miércoles, 17 de septiembre de 2008

¿Qué burbuja?


Nuestra presidente ya nos tiene acostumbrados a sus rimbombantes frases de efecto.

En este caso dijo algo así como que “el primer mundo que nos vendieron como la Meca, se cae como una burbuja, mientras nosotros nos mantenemos (gracias a la gestión K) vivitos y coleando”.

Más allá de que las burbujas suelen elevarse en el aire y no caer estrepitosamente (como parece augurarle al primer mundo), se entiende claramente cuál es la comparación que quiso usar.

Analicemos:

* ¿Quién nos vendió qué? El primer mundo (esto es una manera de llamar a los países a los que les va bien, que son prósperos, que tienen a su población bien alimentada, bien educada, bien vestida y bien atendida en lo asistencial, para citar algunos ítems) está allí. No parece que lo hayamos comprado. No parece que haya estado en venta. A lo mejor alguien quiso comprar la idea de cómo lograrlo, lo que sería buenísimo. Por lo menos es lo que dicen que piensan hacer todos los líderes nacionales y populares de eso que, también difusamente se denomina tercer mundo. En vez de decir, habría que hacer. Pequeña diferencia.

* ¿Nos imaginamos al primer mundo cayendo estrepitosamente? ¿Nos imaginamos a sus ministros de economía viniendo a Buenos Aires a pedir por favor que les prestemos dinero? Tal vez vendrían a pedirnos que les refinanciemos a tasas razonables. Tendrían piquetes reclamando a sus gobiernos que no nos paguen la deuda usuraria. Y que nuestros organismos de crédito no les auditen las cuentas, así podrán gastar nuestro dinero en trenes bala que tal vez no construirán…

* Cuesta creer que aquellos se caerán y nosotros no. Cuesta creer que India y China, si se caen las economías de occidente, seguirán creciendo y pagando nuestros productos a los precios de los meses pasados. Y con ello, la “ganancia extraordinaria” de los comodities, parece que ya no será tan extraordinaria de cara al futuro inmediato.

* ¿Será tan sólida nuestra economía en un escenario como el que parece avecinarse?

Ojalá yo esté equivocado y no nuestra presidente. En todo caso, la burbuja parece ser el mundo que construyó la lógica K. Solo espero que esta burbuja no estalle…

viernes, 5 de septiembre de 2008

MÁS VALE MALO CONOCIDO…

MÁS VALE MALO CONOCIDO…

(Incendiemos otro tren.)

Los episodios de Constitución, Haedo y algún otro que no recuerdo, no fueron suficientes. Ahora tenemos que lamentar otro episodio de ira acumulada, con la pérdida (por parte de todos nosotros) de varios vagones de tren. Ni qué mencionar las pérdidas del pobre quiosquero cuyo único pecado (tal vez tenga otros, pero quedan reservados al juicio de Dios) fue instalarse en la estación equivocada.

Es, desde luego, más fácil encontrar rapidito algún chivo expiatorio —llámese PO, Quebracho o Mongo Picho— para no hacer ninguna autocrítica.

Yo pregunto: luego de aquellos episodios ¿Se Buscaron soluciones de fondo al diario calvario de quienes viajan a trabajar?

La respuesta oficial parece ser:

No señores. Eso sería un craso error. Si solucionamos este problema, aparecerán otros con los que tendremos que lidiar, y mejor nos quedamos con este, que ya lo tenemos remanyado. Más vale malo conocido

Y más que un desvarío de mi loco cacumen, esta parece ser la política oficial. Si se hiciera un poquitín de autocrítica, tal vez habría que interpelar al famoso Jaime. ¡Más vale que eso no ocurra nunca! Si tuvieran que reemplazarlo, ¡Quién sabe qué nos tocaría en suerte! Quedémonos con lo que tenemos, que: “más vale malo conocido…”

Claro que se han comprado nuevos vagones. Eso está a la vista, y no solo en la línea del oeste. Pero: ¿se cumplen los horarios? ¿Se trata con consideración a los pasajeros? Ante un problema o retraso ¿alguien les da explicaciones? ¿Se los trata (no digo con amabilidad, que sería un lujo) con corrección y profesionalismo? Los baños de las estaciones ¿son acaso de higiene pasable?

