viernes, 16 de junio de 2017

A veces, leyendo...

A veces, leyendo a otros autores, uno se topa con citas que mueven su curiosidad. Gracias a esas citas y a las compras por Internet, conseguí este maravilloso libro que comento, cuyo autor, venezolano, supo estudiar y comprender las causas del fracaso de América Latina, sobre todo en comparación con el vertiginoso éxito de nuestros norteños vecinos.
Del buen salvaje al buen revolucionario.  De Carlos Rangel.
Extraordinaria disección de los orígenes de las trasnochadas ideas que prevalecen en Latinoamérica. Aunque fue escrito hace ya casi medio siglo, es de lectura imprescindible para entender algunos de los cómo y los porqué del fracaso de Hispanoamérica y el éxito de USA. Hay un concepto que resume casi todo: «Los colonos anglosajones buscaban tierra y libertad, mientras que los hispanos buscaban oro y esclavos». Vemos cómo las sociedades libres son las que verdaderamente prosperan, mientras el atraso va de la mano con la falta de libertad. Y los socialismos (con los incas incluidos) solo consiguen igualar en la escasez o aún la miseria. Y ni siquiera consiguen erradicar las clases privilegiadas.
Algunos párrafos:
  • Habla Rangel de una “vocación revolucionaria” en Latinoamérica diciendo:
 «…que la “revolución” parece el atajo para superar una situación marcada por la incapacidad de construir Estados democráticos modernos y economías prósperas aptas, por lo mismo, para reducir la dominación extranjera. Pero las “revoluciones” latinoamericanas han sido, o bien de una virulencia tal que han arruinado lo que pretendían salvar (como la Revolución Mexicana de 1911, que duró diez años y terminó por mantener en la pobreza a los campesinos que fueron su razón de ser); o bien de un verbalismo que disimula bajo un “lenguaje social” una incompetencia generadora de súbito desastre, como el “socialismo” peruano” de 1967-74, o como el “justicialismo” de Perón, quien hace veinte años arruinó a una velocidad asombrosa y, según parece, irremediable, la economía más próspera de Latinoamérica; o bien, como la Revolución Cubana, que no ha hecho más que trasladar un país de la dominación norteamericana a la satelización soviética».
  • A propósito de la gesta de Colón, dice:
 «Colón tuvo la terquedad extraña y predestinada de sostener, contra la mejor ilustración de su época, que la tierra no solo era redonda, cosa que no se discutía seriamente, sino además mucho más pequeña de lo que en realidad es. Salió hacia una muerte segura y se topó con América».
  •  Acerca del vertiginoso crecimiento de EE.UU.:
«.. la imaginación más desenfrenada no hubiera podido prever que esas precarias colonias inglesas serían, antes de mucho tiempo, un país independiente, poderoso y expansionista, destinado a comprar Luisiana a Francia, Florida a España y Alaska a Rusia; a desalojar a los herederos del Imperio Español de extensos territorios, y a abrirse paso hasta el Pacífico, donde arrebataría Oregón a Inglaterra.
La misma confederación nacida en 1776 no aparecía nada formidable. Cualquier hombre de Estado europeo sensato ha debido ver con escepticismo el futuro de un experimento político tan extravagante, tan poco apropiado, según el sentido común prevaleciente, para asegurar un gobierno estable y eficaz, mantener la paz y aun la cohesión interna, y mucho menos conducir una eventual guerra exterior.
De hecho, bastante más tarde, cuando la guerra contra México, en Europa se pensó seria y generalmente que los EE.UU. iban a llevarse un chasco, y que probablemente la aventura les saldría muy cara. Los mejicanos algo conservarían de las cualidades marciales que en el siglo XVI hicieron a la infantería española el terror de Europa; los esclavos negros de los estados sureños y los indios de la frontera aprovecharían la coyuntura para sublevarse; los ingleses no desperdiciarían la ocasión de establecer con firmeza la soberanía británica en la costa del Pacífico al norte de California.
