miércoles, 26 de mayo de 2021

La injusticia, la pobreza e ideas afines

Yendo más allá del término de nuestras vidas, podemos hacer un ejercicio y analizar la situación de la sociedad humana de hoy, comparándola con la de hace 100, 200 o 1000 años. Actualmente se considera pobre a quien no tiene acceso a servicios básicos como agua corriente, luz eléctrica o cloacas así como a la vestimenta adecuada o el esparcimiento necesario. En aquellos tiempos de hace poco más de cien años, casi nadie en el mundo tenia acceso a tales servicios y un enorme porcentaje de la población tenía que trabajar larguísimas y extenuantes jornadas para poder simplemente comer. 

Si consideramos décadas recientes, la pobreza en el mundo ha ido disminuyendo (no estoy hablando de nuestro país, donde no para de crecer) y todo ello es gracias a la Revolución Industrial y al desarrollo del capitalismo, allí donde tiene la suficiente libertad para su desenvolvimiento. Por eso no deja de asombrar la muy mala prensa que tiene esta forma de organización de la economía. Nadie duda de que un marxista convencido, está animado de las mejores intenciones, pero resulta poco serio adherir a una ideología desarrollada desde arriba, prediciendo la historia (con garrafales yerros) desde mentes tenidas por preclaras y que se pretende imponer a toda la sociedad, sin tener en cuenta que ella está conformada por millones de individuos, cada uno con sus preferencias, sus capacidades y sus aspiraciones, todas ellas diversas, afortunadamente. 

La sociedad humana sigue siendo imperfecta, precisamente por ser humana. Tendrá siempre una dosis de injusticia; la tuvo y la tendrá bajo cualquier régimen o ideología que se aplique. Quiere decir que la guerra a la injusticia no la ganaremos, pero de ninguna manera que no podamos luchar. Luchando, ganaremos algunas batallas y podremos darnos por satisfechos si al cabo de un tiempo vemos que algo hemos mejorado. Y lo mismo vale y está muy asociado con la lucha contra la pobreza.

La crítica

Cualquier persona de bien, animada de buenas intenciones, se rebela ante la pobreza y la injusticia; por eso es más fácil y “garpa más” o “viste bien” la crítica que el elogio. Tal vez esa sea la razón de la mala prensa del liberalismo y el capitalismo. No nos conformamos con lo ganado en las últimas centurias y pretendemos el paraíso en la Tierra ¡ya! sin pensar en lo que podemos perder dejando de lado un modelo que, con sus más y sus menos, ha resultado exitoso, para cambiarlo por otro que, hasta ahora, solo es una utopía. Hace poco veía un debate donde se alegaba que «en la sociedad comunista, el hombre no tendrá que preocuparse por alimentarse, vestirse ni conseguir vivienda digna, porque esos problemas ya estarán resueltos por la sociedad…». Hermosa utopía que no pasa de ser una entelequia. No explicaba este señor cómo haría la sociedad o qué parte de ella, para resolver todo eso sin que alguien tuviese que “preocuparse”. 

Volver a lo natural (o “La civilización es un camino de ida”)

Hay un legítimo anhelo por volver a lo natural; ¿quién no disfruta de un día al aire libre, alejado de los ruidos, la contaminación y el ajetreo de las ciudades?

Pero, de allí a pretender que todos seamos como la familia Ingals, que consumamos alimentos orgánicos, que se cultive sin fertilizantes, herbicidas o modificaciones genéticas, hay un trecho que escapa a lo razonable.

Para bien o para mal, hoy habitan (habitamos) en este planeta algo así como ocho mil millones de personas que tienen la lógica pretensión de comer en lo posible dos o tres veces por día. Si todos aspirásemos a alimentarnos con  comida orgánica, vegana o de alguna de las modalidades hoy de moda, podemos tener por seguro que no alcanzaría para todos y se cumpliría la profecía maltusiana de que la humanidad crece más rápido que la potencial producción de alimentos. No sé si eso sucederá en el futuro, pero lo concreto es que no ha ocurrido hasta el momento, a pesar del vertiginoso aumento de la población, ya que, cada tanto, hay una nueva vuelta de tuerca en las técnicas agronómicas que permiten aumentar las áreas sembradas y la productividad por unidad de superficie y, hasta ahora, no ha faltado alimento para la humanidad. Allí donde hay todavía hambre, no es porque no se produzca lo suficiente en el mundo, sino por otras razones.

Lo anterior no quiere decir que el avance de la civilización se encuentre exento de problemas ni que haya resuelto todas las vicisitudes del hombre. La prosperidad económica es necesaria para la felicidad, pero no suficiente. Pero no hay dudas de que, volver a lo primitivo no solo no garantizaría la felicidad si no que sería impracticable. Porque pocos –o tal vez nadie–, estarían dispuestos a renunciar a obtener luz con solo pulsar una tecla o agua abriendo un grifo. Ni hablar del acceso a la penicilina ante un niño enfermo. Y eso sin contar con que, el retorno a una vida primitiva, no produciría lo suficiente para alimentar siquiera a una parte insignificante de la población actual.


sábado, 15 de mayo de 2021

Progresismo y derechas

                                                                                   

Vemos a diario cómo la semántica de las palabras va cambiando. Algunas palabras van tomando matices diferentes en su significado. Otras veces, y en forma deliberada, algunos sectores se van apropiando de ciertos vocablos para sus propios fines.

Es el caso de “progresismo”, que sirve hoy en día para calificar a una persona o idea política consustanciada con las izquierdas en general y en particular con todas las virtudes de la política. Por contraposición, cualquiera que no profese ese catecismo, se lo ubica en “la derecha” y es paradigma del rechazo a toda idea de progreso y la encarnación del mal.

