necesita mayores presentaciones.
La pluma de gran nivel del autor, hace que la lectura de todas sus obras sea por demás agradable, al par que nos suele contar jugosos episodios de nuestra historia con un desapasionamiento poco usual en nuestros historiadores. No quiero decir que no tenga pasión por lo que hace, sino que no se embandera para endiosar ni para demonizar a ninguno de los protagonistas de la historia que nos cuenta. Quiero ahora hacer breves comentarios acerca de dos de sus obras: Conflictos y armonías en la historia argentina y Breve historia de los argentinos.
«Conflictos y armonías en la historia argentina».
Se trata de una recopilación de anécdotas de nuestra historia. Rescato, entre muchos, los siguientes pasajes:
La “Batalla de Mbororé”, en ella aprendemos que los guaraníes y los jesuitas con su particular sociedad, libraron esa batalla contra los “Bandeirantes” portugueses. A este episodio de nuestra historia, ignoto para muchos, el autor no duda en calificarlo como la batalla más importante de nuestra historia. En ella los jesuitas al mando de un ejército de guaraníes presentaron cara a los bandeirantes paulistas que incursionaban para aprovisionarse de esclavos guaraníes para sus plantaciones. Según FL, el hecho de que la Mesopotamia sea hoy argentina, se debe a esta crucial batalla. Notable este capítulo, breve, de esta no menos notable obra.
Las invasiones inglesas: aquí, el autor nos da, una vez más, una elocuente demostración de la calidad de su pluma. Analiza estos sucesos, sin mayores referencias a lo estrictamente militar, que nos enseñaron en la primaria, sino acerca de las implicancias posteriores en lo político, al despertar la conciencia de los habitantes de Buenos Aires y del resto del país, acerca de la necesidad o anhelo de independencia.
La ofensiva para el derrocamiento de Yrigoyen:
«El riesgo de los mitos es su confrontación con la realidad. Yrigoyen ya era un mito, pero al asumir la presidencia tuvo que hacerse cargo de los asuntos».
En la siguiente frase, FL, en el capítulo dedicado a esos últimos años del régimen radical, nos dice:
«El desgaste de Yrigoyen era real; pero la campaña que se lanzó contra él excedió todos los límites».
1930 y 1955: es un lúcido repaso a las similitudes y diferencias entre los dos golpes militares de esos años.
Entre las semejanzas, menciona el indiscutible apoyo popular de ambos gobiernos derrocados y la difícil situación por la que ambos atravesaban.
Luego acota que las disimilitudes eran más profundas que las semejanzas; mientras que en el primer caso la libertad de prensa y la actividad política gozaban de la más absoluta libertad, en el segundo no ocurría nada de eso. Como consecuencia de estas situaciones, en 1930 había sobrados recursos (algunos ya en marcha al momento de la asonada) para una salida legal, mientras que en 1955, todos los recursos constitucionales estaban absolutamente cerrados.
En lo que se parecieron ambos golpes militares es en el absoluto fracaso de sus consecuencias, que todavía padecemos.
Los tres septiembres de la Argentina: habría que transcribir íntegro este maravilloso capítulo, donde analiza los trágicos resultados de las revoluciones del 30 y del 55. El otro septiembre al que hace referencia es del 73, con el triunfo electoral de Perón. No necesito decir que soy admirador de Félix Luna, como historiador y por su pluma ágil, amena e inteligente. No soy sino un lector, si se quiere superficial, de la historia, pero lo poco que sé es que don Félix, es todo lo intelectualmente honesto como para poder historiar aceptando los aciertos, incluso de los que en su momento fueron sus perseguidores. Nada de eso han hecho los historiadores enrolados en alguno de los bandos “oficiales” o “revisionistas”: Transcribo este párrafo que lo pinta de cuerpo entero. Hablando del régimen de los “libertadores del 55”, decía:
«Se pretendía borrar una época entera como si solo hubiera producido cosas malas; como si el país no fuera la resultante de errores y miserias tanto como de aciertos y grandezas. Lo peor es que grandes sectores vieron esta revancha como una profilaxis necesaria e inevitable, fusilamientos incluidos. Yo era bastante joven en aquellos años; en tiempos de Perón había sido torturado en nombre de la justicia social; temo que íntimamente haya justificado los fusilamientos en nombre de la libertad…»
(Lo subrayado corre por mi cuenta).
Breve historia de los argentinos
Excelente repaso por toda nuestra historia. Breve, pero no superficial. Nos hace un relato amable de los procesos que marcaron nuestro devenir. Si bien, tal como él mismo aclara, el historiador nunca puede ser del todo imparcial, es sin embargo de una honestidad y ecuanimidad dignas de encomio. Y no escatima elogios por aspectos de su gestión a quienes termina criticando por otros tantos desaciertos. Y lo hace tanto a los unitarios como a federales, a conservadores y radicales o a peronistas y “gorilas”. Es que la historia es así; no hay gobierno que no haya tenido algún acierto, por malo que sea su balance final y viceversa. Hasta lo más repudiable, tiene algún tipo de explicación o razón de haber existido.
Cuando habla del régimen conservador y sus logros en lo económico, dice:
«Este es uno de los fenómenos más interesantes de la época y se ha estudiado muchísimo. Nunca deja de llamar la atención esta moción colectiva, este movimiento que, sin necesidad de secretarías, de planeamiento, ni de organigramas, ni de seminarios, ni de cosas por el estilo, hizo que la Argentina hiciera exactamente lo que tenía que hacer en ese momento».
Y sus logros en la educación:
«Lo cierto es que esta preocupación de los gobernantes del Régimen por la enseñanza primaria les hace honor. Porque inmigración más educación popular significa necesariamente que diez, quince, veinte años después, habría una nueva generación de hijos de inmigrantes que reclamarían su lugar bajo el sol en el terreno político y querrían también gobernar el país. Aquellos hombres del Régimen sabían que la educación iba a implicar a largo o breve plazo su desplazamiento, sin embargo, prefirieron educar y sancionaron la Ley 1.420, según la cual la educación primaria es obligatoria (es decir que los padres deben mandar a sus hijos a la escuela), gratuita (no les costará un peso) y laica (no tendrá un sentido confesional, lo que garantizaba al ciudadano que en la escuela su hijo no sería llamado a ninguna confesión religiosa)».
La Ley Sáenz Peña, Giro copernicano:
«Los hombres que habían construido la república –Mitre, Alberdi– estaban muertos, pero sus descendientes políticos tenían todo el derecho del mundo a pensar que el electorado iba a acompañarlos en esta suerte de homologación o ratificación de su legitimidad, porque el éxito obtenido había sido grande. En treinta años habían convertido un país periférico, pobre, fragmentado, anarquizado, en este gran país opulento que se distinguía en toda América Latina. Y, sin embargo, el electorado dio la espalda a estas viejas fuerzas creadoras y se echó en brazos de una nueva fuerza que era una incógnita, que no tenía programa, cuyo jefe no era conocido y que, en última instancia, significaba algo totalmente nuevo dentro de la política argentina».
Termina con una reflexión (el libro fue escrito en 1993) que resulta de una terrible actualidad, cosa que no debería sorprendernos, dado que nuestros problemas son recurrentes:
«Créanme, tenemos un buen país. [...] Lo único que nos falta, a los argentinos de estos finales del siglo XX, es merecerlo».
2 comentarios:
Mirta nos dijo: Muy bueno. no le he leido pero tus reseñas son siempre muy válidas.
Cómo siempre tus puntos de vista y observaciones son de elogio .Saludos a TODOS y un abrazo grande virtual.
Publicar un comentario