Entre 1860 y 1865 los EE.UU. sufrieron una contienda civil terrible y sangrienta, más destructiva y total que ningún otro conflicto armado que el mundo hubiera conocido hasta entonces.
De esa guerra, el Norte vencedor salió con un impresionante aparato bélico, pero lo desmanteló con tanta rapidez y desenvoltura, que en 1879 la marina de guerra norteamericana era inferior a la de Chile, país que ese año demostró su potencia naval "europea" al ganar con facilidad la llamada Guerra del Pacífico, contra Perú y Bolivia.
En ese momento los EE.UU. eran un país productor sobre todo de materias primas, minerales y agropecuarias, y en todo caso prácticamente no participaba en el comercio internacional salvo como exportador de esos productos e importador de manufacturas y capital; las mismas condiciones de las cuales se asegura hoy que son causa suficiente del atraso de Latinoamérica.
Pero en 1898 los norteamericanos, con barcos flamantes, construidos a toda prisa, desbarataron la Armada española en Cuba y Filipinas. Entre 1904 y 1914 terminaron el Canal de Panamá, abandonado como imposible por Ferdinand de Lesseps. En 1917 decidieron con su intervención la derrota de las Potencias Centrales en la Primera Guerra Mundial.
Hasta 1923 ningún Premio Nóbel en física o medicina había sido adjudicado en los EE.UU., pero desde entonces norteamericanos o europeos residentes en los EE.UU. han merecido uno de cada tres Premios Nóbel en física, uno de cada cinco en química, uno de cada cuatro en medicina. Lo cual unido a la potencia industrial y financiera norteamericana, dio como resultado, entre otros, que los norteamericanos construyeran la primera bomba atómica, el primer reactor nuclear, y pusieran el primer hombre en la luna.
Pero lo más notable (y seguramente lo más importante dentro de las perspectivas de nuestra época), es que la productividad agropecuaria norteamericana sea de tal modo espectacular, que con sólo seis por ciento de la población activa empleada en el campo, los EE.UU. logren autoabastecerse ampliamente y ser además grandes exportadores de alimentos.
No es mi propósito intentar explicar, o ni siquiera hacer una relación exhaustiva de los éxitos norteamericanos; pero sí subrayar algo que no es inmediatamente evidente a quienes observan esos éxitos desde una perspectiva europea, africana o asiática: su carácter de escándalo humillante para la otra América, que no puede darse, ni dar al resto del mundo, una explicación aceptable de su fracaso relativo (el cual, por la comparación, aparece como mayor de lo que en realidad es) con relación a los colonizadores de América del Norte».
  • Y agrega:
«México, Lima y diez o veinte otras aglomeraciones urbanas hispanoamericanas eran ya ciudades respetables antes de que los ingleses intentaran su primer establecimiento en Norteamérica. México tuvo imprenta en 1548. Las Universidades de México y Lima fueron fundadas en 1551. Para 1576 había en Hispanoamérica nueve Audiencias, treinta gobernaciones, veinticuatro asientos de Oficiales Contadores, tres Casas de Moneda, veinticuatro Obispados, cuatro Arzobispados y trescientos sesenta monasterios; y todas estas instituciones, así como las residencias virreinales y de otros grandes señores estaban alojadas en imponentes edificios que todavía hoy perduran, En contraste, Boston no fue fundada hasta 1630, y todavía a finales del siglo XVIII era, lo mismo que Nueva York o Filadelfia, inferior a las ciudades virreinales de la América española. La población de los EE.UU., seguía en ese momento siendo mayoritariamente rural».



