre’ con que lo obsequiarán sus adversarios»

El propio Mario, hablando con vehemencia en defensa de las ficciones, que nos permiten salirnos un poco de la pobre realidad que vivimos, de la única vida que nos tocó o que supimos construir, para vivir mil otras vidas, heroicas, miserables o maravillosas, hace una comparación de distintos tipos de ficciones.

Dice lo siguiente:

Hay unas ficciones que son malignas. Son las que no se presentan como ficciones, sino como verdades absolutas; por ejemplo, las ideologías. 

Creo que las ideologías son ficciones que nos hacen creer que son una lectura objetiva de la realidad e introducen en nosotros, no solo ideas falsas, sino, a veces, convicciones de tipo fanático y, en buena parte, las catástrofes que ha vivido la historia han resultado de esas visiones fanáticas que vienen de ficciones, que pueden ser religiosas, que pueden ser ideológicas y que no se presentan como lo que en realidad son: ficciones, creaciones artificiales, a veces de mentes extraordinariamente creativas y lúcidas.

Pero no es el caso de la poesía, del teatro, del arte en general, cuyas ficciones yo creo que son benignas y enriquecedoras porque sabemos que son ficciones y como tales se incorporan a nuestra vida.

Y, para contrastar con la tristeza que nos produce su desaparición, les dejo este enlace en el que, recordando su paso por la dirección de cine, se puede apreciar otro aspecto de su notable personalidad:

https://www.youtube.com/watch?v=eGuLcEztG_E

Adiós, Mario 



jueves, 17 de abril de 2025

VOLTEADEROS

 VOLTEADEROS (1)


Cualquier parecido con la realidad, no es ninguna casualidad…

Llevaba pocos minutos al frente de la oficina de Bromatología de Nuestro Municipio y me ponía al corriente de los asuntos que en ese momento se estaban diligenciando. Una de las tareas que más tiempo demandaba eran los trámites de habilitación de comercios de alimentos. Nuestra función era informar, previo al dictado del acto administrativo, si el establecimiento era apto, desde el punto de vista bromatológico, para su funcionamiento. 

—Todos estos expedientes son los que ingresaron y aún no se han inspeccionado— me dijo el Sr. XX, señalando una pila de regular altura. 

Este personaje era en los hechos el que estuvo a cargo de la oficina desde la renuncia del anterior jefe y hasta mi llegada.

—Estos otros en cambio, son los que ya han sido inspeccionados— agregó, mostrando una pila de altura monumental.

—¿Y por qué aún no se les ha dado salida? —pregunté.

—Bueno, lo que pasa es que entre ellos hay algunos que se deben volver a inspeccionar; otros, en los que el titular debe entregar alguna documentación faltante y solo son unos pocos los que están listos, con informe favorable –explicó el Sr. XX.

—¿Y están todos mezclados?

—Eh… bueno… lo que pasa es que a veces… ¡Los interesados tardan tanto en completar la documentación!

—Bien, pero eso no explica por qué están todos mezclados. Además ¿tienen esos interesados plazos concretos para entregar la documentación faltante?

—Bueno, habitualmente los intimamos a completar sus requisitos en un plazo no estimado.

—¿Y eso qué quiere decir? —pregunté, nuevamente con ingenuidad.

—Bueno, quiere decir que no se da un plazo concreto.

—Entonces, ¿el interesado puede tardar tres años en cumplimentar los requisitos? Y mientras tanto ¿siguen funcionando normalmente?

No creo que valga la pena abundar en detalles acerca de la serie de torpezas con que se pretendió explicar la situación. Lo cuento solo para que se tenga una idea general de los personajes con los que me las tenía que ver. Lo que recuerdo es que había otra pila aún de unos seis o siete expedientes separada prolijamente.

—¿Y estos otros? —pregunté.

—¡Ah…! Esos… esos son volteaderos.

No estoy hablando de la década del 30, sino de los años 90. Si alguien se sorprende, debo recordarle una vez más, que la realidad supera la fantasía más alocada. 

