jueves, 14 de septiembre de 2017

La toma de las escuelas

Este tema, no por reiterado, deja de ser importante, aunque al analizar tantas obviedades, uno cree estar protagonizando un diálogo de sordos.
Por más obvio que resulte recordarlo, en esas tomas se cometen una serie de delitos que cualquier persona puede apreciar, salvo aquellas cuya mente se encuentre obnubilada por trasnochadas ideologías.
No tengo dudas de que es deber ineludible de la autoridad competente, arbitrar los medios para hacer cesar el delito. Solo en nuestro país se toma como inherente a la protesta, cualquier atropello que se haga contra los derechos de terceros o contra la propiedad pública o privada. Así fue como tuvimos tres años cortado un puente internacional y solo se les ocurrió “tirarles el Código Penal por la cabeza” cuando al Finado le convenía congraciarse con Uruguay. Así es que todos los días asistimos a cortes de calles, rutas y puentes, bloqueo de establecimientos fabriles y tomas de colegios. Y las autoridades, en muchos casos, se limitan a custodiar a los manifestantes.
Por ello creo que es necesario separar el problema en partes: 1) Si les asiste derecho o no a los alumnos para semejante desafuero; 2) Si se debe o no se debe recurrir al uso de la fuerza para hacer cesar el delito; 3) Si corresponde que los alumnos dicten las políticas educativas.
1)     Aún suponiendo que todo lo que reclaman los alumnos fuese razonable, no lo es el uso de la violencia y el avasallamiento de la propiedad pública. Nunca puede ser ajustado a derecho cometer un delito para peticionar ante las autoridades. Y en este caso, está claro que no se pretende “peticionar”, sino “imponer”. Entiendo que la autoridad competente ha consultado la ley que se tramita con distintos sectores del quehacer educativo e incluso que los alumnos han sido oídos. Ello no quiere decir que sus demandas deban ser necesariamente acatadas.
2)     Ante la pasividad (cuando no abierta connivencia) de algunos padres y autoridades, se me ocurre enunciar algunas medidas a seguir, porque parece que a quienes deberían hacer algo no se les ha ocurrido nada al respecto.
a) Responsabilizar penalmente a los alumnos mayores de 18 años por los delitos que supone su actitud.
b) Responsabilizar asimismo a los padres de los alumnos menores de 18, si fuese jurídicamente posible transferir la responsabilidad penal.
c) Iniciar demanda civil por daños y perjuicios a los padres.
d) Todos los días de clase que se pierdan, deberán recuperarse en diciembre y aún enero si fuese necesario, si perjuicio de ponerles ausente a todos los participantes de la toma por todos lo días de clase perdidos.
e) Como desalojar con el uso de la fuerza pública sería “mal visto” y tildado de represión (palabra que el uso ya le asignó negativas connotaciones) y dictadura (epíteto que con tanta liviandad se aplica a cualquier actitud con la que no se está de acuerdo), debería cortarse el suministro de energía eléctrica, gas y agua al establecimiento ocupado.
f) También debería establecerse un anillo de seguridad policial (Gendarmería no, porque ya consiguió también el estatus de mala palabra) para no permitir el ingreso de personas ni cosas (alimentos, bebidas, abrigos, colchones, etc.). Este sería un método no violento de “persuadir “ a los okupas para que desistan de su actitud.
3)     Respecto de la competencia de los alumnos en el dictado de las políticas educativas, pongo un par de ejemplos:  ¿Permitiría Ud. estimado lector, que un estudiante de tercer año de medicina le practique una operación de alta complejidad a su hijo? ¿Cómo se sentiría si, al abordar un avión, se entera de que quien conduce no ha recibido aún su calificación de piloto? Si hacemos una analogía, podremos ver claramente que los alumnos, por la propia definición de tales, no han completado su formación académica, no ya en temas pedagógicos, sino en ningún otro campo del saber. ¿Pueden ellos imponer (porque no se trata de otra cosa que de imponer) cuál debe ser la política educativa? No está mal que se interesen y aún que opinen, pero de allí a que decidan ellos, hay una distancia enorme.

En otro orden de ideas, sería bueno que los alumnos que no están de acuerdo con la toma (y también sus padres) abandonen su pasividad y se manifiesten activamente en contra de tan absurda, arbitraria, violenta e ilegal actitud. Esto sería bueno para saber cuantitativamente hasta dónde ha llegado el descontrol en nuestra sociedad.
Por mucho que fuese razonable (y no creo que lo sea) la demanda de los alumnos, no es por la fuerza y la violencia como en democracia se deben defender las ideas. Esto suena más bien a “ejercicios revolucionarios” en las afiebradas mentes de algunos adolescentes bien abonadas por algunos no menos afiebrados adultos. A eso le debemos sumar lo romántico de la cuestión de estar varios días “ejerciendo la voluntad popular”, con las consignas de “al pueblo lo que es del pueblo” y otras semejantes. Pasarse unos días de jolgorio, con sesudas justificaciones ideológicas, compartiendo, tal vez con alguna noviecita o noviecito algo más que las jornadas de protesta. es sumamente estimulante, sobre todo si papá o mamá nos trae un termo con café caliente y alguna que otra sabrosa empanada o pizza.
Todas estas desatinadas actitudes son hijas del  perverso eslogan de que “el fin justifica los medios”; todos creemos defender fines nobles y, si todos recurriésemos a la violencia, no hace falta especular acerca de los resultados.
También está el no menos trastornado concepto de que “la violencia es la partera de la historia”; muchas veces, más que un parto, resulta un verdadero aborto.

2 comentarios:

Charles dijo...

Antonio dijo: La verdad todos los relatos son espectaculares.
Muchas veces me identifico con lo que relatan porque cansado de estar rodeados de tantos K sin horizontes. Discutiendo y accionando como la década del 70 y siguen así. Cada vez que escucho a Hebe por Dios qué manera de desparramar veneno.
En fin 70 años de decadencia y ahora faltaría un siglo para levantar este país.
Saludos Charlie.

Charles dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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