Este destrato o maltrato, se me ocurre que sucede porque al concesionario no le importa el pasajero. Y no le importa, porque lo que sí le importa es el subsidio. Desde luego que es bueno viajar barato, pero a la postre, cualquier subsidio, lo pagamos todos. Aún los que no viajamos. Tal vez sería más razonable cobrar menos IVA a la leche, al pan, a la carne, etc. y compensar esa menor recaudación con menor subsidio. Entonces, todos pagaríamos menos por la leche, el pan, la carne, etc. y solo pagarían un poco más el boleto de tren quienes lo usan. Con esto, ganaríamos que al concesionario pasaría a importarle un poco más el pasajero. Digo yo ¿no?

Y el que da los subsidios ¿está interesado en los pasajeros? Parece que sí, porque ya nos ha demostrado sus desvelos tramando la ejecución de un Tren Bala, que solucionará, seguramente, los problemas diarios de millones de trabajadores.

Mientras tanto, nos quedamos como siempre, con lo malo conocido…

miércoles, 20 de agosto de 2008

Fe de erratas

Por razones de formato, salió mal la fórmula del fracaso en la entrada anterior.
Quise expresar que el fracaso es igual a: (I+C+D)/100.
Queda aclarado

Las crisis

Revolviendo viejos papeles encontré algo que había escrito en plena crisis de fines del gobierno de De la Rúa. Como suele suceder en nuestro país, las cosas nunca pierden actualidad. Nuestros problemas parecen ser recurrentes, pero en realidad lo que ocurre es que siempre damos vueltas y más vueltas sobre lo mismo. En fin, quiero compartir aquello que había escrito.

La Crisis

La Política

Los hechos de la política son siempre evaluados según nuestra particular óptica. Así, aplaudiremos o denostaremos un mismo suceso, dependiendo de nuestra respectiva preferencia, o nuestra identificación con tal o cual sector. Por ello, al finalizar su mandato un gobernante, suele haber quienes lo aplaudan y quienes lo critiquen. Con gobiernos normales, y en países normales, esto sería absolutamente lógico, ya que costaría imaginar alguna administración que hubiese hecho todo mal o todo bien.

Podríamos ser admiradores de Menem o de Alfonsín; hipercríticos de De La Rúa o de Duhalde.

Pero hemos llegado a un grado de postración absoluto, en el que la generalidad de la gente ve como desciende inevitablemente su nivel de vida. Y esto hablando de quienes aún conservan un trabajo. En esta situación, es difícil creer que toda la culpa de nuestros males la tiene De La Rúa. Tampoco es creíble que los males dejados por su antecesor fueron tantos y tan absolutos que a pesar de los enormes y eficaces intentos de “Chupete” y los Sushi Boys este resultado era inevitable.

Las provincias, por su parte, muestran en general situaciones parecidas. Y si vamos a los municipios, el panorama no es muy distinto.

La conclusión entonces se me ocurre que es que el resultado de la política, ha sido en general muy pobre, lo que lleva a generalizar la bronca contra los políticos.

¿Y la responsabilidad?

Ante un resultado exitoso, aparecen rápidamente quienes se adjudiquen la autoría, pero de los fracasos, somos maestros en esquivar el bulto. La gente, según su preferencia, dirá que son los radicales o los peronistas. Los políticos oficialistas dirán que la oposición solo supo poner palos en la rueda, y los opositores que el oficialismo es incapaz.

Los votantes, sin ningún asomo de culpa, dirán que el pecado es de los políticos, y con frases como: “¡A mí no me interesa la política!” “¡El Gobierno no me dan de comer!” ”Yo no tengo tiempo para esas cosas”; se desligan del problema. Claro, la política no les interesa, pero los resultados de esas políticas les dan muchos dolores de cabeza.

Los políticos dirán que los militares son los responsables. Los de uniforme dirán que ya pasaron dieciocho años y mirarán para el costado. Y así podemos seguir hasta el infinito. ¿Entonces? ¡Somos todos responsables! ¡Qué alivio! ¡A mí me cabe solo una treinta y siete millonésima parte de la responsabilidad! La misma responsabilidad que tiene mi hija de dieciséis años o que el bebito de la vecina que tiene apenas dos días de nacido.

Alguno negará en forma absoluta esa ínfima parte, pero para otros ¡es realmente una bicoca!