Mientras que el diccionario define progreso como «Acción de ir hacia delante» pero no indica qué es «adelante» y ni siquiera con qué herramientas, nuestros autoproclamados progres lo asocian indisolublemente con ir hacia la izquierda.

Esta apropiación de virtudes para un bando y defectos para el otro lleva a sesudos seudoperiodistas, a decir que votar a las derechas (que jamás se preocupan por definir) es ser tilingo, facho e individualista. 

Oí hace algún tiempo el diálogo entre un prestigioso legislador progre y un no menos afamado periodista, también progre en el que analizaban que, si se tomaban medidas más consustanciadas con el mercado, desaparecerían las políticas sociales... Quiere decir que solo los progres son portadores de la sensibilidad social. Quiere decir también que, en esta realidad maniquea, no ser progre (con el significado del que se han apropiado) es descalificante.

Estos heraldos de las verdades históricas y políticas quieren asimismo significar que quien no califique para esta noble categoría, es persona cuasi diabólica que solo persigue el beneficio propio o de la clase a la que pertenece, y quiere, por tanto, sumir a la gran mayoría del pueblo en la miseria y el sojuzgamiento. Y no se paran a pensar que ni siquiera al capitalista más despiadado le conviene un pueblo sumido en la miseria porque, ¿a quién le vendería sus productos con mayor éxito, al desposeído o al asalariado próspero? ¿Qué le conviene más al odiado imperio del norte; un vecino próspero y no conflictivo como Canadá, con quien se puede comerciar con ciertas garantías de previsibilidad, o unos vecinos pobres y conflictivos como los de su frontera Sur? Lo que sí es probable, pero no lo consideran ni el periodista ni el legislador mencionados, es que si se aplican estas políticas “promercado”, desaparecerían estas políticas sociales que tan pobres resultados han obtenido. 

Yo me pregunto: ¿Alguien puede no estar de acuerdo en bajar la pobreza? ¿Alguien puede no estar de acuerdo en mejorar la enseñanza pública gratuita y obligatoria, al menos en primaria y secundaria? ¿Alguien puede no estar de acuerdo en mejorar la calidad de los hospitales, en mejorar la higiene urbana, etc. etc.? ¿No son todos estos objetivos de cualquier doctrina y de cualquier persona bien nacida?

¿Por qué pensar que un liberal, por ejemplo, no quiere todas aquellas cosas? ¿Por qué siempre se piensa que, quien no sostiene ideas progres, está vendido al imperialismo, solo persigue defender intereses particulares propios y cosas parecidas? ¿O no han logrado los países capitalistas una notable prosperidad del conjunto de sus poblaciones muy superior a la que lograron los progres, los populistas y los izquierdistas del mundo? Y ni qué decir de la movilidad social de aquellos países a los que, no por casualidad, pretenden llegar los balseros, los espaldas mojadas o los millares de desplazados por las guerras, el racismo, la religión y tantas otras calamidades.

Desde luego que cada uno confiará en distintas herramientas para alcanzar aquellas metas y lograr el bienestar de la población. 

Decir como un desvalor que alguien está a favor del mercado es una vaguedad que me asombra que la utilicen personas en apariencia inteligentes como el periodista o el senador mencionados. Si eso es tan malo ¿por qué nuestra actual vice, cuando era presi, no perdía oportunidad de elogiarse a sí misma por haber dado un impulso formidable al mercado interno? Si vamos a estar contra el mercado, y sobre todo contra el mercado internacional, entonces no deberíamos haber aceptado que nos pagaran por la soja los precios de hace unos años (precios del mercado). Exijamos que se nos pague a los valores de la época de De la Rúa, que seguramente serían más justos para los pueblos desposeídos que dependen del “yuyito” para su alimentación.  

¿Tanto repelús le produce a los progres una propuesta distinta? Analicemos qué conducta asumen con respecto al mercado los países a los que les va bien, pero bien en serio. 

Nosotros nos hemos empeñado, hace ya mucho tiempo, en hacer un país pequeño. Y lo estamos logrando. 

¿Ser progre es aumentar impuestos y echar mano a cuanta caja se nos cruce por delante para dar “planes sociales” de todo tipo? Entendámonos: no creo que sea malo dar ayuda a quien se encuentra en la indigencia. Pero ello tiene que ser con un plan serio para terminar con la indigna miseria en que viven, todavía, muchos compatriotas y no con una dádiva que solo sirve para prolongar sine die tal situación; o bien con crear las condiciones que estimulen la inversión para aumentar la mano de obra ocupada. Pero aquí nos quedamos con el plan asistencial que –se encargan de promocionarlo muy bien-, no lo da la sociedad en su conjunto, sino el gobierno providencial del que gozamos.

Desde que volvimos a la democracia, no hemos parado de otorgar planes, a tal punto que hay gente que vive permanentemente de ellos. Claro, estos son los concurrentes habituales a los actos oficiales, a las marchas y para el día de la votación. Y los gobiernos de aquellas provincias donde la miseria es impúdica, ¿no tienen que rendirle cuentas a nadie? Porque, en general, han sido gobernadas durante décadas por los mismos partidos y, en algunos casos, por las mismas personas.

Incluso afirman que denunciar la corrupción de un gobierno progre es malo porque se está contra el “modelo” (lo que significa estar contra el país) o porque se le hace el juego a la derecha. Como si enriquecerse escandalosamente fuese reprochable solo a las derechas y no fuera pecado si se es progre. 