Y todavía hay muchísimo más para aprender de estas concienzudas reflexiones del autor.

domingo, 11 de junio de 2017

Economía de entrecasa

No soy economista, pero me atrevo a opinar algunas cositas. Si entre mis lectores hay alguien de tan noble profesión, le ruego que corrija mis probables errores de concepto.
Un economista profesional adhiere generalmente a alguna de las teorías existentes y las argumenta con su sapiencia y con elementos de juicio que maneja merced a sus estudios. Un periodista, un encuestador y opinólogos varios, hacen lo propio.
Un político que no está al frente de una intendencia, gobernación o un país, también es absolutamente libre de expresar sus ideas y de criticar, a quien ejerce el ejecutivo correspondiente, en todo aquello que se aparte de lo que él considera bueno para el conjunto. Desde luego que hablamos siempre de gente bien intencionada que, aunque no son tan abundantes como uno quisiera, existen.
Por su parte, el político que sí accedió a funciones ejecutivas, hace lo que puede, dentro de lo que le resulta razonable.
Pongamos un ejemplo:
Llega al gobierno ese político bien intencionado que mencionamos antes (esto no es tan frecuente). Hereda un déficit fiscal monumental (esto sí es frecuente). Para hacerle frente, dispone de alguna de las siguiente opciones: 1) no pagar; 2) imprimir más billetes; 3) aumentar los impuestos o, 4) tomar deuda.