Lo mismo un burro que un gran profesor

Lo concreto es que la responsabilidad es de todos. Para eso se inventó la democracia, caramba. Todos iguales. Lo mismo un diputado que un ciruja. Igual el bombero que el presidente. La misma carga para el cartonero que para el intendente. Allí vemos codo a codo el concejal y el barrendero. Igual el ladrón que el juez... ¡Ah, no!, esto ya no es lo mismo. El ladrón está fuera de la ley...No podemos comparar...El país está en bancarrota, pero no comparemos a los ladrones con quienes trabajamos honestamente....

Las causas

En una hipotética ecuación del fracaso tendríamos:

I + C + D

F (%) =

100

Donde:

F = Fracaso. Se expresa en porcentaje, correspondiéndole a Argentina el valor de 100 (obviamente no hay valor teórico superior, y es por eso que no lo hemos superado aún. No obstante, con perseverancia podemos llegar a lograrlo).

I = Incapacidad de los gobernantes. Su valor relativo queda a criterio de quien lo analice. En todos los casos es elevado.

C = Curro. Su valor es elevadísimo y, lo que es peor, generalizado ampliamente entre gobernantes y gobernados.

D = Desidia. También llamado Indiferencia. Esto también está generalizado ampliamente, pero entre los votantes. Ahora, cacerolas de por medio, y para cuidar quintitas propias, tiende a decrecer.

Cada analista político puede variar los valores relativos de los sumandos de la ecuación, pero obviamente, el valor final dará, en todos los casos, 100. Algunos, cegados de ideología, le cargan las tintas al Imperialismo, a la Oligarquía, al Proletariado, a la Iglesia, al Estatismo, a la Cosmografía, al Neoliberalismo, a la Paleontología, etc. En mi modesta opinión, mientras los valores de I y C en la ecuación sean tan elevados, no hay sistema, o ideología que pueda haber fracasado, a no ser que al que imperó en Argentina lo bauticemos. ¡Eso! Algo hemos logrado, fundamos un nuevo sistema político-económico-social. ¡Sí señor! Y ya propongo un nombre para él:

Chantocracia.

Es un sistema absolutamente justiciero. Yo diría que está más a la izquierda que los más radicalizados movimientos de los 60 y 70. En efecto, en la Chantocracia, se reparte igualitariamente:

· La mishiadura.

· Las responsabilidades (según ya hemos visto anteriormente)

De este último ítem debemos excluir a los ex presidentes, pues por un designio celestial están excluidos de pecado. De no ser así no se explicaría como uno desde su banca de Senador, y el otro desde un coqueto balneario (eso sí, de una República Hermana) se explayan en explicaciones acerca de lo que hay que hacer. Lástima que también está generalizada la ignorancia, y por tal razón no alcanzamos a comprender tan insignes mensajes. ¿Y Chupete? Bueno, démosle tiempo y ya nos ilustrará con sus sabias admoniciones.

Buenos Aires, marzo de 2002.

viernes, 25 de julio de 2008

MÁS MAOMENISMO (Se incendia un geriátrico)


Como muchos de Uds. sabrán, me tocó ser inspector municipal de bromatología y, como casi todas estas cuestiones están signadas por el maomenismo ingénito de nuestras autoridades, nos achacaron la responsabilidad de “inspeccionar geriátricos”. Tal vez por ser los únicos inspectores con que contaba la Secretaría de Salud, o vaya a saber por qué causas confesables o no.

Pero volvamos por un momento a la inspección bromatológica. Cuando uno va a un restaurante o rotisería, y da indicaciones de lo que se debe y lo que no se debe hacer en la cocina, es muy frecuente obtener alguna de las siguientes respuestas: “¿Por qué no van a joder a otra parte?” O bien: “Lo que pasa es que justo hoy faltó el empleado que tenía que limpiar allí” (no importa que la capa de mugre acusara meses de falta de limpieza). También puede ser: “¿Me vas a enseñar a mí, que hace treinta años que estoy en esto?

Curiosamente, luego de una intoxicación masiva producida por un servicio de catering, concurrimos al lugar, y el propietario nos decía: “¡Hace treinta años que estoy en esto y nunca me pasó! ¡Explíquenme qué tengo que hacer!

¿Qué creen Uds. que hubiera dicho ese mismo señor si hubiésemos ido el día anterior a la intoxicación?

