No está mal votar con el
corazón, pero el corazón deber ser convencido con un mínimo de argumentos del
cerebro.
A quienes aún piensan
votar al kirchnerismo (y, reitero, están en todo su derecho), no se les puede
argumentar con hechos de corrupción, porque:
A No creen en los manejos fraudulentos de
los fondos de Santa Cruz.
A No creen en la complicidad de la
expresidente y su finado esposo con tantos hechos de corrupción.
A No creen que sus familiares, amigos,
socios o testaferros, enriquecidos en forma miliunanochesca, lo hayan hecho con
conocimiento y al amparo de la pareja presidencial;
A No creen que el revoleo de millones en
un convento haya sido parte de algo habitual; sí creen, en cambio, que era un
hecho aislado y no conocido por sus superiores.
A No creen en ninguna de estas cuestiones
porque creen que todo es una maniobra de las oscuras fuerzas de la oligarquía,
hábilmente pergeñada por Clarín.
Contra ese creer y
descreer a ciegas, no hay argumento que valga.
Entonces, dejando de lado
la corrupción comprobada o sospechada, yo pregunto:
A ¿Es verdad o es mentira que en 12 años
de gobierno K no terminaron con la pobreza y la exclusión?
A ¿Es verdad o es mentira que los
cartoneros siguieron transitando nuestras calles durante la venturosa década?
A ¿Es verdad o es mentira que el precio
artificialmente bajo de las tarifas por los servicios era solo un maquillaje
para ocultar la pobreza y la inflación?
A ¿Es verdad o es mentira que esa
irresponsable política de precios nos llevó a una crisis y a la pérdida del
autoabastecimiento energético?
A ¿Es verdad o es mentira que la tibia y postrera
“revolución ferroviaria” encarada por el exministro, hoy candidato disidente,
se hizo luego de más de cincuenta muertos y varias catástrofes previos?
A ¿Es verdad o es mentira que la inflación
y el narcotráfico crecieron notablemente durante ese período?
A ¿Es verdad o es mentira que se
apropiaron de los fondos de los aportantes a las AFJP, luego de que ellos habían
decidido quedarse en ese sistema?
A ¿Es verdad o es mentira que esa
apropiación incluyó un pagadiós fenomenal por quedarse el gobierno con títulos
de su deuda que ya no irán a manos de los jubilados?
A ¿Es verdad o es mentira que la calidad
educativa bajó en forma alarmante en ese nefasto período?
A ¿Es verdad o es mentira que hemos
perdido importantes mercados de exportación de nuestros productos agrícolas con
el infantil y mentiroso argumento de “cuidar la mesa de los argentinos”?
A ¿Es verdad o es mentira que el pago de
una deuda millonaria al FMI fue solo una bravata para la gilada, que solo nos
llevó a tener que pedir prestado al chavismo a tasas mucho más altas?
A ¿Es verdad o es mentira que la
estatización de Aerolíneas Argentinas fue en realidad la transferencia al
Estado de una empresa quebrada?
A ¿Es verdad o es mentira que la
estatización de YPF, que no solo “no nos iba a costar nada, sino que ellos
tendrían que pagarnos a nosotros”, nos terminó costando una millonada?
A ¿Es verdad o es mentira que la persistente
necesidad de la AUH es la demostración más evidente del fracaso del “modelo”?
A ¿Es verdad o es mentira que nos
mintieron en la cara con el INDEC, con la pobreza, con la inseguridad (solo una
sensación), con la inflación y otras cositas más?
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Esos son algunos de los argumentos
que habría que discutir con un kirchnerista convencido, para tratar de entender
lo inentendible.
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