1)    Dejar de pagar los compromisos es una alternativa más teórica que práctica, ya que de optar por ello, el país se incendia y su gobierno cae irremediablemente. Hay sí una variante atenuada, que se utilizó en 2002, que es hacer una fenomenal devaluación con sueldos congelados, lo que llevaría, hoy, casi al mismo incendio antes mencionado.
2)    Imprimir más billetes, inevitablemente sigue generando inflación. Pero se podría recurrir a esto con un plan serio de metas y plazos para ir disminuyendo el déficit ya que con ello se moderaría la impresión de billetes y la inflación.
3)  Aumentar los impuestos. Esto sería practicable si la presión fiscal fuese baja y la economía en su conjunto tolerase tal aumento sin llegar a la recesión. Si dicha presión ya fuera muy alta, el aumento en los impuestos llevaría, por efecto de la caída de actividad, en una menor recaudación.
4) Tomar deuda no es malo en sí mismo. Lo malo es malgastar los ingresos que el préstamo genera. Si, por el contrario, se utiliza, por ejemplo, en obras de infraestructura que demandan una inversión muy alta y que disfrutarán varias generaciones (caminos, obras hidráulicas para mitigar los efectos de las inundaciones, infraestructura hospitalaria o escolar, etc.), entonces resulta provechoso el endeudamiento. Puede ocurrir que un gobierno que heredó una situación como la que mencionamos antes, utilice el préstamo para paliar el déficit. En este caso, una vez más, hay que ver si se hace con planes y metas concretas de reducción del desequilibrio.
En resumen, el gobierno tiene una responsabilidad frente a todos los sectores sociales y todas la áreas de su gestión. Para ello se elabora un presupuesto, que debe ser refrendado por el Legislativo, donde se asignan los recursos en relación a las prioridades que el gobierno asigna.
Pero, volviendo a los economistas, periodistas, opinólogos y criticólogos varios que vemos a diario por TV, sabemos de sobra que no abundan los bien intencionados o imparciales, sino todo lo contrario. Por ello resulta risible cuando, ante una obra de cualquier tipo, se critica porque debería asignarse ese recurso a salud, educación, seguridad, etc. (aquí, cada uno pone lo que mejor le acomode) y no a lo que se está haciendo en ese momento. Por el contrario, si la obra no se hace, se criticará porque no se hizo, porque se subejecutó el presupuesto del área y toda esa cantinela a la que estamos tan acostumbrados.

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sábado, 10 de junio de 2017

La batalla de las ideas


El capitalismo y el liberalismo tienen mala prensa. En cambio, ser de izquierdas y apoyar al socialismo, al comunismo o a algo tan difuso como el progresismo, queda muy bien, es elegante y habla mucho en favor de la pureza del alma de quien porta tales ideas.
¿Quién no se indigna por la pobreza? Todo buen progre hace de ello una bandera que lo acompaña como su sombra en cuanta discusión de política participe.
Desde luego que le parece muy bien que se “distribuya” la riqueza beneficiando a quienes menos tienen, siempre y cuanto esa riqueza no sea la propia.
Por supuesto que para el bienpensante de izquierdas la culpa de que haya pobres sobre la tierra, es del capitalismo, del liberalismo y, más recientemente, del neoliberalismo y el Consenso de Washington.
Desde luego que, si uno estudia la historia de la humanidad, verá que la pobreza generalizada ha sido una constante en todo el mundo y en todos los tiempos. Si algo ha mejorado para una importante cantidad de personas ha sido gracias a políticas liberales y capitalistas, luego de la Revolución Industrial. Por su parte, el socialismo clásico y el del siglo XXI, así como el comunismo, no han aportado prosperidad a sus pueblos, pero sí lograron consolidar nuevas clases opresoras en todos los casos, cuando no fueron los responsables de genocidios que dejarían a nuestro vernáculo “Proceso” del tamaño de un poroto.
El otro cliché siempre a mano de todo buen izquierdista es que nuestra pobreza y subdesarrollo son causados por el imperialismo. Corolario de ese pensamiento es que el Imperio es poderoso porque vive expoliándonos. Que los países más ricos de hoy, deben su riqueza a la explotación inmisericorde de sus colonias.
Pero ¿es esa toda la verdad? Por supuesto que los imperios existen y existieron siempre y que el colonialismo ha sido una verdadera lacra para la humanidad. Pero no es menos cierto que: 1) no todos los países ricos y prósperos de hoy son o han sido coloniales ni imperialistas. Finlandia, Suecia, Corea del sur, Nueva Zelanda, Irlanda, para citar solo algunos, no tienen, que yo sepa ningún antecedente en ese sentido.  Japón, que sí tuvo un pasado imperial, no lo es hoy y pudo reconstruirse literalmente de las cenizas. Y todos ellos conviven con los mismos imperios que nosotros. 2) todos los países que llegaron a ser colonialistas o imperialistas, fueron, antes que eso, ricos y poderosos sin pasado previo imperial. Y el caso paradigmático en el de USA que, en pocas décadas desde su independencia, gracias al espíritu de libertad que imperó desde un principio, se desarrolló a una velocidad de vértigo. Si pudo arrebatar a México un par de millones de Km2 de territorio, es porque, previamente, antes de ser imperiales, fueron prósperos, ricos y poderosos.
Por otra parte, ¿fue el liberalismo o el neoliberalismo lo que llevó a muchos países, incluido el nuestro, a la profunda crisis de principios del siglo XXI? Habría que estudiar bien las propuestas del Consenso de Washington para saber si se aplicaron en realidad o solo se proclamaron.
Pero es evidente que esas ideas progres están firmemente arraigadas en nuestros pueblos y es por ello que es muy difícil que los políticos nos ofrezcan otras soluciones, mientras no se lo demande la sociedad. No importa que la realidad muestre una y otra vez el fracaso de las izquierdas, la idea tiene el rango de dogma y los dogmas no se discuten.
La batalla a dar, es la de las ideas y, por el momento, los liberales vamos perdiendo por goleada.