De lo que no parece caber dudas es de que la solidaridad tan proclamada del modelo “progre” es para con el entorno del poder, que se enriquece a ritmo de vértigo.

sábado, 8 de mayo de 2021

Defensa de Occidente

En Occidente hay una pasión en los medios intelectuales por criticar al capitalismo, a la burguesía, al hombre blanco e incluso a todo lo que provenga de la cultura occidental, pero nada se suele comentar acerca de las atrocidades que, todavía hoy, se cometen en buena parte del tercer mundo socialista. 

La crítica a estos malos absolutos (Occidente con su  liberalismo, su capitalismo, su burguesía, y su globalización) es una garantía de aceptación en los medios intelectuales .

Respecto de la globalización, brevemente podríamos recordar que, los pueblos primitivos que estuvieron aislados (el ejemplo paradigmático son los aborígenes australianos), son los que más estancamiento han padecido. Por el contrario, es en Oriente Medio, punto de contacto de tantas culturas (nexo principal de la «globalización» de entonces) donde surgió la escritura y las grandes civilizaciones de entonces.

Y, en esa costumbre tan arraigada de achacarle al Occidente capitalista (particularmente a USA) todos los males que hoy sufre el hombre de hoy, se omite en forma pertinaz todo lo positivo que esta civilización nos legó a la humanidad entera de la actualidad.

Me refiero a los antibióticos, eficaces herramientas para tratar con éxito la sífilis, la tuberculosis y el cólera o las vacunas, para controlar la polio y para erradicar la viruela; a la máquina de vapor y el motor eléctrico, con los que se alivió de pesadas tareas al hombre.

También le debemos el automóvil, el ferrocarril y la navegación aérea, la luz eléctrica y la radiotelefonía, la televisión y la computación, la Internet y la imprenta; logros estos a los que no solo no renuncian si no a los que la práctica totalidad de los seres humanos aspiran a tener acceso. Muchas de estas herramientas, creaciones de la Revolución Industrial, capitalista y occidental son las que utilizan esas almas nobles, para atacar al Occidente capitalista.

Nos dejó asimismo sus instituciones, como la protección del individuo frente a los atropellos del «príncipe» (en la acepción de Maquiavelo) merced a la división y limitación del poder y la legítima defensa en juicio, instituciones de las que hoy goza buena parte de la humanidad (o aspira a disfrutarlas). Y es en aquellos países donde estas instituciones funcionan donde mayores índices de prosperidad se registran.

Se recuerda con precisión el pasado colonial (condenable por cierto) del hombre blanco y capitalista, pero su flaca memoria no les permite ver que el afán de conquista forma parte de la naturaleza humana en todas las épocas y latitudes, desde los mongoles hasta los aztecas y los incas, para mencionar solo unos pocos que no son occidentales ni blancos. Tampoco recuerdan que, luego de la Segunda Guerra Mundial, fue la URRS quien se anexó innumerables países y enormes extensiones de territorio, en contraposición con las potencias occidentales que no hicieron nada parecido. Y, siempre con la memoria flaca, olvidan que la descolonización y su demonización crítica, también son obra de Occidente.

Algo parecido ocurre con la esclavitud; se achaca este flagelo al hombre blanco en recientes siglos y se olvida que fue la norma en todos los tiempos y rincones del mundo, al punto que muchas guerras se libraron para conseguir esclavos, cuando no víctimas para sacrificios rituales, mientras que la famosa Guerra de Secesión del los Estados Unidos, fue precisamente para abolirla. Y muchos de los que hoy se victimizan, no sin algo de razón, por hechos de hace medio milenio, eran particularmente crueles con sus capturados. Y fue Occidente quien primero ilegalizó la esclavitud, habiendo persistido legalmente hasta décadas recientes en países de otras culturas. 

Y ni hablar de que también el concepto de DDHH tiene su origen en el Occidente y en su cultura liberal. Ahora parece que este concepto es patrimonio de las ideologías colectivizantes.

Está claro que no todos los logros de esta parte del mundo son positivos: también debemos a Occidente la bomba atómica y el marxismo…

Por todo lo anterior, es imprescindible librar la batalla cultural, sin la que la disputa en el terreno político está condenada a fracasar.


domingo, 2 de mayo de 2021

Félix Luna


Félix Luna, uno de nuestros grandes historiadores, no
necesita mayores presentaciones.

La pluma de gran nivel del autor, hace que la lectura de todas sus obras sea por demás agradable, al par que nos suele contar jugosos episodios de nuestra historia con un desapasionamiento poco usual en nuestros historiadores. No quiero decir que no tenga pasión por lo que hace, sino que no se embandera para endiosar ni para demonizar a ninguno de los protagonistas de la historia que nos cuenta. Quiero ahora hacer breves comentarios acerca de dos de sus obras:  Conflictos y armonías en la historia argentina y Breve historia de los argentinos.

«Conflictos y armonías en la historia argentina».  

Se trata de una recopilación de anécdotas de nuestra historia. Rescato, entre muchos, los siguientes pasajes:

La “Batalla de Mbororé”, en ella aprendemos que los guaraníes y los jesuitas con su particular sociedad, libraron esa batalla contra los “Bandeirantes” portugueses. A este episodio de nuestra historia, ignoto para muchos, el autor no duda en calificarlo como la batalla más importante de nuestra historia. En ella los jesuitas al mando de un ejército de guaraníes presentaron cara a los bandeirantes paulistas que incursionaban para aprovisionarse de esclavos guaraníes para sus plantaciones. Según FL, el hecho de que la Mesopotamia sea hoy argentina, se debe a esta crucial batalla. Notable este capítulo, breve, de esta no menos notable obra.

