Del libro «La gran mascarada» de Jean-François Revel tomo la siguiente frase:
Los negacionistas pronazis son solo un puñado. Los negacionistas procomunistas, legión. En Francia hay una ley (la Ley Gayssot, nombre del diputado comunista que la redactó y que, como se puede comprender, solo ha mirado los crímenes contra la humanidad con el ojo derecho) que prevé sanciones contra las mentiras de los primeros. Los segundos pueden negar con toda impunidad la criminalidad de su campo preferido.
Lo anterior fue escrito en el año 2000 y se refería a Francia en particular, pero entiendo que es perfectamente aplicable a otras latitudes y épocas.
Y cuando digo «otras latitudes y épocas» estoy haciendo referencia clara a nuestra realidad de hoy.
Basta que alguien pretenda señalar los atroces crímenes y atentados que perpetró la guerrilla subversiva en nuestro país, para que sea, inmediatamente, tildado de estar a favor de la dictadura, de la desaparición forzada de personas, de la tortura y otras aberraciones. No puede haber posiciones críticas para ambas partes.
Y lo vemos claramente en los homenajes, subsidios y recordatorios permanentes para las víctimas de la persecución ejercida por el gobierno de facto de la última y terrible dictadura, pero jamás un recordatorio para las víctimas del otro lado.
Y cuando alguien (me refiero en particular a Victoria Villarruel) pretende esa negada reparación histórica, la acusan livianamente de negacionista. Hasta donde yo sé, nunca la oí negar y mucho menos justificar lo actuado por la Dictadura.
¿Quiénes son, entonces, los negacionistas? ¿Los que pretenden reivindicar a ciertas víctimas o los que se oponen a tal reivindicación?
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