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sábado, 21 de marzo de 2009

Campamento de verano

Para despejarnos un poco de tanta realidad, les mando uno de mis cuentos. Los que ya lo leyeron, sepan disculpar la reiteración.

CAMPAMENTO DE VERANO


El chico se despertó temprano, con gran excitación. No era para menos, los campamentos de verano ejercían en él una fascinación muy particular: la convivencia con sus primos mayores quienes le enseñaban toda suerte de destrezas y juegos al aire libre era algo muy esperado durante los gélidos y cortos días del invierno, en los que además, la disciplina y el reparto de las tareas eran más rigurosos.
En ese amanecer de fin de primavera, el aire, aún muy frío, traía solo promesas de verano por sus fragancias particulares.
Los familiares ruidos que hacía su madre afanándose entre las provisiones y trastos todavía sin acomodar por la reciente instalación, aumentaron su excitación, sazonada tal vez por la conciencia del desayuno próximo.
Levantó apenas su cabeza y -desde el rincón más oscuro del refugio, donde se encontraba- pudo apreciar que los primos aún dormían. También su rápida inspección le informó que su padre y sus tíos no estaban, por lo que descontó que habrían salido a una recorrida por los alrededores y, quién sabe, tal vez traerían algo para el fogón.
La certeza de que todo estaba en orden le produjo una sensación de bienestar y se acurrucó entre sus peludas cobijas pensando que ya no se haría esperar el llamado de su madre para el desayuno. La tormenta de la noche anterior con sus espeluznantes truenos, había cesado por completo y eso lo tranquilizó. Siempre recordaría aquella tempestad de vientos alocados y rayos que incendiaban la noche, pero sobre todo el horrible crujido de un árbol que, a pocos metros, se había desgajado por completo.
Prestó atención a los sonidos que lo rodeaban donde se mezclaba el rumor del arroyo cercano, con los cantos y reclamos amorosos de las aves. Por momentos oía, o al menos creía oír también los pujos del mar, que no lejos, enviaba también su brisa y aromas. Recordaba las andanzas del año anterior con sus primos, o tal vez solo imaginaba las nuevas aventuras que tendrían dentro de pocas horas.
Sin embargo algo faltaba. Recordó que aún no había llegado su prima, aquella que el año pasado le había sacudido sus emociones de un modo nuevo: en una de las habituales correrías junto al arroyo, habían quedado solos, y ella al saltar de una piedra a otra, había caído torciéndose un tobillo. Al correr a socorrerla, y sin saber muy bien qué hacer, el chico había tomado su pierna y muslo entre sus manos y el contacto con la tersura de su piel le alborotó las entrañas con un ansia desconocida. Luego al ayudarla a incorporarse, la había tomado por la cintura, y sus cuerpos ¿sin querer? se rozaron en estrecho contacto. Una sensación embriagante casi le hizo peder el equilibrio y su confusión fue total. Luego, en el campamento, quedó con un desasosiego que no le permitió dejar de pensar en ella, de mirarla, de oírla. Al día siguiente partió y no supo más de ella, pero el recuerdo de ese episodio y su ansiedad constante perduró todo el invierno.
Lo sacó de sus pensamientos un ruido extraño que no pudo definir. Tuvo la certeza de que alguien se aproximaba, tal vez un animal. Volviendo a incorporarse, inspeccionó nuevamente el entorno, comprobando que todo estaba bien. Su madre, despreocupada, seguía en sus quehaceres.
Volvió a embargarlo esa sensación de confort y cobijo que lo obligó a revolverse otra vez en su lecho pasando a una ensoñación donde se mezclaban recuerdos con proyectos: con seguridad irían más tarde al arroyo a pescar, y si el sol calentaba, a bañarse y retozar en el agua... Seguramente la volvería a ver, tocaría otra vez sus piernas... Cerca había higueras para poder trepar y recolectar frutos... Los peces del arroyo este año se dejarían atrapar... Él había crecido mucho... y ella estaría también más grande, más mujer... Sus cuerpos se tocarían pero no por azar... Qué sabroso estará el desayuno... Este año se animaría a entrar al mar como los muchachos mayores...
El grito lacerante de su madre lo sacó violentamente de sus sueños e incorporándose vio como un gigante barbudo y desaliñado la levantaba tomándola con una sola mano por el cuello, ahogando sus gritos y resistencia. Tan aterrado estaba con lo que veía, que no percibió que otro grandote se abalanzaba sobre los primos repartiendo golpes con lo que parecía ser un hacha, y solo los gritos de los chicos le hicieron percibir la terrible situación. Pudo ver como, con sendos y precisos golpes, daban cuenta de sus primos, mientras la escasa resistencia que su madre aún ofrecía era apenas audible. El espanto lo paralizó. Al darse cuenta de que no habían notado su presencia en aquel rincón oscuro del campamento, se incorporó en silencio y se deslizó hasta la entrada donde comenzó a correr desesperadamente con la obsesión de que no lo viesen, de encontrar a su padre y sus tíos, de llegar a algún sitio seguro donde esconderse...
El golpe seco produjo el ruido ensordecedor de cien truenos, de mil árboles desgajándose, y su envión brutal lo derribó. Alcanzó sin embargo a oír también el ruido de su cabeza golpeando contra el piso.
Mientras sus ojos todavía podían enfocar una brizna de hierba que se movía con el viento, tuvo la clara sensación de que un líquido caliente salía por su boca y su nariz.
Ya no esperaba alcanzar al padre, ni encontrar sitio donde esconderse. Su simple obsesión era ahora que su historia mínima, su tragedia descomunal, sus anhelos de aventura quedaran allí, truncados para siempre; y ni su padre, ni sus tíos, ni su prima, ni nadie, nadie, sabrían jamás de ellos.
La brizna de hierba desapareció.

