Tengo absolutamente claro que en este tema «toco de oído», pero me gusta hacer algunas reflexiones de vez en cuando.
De la teoría de que solo el trabajo produce el valor de cualquier bien o servicio surge la idea de la plusvalía, tan cara al marxismo, y de ello se desprende que toda ganancia empresaria es el fruto de la parte del trabajo que no se le pagó al obrero. Es decir, que la ganancia o lucro de una empresa es, lisa y llanamente, por explotación del trabajador.
En su momento Marx vaticinó que, en su insaciable apetito de ganancia, la burguesía capitalista llevaría a un grado de despojo tan grande a los trabajadores de los países industrializados, que el sistema terminaría por explotar y dar paso a la ansiada Revolución y posterior «Dictadura del Proletariado». Nada de eso ocurrió en las sociedades verdaderamente capitalistas, sino todo lo contrario. Allí, donde se practica tanta libertad de mercado como sea posible, es donde el proletariado vive mejor y donde el capitalismo mostró su verdadero éxito y superioridad moral. Y, además, el proletario invariablemente NO VOTA ideas marxistas. Como dijo alguien: «El proletario no sueña con cambiar la sociedad; sueña con cambiar el auto».
Donde sí se instaló algún sistema marxista, no fue por una revolución encabezada por el proletariado, sino que fueron encabezadas por auténticos burgueses y no se instaló la ansiada «Dictadura del Proletariado» sino una dictadura de la «nomenclatura».
Aquella teoría tiene, a mi parecer, ciertos problemitas que los marxistas no explican, amén de sus reiterados fracasos.
¿Cuál sería y quién determinaría cuánto es el valor justo de la hora/hombre trabajada?
Si toda la ganancia de una empresa se tuviera que distribuir entre los trabajadores, no quedaría ningún estímulo para que un empresario emprendiera y no se crearían fuentes de trabajo. Es muy fácil pedir que «se expropien los medios de producción para ponerlos en manos de sus trabajadores». Se trata de la expropiación de dichos medios, previamente creados, y no por el proletariado. El trabajo previo de imaginar la creación de una empresa y concebir los productos que serán demandados por posibles clientes y la valentía de asumir los riesgos, no se tiene en cuenta ni se verá gratificado. Total es fácil decir que el conjunto de los trabajadores podrá administrar tanto o mejor que sus originales dueños un emprendimiento en marcha. Pero, ¿cuántos nuevos emprendimientos se crearían?
Por otra parte, da la sensación de que los más postergados de los países subdesarrollados, eligen los «infiernos capitalistas» para emigrar; no se ven austríacos, belgas o alemanes emigrando hacia países con regímenes socialistas del África subsahariana o a Corea del Norte, sino todo lo contrario.
En el terreno de las suposiciones:
Juan tiene que producir trigo en un campo contando solo con una pala para ello. Él trabaja 100 horas para producir 100 Kg de trigo. Imaginemos que el valor «justo» de la hora de trabajo fuese de $ 1. Luego, su trigo valdría $ 1 el Kg.
Siguiendo con las suposiciones, imaginemos que Pedro también produce trigo, que trabaja también 100 horas, pero cuenta con un tractor. Resulta que, en nuestra suposición, Pedro logra producir 10 toneladas de trigo. Es decir, 100 veces más que Juan. Luego, el valor de su trigo debería ser $ 0,01 el Kg. Si se pretende cobrar más ¡horror se está explotando a Pedro!
Pero, hay otro problema: ¡Juan pondría el grito en el cielo por la competencia desleal! ¿Cómo va a poder vender su trigo a $1 el Kg (valor "justo" si los hay), cuando el vecino lo vende a $ 0,01?
¡¡¡Urgente que intervenga el Estado!!!
Otro ejemplo (plagiado de Miguel Anxo Bastos; la reproducción no es textual):
En las costas de Okinawa, hay mujeres que bucean en busca de perlas. Una de ellas, se sumerge algo así como 10 metros y en cuestión de 2 minutos obtiene una perla. ¿Cuánto debería cobrar por ella? Si tomamos como ejemplo el valor trabajo del caso anterior ($1 por hora de trabajo) esta mujer debería cobrar algo así como 3.3 centavos (digamos 4) por la perla. pero sucede que hay quien está dispuesto a pagar 100 dólares. Quiere decir que aquí el valor de la hora trabajada es de ¡3000 dólares! Pero, todavía hay más. Supongamos que otra okinawense se sumerge y en los mismos 2 minutos consigue traer del fondo una piedra común y corriente: como ambas, la piedra y la perla, demandaron el mismo trabajo, ¿deberían valer lo mismo?
Este es un clarísimo ejemplo de que el valor es subjetivo, dependiendo de la apetencia que haya del producto y de su mayor o menor abundancia (oferta y demanda) y no exclusivamente del «valor trabajo».
1 comentario:
Mirta nos dijo: Tus "divagues"suelen ser siempre muy lógicos e interesantes.Gracias.
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