Las invasiones inglesas: aquí, el autor nos da, una vez más, una elocuente demostración de la calidad de su pluma. Analiza estos sucesos, sin mayores referencias a lo estrictamente militar, que nos enseñaron en la primaria, sino acerca de las implicancias posteriores en lo político, al despertar la conciencia de los habitantes de Buenos Aires y del resto del país, acerca de la necesidad o anhelo de independencia.

La ofensiva para el derrocamiento de Yrigoyen: 

«El riesgo de los mitos es su confrontación con la realidad. Yrigoyen ya era un mito, pero al asumir la presidencia tuvo que hacerse cargo de los asuntos». 

En la siguiente frase, FL, en el capítulo dedicado a esos últimos años del régimen radical, nos dice: 

«El desgaste de Yrigoyen era real; pero la campaña que se lanzó contra él excedió todos los límites».

1930 y 1955: es un lúcido repaso a las similitudes y diferencias entre los dos golpes militares de esos años. 

Entre las semejanzas, menciona el indiscutible apoyo popular de ambos gobiernos derrocados y la difícil situación por la que ambos atravesaban.

Luego acota que las disimilitudes eran más profundas que las semejanzas; mientras que en el primer caso la libertad de prensa y la actividad política gozaban de la más absoluta libertad, en el segundo no ocurría nada de eso. Como consecuencia de estas situaciones, en 1930 había sobrados recursos (algunos ya en marcha al momento de la asonada) para una salida legal, mientras que en 1955, todos los recursos constitucionales estaban absolutamente cerrados.

En lo que se parecieron ambos golpes militares es en el absoluto fracaso de sus consecuencias, que todavía padecemos.

Los tres septiembres de la Argentina: habría que transcribir íntegro este maravilloso capítulo, donde analiza los trágicos resultados de las revoluciones del 30 y del 55. El otro septiembre al que hace referencia es del 73, con el triunfo electoral de Perón. No necesito decir que soy admirador de Félix Luna, como historiador y por su pluma ágil, amena e inteligente. No soy sino un lector, si se quiere superficial, de la historia, pero lo poco que sé es que don Félix, es todo lo intelectualmente honesto como para poder historiar aceptando los aciertos, incluso de los que en su momento fueron sus perseguidores. Nada de eso han hecho los historiadores enrolados en alguno de los bandos “oficiales” o “revisionistas”: Transcribo este párrafo que lo pinta de cuerpo entero. Hablando del régimen de los “libertadores del 55”, decía: 

«Se pretendía borrar una época entera como si solo hubiera producido cosas malas; como si el país no fuera la resultante de errores y miserias tanto como de aciertos y grandezas. Lo peor es que grandes sectores vieron esta revancha como una profilaxis necesaria e inevitable, fusilamientos incluidos. Yo era bastante joven en aquellos años; en tiempos de Perón había sido torturado en nombre de la justicia social; temo que íntimamente haya justificado los fusilamientos en nombre de la libertad…» 

(Lo subrayado corre por mi cuenta). 


Breve historia de los argentinos 

Excelente repaso por toda nuestra historia. Breve, pero no superficial. Nos hace un relato amable de los procesos que marcaron nuestro devenir. Si bien, tal como él mismo aclara, el historiador nunca puede ser del todo imparcial, es sin embargo de una honestidad y ecuanimidad dignas de encomio. Y no escatima elogios por aspectos de su gestión a quienes termina criticando por otros tantos desaciertos. Y lo hace tanto a los unitarios como a federales, a conservadores y radicales o a peronistas y “gorilas”. Es que la historia es así; no hay gobierno que no haya tenido algún acierto, por malo que sea su balance final y viceversa. Hasta lo más repudiable, tiene algún tipo de explicación o razón de haber existido. 

Cuando habla del régimen conservador y sus logros en lo económico, dice:

«Este es uno de los fenómenos más interesantes de la época y se ha estudiado muchísimo. Nunca deja de llamar la atención esta moción colectiva, este movimiento que, sin necesidad de secretarías, de planeamiento, ni de organigramas, ni de seminarios, ni de cosas por el estilo, hizo que la Argentina hiciera exactamente lo que tenía que hacer en ese momento». 

Y sus logros en la educación:

«Lo cierto es que esta preocupación de los gobernantes del Régimen por la enseñanza primaria les hace honor. Porque inmigración más educación popular significa necesariamente que diez, quince, veinte años después, habría una nueva generación de hijos de inmigrantes que reclamarían su lugar bajo el sol en el terreno político y querrían también gobernar el país. Aquellos hombres del Régimen sabían que la educación iba a implicar a largo o breve plazo su desplazamiento, sin embargo, prefirieron educar y sancionaron la Ley 1.420, según la cual la educación primaria es obligatoria (es decir que los padres deben mandar a sus hijos a la escuela), gratuita (no les costará un peso) y laica (no tendrá un sentido confesional, lo que garantizaba al ciudadano que en la escuela su hijo no sería llamado a ninguna confesión religiosa)».

La Ley Sáenz Peña, Giro copernicano:

«Los hombres que habían construido la república –Mitre, Alberdi– estaban muertos, pero sus descendientes políticos tenían todo el derecho del mundo a pensar que el electorado iba a acompañarlos en esta suerte de homologación o ratificación de su legitimidad, porque el éxito obtenido había sido grande. En treinta años habían convertido un país periférico, pobre, fragmentado, anarquizado, en este gran país opulento que se distinguía en toda América Latina. Y, sin embargo, el electorado dio la espalda a estas viejas fuerzas creadoras y se echó en brazos de una nueva fuerza que era una incógnita, que no tenía programa, cuyo jefe no era conocido y que, en última instancia, significaba algo totalmente nuevo dentro de la política argentina».