Los infortunados concurrentes a Cro Magnon, ¿Cómo hubiesen tratado a un supuesto inspector municipal que hubiera intentado clausurar el boliche, por falta de seguridad, unos minutos antes de la catástrofe?

Ahora vayamos al tema geriátricos. Aquí la cosa es aún más complicada y perversa. Porque de todos modos, uno puede clausurar fácilmente un restaurante o un boliche (si lleva la convicción suficiente y en lo posible uno o dos policías). Pero un geriátrico es otra cosa. No se puede colocar una faja de clausura y ¡dejar a los ancianos adentro! Además, uno actúa en el momento, y deja las actas de la actuación, que después son analizadas con toda calma por los abogados del dueño que, ante una coma mal puesta, impugnan todo el accionar. Después es el inspector el que tiene que ir a dar las explicaciones.

Lo que optábamos por hacer en los casos graves, era una clausura formal. Es decir, se notifica al titular que está formalmente inhabilitado para el funcionamiento, dejando constancia de las causas. Se otorga plazo perentorio para notificar a los familiares que deben retirar a los ancianos, y se trasladan las acciones al Juez de Faltas y a las autoridades provinciales competentes en la materia.

¿Qué creen que ocurre al día siguiente? Pues bien, créanlo o no, se presentan, indignados, los familiares a reclamarnos por nuestra falta de sensibilidad al pretender desalojar a los pobres viejitos que son tan bien tratados allí. Se oye decir “¿Dónde irán a para nuestros queridos abuelos? ¡Qué injusticia tan grande se comete!” al tiempo que sordos ruidos oír se dejan de vestiduras rasgadas. No parece importarles que, en la despensa, haya más cucarachas que alimentos. Tampoco es relevante que no haya matafuegos, o que, habiéndolos, estén descargados o simplemente inaccesibles.

Al mismo tiempo, concurren a la oficina los letrados del propietario a solicitar “plazos razonables” (para hacer lo que debían haber hecho antes), “elasticidad en la interpretación de las normas” (es decir, sigamos con el maomenismo), cuando no veladas amenazas de influencias (“sabe que el Intendente es mi amigo”) o lisa y llana oferta de coima.

Cuando no pasa nada de esto, pero se incendia el geriátrico. ¿Quién creen que saldrá a pedir la cabeza del funcionario?

miércoles, 23 de julio de 2008

EL MAOMENISMO (Y se muere un chico de rabia)

A los argentinos nos aqueja el “maomenismo”. Es decir, por aquello de que “Dios es criollo”, parece que con hacer las cosas más o menos, salen bien igual.

Entonces, en vez de sacar a pasear al perro —no ya con bozal, aunque sea un animal peligroso— al menos sujeto con la correa y collar, lo sacamos suelto. Cuando no lo dejamos salir solo “para que haga sus cosas”. Y sus cosas pueden ser: romper y desparramar la basura, hacer más perritos, morder a otros perros, o atacar con distintos grados de ferocidad a humanos (“algo le habrán hecho, ¡porque es de bueno…!”).

El “maomenismo” impide a los municipios encarar seriamente el problema de los perros callejeros, porque al ir declinando la rabia en los centros urbanos, fueron creciendo las “protectoras” (en femenino porque hablo de asociaciones) que impiden cualquier campaña para frenar la plaga. Estas asociaciones, cuentan con dinero, y tiempo. Con estos ingredientes, logran también influencias y maniatan y amordazan a muchos intendentes, que prefieren ver la calle llena de animales vagabundos, antes que enfrentar a estas almas caritativas, que no vacilarán en “escarchar” de la forma más violenta imaginable a quienes se le opongan. Tampoco vacilarán en impulsar leyes “humanitarias” que impedirán cualquier acción que tienda a disminuir la población de esta verdadera plaga que son los animales sueltos y vagabundos.

Las autoridades, por supuesto, también tienen su cuota de culpa. No es casual que la educación (que es la verdadera arma con que contaríamos para esta lucha) esté en nuestro país tan descuidada. La pobreza, asociada a la falta de educación, no ya para la salud sino para la simple convivencia, hace también lo suyo.


El perro termina mordiendo a un chico. El dueño del animal, en un ataque justiciero, mata al animal. Total ya se sabe de sobra que: "muerto el perro, se acabó la rabia".