Estos establecimientos pedían habilitación, en general, como Bar y pensión. De este modo podrían justificar el expendio de tragos, así como la existencia de habitaciones. Nadie dudaba de que, con la pretendida habilitación o sin ella, estos establecimientos funcionaban normalmente con el beneplácito de alguna autoridad municipal y policial.

Por lo tanto, había que ser cauteloso. Salir con la lanza en ristre, me podía llevar a un quijotesco final contra molinos de viento, pero hacer la vista gorda para no enfrentar a los poderosos, era convertirse en cómplice. Decidí que lo mejor sería esperar unos días para efectuar la inspección de estos establecimientos, plazo este que, esperaba, me serviría de “rodaje” en estas lides. 

Al cabo de una semana llegó un funcionario de la Secretaría de Gobierno con un expediente en mano, indicando que, por orden del propio secretario, había que “sacarlo” con toda premura. Se trataba de un nuevo volteadero, que se presentaba como Bar, restaurante, parrilla y pensión.

Había entonces que poner manos a la obra sin dilaciones. Como no confiaba en mis inspectores para mandarlos solos, opté por hacer personalmente estas inspecciones. Desde luego, la visita no podría hacerse en el horario matutino habitual de la municipalidad, si no por la noche. Decidí entonces concurrir a las 20:00 horas.

El barrio no era de los más recomendables para un paseo nocturno, y el local resultó un tugurio de mala muerte con el sugestivo nombre de El potrillón”. 

Al entrar, en la penumbra del salón, nos atendió una “señorita” en paños menores, a la que le sobraban los años tanto como los kilos, que con meliflua y estereotipada voz nos prometió toda suerte de extraños y paradisíacos devaneos eróticos. Cuando nos identificamos como inspectores, se retiró a la trastienda de donde, de inmediato, surgió un “caballero” con aires de encargado que nos atendió durante la visita. Uno de los requisitos para todo aquel que trabaje en un establecimiento con expendio de alimentos es poseer libreta sanitaria. Desde luego que el encargado no la poseía y la señorita tampoco, si bien el caballero declaró que se trataba de una clienta… No pudo ni intentó explicar qué hacía una clienta vestida ¡con lencería erótica…! Pude constatar la presencia de una puerta en el fondo del salón y cuando pretendí franquearla para ver lo que suponía que serían las habitaciones de la pensión, el encargado me dijo:

—Allí no se puede pasar, están culeando… (2)

En el expediente figuraba un informe previo de la Dirección de Inspección General, que era ampliamente favorable para la habilitación de todos los rubros solicitados, aunque no había cocina para el restaurante y apenas si había dos sucuchos que oficiaban de baños. En mi informe declaré que se podría habilitar únicamente como bar, con expendio de bebidas y emparedados. También consigné que había una puerta que no se me permitió franquear, por lo que no podía abrir juicio acerca de lo que allí había y si se adecuaba para habilitar una pensión.

Con la premura digna de las causas nobles, se otorgó la habilitación para todos los rubros solicitados, haciendo caso omiso a mis salvedades.

Vaya uno a saber qué código no se cumplió entre estas gentes sin códigos, pero ocurrió que a los pocos días se dictó desde las altas esferas la clausura del establecimiento, abriéndose un sumario para determinar las responsabilidades de los funcionarios intervinientes. Tuve que comparecer ante el abogado sumariante y pude ver que el propio Secretario de Gobierno (de quien dependía la Dirección de Inspección General, que había otorgado su beneplácito para habilitar todos los rubros solicitados), particularizaba sus embates contra la oficina de bromatología (no dependíamos de su área sino de salud), que «… habiendo visto la existencia de dependencias a las que no pudo acceder, permitió que se habilite…». 

—¿Yo permití que se habilite? ¡Pero si fue él quien habilitó con mi informe a la vista! Y de la opinión favorable de Inspección general ¿no dijo nada? —manifesté al sumariante sin ocultar mi indignación mayúscula. 

Mi interlocutor me hizo notar que el Secretario de Gobierno no solo era Secretario, y por tanto estaba fuera del alcance de mis iras, sino que además era abogado.

—¿Quién creés que va a perder si vas contra él? — me dijo. Y agregó —Esto es pa’la gilada (3), aquí no va a pasar nada…

Teniendo en cuenta estas razones, expresé un par de conceptos en mi descargo y allí quedó la cosa.