Termina con una reflexión (el libro fue escrito en 1993) que resulta de una terrible actualidad, cosa que no debería sorprendernos, dado que nuestros problemas son recurrentes: 

«Créanme, tenemos un buen país. [...] Lo único que nos falta, a los argentinos de estos finales del siglo XX, es merecerlo».


sábado, 24 de abril de 2021

La grieta y los estereotipos (o los estereotipos y la grieta)

 

Vemos a diario en las redes sociales que se insulta y descalifica en las discusiones sin recurrir a la argumentación. Es así que, de un lado rápidamente se recurre a algunos de los siguientes calificativos: negro de m…ala entraña, cabecita negra, choripanero o planero, con una facilidad que asombra. Y no se duda en crear el estereotipo de que todo el mundo del otro lado de la grieta es un descerebrado y/o corrupto de siete suelas para poder así cohonestar su posición.

De la otra orilla, por su parte, se (des) califica con alguno de los siguientes epítetos: cipayo, oligarca, neoliberal, gorila, vendepatria, etc. Y el estereotipo que se construye es el de un ricachón con los colmillos chorreando sangre de explotados proletarios, gozando de su sufrimiento y deseando verlos cada vez más sumergidos (si son morochos, mejor).  

Estas conductas, tan generalizadas en las redes obedecen, creo yo, a que  para argumentar se requiere leer, estudiar, comparar, etc., que es siempre un esfuerzo intelectual mayor que simplemente hacer acopio de insultos y rótulos.

Y todo ello es causa y agravamiento de la famosa grieta, o como se la quiera llamar. Desde luego que no es lo mismo oír alguna de estas agresiones verbales en doña Paca de la otra cuadra, que de la boca de un funcionario más o menos encumbrado. A doña Paca le podemos perdonar o pasar por alto estos desafueros verbales de un signo o del contrario; pero el caso de los funcionarios es siempre de una gravedad mayor. La actitud de la vecina suele ser la consecuencia de las actitudes de los dirigentes. 

No recuerdo ninguna actitud de fomento de la grieta por medio de la descalificación, por parte de funcionarios de los gobiernos de Alfonsín, De La Rúa o Macri, para solo mencionar los no peronistas desde la recuperación de la democracia. 

Pero sí recuerdo a un Jefe de Gabinete del/la entonces presidente decir que: «De un lado estamos quienes defendemos el modelo nacional y popular de defensa de la industria nacional, bla bla bla; y del otro están los enemigos del país» (no es textual sino lo que recuerdo). También recuerdo a un destacado líder piquetero que agredió a golpes a manifestantes opositores y al día siguiente compartía el palco oficial con el/la primer/a mandatario/a y ninguna señal de reprobación. Y, más recientemente, una funcionaria que nada dijo acerca de los desafueros –propiciados desde la Casa Rosada– en oportunidad del sepelio de Maradona, pero que, refiriéndose a quienes no estaban de acuerdo con la cuarentena, decía que los quería ver presos y que se podían meter el barbijo en el ort… Si estas actitudes no fomentan la grieta, sería bueno que me dijesen qué cosa sí la fomenta.

Y también quisiera detenerme en quién fue el que tiró la primera piedra. Difícil saberlo, pero recuerdo: en los lejanos días de la primera década peronista, allá por los 50 del siglo pasado, no había oposición posible que pudiera manifestarse; estaba prohibido a cualquier partido, que no fuera el oficial, expresarse por radio; se expropió el principal diario opositor y a los restantes se les restringió la cuota diaria de papel; se desaforó y encarceló al diputado Balbín, por “desacato”, pero hoy mantenemos a una vicepresidente con numerosas causas penales y no se la desafuera para que enfrente esos juicios. También tuvimos a un senador con sentencia en al menos dos instancias pero se esperaba a que la Corte se expida definitivamente. Solo la muerte pudo extinguir la causa. 

Las varas con que se mide, suelen ser elásticas o flexibles.

¿Aprenderemos algún día a discutir con argumentos sin descalificar al oponente? ¿Aprenderemos que quienes no opinan como nosotros puede que tengan algo de razón y que sus argumentos nos pueden enriquecer? ¿Aprenderemos que unos y otros son argentinos para los que también hay que gobernar y respetar? 

Creo que no llegaré a verlo. 



sábado, 17 de abril de 2021

Lo previsible es la imprevisibilidad:

Yo creo que es una rotunda falacia afirmar que no vienen inversiones a nuestro país por la imprevisibilidad de las reglas de juego en política y economía. 

¿Quién dijo que en Argentina no es previsible un control de precios? ¿Alguien puede no prever que en nuestro país, de la noche a la mañana, se pueden cerrar las importaciones de clips para abrochadoras o de medicación contra el cáncer, así como de Biblias y calefones? Solo un argentino poco previsor puede no imaginarse que en algún momento no podrá extraer dinero de su cuenta bancaria cuando veranea en Uruguay. No me van a decir que nadie imaginó que irían por todo en la Justicia y en cuanta institución pueda suponer un obstáculo a sus planes.

Cuando, en épocas del finado Néstor, los precios comenzaban a “reacomodarse”, ¿no era previsible que terminaríamos con “sensaciones” superiores al 20%? Y, cuando ya estamos con tales “sensaciones”, ¿no nos estamos ya imaginando…? Mejor no decirlo.