Henri salió de su casa esa fría mañana de fines del otoño, a la hora de costumbre. Estaba ansioso porque ese día era la presentación formal del caso que lo había mantenido tan ocupado. Habían sido seis meses de trabajo agotador, pero estaba íntimamente satisfecho con los resultados. En loca carrera contra el reloj, había quitado horas al descanso y a su familia. Pero lo había logrado, las piezas del rompecabezas encajaban a la perfección y la evidencia era concluyente; se podía saber con buen margen de certeza cómo habían sido los hechos.
Deliberadamente se desvió del recorrido que lo llevaba al Instituto de Investigaciones Regionales, tomando por la Autopista Costera, para echar un último vistazo al lugar de los hechos, donde, concluidos todos los trabajos de recolección de las pruebas, ya trabajaban las topadoras, destruyendo lo poco que aún quedaba.
Sus pensamientos se retrotrajeron a aquel día de fines de primavera en que recibió la apremiante llamada de uno de sus asistentes:
— ¿Dr. de Lumley?— preguntó Denis
—El mismo— repuso Henri
— ¡Tengo un caso urgentísimo!— dijo, jadeando — ¡Hay que actuar antes de que nos borren toda la evidencia!
—Tranquilo Denis, cuénteme un poco más— repuso Henri.
Conocía de sobra estas urgencias, donde los intereses contrapuestos, cuando no la torpeza o estupidez arruinaban lo que podría ser un caso redondo.
— ¿Recuerda el caso que le conté, del campamento aquel?— dijo Denis
—Sí, claro que recuerdo, adelante, continúe— repuso Henri.
—Pues bien, tenemos que conseguir una orden judicial para intervenir urgentemente, de lo contrario ¡se borrará toda la evidencia!— repitió, como un maniático, Denis.
Luego le dio una larga explicación sobre lo que estaba ocurriendo: justo en el lugar de los hechos habían comenzado a construir un moderno complejo de viviendas, y las topadoras en su marcha imperturbable arrasarían con todo, que en realidad hasta ese momento no era mucho; por eso era imperioso conseguir la orden judicial, puesto que todas sus razones eran de poco interés para el contratista cuyo único objetivo era entregar la obra concluida para cobrar, y estaba en su derecho a continuar.
A medida que Henri avanzaba por la carretera hacia el Instituto, repasó uno a uno los hechos posteriores, que comenzaron con el trabajo de los distintos científicos especialistas en recolección de pruebas. Detalles mínimos, que a cualquier ojo inexperto pasarían inadvertidos, eran minuciosamente rescatados, sometidos a análisis, evaluados y clasificados. Luego de la compilación se pudo armar un escenario coherente, donde no se dejó de lado, por supuesto, teorizar acerca del móvil que condujo a los asesinos (estaba claro que eran al menos dos) a realizar su macabra tarea. Hoy tendría que exponer ante el solemne jurado y, más difícil aún, convencer a sus integrantes.
Llegó finalmente a su despacho en el Centro, donde su secretaria lo esperaba, como de costumbre, con la humeante taza de café.
—Buenos días, Paulette— dijo Henri.
—Buenos días, doctor— respondió la joven —Vamos a tener un día movido.
Henri la interrogó con un gesto.
—Tiene dos pedidos de notas para la TV; una estación local y una nacional; y tres periódicos.
— ¿Hoy? ¿No podrían esperar a mañana?— repuso Henri contrariado.
—Precisamente doctor. La presentación ante el jurado ha despertado mucha expectativa.
En el fondo esto lo llenaba de orgullo pues estaba más ansioso que nadie por comentar sus conclusiones al mundo entero si fuera posible, pero le complicaba mucho el día. Tenía aún muchos detalles por pulir para la presentación del caso.
—Bien Paulette, trate de concentrar todo en una sola conferencia de prensa para perder el menor tiempo posible — propuso Henri.
Por fin, se concertó la rueda de prensa para la misma mañana a fin de reservar la tarde para la tarea pendiente. La entrevista transcurrió dentro de lo previsible, mostrándose los periodistas más preocupados por los métodos por los cuales se había llegado a conclusiones tan asombrosas, que por saber cómo se habían desarrollado los acontecimientos.
Almorzó frugalmente en la oficina y se reunió con Denis para ultimar los detalles, aún los mínimos que pudieran generar dudas, lo que les demandó más esfuerzo de lo esperado. Pero el fondo de la cuestión era que debían ser convincentes.
Al fin, llegó la hora esperada y Henri con el aplomo que le era característico en estos casos ingresó a la sala, donde los integrantes del jurado ya estaban reunidos.
Hizo una soberbia presentación, donde no faltaron citas a grandes autores y proyección de transparencias con resultados de análisis, y sobre todo fotos de la escena de los hechos donde se podía ver a los científicos haciendo su prolijo trabajo de recolección de las evidencias.
—La conclusión es clarísima— remató Henri —se trata de un campamento que fue atacado por lo menos por dos sujetos adultos de gran corpulencia. Asesinaron en el mismo lugar a golpes con un elemento contundente, una maza tal vez, a dos muchachos jóvenes, cuyos cadáveres con el cráneo hundido se encuentran allí. Asesinaron también a una mujer adulta joven cuyo cuello se encuentra también fracturado. Hay otro niño, menor que los anteriores, que pudo escapar unos pocos metros, antes de ser alcanzado también él por un mazazo en la cabeza. Se ven con claridad las huellas del niño y su perseguidor— hizo una breve pausa para lograr efecto.
—Por fin, quiero aclarar que hubo una conjunción de fenómenos extraordinarios como: presencia de ceniza volcánica en el terreno; una lluvia previa a los hechos que dio la consistencia necesaria para que las huellas quedaran impresas, un fuerte sol posterior que hizo que esta mezcla fraguara y solidificara. Todo ello permitió que esta escena, que ocurrió hace nada menos que cuatrocientos mil años, quedara fosilizada para la eternidad— hizo una nueva pausa.
—Lo que no llegaremos a saber jamás, es cuáles serían las expectativas y los sueños de sus protagonistas, que ese día quedaron truncos para siempre en el campamento de verano.