Luego tuve que intervenir en otros casos más. Uno de ellos, de nombre   Porky’s”, era mucho más coqueto. Las señoritas (varias) eran más atractivas y el encargado, muy atento, nos ofreció sus servicios por cuenta de la casa. También nos explicaba que tenían autorización del comisario, del director de Inspección General de Nuestro Municipio y hasta dijo saber cuál es la tarifa semanal que cobraban esos dignos funcionarios. 

—Entonces, ¿para qué piden habilitación? — pregunté, desconcertado.

—Sabés que pasa pibe, que por ahí viene algún juez que busca fama y por cualquier boludez te clausura. Si tenés habilitación, la cosa se le hace más difícil…

Sabiendo que el inspector que me acompañaba era médico, el encargado le sugirió que, si quería, podía pasar “a revisar” a alguna de las señoritas…

En otro caso, fuimos a un establecimiento de dimensiones novelescas. No recuerdo con claridad el nombre, pero era algo así como “Paradise” o “Éxtasis”. En un gran salón con luces sugerentes había una gradería donde las chicas estaban en oferta, como mercadería en exposición. Pudimos recorrer un laberinto de piezas y pasillos que para nada coincidían con los planos presentados para su habilitación. Algunas habitaciones estaban separadas entre sí por un delgado tabique de madera que ni siquiera llegaba al techo. En caso de incendio, solo la Divina Providencia permitiría que alguien saliera con vida. Una habitación, a la que pude entrar, estaba provista de una cama con colchón (¿Sábanas? No, en realidad no hacen falta…) y un tachito para lo que fuera necesario… En mi informe consigné la ausencia de libretas sanitarias de al menos quince alternadoras que, en ropa íntima, recibían a los clientes; que había un número no determinado de otras señoritas trabajando, pero que en el momento se encontraban en las habitaciones con clientes. Por lo anterior y una serie de otras falencias técnicas desaprobé su habilitación. Para mayor claridad –con la experiencia del caso anterior– expresé que aconsejaba su clausura inmediata. Por más que mis expresiones fuesen algo eufemísticas, dejaban muy en claro el tipo de actividades que allí se ejercían.

Desde luego, el informe previo de Inspección General era ampliamente favorable a su habilitación.

No tuve oficialmente más noticias del caso. No obstante, como en los pueblos chicos se sabe todo, yo estaba al tanto de que seguía funcionando normalmente. 

Unos años más tarde, un canal de TV hizo una investigación periodística acerca de organizaciones mafiosas de prostitución que tenían su base de operaciones en un populoso municipio cercano y “sucursal” en Nuestro Municipio. Se pudo constatar que tenían reducidas a servidumbre a varias chicas, entre ellas a menores, provenientes en su mayoría de Paraguay. No necesito explicar que la sucursal mencionada era el establecimiento a que hice mención. 

Ante el revuelo público que ello produjo y apoyados en mi informe (¡de cuatro años atrás!) las autoridades dictaron la inmediata clausura del establecimiento. Se mandó una gacetilla de prensa titulada: “Nuestro Municipio no avala la prostitución” cuyo contenido ni siquiera vale la pena recordar. Reitero, cuatro años durmió el expediente en la Secretaría de Gobierno según pude verlo al estar a cargo de la cuestión administrativa de la clausura. A los pocos días, las fojas que delataban tal “descuido” habían sido prolijamente sustituidas dejando borradas las huellas de tan injustificable demora.

Cosas que pasan en estas latitudes… 

-o-o-o-o-o-o-o-o-

(1) Por si alguien no lo sabe: un volteadero es un prostíbulo.

(2) Por si alguien no lo sabe: culear quiere decir… Bueno, ¡hagan un esfuerzo de imaginación!

(3) Por si alguien no lo sabe: Pa’ la gilada quiere decir algo así como pour la galerie, para la tribuna o para salvar las apariencias…


La situación actual

  La situación actual ¿Estamos en una situación socioeconómica brillante o siquiera próspera? Con toda seguridad que no. ¿Eso habla mal del ...