Los que somos baquianos en estas cuestiones ya sabemos que todo esto es absolutamente previsible.  

¿No era previsible que interviniesen en la libre contratación de los alquileres? Desde luego que era previsible la infinita bondad de nuestro gobierno progre saliendo en ayuda de los locatarios y arruinando a los locadores, de tal manera que disminuirá la oferta de inmuebles para alquilar, lo que terminará perjudicando, también, a los locatarios. Conociendo los genes del “movimiento nacional” esta intervención era absolutamente previsible. ¿Por qué esa insistencia en obligar a un particular a hacer beneficencia? Sería bueno tener una ley que mande a los legisladores a que, antes de votar leyes que obligan a terceros a ser filántropos, lo hagan ellos mismos con su patrimonio. Pero esto solo se me puede ocurrir bajo los vapores etílicos del tintillo nuestro de cada día; estando sobrio, me percataría de que son ellos mismos los que legislan. 

Si se pincha un caño de agua, podemos tapar la pérdida con el dedo o con un chicle. También podemos cerrar la llave de paso. Pero está claro que ninguna de esas medidas soluciona el problema. También es evidente que la culpa no es del agua, a la que no podemos acusar de malvada ni caprichosa. Uno debe garantizarle al vital elemento un cauce seguro y natural por donde fluir de modo que no se le ocurra tomar caminos inconvenientes.

Parece ser que en Uruguay, además de buenos plomeros, hay mejores políticas económicas, porque a nuestros vecinos no se les ocurre comprar dólares a pesar de que, libremente, se venden por doquier. Tampoco los veo desesperados tratando de traer sus ahorros a la Argentina. Y eso me da que pensar que los técnicos que asesoran a nuestro gobierno son de los que creen que el problema se soluciona con el dedo o el chicle en la pinchadura. Por ello, en vez de averiguar por qué la gente prefiere ahorrar en dólares, le ponen restricciones a la compra; en vez de pensar por qué los argentinos quieren llevar sus ahorros al Uruguay (o a Bahamas), nos ponen todo tipo de restricciones a la adquisición de divisas. Cuando las cuentas no cierran, cuando los dólares se fugan, no analizan los porqués, sino que actúan sobre los efectos limitándonos en nuestras libres decisiones.

Controles de precios: Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Fiel a este apotegma, nuestros esclarecidos dirigentes se embarcan en cruzadas de controles de precios que nos llevarán a tropezar, no por segunda, sino por enésima vez con semejante obstáculo. No importa que, ya en época de los romanos, se intentara este tipo de intervención en la economía (se llegó hasta aplicar la pena de muerte) con resultados desastrosos. No importa que en épocas más recientes de nuestro país, se haya aplicado políticas semejantes con iguales resultados. Total, ante el previsible fracaso, fácilmente se encontrarán responsables entre los especuladores, agiotistas, capitalistas, cipayos y vendepatrias de siempre. Controlar, un poquito aunque sea, el gasto o la corrupción hubiese sido lo imprevisible.

Escasez de productos importados: 

El siguiente es un divague de mi cosecha para ejemplificar cómo una medida aparentemente positiva (para algunas mentes nobles y progres) puede tener consecuencias imprevisibles (para esas mentes) pero muy previsibles para quien se detenga un momento a pensar.

Ficción: El Sr. Juan Pérez (Inspirado en el Sr. González de Rolando Hanglin.  Le cambié el nombre, porque si no, sería plagio en lugar de homenaje).

El Señor Juan Pérez, con la indemnización que le dieron por despido, decidió jugarse a una inversión de riesgo. Puso un sushi bar, teniendo en cuenta el furor que esa dieta está haciendo por estos días. Contrató a un sushiman, dos ayudantes de cocina, un par de mozos y algún motoquero, para el delivery. Todo marchaba sobre rieles (no me refiero a los rieles de TBA, desde luego), los productos eran excelentes, la atención esmerada, el local estaba puesto con muy buen gusto y los precios resultaban razonables. El Sr. Pérez pensaba que, después de todo, había sido buenísimo que lo despidieran; le estaba yendo razonablemente bien y, además, podía dar trabajo a varias personas, lo que era su gran orgullo… 

Nuestros siempre esclarecidos gobernantes, decidieron, previsiblemente, ante la falta de dólares, que habría que cerrar la importación de salmón. Después de todo, ¿a quién le importa que algunos chetos no puedan comer sushi? El interés del país está por encima de esas pequeñeces. 

Cuando el Sr. Pérez vio que no podía conseguir salmón, la cosa se le puso fea. Todos los clientes entendieron perfectamente que el tema era ajeno a su voluntad. Las otras variedades que ofrecía el Sr. Pérez eran también muy buenas, pero… francamente, para comer sushi sin salmón, era preferible una muzza con anchoas y fainá, que sí se consigue (por ahora). El Sr. Pérez tuvo que cerrar. Los motoqueros, mozos, y ayudantes, allá fueron a tratar de conseguir otra colocación. El Sushiman no tuvo tanta suerte, porque muchos sushi bares también cerraron y solo consiguió empleo como lavacopas. Ahora el Sr. Pérez está sin trabajo y se “comió” la indemnización. Pero tiene mucha suerte: lo mantiene la suegra… La última vez que lo vi, fue a la orilla de una dársena, en Dock Sud. Mientras se ataba un adoquín al cuello, alcanzó a decirme: «A esto se le llama previsibilidad en las reglas de juego, ¿vio?.