Entonces, al imposibilitarse el control del mordedor, y llegar a un diagnóstico certero, se indica al niño que debe vacunarse tal como si el animal fuera positivamente rabioso.


Hasta aquí, pareciera que todo tiene que salir bien. Pero nótese cómo actúa el “maomenismo”. Si hubiese habido un diagnóstico certero, se hubiesen encendido todas las luces rojas imaginables, de forma que no se habría escapado la tortuga. Pero no fue así.

Seguramente se indicó a los padres de la criatura que debía hacerse un tratamiento “como si el animal estuviese rabioso”. Pero esta sutil diferencia, hizo la gran diferencia. Por aquello de¨“Total, si ya vimos que el animal no estaba rabioso” o tal vez “Si ya mataron al perro” o vaya a saber qué, el tratamiento se abandonó.

Alguien debió haber encendido todas aquellas luces de alarma de las que hablamos, pero, “Total, hace tanto que no hay rabia…”

Nadie fue a buscar a los padres del chico…

Cuando lo trajeron al hospital, ya era demasiado tarde…

Ahora, seguramente, se extremarán las medidas, al menos en la zona de influencia de tan lamentable pérdida de quien era inocente absoluto. ¿Cuánto durará este fervor antirrábico? ¿Hará falta otra muerte para que se hagan las cosas sin tanto “maomenismo

La historia puede que no haya sido tal cual se relata. Solo he visto las noticias televisivas pero ¿alguien cree que puede haber sido muy distinta?

sábado, 19 de julio de 2008

Cobos y el espíritu de la Constitución

Mucho se ha dicho en estos días acerca de la postura de Cobos. Lo han elogiado y atacado casi por partes iguales.

El Diputado Rossi, jefe de la bancada oficialista, calificó su voto de incomprensible, inaudito o algo parecido —confieso que no recuerdo el calificativo exacto— fundándose en que viola el espíritu del constituyente. Esto es así, dijo, “porque el vicepresidente forma parte del Poder Ejecutivo,.y el constituyente pretendió que, en caso de empate, tenga preeminencia el ejecutivo, por eso desempata el vice”. Más o menos es lo que dijo.

Yo quisiera analizar esto desde distintos ángulos.

1.-¿Forma parte del Ejecutivo? El artículo 87 de la Constitución dice “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempañado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación Argentina”. No dice nada más. El subrayado es mío. Sí dice en otro artículo que, “en caso de muerte, etc. será reemplazado por el vicepresidente de la Nación”. Luego, en el Capítulo Tercero de la Sección Segunda: “Atribuciones del Poder Ejecutivo” hay un artículo único, el 99 que dice: “El presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:” y las enumera. Son 20. Da la sensación de que Poder Ejecutivo y Presidente de la Nación serían sinónimos para el constituyente.

2.- ¿Es el espíritu del constituyente? Siempre es difícil pretender ponerse en el pellejo del constituyente, pero yo digo: si el que redactó la norma quisiera que prevalezca la opinión del ejecutivo (o del presidente, que parece ser lo mismo) bien podría haber redactado algo así como: “… y en caso de empate, se remitirán las actuaciones al Ejecutivo para que resuelva según su parecer…” Por el contrario, el artículo 57 dice: “El Vicepresidente de la Nación será presidente del Senado; pero no tendrá voto sino en el caso que haya empate en la votación” Nada dice acerca del sentido de su voto.

3.- ¿El espíritu del constituyente importa solo a veces? Porque no pareció importarle al sector oficialista dicho espíritu, cuando al menos 5 veces (según yo pude recopilar; Arts. 4, 17, 29, 76 y 99 inciso 3) clama por que la legislación, y en especial en materia tributaria (también penal y otras que no recuerdo), sea atribución del Congreso.

Finalmente, hay que recordar que el Vicepresidente, antes de emitir su voto, hizo un llamado para que, en cuarto intermedio, los senadores acercaran sus posiciones a fin de lograr un consenso que, de mediar un real espíritu democrático, y no de confrontación “de potrero” hubiese sido beneficioso para todos. Con ello dejó en claro qué es lo que realmente perseguía. Por lo menos es la interpretación que yo le doy al “espíritu de Cobos”.

Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...