A nuestros antepasados Homo erectus, pobladores del asentamiento de “Terra Amata” en lo que hoy es la riviera francesa.

San Fernando, enero de 2001

EL modelo K

Harto hemos oído hablar del “modelo”, del “modelo K”, del “modelo de redistribución del ingreso”, etc
Lo que vemos es el modelo del anuncio rimbombante y sorpresivo, vacío de ética y cargado de picardía. Sin mayores contenidos concretos y preñados de pequeñas ventajitas. Con resultados ausentes y astucia presente.

Allí tenemos el anuncio del tren bala, paradigma de la sinrazón, que no resiste ningún análisis sensato. Por suerte en este caso, como en tantos otros, solo se quedaron en los anuncios.

De la 125 ni hablar. Pero dentro del grave conflicto que desató, recuerdo dos anuncios:
1) «Con lo recaudado se harán hospitales, caminos…» Para ser creíble esta afirmación, debió haber salido en el texto de la 125 afectando fondos para… Pero lo hicieron cuando el conflicto puso las cosas feas, y con cacerolazos mediante.
2) «Para dar más calidad institucional, enviaremos el proyecto al Congreso…» Esto fue cuando pensaron que ganaban fácil y pretendiendo que se apruebe sin chistar y sin cambiar una coma. ¿Eso es calidad institucional?
En ambos casos, obligados por la magnitud del conflicto, recurrieron como siempre a la astucia y los golpes de efecto.

Luego nos asestaron con lo de las AFJP. Sin entrar al tema de fondo –esto es si realmente es mejor o peor que pasen al estado– analicemos:
1) Hacía menos de un año que se había consultado a los recetores directos de semejante bendición –los afiliados a las AFJP– y estos habían decidido permanecer allí. Pero no se tuvo en cuenta su decisión. Con criterio parecdido, mañana anularán un comicio porque no les gusta su resultado.
2) Un asunto de semejante trascendencia, merecía un tratamiento más mesurado y debatido. ¿Cuál era la urgente necesidad de aprobarlo con semejante premura? ¿Sería mal pensado si dijese que se trató en realidad de un ávido manotazo a esos fondos?

También el caso de Aerolíneas. Se votó entre gallos y medianoche. Si fue tan desastrosa su administración ¿tardaron más de cinco años en darse cuenta? ¿Ningún funcionario del actual gobierno tuvo que dar explicaciones?

Pasaron muchos meses desde el voto no positivo. Los problemas del agro siguen sin respuesta.
Ahora, acabada la bonanza internacional y con las graves consecuencias que dejó la sequía, la situación conflictiva de este sector vuelve con fuerza.
Se reanuda entonces el ¿diálogo? Con nuevos interlocutores y con parecidas mañas.
La presidente acude a una de las reuniones y el presidente Néstor y sus esbirros magnifican el gesto. «¡Qué lindo es que los argentinos, gracias al gesto de Cristina, puedan sentarse a dialogar pese a las profundas diferencias que nos separan!» soltó el marido. Pero, analizando el desarrollo de los acontecimientos y las picardías, vemos que ¡minga de diálogo!
«Las retenciones las tratan en el congreso» dijo la esposa. Pero sus diputados no bajan a dar quórum. No digo para aprobar cualquier propuesta que presente la oposición, sino simplemente a discutirla. ¡No vaya a ser que del diálogo surja un proyecto mejor que el pergeñado por los Iluminados de Olivos!

El adelantamiento de las elecciones es otra típica astucia especulativa. «Cuando Macri o Catamarca adelantan, son democráticos, pero si lo hacemos nosotros…» rugía el Primer Iluminado. Pero, al menos Macri, fue sincero cuando dijo que se separaban las elecciones para lograr un debate localista donde no interfiriese la política nacional. Por el contrario, los argumentos esgrimidos por el gobierno nacional, no son creíbles. Sobre todo cuando, unos días antes, el presidente –fuera de sí, según nos tiene acostumbrados–había dicho: «¡¿Qué pasa Catamarca que adelantan las elecciones?! ¡¿A qué le tienen miedo?! Sin palabras.