Cualquier parecido con la realidad puede interpretarse a gusto del lector. Por lo visto, para el Sr. Pérez y sus empleados, no es tan superficial ni frívolo quedarse sin salmón.

miércoles, 7 de abril de 2021

Lecturas...

 La trampa populista. De Enrique Szewach. 

Aguda disección de las entrañas del populismo con ideas que uno intuye pero que están aquí bien explicadas. Vale la pena extenderse sobre algunos conceptos.

Algunas citas:

Desconocer las formas básicas de la convivencia política establecidas en normas constitucionales y legarles y actuar de espaldas al respeto a las formas, nos ha generado algo mucho peor: miles de muertos, mucha violencia, mucho odio.

Otra:

Cuando las instituciones se vuelven limitantes de la discrecionalidad, ante cualquier problema, la política argentina, al menos a través de sus representantes mayoritarios, no duda en acabar con las instituciones, en borrar con el codo lo que se escribió con la mano.

Otra, algo extensa, pero muy didáctica acerca de la estatización de las AFJP:

Siempre contando con la complicidad explícita o implícita del resto del populismo local, el populismo kirchnerista encontró la "solución". La forma de inventar un fondo anticíclico de la nada fue expropiar los fondos de pensión que administraban las AFJP y terminar con el régimen de 14 años del sistema de capitalización de los aportes jubilatorios. Esta expropiación le permitió reducir, de un día para el otro, la deuda pública en poder del sector privado en unos 150 mil millones de pesos y, a la vez, convertir en un impuesto, en ingresos del fisco, los aproximadamente 12.000 millones de pesos anuales que, hasta ese momento, eran "ahorro" de aportantes a las AFJP y que se convirtieron en un impuesto para financiar el gasto público presente contra la promesa de recibir una jubilación en el futuro. Es decir, se redujo la deuda pública explícita en los bonos que poseían los futuros jubilados a través de las administradoras de fondos de pensión, pero se incrementó la deuda pública implícita con el nuevo compromiso del Estado de pagar una jubilación a los nuevos contribuyentes al sistema público de reparto. [...]

Lo curioso, o no tanto, es que esta expropiación no generó un conflicto de magnitud, como lo había sido el intento de fines del 2001 y principios del 2002 de "acorralar" primero y de pesificar después los depósitos bancarios. No generó demasiadas protestas, porque las cuentas personales de los fondos de pensión, ya sea por mala difusión o por poca información, o por la larga tradición "cortoplacista" ya comentada, siempre fueron vistas como un intangible. Se vieron como una dudosa promesa futura, más que como una concreta realidad, de manera que la expropiación de dichas cuentas y su pase al Estado no fue percibida por la mayoría de la sociedad como un ataque directo a su bolsillo.

Algo similar ocurre con la transformación del "ahorro mensual" que significaba el aporte a una AFJP, por un "impuesto" contra la promesa futura de una jubilación. Aquí tampoco fue afectado el bolsillo de corto plazo. Es el mismo dinero el que nos sacan hoy como impuesto, que el que nos sacaban ayer como aporte. Nuestro ingreso disponible no ha variado. 

El recurso de la expropiación de las AFJP como alternativa a un fondo anticíclico que no existía, o a un incremento conflictivo de los impuestos, para financiar la suba del gasto público en un contexto recesivo resultó, entonces, una elección poco conflictiva comparada con el intento de la 125 y, además, apoyada por un amplio espectro político que, independientemente del método, se opuso siempre a la existencia de un sistema de capitalización en las jubilaciones, al no entender que la demografía y los cambios en la expectativa de vida impiden que se sostenga un sistema de reparto razonable en el tiempo. Pero el populismo, como vimos, maximiza el corto plazo y prefiere tener otro grupo cautivo, como los jubilados, apropiarse de esos fondos para repartirlos ahora y después se verá. 

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

La Templanza. De María Dueñas. 

Otra estupenda novela de esta autora a la que habrá que tener muy en cuenta. Ambientada en México, Cuba y España de mediados del siglo XIX, nos cuenta las aventuras y desventuras de un exitoso minero español, radicado en México, que, por cuestiones inesperadas pierde la casi totalidad de su fortuna. En garras de un usurero, a quien acude empeñando lo poco que le queda, tiene que correr una carrera contra reloj, para poder devolver el dinero prestado. Esa carrera loca lo lleva a Cuba, donde en una afortunada noche de apuestas insólitas, se hace con propiedades de gran valor en España, a donde va en busca de vender todo para saldar sus deudas. Lo que allí ocurre está fuera de toda previsión del lector, pero la acción que maneja la escritora con soltura, transcurre entre previsibles amores, dramas familiares, estafas, imposturas y otros condimentos que hacen la lectura sumamente atractiva. Es notable el conocimiento de Dueñas de los usos y costumbres de esos lugares, en aquellas épocas, así como también los entresijos de la minería mexicana, el comercio de La Habana y la industria del vino en Jerez, España

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Eminencia. De Morris West. 

La trama de desenvuelve ágilmente a través de los embrollos de la política vaticana, las secuelas de la Guerra Sucia de Argentina, las pasiones personales y sentimentales del protagonista (un cardenal con alto rango en el Vaticano) y un enredo de corte policial con un ayuda de cámara del papa que, a su fallecimiento, roba ciertos documentos con los que obtiene buenos réditos vendiéndolos a la prensa. Se cuentan pormenores de lo que es y cómo se desenvuelve la elección del nuevo papa con un lujo de detalles que, en mi ignorancia, no sé si son ficción o corresponden a la verdad. Lo curioso es que en la ficción ocurren cosas que luego pasaron en forma parecida en la realidad.   

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Celín. De Benito Pérez Galdós. 

