Pero esto pone al descubierto algunas cositas:
C El triste papel del Congreso en este conflicto. Ahora salen los legisladores oficialistas a decir a los cuatro vientos que están para dialogar, para escuchar todas las opiniones, que esa es su función específica, y varias frases vacuas más. Cuando subrayo ahora es porque me pregunto. Ahora, ¿quiere decir cuando el ejecutivo les dio permiso? ¿Antes no era su función específica?
C El gobierno se sacó de encima el tema del diálogo. En efecto, ahora hay que dialogar en otra parte, y a ellos que no los jodan. ¿Hacían falta 100 días de incendio? No digo que hubiesen tomado la medida inicialmente por vía legislativa. Eso sería mucha calidad institucional para los métodos K. pero transcurridos cinco o seis días de conflicto ¿no podrían haber tomado esta medida? Claro, para ese entonces nadie contaba con un conflicto tan prolongado ni con dos cacerolazos. Conclusión: Para los K, vale la pena pagar con un parate fenomenal de todo el interior, si el resultado es su triunfo personal y la rendición incondicional del adversario.
C El proyecto de ley, en su artículo primero comienza con. “Ratifícase lo actuado….” O “Ratifícase el contenido de la resolución…” o algo así. Todos sabemos que el Congreso tiene facultades suficientes para rehacer en todo o en parte el proyecto. Que puede legislar todo nuevamente. Pero lo que queda a la vista es la verdadera intención del Ejecutivo. Que sus soldaditos voten todo como está. A decir verdad, tanto si se aprueba a libro cerrado como si se lo veta, el conflicto no se soluciona. Con lo que, una vez más, el Gobierno pone de manifiesto su verdadera intención.
Cada vez la cosa se ve más clara. Es evidente que el Kirchnerismo no quiere solucionar el conflicto. En un principio yo creía que se había tomado una medida equivocada, y que solo se estaba tratando de “buscar la vuelta” para dar marcha atrás sin que se note. En esta hipótesis, me parecía que era sumamente miserable permitir que el conflicto se prolongue tanto (con las nefastas consecuencias que ello implica) solo por no dar el brazo a torcer.
Pero ahora, cuando vemos que el vocero presidencial D’Elía, no se cansa de repetir la consigna de “rendición incondicional”, cuando vemos que está llamando a “armarse para defender…”, cuando vemos que insiste en organizar actos de apoyo; entonces, digo, no caben ya dudas que esto es lo que el matrimonio busca y buscó desde un principio. Esta segunda hipótesis, es muchísimo más miserable que la primera.
Es obvio que el gobierno tiene la capacidad organizativa para realizar actos con mucha gente. Es más que evidente que sus fuerzas de choque podrán dispersar manifestaciones opositoras cada vez que lo deseen. Pero lo que también es evidente es que los 200 o 300 piquetes que se formaron simultáneamente en lugares absolutamente distintos y remotos del país, surgieron de manera muchísimo más espontánea que las marchas de D’Elía y sus matones.
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