Y luego, la frutilla del postre. Postre que no es dulce por cierto. «30% de las retenciones por soja serán coparticipables…» Nuevo ardid astuto y pícaro tendiente a quitar apoyo a los reclamos del sector patronal agropecuario y lograr aquella «rendición incondicional» que vociferaba como un azogado el inefable D’Elía. No aparecen milagrosamente 10, 15 o 20 millones de dólares para las provincias. Simplemente cambia el actor destinado a decidir su destino. Ahora el destino de ese 30% lo decidirán los intendentes y gobernadores. Suponemos que, en promedio, no lo harán ni mejor ni peor que lo haría el gobierno nacional (en mi criterio, peor no lo podrían hacer), por lo tanto, para el ciudadano común no habrá diferencia. No mejorará la situación del campo ni el conflicto que se generó.
¿Ayudará a proteger el empleo? No. ¿Entonces qué se persigue con esto? Es evidente que algún gobernador o intendente que estuviese en dudas de a quién apoyar, puede que los billetes terminen por convencerlo.

Por fin una última reflexión: Coparticipar una parte de las retenciones no las hace razonables, pero, no obstante es positivo el hecho en sí mismo. Una vez más, no resulta creíble que se deba a un acendrado sentimiento federalista de nuestras autoridades.
Esto fue arrancado a las autoridades por la lucha de los sectores. Ante un conflicto de esta naturaleza, si resolución, debía tomarse una medida de cara a las elecciones. Como no se pretende ni remotamente solucionarlo, se le trata de quitar apoyo al adversario.

Digo yo ¿no?

sábado, 14 de marzo de 2009

Están pintados

Hace pocos días, en el programa televisivo de Morales Solá, el ministro Randazzo leyó unos párrafos que el periodista había escrito con motivo del sonado caso “Borocotó”. En tal comentario el conductor había dicho que esa actitud era una traición al mandato popular. Ahora, el inefable ministro compara aquella actitud con la de Felipe Solá y Cobos. Si aquél traicionó, estos también, ya que llegaron a sus bancas en la lista K y ahora reniegan del proyecto o modelo del matrimonio.
Analicemos: Borocotó llegó a su banca en la lista de Macri. Se supone que adhería a su propuesta –y en esto no hay diferencia con Solá o Cobos- pero se dio vuelta antes de asumir. Diría más: lo hizo antes de que Macri, o el macrismo pudiera haber dado un paso en falso que –a su personal criterio- no se compadeciera con la propuesta votada por el electorado.
No es el caso de Solá o de Cobos, cuyas posiciones –se compartan o no- fueron claramente explicadas en su momento y obedecieron a severas discrepancias con el ejecutivo que poco tuvieron que ver con cualquier proyecto puesto a consideración de los votantes.
Y hay clara constancia de que ambos hicieron esfuerzos para no tener que abandonar el oficialismo.
Por otro lado, si por haber llegado a una banca integrando una lista oficialista el legislador está obligado a votar a libro cerrada cuanta propuesta mande el ejecutivo y sin atender a sus íntimas convicciones, entonces no se entiende para qué mantenemos a decenas de senadores y centenas de diputados. Se podría, con este concepto, votar a un solo legislador por lista. Luego, su voto en la cámara valdrá por cinco, por treinta y seis o por ciento cincuenta y dos, conforme a los sufragios obtenidos en el comicio. Además, recibiría instrucciones directas del ejecutivo o de su partido político, en caso de los opositores. ¡Cuántas dietas, choferes, secretarias, y gastos de representación nos ahorraríamos!
De hecho, así pretendió el Ejecutivo que funcionen sus bancadas, y en gran medida lo han logrado. Proyectos de tanto peso y trascendencia como el de las AFJP o el de Aerolíneas ¿debieron votarse a libro cerrado como los mandó el ejecutivo? O el más reciente del adelantamiento de las elecciones que, sin ser tan trascendente, sí es muy político y polémico. ¡Qué buena oportunidad hubiera sido para que los legisladores oficialistas se lucieran mostrando sus inteligentes puntos de vista.
¿No tienen una pizca de dignidad para hacer aunque sea un debate entre ellos antes de llevarlo y aprobarlo en el recinto? ¿O es que la iluminación del matrimonio y su mesa chica es tanta que toda iniciativa es perfecta?
Aunque más no fuera para justificar sus dietas, podrían haber hecho un simulacro de debate “para la gilada”.

Digo yo ¿no?

Reflexiones preelectorales

Esto lo dije hace unos años, pero, con algunas modificaciones, viene bien a cuento ahora. Ya sé que copiar es plagio, pero no creo que yo mi...