Breve fantasía acerca del sueño de una muchacha. Interesantísima forma de contar la historia, en la que el narrador, parece basar todo el relato en los escritos de otro narrador (algo parecido al Quijote), supuestamente muy versado en esta historia. Incluso, a veces, inserta comentarios del tipo de: “En esto, Gaspar Diez de Turris (el segundo supuesto narrador) no es muy explícito”. Cosas maravillosas que ocurren en el relato (como la “movilidad” de la ciudad y de su fantástico río), nunca llegamos a saber si ocurren en el sueño de la niña o si forman parte de la realidad contada por Diez de Turris. No deja de estar presente le ironía de BPG al contar que se anunciaba como si fuese una romería, los fastos que habría en la ciudad a propósito de ajusticiamientos y corridas de toros. Transcribo: 

Espléndidos Autos de fe en Turris, los días 2 y 5 de brumario. Sesenta víctimas a la parrilla. Toros el 3, de la ganadería de Polvoranca. Congreso de la Sociedad de la Continencia. Juegos Florales. Torneo. Veladas con manifiesto en el Ateneo. Regatas. Iluminaciones y Tinieblas, Gran Rosario de la Aurora, con antorchas, por las principales calles, etc, etc. 

También, en otro párrafo, hace mención a que estaban todavía en el cadalso los ajusticiados «por ser salteadores de caminos o periodistas que criticaron al gobierno».

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

El padrino. De Mario Puzo. 

Gran libro sobre el que se hizo esa magnífica película. Su lectura es apasionante y nos va llevando por los tortuosos mecanismos de las organizaciones mafiosas, con detalles y características de sus personajes que, el cine, por su propio lenguaje, no podría describir con tal grado de detalle. Incluso nos cuenta un poco la historia, poco conocida, del origen de la Mafia en Sicilia, como una organización, delictuosa claro está, formada por gente humilde del pueblo para protegerse de los poderosos a los que siempre la ley favorecía. Esta organización, poco a poco, fue transformándose en lo que terminó siendo: protectora de sus propios intereses. Magnífica la caracterización de los personajes, con sus debilidades, fortalezas, mezquindades y también grandezas.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Crónicas africanas. De Fernando Duclos.

Interesantes crónicas de viaje de un joven argentino que recorre algo así como catorce países de África, con su mochila al hombro. Para un grado de cultura como el mío (no quiero hacer generalizaciones), todo el continente, al sur del Sahara es una confusión de nombres de países que no se pueden ubicar en el mapa, y cuyas costumbres, etnias, religiones, suelen estar muy estereotipadas gracias a algunas fotos y videos de turistas que nos muestran “guerreros” Masai haciendo danzas rituales o mujeres con una criatura enancada en sus caderas y sus pechos al descubierto. Todo muy pintoresco pero poco realista. En el relato vemos cuán distintas costumbres, idiomas y religiones puede haber entre países muy cercanos entre sí. No todo son leones y elefantes en el atractivo del misterioso continente. 

En un arranque de inmodestia, me siento tentado a compartir algo que yo escribí acerca de la fascinación del África en mis fantasías infantiles. 

…Mis lecturas finalmente alcanzaron la historia del Hombre desde sus orígenes, y esos orígenes llevan inexorablemente al continente de mis sueños. Por ello creo que al África no se va;  al África se vuelve. ¿Volveré algún día?

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Martín Aldama. De Félix Luna. 

En su faceta de historiador, FL demuestra siempre la calidad de su prosa y lo atinado de sus observaciones, con la mayor objetividad que se pueda pretender de un historiador. Aquí, en cambio, nos regala una novela ambientada en los años previos y posteriores a la Revolución de Mayo; desde las Invasiones Inglesas hasta la muerte de Belgrano.

Elige como narrador de la novela a un joven porteño que, siendo muy joven, adhiere a los ejércitos en formación de la época con el objeto inmediato de repeler dichas invasiones y el superior motivo de la independencia y la formación de una Nación. Este “porteñito” escribe sus memorias que terminan conformando la novela. Aquí FL demuestra que por ninguna razón sería capaz de abandonar su esencia de historiador y nos relata pormenorizadamente los sucesos de esos convulsos años vistos desde adentro, contándonos lo que las historias formales no suelen contar, como ser la vida de los soldados en el día a día, sus angustias y sus privaciones sin cuento. También la existencia de esclavos que, por ser nuestra estructura económica y productiva tan distinta a la de los países tropicales, recibían un trato muchísimo más considerado y humano, si cabe la expresión para quien no posee su libertad. Los pormenores e intereses que se tejían y destejían en esos tan revueltos años son relatados con cierto detalle. 

Exalta, como pocas veces he leído, la personalidad del General Belgrano, visto desde la intimidad y dejándonos ver, sin contarlo, la grandeza y desinterés personal en toda su carrera.

Esto es una lección de historia sin dejar de ser una novela en toda regla. 

Y todo eso sin dejar de citar a Samaniego, a Calderón de la Barca o a Lope de Vega, en atinados párrafos que vienen a cuento de lo que está sucediendo. Todos ello recitados por un personaje muy erudito de oídas, pero certero en el recitado. 

Soliloquio de Segismundo de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca.

Soneto de Lope de Vega: “Quiere, aborrece, trata bien, maltrata…”

Samaniego: Subió una mona a un nogal/y cogiendo una nuez verde…

Incluso se permite una ironía cuando dice: “No nos une el amor, sino el espanto”. A lo que el narrador le pregunta a quién pertenece esa sentencia y él responde: “Ese verso no se escribió todavía…”


Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...